el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 27 de diciembre de 2018

JUEVES DE GEMAS

Las lecturas de estos últimos días me han tratado inusualmente bien, y lo quiero destacar.
Una de las sorpresas más gratas de este año fue Mr. Crabb y el Paraíso, una novela gráfica de un autor español al que nunca había nombrar, llamado Alberto Taracido. Parece mentira, pero esta es la opera prima de Taracido, que llega al comic con un amplio background en la animación.
Mr. Crabb y el Paraíso me hizo acordar bastante a aquella joya de Jodorowsky y Moebius que fuera El Corazón Coronado. Arranca como una aventura bastante realista, con personajes empapados de una problemática actual y tristemente palpable como es la corrupción en los altos niveles del poder gubernamental y empresarial, y en un momento empiezan a aparecer elementos fantásticos que le dan a la trama un tinte más salvaje y menos predecible. Como Jodorowsky, Taracido aprovecha estos elementos fantásticos para resolver el final con una cierta ambigüedad, lo cual no lo hace menos satisfactorio.
Los diálogos son excelentes (esta vez la edición argentina los conserva en español de España, con un par), los personajes están muy bien construídos, el ritmo de la historia no decae nunca, la bajada de línea va para el lado correcto… No se puede pedir mucho más, realmente. Quizás (ya para hinchar las pelotas) algún personaje femenino un poco más protagónico.
Y el dibujo es glorioso. No sé si originalmente la historieta era a todo color y acá se publicó en escala de grises, o si Taracido la pensó así como la vemos en el libro, pero visualmente esto es extraordinario. Por supuesto que en la faz gráfica también hay que hacer mención a Moebius, que es claramente el principal referente de Taracido no sólo en el dibujo sino también en la narrativa. No es exactamente un clon del Genio Eterno, porque en los rostros de algunos personajes se ven rasgos que no tienen tanto que ver con la estética del ídolo. Pero sí hay composiciones, planos, secuencias enteras, que te van a recordar al inmenso Jean Giraud.
Europa y África enroscadas en una trama de corrupción, violencia, mala leche y un cierto misticismo, que puso en el mapa a Alberto Taracido, un autor al que de ahora en más vamos a seguir a todas partes.
Cruzamos la cordillera para leer la edición chilena de Herbert West: Carne Fresca, una notable colaboración entre el guionista argentino Luciano Saracino y el dibujante chileno Rodrigo López. Sobre la base de un famoso relato de H. P. Lovecraft (Herbert West: Re-Animator), Saracino y López construyen una novela gráfica fraccionada en episodios, con muchísimo clima, un gran ritmo y un equilibrio logradísimo entre una trama dramática, elementos clásicos del terror (básicamente, muertos resucitados) y sutiles toques de humor negro.
La adaptación de Saracino es respetuosa, pero no comete el error de enamorarse de la prosa de Lovecraft y aplastar la narrativa con inmensos globos de diálogo o interminables masacotes de texto. Esto se lee con el dinamismo de cualquier buena historieta actual, y con un extra que no sé si el relato original tenía, que es una gran profundidad en los personajes. Al igual que Lovecraft, Saracino conserva un cierto velo de ambigüedad en cuanto a la relación entre Herbert y su compañero Gregory, sin explicar si son sólo amigos, o si entre ellos hay algo más. Lo importante es que los personajes están muy bien desarrollados y el contexto histórico y geográfico muy bien aprovechado.
Y el ancho de espadas de este Herbert West es el dibujo de Rodrigo López, con esa impronta medio caricaturesca que acentúa el fino humor negro que ensaya Saracino. Sin salir de una puesta en página 100% clásica, López deja la vida en la narrativa y sobre todo en esos cros-hatchings enfermizos, totalmente pasados de rosca. López cuida los detalles de la ambientación histórica y los combina con una cierta exageración granguiñolesca, que no choca en lo más mínimo con los climas ominosos y truculentos del guión.
Herbert West: Carne Fresca es una hermosa historieta de terror, que no requiere ser fan de Lovecraft para ser disfrutada, que nos muestra a Saracino y López muy compenetrados, en un nivel muy notable, y que –por si faltara algo- tiene edición argentina.

Gracias por todo y seguramente habrá una entrada más en el blog antes de fin de año.

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