Bueno, terminé Transmetropolitan! Saldé una deuda conmigo mismo, contraída hace 15 larguísimos años, cuando empecé a comprar la serie en revistitas.
Este tomo es extra-large: además de los seis típicos episodios de la serie de Warren Ellis y Darick Roberston, trae 110 páginas más, con los dos libros de “artículos” escritos por Spider Jerusalem y las 9 portadas de Robertson para las primeras ediciones en TPB. Los artículos son medio un choreo. Son una galería de pin-ups de dibujantes casi siempre muy grossos, con textos (casi siempre breves) en los que Ellis hace hincapié en la mala leche de Spider y su relación enfermiza con la mega-urbe que lo vio nacer. Hay mínimas referencias a la trama política, pero casi todos son soliloquios de Spider hablando de sí mismo, de las drogas, las putas, las modas y de las miserias de la Ciudad.
Claro que la trama política es la protagonista excluyente de las 144 páginas que realmente importan, las que le ponen punto final a la saga. Spider contra Callahan, último round y lo que está en juego es nada menos que... todo. El final de Transmetropolitan se publicó hace 10 años, así que me siento habilitado a spoilear sin piedad: lo que finalmente sucede es que Spider, al límite de su aguante, logra derrocar al corrupto presidente de los EEUU. Y no organiza un asesinato, ni una revolución. Simplemente hace lo que todo periodista debería hacer: exponer la verdad que se oculta tras el chamuyo de los poderosos. Con sus chanchullos y delitos expuestos, el Sonrisas termina depuesto y en cana, como nos hubiera gustado ver a Carlos Menem, por ejemplo. Pero claro, para eso hace falta que la sociedad y la clase política sientan asco por las transgresiones de su gobernante y acá a Carlos lo votaban y lo reivindicaban hasta cuando ocultaba las pruebas para que no se supiera quién mató a su hijo.
Con bastante acción, con unos cuantos chistes, con un personaje muy secundario (el papá de Yelena) que espera hasta el final para pelar chapa, con un epílogo excelente, estos seis episodios no pierden tiempo en descripciones, ni en el jugueteo previo. Esto es –por fin- un comic de palo y a la bolsa, donde las escenas tranqui se concentran en el epílogo, cuando el conflicto heavy ya está recontra-resuelto. Al final, la Verdad le gana a la Mentira y todos felices, aunque Ellis se empecine en recordarnos que el adalid de la Verdad es un hijo de mil putas, perverso e irredimible hasta el final. Que haya luchado contra otro hijo, nieto y bisnieto de puta y defendido una causa justa, no hace que Spider sea un buen tipo y eso nos lo subrayan –para mi gusto- demasiadas veces.
Lo de Robertson es –una vez más- correctísimo, con un buen equilibrio entre páginas en las que deja la vida y páginas pensadas para ser sacadas con fritas. Acá se banca escenas realmente difíciles de dibujar, como un combate entre dos multitudes, o una persecución de autos, que es algo tan complicado de plasmar con fuerza en una historieta. Y por supuesto, muchas escenas de las que a él le gustan: dos cabezas, cero fondo y mucho diálogo, con un par de expresiones faciales copadas y no mucho más.
Transmetropolitan es, hasta el final, un comic combativo, cáustico, incómodo. No sé si contracultural, pero sí revolucionario, en el sentido de que se propone sacudir nuestras ideas, cambiar nuestra forma de pensar no sólo cómo va a ser el futuro, sino también cómo encaramos la vida en sociedad, nuestra relación con la justicia, con la política, con los medios de comunicación. Eso sólo lo hace magistral y nos deja en deuda eterna con Warren Ellis, porque no cualquiera se plantea semejante hecatombe mental, y menos a través de una obra que te atrapa, te calienta, te divierte y hasta te hace reir.
Qué lindo hubiese sido tener un Spider Jerusalem en Argentina hace 10 años, cuando la policía de Duhalde asesinaba a Kosteki y Santillán y el “periodismo independiente” titulaba “La Crisis Causó Dos Nuevas Muertes”...
ame esta serie de principio a fin!! esta en las mejores de vertigo junto con sandman y preacher.
ResponderEliminarla lei hace un tiempo atras cuando salio por primera vez el tema de la ley de medios (casualidad)...
deberia ser de lectura obligatoria para las carreras de comunicacion social y periodismo... son planteos eticos muy actuales los que postula ellis...
ojala con el tiempo estas lecturas entren en el canon literario y finalmente los catedraticos se animen a lecturas mas modernas...
delirar cuesta tan poco XD
FEDE. M
No tengo dudas de que los pibes que estudian Periodismo deberían leer y analizar a fondo esta historieta. Le juega en contra el humor tan pasado de rosca, con el bowel disruptor, los chistes de porongas y demás, pero en su esencia, este es un texto fundamental para cualquiera que quiera laburar de periodista.
ResponderEliminarLa tengo encargada y por las fucking trabas a la importación (aunque soy K) no me llega más. Leí hace mucho el tomo 1 y me voló la cabeza. ¡Qué autor Ellis! ¿Cuál será su obra maestra? ¿Esta, o Planetary? No me decido...
ResponderEliminarSí, hubiese sido una gran cosa que un Spider Jerusalem elevara las voz hace 10 años, mientras la “corpo” responsabilizaba a la crisis y gran parte del arco político cerraba filas, con Anibal Fernández (Secretario General de la Presidencia del Duhalde) justificando los asesinatos ante el trillado “complot maximalista” y Carlos Soria, (posterior candidato del FPV) dirigía los servicios de inteligencia que organizaba la represión.
ResponderEliminarAl menos hubo alguien que no gatillo con plomo, por suerte hubo un Pepe Mateos que sacó las fotos que expusieron a los autores materiales de los asesinatos y un diario, Página/12, que tuvo el aguante para publicarlas (el mismo diario que en noviembre del año pasado censuró el artículo de Darío Aranda sobre el asesinato de Cristian Ferreyra del Mocase-VC por incluir nombres de aliados políticos).
Imaginate un Spider que hubiese investigado y puesto palabras al asesinato de Fuentealba, de Mariano Ferreyra, de los Qom (y el continuo hostigamiento que continúan sufriendo) de Cristian Ferreyra y a toda la represión estatal y para estatal de aquel entonces para acá –porque, fijate, no se terminó allá-. Pensándolo fríamente no le hubiera convenido a nadie: mejor una “verdad” -así, en términos absolutos- polarizada, dirimida por los dos paladines que dicen tenerla.
Sobre Transmetropolitan, leí los primeros dos años. Los 12 números que la inician me parecieron excelentes, con unitarios realmente recomendables –recuerdo en particular, el de la religión, pero el de la TV y los tipos descongelados eran la hostia-. Los 12 siguientes (creo que “El año del Bastardo” y “La Nueva Escoria”) no me gustaron tanto en su momento, no se si porque estaba harto de los personajes cínicos y la violencia un tanto injustificada o si simplemente –y a diferencia de los otros- los leí de la PC por lo cebado que estaba.
Salud.