jueves, 27 de noviembre de 2025
JUEVES A LA MAÑANA
Me hubiera gustado postear anoche, para mantener la tendencia de reseñas los miércoles a la noche, pero justo me coincidió con el horario de la Agenda Abierta, que fue épica. Así que vengo ahora a contar qué me encontré en mis últimas lecturas (que siguen siendo muy poquitas, por cuestiones de tiempo).
Me saqué las ganas de leer una novela gráfica de 1987, que nunca había caído en mis manos: Barney et la Note Bleue, de Philippe Paringaux y Jacques Loustal. Recién cuando puse el título en Google para buscar la portada me entero que la historia es real, y está basada en la vida de Barney Willen, un saxofonista de jazz que existió posta, no lo crearon los autores del comic. En ningún momento del libro hay pistas de que Barney Willen haya sido una persona real. La historia es de corte 100% realista, sin elementos fantásticos de ningún tipo, pero yo (como un goma) la leí convencido de que estaba asistiendo a una invención, a un fruto de la creatividad de Loustal y Paringaux.
El hecho de que Barney et la Note Bleue sea (por llamarlo de alguna manera) un documental, resignifica una de las cosas que más me llamaron la atención: los textos de Paringaux nos cuentan TODO lo que necesitamos saber para entender la historia. Si al libro le sacás los dibujos, no te digo que se disfruta igual (ni en pedo) pero see ntiende perfecto todo. Paringaux nos tira data incluso de sensaciones y emociones que el dibujo no puede transmitir, no deja nada librado al azar. Es una prosa muy elaborada, que hasta se da el lujo de cambiar de narrador en los distintos episodios: a veces tenemos un narrador omnisciente, y a veces alguno de los protagonistas toma la voz cantante y narra en primera persona.
El clima de la novela es distante, melancólico, y el conflicto (Barney tiene un talento increíble, pero lleva una vida errática a causa -entre otras cosas- de su adicción a la heroína) no está muy enfatizado ni planteado en términos realmente dramáticos. Aún así, Paringaux logra que Barney nos caiga bien, y que nos alegremos cuando parece levantar la cabeza y obtener algo del reconocimiento que se merece. Pero todo el tiempo hay pistas de que la vida del músico va a terminar muy mal.
Entre tanta desazón, la alegría y la belleza llegan de la mano del dibujo de Loustal, que acá realiza uno de sus mejores trabajos (lo cual es mucho decir). Fondos y paisajes perfectos, mujeres hermosas a niveles imposibles, atmosferas densas, colores vibrantes... Lo único que no me copa es cuando resuelve varias páginas seguidas con una viñeta grande arriba de otra. La grilla de dos cuadros es frecuente en la obra de Loustal, pero -como siempre digo- a mí me resulta poco narrativa. Igual recordemos que el dibujo de Loustal, así de sublime como se ve en estas páginas, podría tranquilamente no estar, porque la función de contar la historia la asume en un 100% el texto. De vez en cuando, Loustal logra meter algunas viñetas mudas, que sirven para darle espesor a las secuencias, y una pausa al lector que se ve un poco agobiado por tanto texto. Y son invariablemente hermosas.
Barney et la Note Bleue es un comic para todo el mundo, ni ahí. Es una historieta amarga, que avanza a un ritmo pausado, y donde brillan -incluso sin narrar, porque no lo necesitan- el trazo y la paleta de un Loustal más allá de cualquier exégesis.
Me vengo a Argentina, año 2025, para reencontrarme con Ho rLang y el Pequeño Timy, en el segundo librito de esta serie, cuyo Vol.1 vimos acá el 20/10/22. Y de nuevo hay que hablar de un dibujo dinámico, suelto, que por momentos busca la síntesis, hasta que aparecen esos primeros planos gloriosos, con unas texturas y unas iluminaciones en las que HorLang nos recuerda que es un dibujante exquisito, de un virtuosisimo infrecuente en la historieta humorística. Los breves relatos de alienación, locura y falta de empatía y comunicación nos remiten -una vez más- a South Park. De hecho acá se acumulan muchísimos episodios en los que Timy (como Kenny) termina muerto de maneras escabrosas y absurdas. A diferencia de South Park, acá los personajes adultos, especialmente el papá de Timy, son el verdadero motor de las tramas, que juegan con temas que van (sin mayor explicación) del costumbrismo a la ciencia ficción, sin dejar de lado la escatología, el sexo y la incorrección política.
