En general, cuando en una historieta nos encontramos con un autor que marca mucho su estilo visual, que busca redefinir todo mediante su trazo, que dibuja las olas del mar o las plumas de los pájaros como a nadie antes se le había ocurrido dibujarlas, terminamos más interesados (o incluso más preocupados) en decodificar este nuevo universo gráfico, como si estuviésemos frente a un jeroglífico de una civilización desconocida, que en la historia que nos están tratando de contar.
En este libro (editado en 1992 como parte de la colección Relatos del Nuevo Mundo con la que Planeta-DeAgostini celebró el Quinto Centenario del Descubrimiento de América), Miguel Calatayud no se priva de nada a la hora de darle un protagonismo desmedido a su singular interpretación gráfica del universo. El precursor de la línea clara valenciana (maestro, entre otros, de Daniel Torres) dibuja “raro” hasta las letras, a las que al principio cuesta un huevo identificar. Lo suyo es, desde siempre, la estilización extrema, a todo o nada. Figuras angulosas, casi geométricas, una línea que nunca cambia de grosor, fondos trabajadísimos que a veces le disputan nuestra atención a las figuras humanas, perfiles imposibles que parecen dibujados por un egipcio, composiciones de asombrosa complejidad y extraña belleza, y un manejo del color totalmente impredecible hacen que el estilo, la impronta visual de Calatayud sea lo que primero nos impacta a la hora de adentrarnos en esta historieta.
Y sí, está el riesgo de que sea lo único que nos impacte, porque el argumento no nos llama la atención, o no nos convence, o porque tanto artificio gráfico impide que la narrativa fluya con la naturalidad que uno espera. Si me tengo que jugar por una respuesta... no sé, creo que es un combo. Seguro: tanta pirotecnia visual, tanto prodigio, tanto virtuosismo a la hora de conjurar las imágenes, hace que uno se cuelgue mal en cada viñeta de Calatayud (hay varias morrrtales, las suficientes para poner a este entre los dos o tres mejores trabajos del maestro) y no le dé mucha pelota a la trama. Pero también hay un super-clásico entre Argumento y Guión, en el que el primero gana por goleada.
El argumento de esta historia no sólo es real, sino que no puede ser más ganchero: Gonzalo Guerrero, militar español especialista en táctica y estrategia del combate, es parte de las tropas que invaden la península de Yucatán a las órdenes del adelantado Francisco de Montejo allá por el año 1511. Tras un naufragio es capturado por los mayas y en vez de escaparse, o de morir sacrificado, Guerrero se casa con una nativa y se hace un maya más. De hecho, pone sus enormes conocimientos de estrategia militar al servicio de las tribus aborígenes, que ahora tienen un as bajo la manga a la hora de enfrentar a los españoles. Con el know-how de Guerrero, los mayas vuelven locos a los europeos en toda la península de Yucatán, en la que durante casi 20 años fracasa sistemáticamente todo intento de fundar ciudades, esclavizar a los nativos o llevarse el oro (que pareciera ser lo que más les interesaba a los españoles). Recién en 1536, tras largos años de lucha, Guerrero muere en combate (obviamente peleando del lado de los indios contra sus compatriotas) y los conquistadores logran “pacificar” la región. Tras una cruenta batalla, nadie encuentra el cadáver de Guerrero, porque los españoles buscan a uno de ellos y Guerrero ya era un maya más, íntegramente tatuado y pintado como solían hacerlo los aborígenes. No me digas que no es una historia copada.
Sin embargo, el guión se traba mucho. Sobran los datos (fechas, personas, lugares), no siempre está claro cuándo arranca un flashback, y está bastante de sobra toda la secuencia de 1536 en la que Andrés de Cereceda, el gobernador de Honduras-Higueras, encarga a un anónimo agente que averigüe cuál fue la verdadera historia de Gonzalo Guerrero. Este personaje, que debería ser algo así como un protagonista, jamás levanta vuelo. El paso del tiempo tampoco está plasmado de modo claro. Sólo cuando uno lee los textos históricos que complementan a la historieta se entera de que, entre que Guerrero es adoptado por los mayas y el primer combate contra los españoles en los que este los lidera, transcurren seis años. En la historieta, ambas secuencias están separadas por 11 páginas en las que Calatayud nos narra hechos que bien podrían haber sucedido en cuatro o cinco meses. El desplazamiento de españoles y mayas por el territorio de Yucatán tampoco está bien explicado en el comic. Esto requería mucha más presencia de mapitas, o de algún otro recurso narrativo que, lamentablemente, no está.
O sea que La Desaparición de Gonzalo Guerrero es una historieta difícil de leer, con un guión al que se le notan muchas fallas. Sin embargo, al estar basada en una historia sumamente atrapante y al contar con un atractivo irresisitible como son los majestuosos dibujos de Miguel Calatayud (repito: acá vas a ver genialidades gráficas que nunca antes viste y es poco probable que vuelvas a ver), se termina por justificar ampliamente su compra, sobre todo si –como yo- la conseguís a buen precio.
Esta colección de Planeta tenía títulos muy irregulares... algunos muy bueno muy otros muy flojos...
ResponderEliminarCon un formato de lujo (tal vez excesivo) que encarecía mucho el producto, yo tengo algunos pero dejé la colección por la mala relación calidad/precio
Yo no recomiendo comprarla completa, para nada. Pero hay tantos autores grossos, que me terminé por comprar unos cuantos.
ResponderEliminarMe dejaste con toda la leche de leerla, pero no la encuentro para descargar x ningun lado :-(
ResponderEliminarigual encontre otra que hizo este tipo de hercules y la verdad que hace cosas muy raras y creativas. es de esos que te da ganas de hacerte posters con las viñetas
Los 12 Trabajos de Hércules es una joya, pero muy anterior, de principios de los ´70, cuando todavía Calatayud estaba muy pegado al pop art y la estética de Yellow Submarine.
ResponderEliminarA esta historieta se la conoce también con el título "Conquistadores en Yucatán". Por ahí buscándola así, aparece en algún lado...
La de Max es la unica que habia comprado hace varios años, porque me gustaban mucho sus dibujos. Yo esperaba que le pusiera algo de su humor tipo peter punk, pero no, nada
ResponderEliminarNo, estos son todos trabajos en los que no hay margen para el humor.
ResponderEliminarY la de Max la banco a full, está buenísima.
Si es buenisima, aunque se podria haber jugado un poco mas con los colores, muy beige todo. Bah creo, hace 15 años que no la leo.
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