A ver, el artista no es un laburante normal. El artista es mucho más que eso, principalmente porque se gana la vida brindándole placer a sus congéneres. Difícilmente se pueda decir lo mismo del oficinista, la cajera del supermercado y –mucho menos- del policía. De ahí viene –creo yo- la fascinación que sentimos los mortales por el mundo del artista, el mundo que exterioriza en su obra y su mundo interior, ese que desconocemos, pero acerca del cual conjeturamos y especulamos. Benjamin, genio del dibujo si los hay, abusa un poquito de esa fascinación. Sus álbumes nos muestran, además de su obra, muchísimo de su vida, sus opiniones sobre cualquier cosa, sus gustos, sus influencias, sus sensaciones... Y la verdad es que uno puede admirarlo por sus historietas y considerarlo un salame atómico por todo lo demás.
Remember tiene, además de un montón de textos en los que el artista desnuda su mundo interior, una treintena de ilustraciones majestuosas, que nos recuerdan que estamos ante el dibujante más virtuoso que tiene hoy el comic chino. Ah, y las historietas, cierto. De esas hay dos, una larga y una más breve.
La más breve (El verano de aquel año) es decididamente chota. Acá Benjamin presenta de modo tan torpe a los personajes y los conflictos, que para cuando empiezan a pasar cosas grossas, ya no te interesa en lo más mínimo. La narrativa es confusa, sobran bloques de texto y la trama nunca llega a pegar fuerte porque está construída sobre premisas mal armadas, mal estructuradas. Del dibujo no se puede decir ni mu, porque acá el chino pela verdaderas animaladas, con una paleta de colores intencionalmente acotada y un repertorio de imágenes de conmovedora fuerza expresiva.
La más larga es larga hasta en el título: Nadie es capaz de volar, nadie es capaz de recordar. Se trata de un comic de tinte romántico, protagonizado por una minita que fue historietista y abandonó la profesión y un joven autor, talentoso y rebelde, que quiere ser figura en el mundo del comic pero la miopía de los editores no se lo permite. Benjamin mezcla ficción con autobiografía, baja línea a cuatro manos acerca de cómo funciona la industria del comic en China y sale bastante bien parado de una historieta atractiva, impredecible y cuyo único defecto es pasarse un poquito de emo. Los personajes hablan demasiado de sus sueños, de sus frustraciones, de la relación que los une... bla, bla, bla... Déjense de joder y garchen, muchachos. Todo bien con el comic, no voy a ser yo quien les pase factura por sacrificarse y dejar la vida en pos del comic, pero con tanto enrosque sentimental no se puede ni crear ni vivir.
En esta historieta la narrativa está muchísimo más cuidada, no exenta de algún salto al vacío, pero siempre con mucho criterio. Y el otro gran acierto es que –a diferencia de la historia más corta, que transcurre prácticamente toda adentro de una escuela- esta le da a Benjamin un montón de oportunidades de dibujar el paisaje urbano, que le sale demasiado bien. Autos, subtes, edificios, esa viñeta impresionante que ocupa media página y muestra el interior de un bondi... imposible no cebarse mal cada vez que Benjamin traslada la acción a las calles de Beijing.
Pero bueno, hablar bien del dibujo de este pibe ya es una redundancia absoluta, como hablar de lo mal que juega San Lorenzo. Benjamin desarrolló al máximo la técnica del lápiz óptico y los programas de dibujo digital y –dicen, yo no me lo termino de creer- que el chabón jamás dibujó con lápiz normal, de madera y grafito. Lo cierto es que su dominio sobre la técnica que eligió es sublime y además se cuida de no aplicar los mismos yeites cuando hace historieta que cuando hace ilustración. Benjamin entiende que lo que funciona bien en un medio no tiene por qué funcionar bien en otro (explicáselo a los que hacen mierda los mangas cuando los convierten en animés) y sabe cómo y cuándo cambiar el esquema táctico.
Aunque las historias no te interesen en lo más mínimo, los libros de Benjamin son una caricia para tus ojos, intensa y maravillosa, como deberían ser todas las caricias. Y si te gusta dibujar y probar cosas raras con la compu, acá vas a encontrar un nuevo dios al que venerar hasta el fin de los tiempos.
Andrés, ¿sabés si este pibe trabaja con fotos? porque viendo sus dibujos da esa sensación, más allá del coloreado digital que le da.
ResponderEliminar¿Orange qué te pareció?
Saludos.
Orange tiene más mala leche, por eso me gustó más ;)
ResponderEliminarY lo de las fotos, sí, sospecho que debe laburar bastante en base a fotos.
Las ilustraciones de este tipo me resultan hipnotizantes.
ResponderEliminarSe dice "hipnóticas", Cris ;)
ResponderEliminarjeje bueno.. sí, eso mismo.
ResponderEliminaruhhh como te odio.. desde que salio (como en septiembre del año pasado) que estoy tratando de conseguirlo.
ResponderEliminartal cual lo dijiste, como guionista por ahi le pifia... pero con el dibujo te tapa la boca.
Conseguí Remeber en Buenos Aires y Orange en la Montevideo Comics del 2010! Aunque hace tiempo que lei los dos mangas, me gusto personalmente más la historia de "oRANGE" ,aunque el dibujo de "Remember" me pareció mucho más fluido. Yo diria que no es tanto lo "emo" que es problema de "Nadie es capaz de volar.." sino que como me dijo una conocida, el protagonista en las historias de Benjamin (que como dice el autor tiene mucho del mismo) es siempre medio narcisista y rebelde, siempre. Igual , las historias son muy profundas emocionalmente, y estas emociones siempre se transmiten en los dibujos, especialmente con el color. Asi que, dentro de todo, me parece de los mejores dibujantes actuales que hay por la vuelta.
ResponderEliminarPara el muchacho que preguntaba si Benjamin usa fotos, la respuesta es sí, al menos en los fondos. Usa la vieja técnica del rotoscopiado pero mediante Photoshop (o alguno de esos programas rarísimos que usan los chinos y están 10mil veces mejores)... labura en un layer la foto, pinta arriba en otro layer y después elimina el primer layer. Es una técnica que recomiendo bastante, pero como todo recurso, no conviene abusar. Saludos!
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