Desde el seno del hogar a planetas lejanos y dimensiones paralelas, Hor Lang se atreve a limar, a imaginar con total libertad situaciones en las que impactar una vez más a sus lectores, sin romper nunca la grilla de cuatro viñetas por página. Hay algunos momentos muy bizarros, otros muy cómicos, y otros realmente incómodos, siempre dentro de un contexto de humor en el que nadie se hace cargo de lo que acaba de pasar en el episodio anterior. Este segundo tomito me hizo reir un poco menos que el primero, y hasta tuve que parar de leer un par de veces, para que no me aburriera la acumulación de historias en las que Hor Lang repite una fórmula. Me parece que es un material que se disfrutaría más en dosis más acotadas. De nuevo quiero destacar el dibujo, el color, la narrativa... y lamentar que no se haya podido mejorar el punto más flojo del Vol.1, que era el rotulado. No sé si habrá más material de Timy, o nuevas sagas de Jeny, pero quiero leer más cosas de Hor Lang, lo antes posible.
Nada más, por ahora. Vuelvo a darle masa a la Comiqueando Digital, que está quedando de puta madre. Ni bien tenga más libros leídos, los comentamos acá en el blog.
miércoles, 19 de noviembre de 2025
ENÉSIMA NOCHE DE MIÉRCOLES
Se puso de moda escribir reseñas los miércoles a la noche... ponele.
Gracias a esta impecable edición de Primavera Revólver, em reencontré con una breve serie de Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena que -si no me equivoco- había salido en los últimos números de Skorpio, allá por 1995.
Ilya, el Rey León tiene apenas cuatro episodios, que alcanzan para contar lo que los autores quieren contar: la búsqueda de la redención por parte de Valkan, y la inspiración que encuentra en su ancestro, el monarca apodado "Rey León", protagonista de gestas legendarias en una Rusia fantástica. Es una historia lineal, sencilla, que avanza a buen ritmo hacia un final no demasiado impredecible, pero igualmente impactante.
Aclaremos de movida que Ilya, el Rey León no es una de las obras fundamentales de Mazzitelli y Alcatena, y que si no la leés, no pasa nada. A lo sumo te perdés unos cuantos dibujos majestuosos de Quique, pero de esos hay en todos los libros de la dupla. Acá hay momentos en los que el dibujo realmente estalla y se hace hipnótico, sobre todo en el episodio final, cuando Alcatena elimina esas guardas recontra-sobrecargadas de detalles, que en los primeros episodios generan cierto agobio visual, y hasta cierta confusión. Más allá de eso, hay un despliegue brutal en materia de paisajes, criaturas, detalles imposibles en la vestimenta de los personajes... Como siempre, bah. Nunca falta ese mix aliucinante entre trabajo con la referencia gráfica y la imaginación desbocada de un dibujante prodigioso y completo como es Alcatena.
Esperaba un poquito más del guion, quería que a Valkan le costara un poco más pasar de ser un sorete a ser un héroe mitológico, pero entiendo que en solo cuatro episodios no se puede hacer magia. Y el personaje de Baba Yaga, que amga con ser relevante, se queda en el amague. Una pena.
Ilya, el Rey León está bien para pasar un buen rato, y deslumbrarse con el virtuosismo de un Alcatena que, con 50 años de trayectoria, nunca deja de sorprender. Un libro sólo para completistas de una de las duplas que más méritos hizo para tener completistas.
Salto a EEUU, año 2020, cuando Image empieza a publicar Family Tree, una saga de 12 episodios escrita por Jeff Lemire y dibujada por Phil Hester... junto a un equipo de asistentes, porque coincide con el momento en que el maestro estaba medio baqueteado por un problema de salud. No me causa mucha gracia que 12 episodios se recopilen tres TPBs (tendrían que ser dos... o uno), pero este inicio me pegó lo suficiente como para querer comprar los dos tomos siguientes... sin apuro, cuando los vea a buen precio.
La consigna es una demencia: una nena se empieza a transformar en árbol. Y al toque nos enteramos que su padre ya se transformó por completo en árbol. ¿Qué es esta bizarreada? ¿Y por qué funciona como disparador de una gran historia, dramática, violenta, en la que van a salir a la luz secretos familiares? Darcy (el tipo que se hizo árbol) dejó a su familia tiempo atrás y fue Loretta, su esposa, quien se tuvo que hacer cargo de criar a Megan, esta nena de ocho años, y a su hermano adolescente, fuente inagotable de bolonkis. La familia se completa con el papá de Darcy, un hombre ya casi anciano, pero absolutamente predispuesto a entrar en acción para salvar la vida de sus nietos.
