jueves, 31 de julio de 2025

JUEVES EN CASA

Hoy no pisé la calle, estuve todo el día en casa. Un embole importante. Pero el lado positivo es que tengo un rato para escribir reseñas... y por ahí después junto ganas de salir a comer algo en algún lugar copado. La bisagra entre las décadas del ´80 y ´90 fue un momento muy interesante en el comic británico, una etapa en la que floreció un comic alternativo muy vital, raro, experimental, rupturista. Una primavera cortita, porque en pocos años las revistas que apostaron por la vanguardia habían desaparecido, pero que nos dejó algunas obras muy notables. En el mejor año de su historia (1991) Dark Horse decidió publicar en EEUU algo de toda esa explosión alternativa británica (mezclada con cositas de un par de autores yankis) y así nació Deadline U.S.A., una antología en formato librito de 100 páginas en blanco y negro que tuvo apenas tres entregas, para luego pasar al formato comic book (con menos páginas), en el que salieron ocho entregas más. Esos ocho comic books los completé y leí hace no mucho, y DESPUÉS me enteré que antes había que leer los tres libritos, de los que (hasta ahora) conseguí solo el Vol.2. Con una ingenuidad digna del boludo que creyó que si ganaba la ultraderecha iba a cobrar en dólares, yo suponía que el recurso de publicar historias largas en fetas se había utilizado solo en los comic books, no en los libritos. Bueno, en este Vol.2 me encuentro con un montón de historietas serializadas, de las que aparecen unas pocas páginas y terminan en continuará. Ya sé como siguen, porque (si bien no tengo el Vol.3), leí los episodios que aparecieron en los nºs 1 al 8 de la colección siguiente, pero igual es un pijazo. Entre estas serializaciones, hay material MUY grosso, como Thirteen O´Clock de Richard Sala o Wired World de Philip Bond, y cosas más raras, más crípticas (pero visualmente atractivas) como Silence, de Alec Stevens, o Doe (de Ho Che Anderson). Entre las historietas autoconclusivas, hay entregas de una sola página de los gloriosos Milk & Cheese (a cargo del inmenso Evan Dorkin), una muy bizarra de Tank Girl (por Alan Martin y Jamie Hewlett), una de Hugo Tate (por Nick Abadzis), un gran episodio de Johnny Nemo (de Peter Milligan y Brett Ewins) y uno de Be-Bop and Lula, escrito y dibujado por el inolvidable Steve Dillon, en un estilo mucho más despojado, más cercano al de Moebius, sobre todo cuando dibuja paisajes futuristas. Y por supuesto, historias cortitas muy raras, muy experimentales, como las de Phil Hester (otra antología en la que aparece este monstruo), las de Shaky Kane, las de D´Israeli, o la de Rachel Ball. Obviamente no faltan un par de autores totalmente pasados de rosca, que aportan trabajos 100% inentendibles e inabordables, ya sea por la torpeza en la narrativa, por la impericia en el dibujo o por un rotulado abominable. Pero bueno, soy fan del comic británico alternativo de esta época, y ni bien vea a buen precio el Vol.1 y el Vol.3 de esta primera etapa de Deadline U.S.A., los voy a capturar.
Me voy a Italia, año 2015, cuando sale el Vol.138 de la colección Ristampa Dago, en la que la editorial Aurea recopila (o recopilaba, no lo sé) los episodios de Dago que aparecían semanalmente en la antología LancioStory, en entregas de 12 páginas. Acá ya estamos en el último tramo de la carrera de Robin Wood, en la que el ídolo escribía la serie semanal, pero había delegado en otros guionistas las novelas gráficas mensuales. "La Rosa del Mondo" ofrece 60 páginas de historieta (cinco episodios semanales) a todo color, escritas por Wood. Las primeras 48 páginas conforman el arco argumental que da título al tomito, y están dibujadas y coloreadas por el marplatense Marcelo Borstelmann (a quien ya vimos por acá un lejano 06/03/17). El tratamiento del color es rico en efectos de iluminación y en texturas, pero acentúa el principal (tal vez el único) defecto del dibujo de Borstelmann. Cuanto mejor logrado está el objetivo de que las imágenes parezcan fotos, más llama la atención lo estático del dibujo. O sea que el mayor grado de realismo se traduce en una mayor dureza en el movimiento y las expresiones de los personajes. El guion es una larga batalla entre dos bandos, uno que ataca una ciudad y otro que la defiende, y el rol de Dago en el conflicto es francamente menor, si no fuera porque tiene intereses románticos en las dos mujeres con cierto protagonismo en la historia que -obviamente- luchan una para cada bando. Cuando uno se convence de que Dago va a hacer "la Gran Archie" (es decir, no decidirse nunca entre la rubia y la morocha y seguirle el juego a las dos), Wood nos sorprende en las páginas finales: allí el veneciano, una vez finalizado el sangriento combate, se va con una de las dos, a vivir unas vacaciones de paz, amor y besos. Y en las 12 páginas restantes, arranca un nuevo arco argumental, esta vez dibujado (como los dioses) por el cordobés Carlos Gómez. La trama no está ni cerca de resolverse cuando el tomito llega a la última página, pero los caraduras de la Aurea le ponen a la última viñeta un cartelito que dice "FINE". Fine, las tarlipes. Menos mal que tengo el librito que le sigue, y pronto me voy a enterar cómo continúa la historia de Dago con Ercole Boldrini, un muchacho falsamente acusado de haber matado a una nena, al que el héroe salva de morir en la horca. Como siempre digo, no soy muy fan de Dago, porque me la baja un poco leer una y mil aventuras del Guacho Pistola que le gana a todos en todas las disciplinas. Dago es tan capo como Batman, pero además le baja la caña a cuanta mina linda se le cruza. Y a mí me gusta que los héroes la remen más de atrás, que transpiren más la camiseta, que las victorias les cuesten un huevo. Si no, es un trámite, se pierde la épica. Pero bueno, cada tanto, hago el esfuerzo, porque me gustan los diálogos que escribía Robin y porque (por lo menos en la serie semanal) Dago suele tener muy buenos dibujantes. Acá, esas 12 paginitas de Gómez (coloreadas por Lautaro Rinaldi), prometen un Vol.139 repleto de magia. Y además está buenísimo ver al cordobés plantar páginas de no más de cinco viñetas, después de haber leído esos álbumes hechos para Francia en los que metía 11 ó 12 cuadros por página, algunos microscópicos. Nada más, por hoy. Cerramos Julio con 13 entradas, una barbaridad. Veremos qué onda Agosto. Gracias y hasta pronto... Y quienes todavía no descargaron la Comiqueando Digital de https://comiqueandoshop.blogspot.com/, dale... media pila, que vale chauchas y es lo ÚNICO por lo que cobramos, de todo lo que brindamos todos los fuckin´días hace 8.500 fuckin´años.