Ya para el segundo episodio, el ritmo frenético de los tiros, machetazos y persecuciones se lleva puesto el clima de costumbrismo suburbano que Lemire y Hester plantearon en la primera entrega, y uno quiere que la acción para un cachito, que nos expliquen quiénes son los villanos, por qué quieren matar a Megan, y qué saben acerca de su misteriosa enfermedad. Ojalá eso pase en el segundo TPB. Acá evidentemente los autores eligieron el impacto a tope, el relato bien al palo, como para que nos enganchemos rápido y a fondo. Y menos mal que existe el TPB... esto leído de a 22 páginas por mes debe ser un suplicio.
Soy fan de Lemire, soy fan de Hester, me queda claro que en Family Tree ninguno de los dos se está tirando a chanta, estas páginas me transmitieron sensaciones copadas, me engancharon a full con los personajes... y obviamente quiero más. Así que en algún momento volveré a entrarle a esta serie, a ver cómo continúa la historia de Loretta, sus hijos y estas extrañas transformaciones de humanos en árboles.
Nada más, por hoy. Nos reencontramos la semana que viene, con nuevas reseñas acá en el blog, y con una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta, en el canal de YouTube de Comiqueando. Si van el finde a la San Luis Comic Con, acérquense a saludar, que yo voy a estar ahí viernes, sábado y domingo.
domingo, 16 de noviembre de 2025
DOMINGO DE CAPOCÓMICOS
Sigo leyendo poco para el blog, porque estoy a full con la Comiqueando Digital.
A principios de los ´80, el prolífico Mort Walker descubrió el formato de los álbumes europeos, con historietas autoconclusivas de 45 páginas que se pueden leer en cualquier orden, y dijo "me gusta, vamos a hacer unos álbumes de Beetle Bailey en este formato", por supuesto con el dato de que la tira que realizaba desde 1950 para los diarios yankis gozaba de una enorme popularidad en el Viejo Continente. No sé cuántos álbumes llegó a realizar Walker, pero lo cierto es que en EEUU nunca se publicaron: apenas se distribuyeron unos pocos ejemplares de las ediciones británicas. En Francia (donde, para mi sorpresa, no se traduce el nombre del protagonista) solo salieron dos, y tuve el ojete de conseguir uno, el primero.
Tiens, T´Auras du Copain, publicado en Francia en 1984, rompe bastante el molde de los chistes de Walker y su equipo producían para los diarios de EEUU. Primero, todo es a color, no hay que esperar a los domingos para que aparezcan los colores. Después, Walker no se ve obligado a respetar el formato de tira, y piensa la página con otra libertad y con otro dinamismo. También se anima a contar una historia más extensa, que hasta tiene un subplot que la recorre de punta a punta. Y por si esto fuera poco, se juega con una escena de un voltaje erótico (obviamente protagonizada por la polémica Ms. Buxley) que jamás pasaría la censura que el King Features Syndicate le imponía al material que distribuía para los diarios.
El resultado es un Mort Walker mucho más libre, que la pasa bomba y desarrolla una historia muy fiel a los típicos tropos de la tira, y con momentos muy cómicos, varios de los cuales no se podrían hacer en el soporte habitual. El mito dice que Walker (que dibujaba a velocidades supersónicas) se iba cada tanto a una cabaña a la orilla de un lago junto con su mejor amigo, el legendario Curt Swan (otra máquina de dibujar historietas),y se quedaban ahí una semana, sin teléfono, sin esposas, sin asistentes y sin mascotas. Swan se mandaba unas 50 páginas para Superman, o alguna otra publicación de DC, y Walker se volvía con unas cuantas tiras, pilas de portadas para los comic books, y un álbum "europeo" de Beetle Bailey. Este en particular es realmente muy bueno, y está dibujado a un gran nivel. Walker, maestro de la síntesis y la expresividad, le saca un jugo espectacular a la posibilidad de que un dibujo ocupe un cuarto de página, media página, una página entera... De pronto se le abren muchas opciones para brindarnos una narración gráfica más compleja que la de la tira de tres o cuatro viñetas, y el maestro no las desperdicia para nada. El final es impredecible, muy zarpado (nunca se podría publicar en diarios) y sobre todo, muy gracioso. Hasta esa hizo bien Walker: se guardó los mejores chistes para el final.
Me vengo a Argentina, año 2025, cuando reaparece después de mucho tiempo el Capitán Cortesía, un personaje creado por el Polaco Scalerandi para la revista Lule le Lele. Y acá llaman la atención tres cosas: 1) la cantidad de años (14) que llevaba el Polaco sin crear nuevas aventuras del Capitán Cortesía, 2) que en vez de volver a las historias cortas se haya decidido por un arco extenso, de 50 páginas, que debe ser la historieta más larga que realizó en su vida, y 3) la indescriptible calidad del dibujo.
El guion es muy entretenido, con esos diálogos pomposos y cursis típicos del Capitán Cortesía (se los extrañaba un montón), pero no deja de ser un relato lineal, disfrutable y hasta cierto punto predecible. En el contexto del delirio, la bizarreada y los personajes estrafalarios, el Capitán Cortesía tiene una motivación, no hace lo que hace porque sí, y las peripecias (a veces crueles y violentas) tienen un sentido, además de la obvia finalidad de generar comicidad. Pero claramente el impacto más fuerte es el del dibujo. El Polaco opta por un blanco y negro bien cargado, con un claroscuro potente, complementado como los dioses por grises aplicados con tramas mecánicas. Cuando además se manda a llenar los fondos con esos crosshatchings complejísimos, decís "no, pará, no se va a entender nada"... pero esa sumatoria de técnicas que para muchos dibujantes es un tiro en el pie, para el Polaco es una gilada, un detalle, algo lindo para decorar la viñeta, sin sacrificar en lo más mínimo la propuesta estética ni la claridad de lo que nos está narrando.
Los diálogos extensos (a veces muy agudos) no son un obstáculo para que el relato fluya de manera muy natural, a un ritmo atrapante, que hace que llegues a la última página y digas "¿cómo?, ¿ya se terminó?". Y otro placer: qué lindo es, en esta época en la que la historieta se trata de disfrazar de literatura, que algunos autores se subleven y reivindiquen a full el lenguaje de la historieta. El Polaco te dibuja unas onomatopeyas espectaculares, líneas cinéticas bien kilomberas, gotitas que saltan de las cabezas, personajes con la lengua afuera... todos elementos de un repertorio visual que enriquecía mucho a la historieta y que hoy parece estar en vías de extinción.
"El Camino del Hambre" es un muy celebrable regreso del Capitán Cortesía, un disparate pasado de rosca con grandes diálogos, excelentes dibujos y puestas en página creativas y dinámicas. Ojalá tengamos con más frecuencia nuevos trabajos del increíble Polaco Scalerandi en nuestras bateas, porque estamos hablando de un dibujante de un talento y una imaginación descomunales.
Y nada más, por hoy. Espero volver a postear pronto, y si no, nos vemos personalmente el 21, 22 y 23 en la San Luis Comic Con. Gracias como siempre por el aguante.
miércoles, 12 de noviembre de 2025
DOS DE MIÉRCOLES
Liquido dos reseñas rapiditas, así vuelvo a sumergirme en la Comiqueando Digital.
El Vol.11 de Dead Dead Demons Dededede Destruction es el momento en el que, por fin pasa todo lo que uno estaba esperando que pasara desde hacía muchos, muchos tomos. Ahora sí, Inio Asano encuentra el equilibrio perfecto, y sin dejar de lado las boludeces de las pibitas, pone el foco en el conflicto entre las fuerzas militares terrestres y los alienígenas que flotan hace años sobre Japón. Y no es un conflicto 100% bélico, sino que tiene toda una arista política, compleja y fascinante, que Asano explora a full y de donde salen los mejores momentos del tomo. La sátira despiadada al imbécil de Donald Trump, el verdugueo constante a los políticos japoneses, tibios y genuflexos... y después sí: la destrucción, el caos, la hecatombe. El fin del mundo, dibujado como los dioses por Asano y su equipo, y narrado en una secuencia monumental, tremenda, con un power imposible de asimilar y mucho menos de olvidar.
Sobre el final, Asano tira una magia más: la serie está a milímetros de terminar, ya se resolvió (de la peor manera posible) el principal conflicto, y como quien no quiere la cosa, el ídolo empieza a desarrollar un nuevo personaje que sobre el final de este tomo cobra muchísimo relieve: Nobuo Koyama, el papá de Kadode, que trabaja como editor en una revista de manga. Personajón que abre un montón de posibilidades, y al que quiero volver a encontrar con el mismo grado de protagonismo en el Vol.12, al que seguramente no voy a esperar mucho para entrarle.
Con tomos como este, le perdonás a Asano todas las vueltas que dio para llegar hasta acá, todas las páginas que derrochó en gansadas menores, en diálogos y situaciones pavotas e intrascendentes. Acá el tipo entendió la dimensión de lo que estaba en juego y salió a romper todo, con la jerarquía de los grandes. Y sin traicionar el espíritu de la serie, ni pegar volantazos bizarros. Muy grosso.
Y también quiero dedicarle unas líneas a una obra escrita por Pablo Stanisci y dibujada por Juan Pablo Alloa Casale, que se publicó en Argentina en 2004, en una editorial autogestiva de Neuquén. La historieta se titula "Desde el Abismo" y en poco menos de 60 páginas nos invita a conocer a fondo a Camila, una chica que pierde a su mamá cuando tenía apenas 10 años.
¿Qué te pasa en la cabeza cuando sufrís una tragedia semejante a esa edad? ¿Cómo lidiás con la pérdida, cómo convivís con el dolor? De eso se trata la historia, que astutamente no se ajusta a una lógica aventurera, no pretende reproducir la típica estructura del relato dramático de una historieta para adultos. A Stanisci le interesa más que conozcamos a fondo a la protagonista, que suframos con ella, que no sorprendamos con ella cuando -ocho años después de la muerte de su mamá- descubre la verdad sobre aquel suceso, cuando encuentra a quien fuera la mejor amiga de su mamá... Todo ese accidentado viaje hacia la sanación es mil veces más interesante que las pinceladas de terror y suspenso que el guionista introduce en un par de momentos de la trama. El resultado es una historieta triste, profundamente existencialista, en la que el alma de esta chica es puesta arriba de la mesa, para que el lector la pueda examinar en detalle, conmoverse, asustarse, quererla, entenderla... Hay que tener estómago para aguantar el bajón que provoca la lectura, y no hacer la boludez de leer el libro un domingo a la tarde/noche después de que perdió tu equipo, o con música de fondo de Pink Floyd. Pero está bueno hacer el esfuerzo de leer Desde el Abismo (está publicado también de manera digital en el e-zine de Loco Rabia) por la gran calidad de los textos de Stanisci.
El dibujo de Alloa Casale, lamentablemente, no está al mismo nivel. La narrativa es eficiente, pero el dibujo en sí te marea al combinar en una misma viñeta tres o cuatro técnicas distintas. Claroscuro extremo, crosshatchings idos al hiper-carajo, referencias fotográficas retocadas, grises incorporados con aguadas... el dibujante no se priva de nada y el resultado es visualmente agobiante y confuso. Esto mismo, con un dibujo acotado a una o dos técnicas, se vería mucho mejor. Y bueno, también habría que ajustar un poco las expresiones faciales, que son muy importantes y evidencian algunas fallas aceptables en un fanzine, pero no en un libro.
Nada más, por hoy. Como siempre, espero volver a postear pronto. Nos vemos.
lunes, 10 de noviembre de 2025
LENTO PERO SEGURO
Entre una cosa y otra, vengo leyendo poca historieta y a un ritmo bastante pachorro. Pero bueno, hoy se me juntaron dos libros que ya terminé y que tengo ganas de reseñar.
Empiezo en Inglaterra, año 2023, cuando Simon Bisley le mete fichas a Pat Mills para realizar juntos una nueva saga de los ABC Warriors, esta vez centrada en dos de ellos, Joe Pineapples y Rojaws. El legendario Mills, que ya estaba cerca de dejar la antología que ayudara a fundar en 1977, aceptó y puso en marcha el arco conocido como "Tin Man", para encontrarse con que Bisley entregó unas 20 páginas y dijo "chau, me aburrí, seguila con otro dibujante". Ahí entra en acción Clint Langley, a quien yo no tenía en el radar, pero también tiene muchos años de ABC Warriors a sus espaldas. Obviamente se nota mucho el cambio de dibujante, pero no hay una merma en la calidad, porque tanto Bisley como Langley son dos monstruos, con un talento impresionante.
Para el dibujo y la ilustración. Narrativamente, esto es medio un cachivache. Ni Bisley ni Langley hacen el menor esfuerzo por poner sus alucinantes dibujos al servicio del relato. El relato sobrevive como puede, en medio de un maremagnum visual de alto impacto, donde el ojo del lector la pasa bárbaro gracias a los dibujos y el color, pero en el que NADA de lo que sucede se entendería sin los textos de Mills. Tanto Bisley como Langley piensan esta historieta como un artbook zarpado, donde pueden detonar todo su arsenal de virtuosismo gráfico (que incluye varios yeites heredados del maestro Juan Giménez), al que después alguien le puso unos diálogos y unos bloques de texto.
Por suerte los diálogos son entretenidos, porque el argumento en sí es bastante limitado. Los flashbacks se extienden demasiado, el final es casi tramposo... es un arco 100% para fanáticos extremos de los ABC Warriors, con altas chances de dejar afuera a todos los demás. En el núcleo de la trama está el debate acerca de si los robots tienen alma, si se pueden enamorar... algo no muy compatible con una aventura de machaca espacial donde un asesino infalible se enfrenta a un grupo de genocidas galácticos. El guion de Mills todo el tiempo mueve el switch: on-off, on-off. La trama de acción y violencia se activa y desactiva cada x páginas, para volver a la reflexión, los soliloquios, los recuerdos de Joe Pineapples de distintos momentos de su relación con Sue Bananas. Y sí, soy fan de Mills y lo banco, pero acá no tengo dudas de estar frente a un guion bastante fallido, que se sostiene -repito- por lo entretenido de los diálogos, y porque siempre está la opción de no darle mucha bola a lo que cuenta el guionista y enloquecer con la bestialidad y el power arrollador de los dibujos.
Por suerte también, conseguí este álbum en oferta, a un precio casi absurdo. Lamento ver a Bisley retroceder algunos casilleros: en sus tiempos de suplente en Hellblazer habíamos visto un Bisley mucho más narrador, mucho más volcado a contar una historia con sus dibujos. Y celebro que mi biblioteca ahora tenga unas cuantas páginas dibujadas por Clint Langley, que me sorprendió muy gratamente (repito, como dibujante e ilustrador).
Me vengo a Argentina, año 2025, para internarme en una antología de historias cortas escritas y dibujadas por Berliac, originalmente realizadas para una revista japonesa, y creadas en sentido de lectura oriental.
La Virgen de los mil Amperios ofrece 12 historias cortas, todas ambientadas en un futuro no muy lejano. Algunas nos llevan a un pueblo claramente latinoamericano, donde la fe religiosa se mezcla con la violencia y el atraso, mientras que en el segundo tramo del libro reaparece el tema de los androides y la delgada frontera que los separa de los humanos, además de otros temas vinculados a avances tecnológicos. Ninguna historia supera las 10 páginas, y algunas tienen apenas cuatro páginas, así que varias de las ideas que plantea Berliac no tienen prácticamente espacio para desarrollarse. Son puntitas de ideas, pinceladas de historias, embriones de personajes. Más de una vez te vas a encontrar con situaciones, conflictos o personajes realmente atractivos, que claramente daban para mucho más, pero que se terminan ahí, cuando apenas llegan a esbozarse. Creo que el guion que más me impactó es -paradójicamente- uno de los más breves: Dogo, con solo cuatro páginas, te genera un clima espeso, te plantea un conflicto fuerte y te lo resuelve de manera magistral. Otra muy cortita, Irreparable, también me pareció un hallazgo, que hubiese sido brillante encajar en el contexto de una historieta más larga. Después, con el resto de los guiones me costó un poco más engancharme.
El dibujo me resultó sumamente atractivo. Primero, por lo distinto que es de los trabajos anteriores del autor. Me parece espectacular que todavía haya dibujantes que levantan las banderas del Viejo Breccia, de no quedarse nunca en el molde, de seguir buscando, de experimentar, de explorar nuevos territorios gráficos. Berliac dibuja a los personajes en un estilo clásico de gekiga, pero después les mete unas texturas espesas, sucias. Y los complementa con un vasto repertorio de imágenes (fondos y primeros planos) basadas en referencias fotográficas, con mucho laburo encima. Yo no soy tan fan de la foto retocada, y hay un par de historias en este libro que parecen fotonovelas. No son ni ahí mis favoritas. Pero hay unas cuantas en las que la mezcla entre el dibujo expresivo y sintético típico del manga se amalgama MUY armónicamente con los recursos digitales que pone en juego Berliac, y de ahí salen atmósferas opresivas, extrañas, muy a tono con las historias.
Hacía muchos años que no leía material nuevo de Berliac, y la verdad que está bárbaro descubrir que sigue en busca de nuevos caminos estéticos y temáticos para sus historias cortas. Ojalá se publique en nuestro idioma Laowai Tango, que está dibujada en una onda similar a la de estas historias cortas, pero al ser una saga más extensa, seguro tiene más de lo que acá se echa en falta, que es el desarrollo de los personajes y la mayor profundidad en los argumentos.
Nada más, por hoy. Sigo leyendo en los ratos libres que me dejan la Comiqueando Digital y otras actividades. Ni bien pueda, vuelvo con nuevas reseñas. Gracias por el aguante y hasta entonces.
miércoles, 5 de noviembre de 2025
OTRA NOCHE DE MIÉRCOLES
Ya estamos en los últimos días en los que me puedo dar el lujo de tomarme un rato para leer historietas, en la previa a ese momento en el que me zambullo en el frenesí de la Comiqueando Digital y no asomo la nariz hasta Enero. Vamos a tratar de tener reseñas de vez en cuando durante Noviembre y Diciembre, pero seguramente no van a ser demasiadas.
Debout l´Humanité! es el nombre con el que se dio a conocer en Francia el manga Ningendomo atsumare!, una obra del inmortal Osamu Tezuka originalmente serializada entre 1967 y 1968. Este es un caso típico de "el que mucho abarca poco aprieta". A Tezuka se le ocurre una idea loquísima: un tipo con unos espermatozoides raros, que le permiten engendrar una nueva raza cuasi-humana: l@s asexuad@s. Seres muy parecidos a nosotros, que son prácticamente idénticos entre sí y que pueden asumir el aspecto (y los genitales) de hombres o de mujeres de manera indistinta. Son una sub-especie sumamente dócil y leal, sin pulsiones sexuales, obedientes, disciplinad@s, ideales para ser convertidos en un ejército. Científicos inescrupulosos le extraen millones de espermatozoides al pobre Tenka Taihei (que es bastante pajero) y está todo dado para que, en 20 años, esos fetos estén listos para ser soldados que les ayuden a sojuzgar a ganar una guerra entre países vecinos que estalló hace décadas. Hasta ahí, es un concepto atractivo, que da para infinitas peripecias, aventuras, intrigas y hasta chistes sexuales subidos de tono. Pero a Tezuka le gana la ambición y ahí la cosa se empieza a desmadrar.
Pongámosle que hasta la mitad de la obra, Ningendomo atsumare! es rara pero interesante. Rara porque (como otras obras del ídolo) se mete con un tema cruento y desolador como una guerra en la que abundan las muertes, las torturas, los bombardeos, las masacres y demás, mientras los protagonistas se ven envueltos en situaciones cómicas, en un contraste que -por lo menos leído hoy- hace mucho ruido. E interesante porque el plan de los villanos está bueno, hay personajes secundarios bien trabajados, la consigna es original, etc.. El problema llega con la segunda mitad de la obra (digamos, a partir de la página 200) cuando el Dios del Manga se propone explorar a fondo las consecuencias de la aparición de esta nueva sub-especie humana. En las 220 páginas que le quedan por delante, el autor se propone planteos filosóficos, sociológicos, de discriminación racial y sexual, sin dejar de lado la temática de la guerra (por supuesto, la mirada de Tezuka es anti-bélica) ni las escenas (mayoritariamente en joda) que tienen que ver con el sexo. Y es mucho. Es mucha la violencia, son muchas las peripecias que se acumulan, y sobre todo es mucho lo que Tezuka pretende explicarnos acerca de cómo surge, crece, se organiza y se planta frente a la Humanidad esta nueva especie. El guion se vuelve barroco, convulsionado, abarrotado de personajes y de elementos que no se llegan a amalgamar de manera armónica, a tal punto que la historia termina prácticamente en cualquier lado, como si Tezuka hubiese dicho "listo, ya fue, la corto acá porque me estoy yendo demasiado al carajo".
Y lo más loco: Tezuka dibuja esta historia en un estilo mucho más cercano al humor gráfico, con un trazo muy simple, muy sintético, como si en vez de Walt Disney sus influencias fueran Jules Feiffer, Jean-Jacques Sempé o el Sergio Aragonés más minimalista. El resultado es una narración gráfica muy dinámica, en la que el maestro demuestra que aún dibujando poquito te puede atrapar y hacer que entiendas todo lo que él quiere que entiendas, pero también se extraña el trazo más prolijo y más esmerado de las otras obras de Tezuka. Esto está dibujado a los santos pedos, y se nota mucho. No molesta demasiado, pero si estás acostumbrado al Tezuka más virtuoso, te va a sumar ruido a una historia que ya de por sí es un toque fallida. Ningendomo atsumare!, entonces, es un manga muy extraño, solo para MUY fanáticos del Dios del Manga que quieren leer TODO (o lo más posible) de la inabarcable obra del autor más grande que dio el Noveno Arte en sus 130 años de historia.
Me voy a Marzo de 2020, justo cuando explota la pandemia de COVID-19. Es el momento en el que DC festeja el nº750 de Wonder Woman con una antología de 100 páginas, bastante similar a los especiales de 80º aniversario de distintos personajes, de los que ya vimos unos cuantos acá en el blog. La diferencia es que el nº750 de Wonder Woman empieza con 22 páginas en las que Steve Orlando y Jesús Merino cierran un arco argumental que se venía desarrollando en los números anteriores de la serie regular. El lector desprevenido cae en el medio de la machaca entre personajes que Orlando ni se calienta en presentar, y tarda unas cuantas páginas en entender qué corno está pasando y en engancharse con una historia, que no es chota ni mucho menos, pero que requería un toque más de accesibilidad para los que no veníamos leyendo la revista de Diana. El dibujo de Merino, muy notable.
Y después sí, historias cortas, con distintos autores y ambientadas en distintas épocas y distintas iteraciones de la mítica superheroína. Tenemos una muy linda a cargo de Gail Simone y Colleen Doran, un guion ingenioso y picante de Mariko Tamaki que involucra a Ares, buenos trabajos de dibujantes que a mí me encantan como Phil Hester y Riley Rossmo, una de la Wonder Woman de la realidad paralela de las DC Bombshells (que no entendí demasiado) y dos historietas muy buenas, pero demasiado parecidas entre sí: tanto en la de Greg Rucka y Nicola Scott como en la de Vita Ayala y Amancay Nahuelpan el conflicto es el mismo. Dos mujeres a las que Diana considera sus amigas más queridas se volvieron villanas y la quieren matar. Nuestra heroína va a hacer lo imposible por "curar" tanto a Barbara Minerva como a Vanessa Kapatelis, pero ellas están presas de un odio que las hace inmunes al amor de Diana. La pelea contra ese odio es compleja y desigual, pero obviamente Wonder Woman la va a dar hasta el final. Y el final también, es prácticamente el mismo en ambas historietas. La antología termina con una historia que en su momento armó bastante kilombo: ocho páginas en las que Scott Snyder despeja un poco el humo de una historia del Universo DC que estaba en pleno caos, donde nadie sabía qué era canon y qué no (como casi siempre). Acá, el guionista deja sentado que la Golden Age empezó en 1939 con el debut de Wonder Woman, que es la primera superheroína del DCU. Y todos los demás vendrán después. No sé si eso se mantiene aún hoy como canónico (creo que sí), pero la idea de que todo empezó con Diana nace en estas páginas, dibujadas por Bryan Hitch con menos pilas que en sus mejores trabajos.
Cierro con una breve mención para Elías y el Perro de la Esquina: El Gran Susto, un librito de 64 páginas que marca el regreso del talentoso Leo Arias a la serie que realizó durante más de 15 años para la revista Billiken. Estas son todas historias inéditas, breves relatos en los que Arias puede jugar con total libertad, sin las restricciones típicas del formato de una tira, o de una página, o de media página, o lo que fuera. Estas nuevas aventuras duran lo que Arias decide que tienen que durar, y están contadas a un ritmo alocado, como si estuviéramos viendo un dibujo animado. Hay nuevos personajes, están los de siempre, y resalto algo que el propio Arias subrayó durante la presentación del libro: Elías es el protagonista, pero la pasa para el orto. A tal punto que el miedo, la angustia y el trauma que le provocan a Elías ser sorprendido una y otra vez por los ladridos del perro son el centro, el núcleo, el componente principal de la historieta.
El dibujo es maravilloso, repleto de imaginación, plasticidad, comicidad y con unos recursos narrativos de alto impacto, como para enganchar de inmediato a los chicos, pero también a los grandes. Lo más raro es un nuevo villano, la rata, que está dibujada en un estilo distinto, mucho más feista y desangelado que el resto de los personajes, y que no se termina de ensamblar del todo al grafismo que Arias desarrolla en esta serie. Fuera de ese detalle, Elías y el Perro de la Esquina es un excelente divertimento para niñ@s de 7 a 10 años y además un testimonio de la vigencia de un crack de la historieta y el humor como es (hace ya varias décadas) Leo Arias.
Nada más, por hoy. Ni bien tenga más material leído nos reencontramos con nuevas reseñas acá en el blog.