martes, 29 de julio de 2025

MARTES SOLEADO

Todavía no terminó Julio y ya clavé 12 entradas en el blog. ¿Qué me contursi? La verdad que entre películas y lecturas, salió un mes ultra-comiquero. Vamos con las reseñas de un par de libros más. Por esas cosas de los japoneses y la extraña forma que tienen de vender las licencias de los mangas a las editoriales extranjeras, Ivrea metió en un mismo tomo dos obras de Junji Ito que no tienen un choto que ver una con la otra. El tomo argentino se titula "Frankenstein" y tiene más de 400 páginas. La primera mitad, está compuesta por historias de terror/ misterio/ suspenso/ bizarreadas varias, casi todas protagonizadas por Oshikiri, un pibe que vive solo en una extraña mansión en la que pasan cosas muy locas. Hay fantasmas, muertos en las paredes, un vórtice que da a otra dimensión... y algunas cosas son reales y otras son alucinaciones de Oshikiri. Lo que hace acá Ito es tirar una idea fuerte, desarrollarla hasta donde se le da la gana, y terminar la historia donde a él le parece, no necesariamente cuando el conflicto que plantea llega a una resolución. Algunas son buenas ideas, desperdiciadas en malas historias. Y otras ni eso. Son imágenes de alto impacto, enigmáticas, perturbadoras o simplemente asquerosas, alrededor de las cuales el autor trata de armar un argumento, con distintos niveles de éxito. La verdad que si fuera por este primer tramo, ni se me ocurriría conservar este libro, porque ni siquiera el dibujo de Ito está en un nivel cercano a los de sus momentos más gloriosos. Las tramas son un poco rudimentarias, el capricho de que los protagonistas sean siempre chicos y chicas de escuela secundaria me seca los huevos sobremanera, y en todos los casos, lo que Ito cuenta en 30 ó 35 páginas se podía contar en 10 ó 12. Felizmente, después de esta primera mitad medio "más de lo mismo", tenemos la adaptación de Frankenstein, sorprendentemente fiel a la versión original con la que la genial Mary Shelley inauguró eso que hoy llamamos "ciencia ficción" allá por 1818. Como cuando le tocó adaptar "Indigno de ser humano", acá Ito se pone la 10 y la cinta de capitán. Su Frankenstein, además de MUY respetuoso de la versión literaria, es un manga atrapante, narrado de manera magistral, sin abusar de los bloques de texto (vicio muy habitual en las adaptaciones), repleto de imágenes impactantes, aunque esta vez perfectamente integradas a un argumento sólido. Como en la novela de Shelley, acá no pasa todo por las tropelías que comete el monstruo sino más bien por las oscuras obsesiones que atormentan a Victor Frankenstein, su creador. El personaje central es Victor, y su criatura tiene un rol importante, pero no le roba el protagonismo. Por supuesto que, con la adaptación en manos de Ito, el terror se va a hacer presente en la narración. Pero es un elemento más, al igual que el drama. También hay una trama romántica (una y media, podríamos decir) y momentos (el principio y el final) donde se impone una aventura en paisajes exóticos, todo maravillosamente dibujado por el astro japonés. No hace falta que lo subraye, pero sin dudas estas casi 200 páginas (originalmente realizadas por Ito a mediados de los ´90) son las que hacen que valga la pena comprar y atesorar el libro, sobre todo si sos fan de Frankenstein o de los orígenes de la ciencia ficción.
Vamos a Estados Unidos, fines de 2018, cuando DC publica la antología Nuclear Winter Special, un librito con 10 historias cortas de ocho páginas cada una, hilvanadas por una secuencia medio en joda, en la que el protagonista es Rip Hunter. Lo que más me sorprendió es la calidad de los dibujantes: el italiano Giuseppe Camuncoli, Brad Walker, el rosarino Cristian Duce, Yasmine Putri, Dexter Soy, el prócer Jerry Ordway, el maestro Phil Hester, el chileno Amancay Nahuelpan y Scott Kolins. No hay uno flojo, de verdad. Visualmente, es una antología muy pareja, y con un nivel altísimo. Veamos qué onda los guiones. La historia de Damian Wayne contra Ra´s al Ghul (a cargo de Colin Kelly y Jackson Lanzing) no está mal, es correcta y poco pretensiosa. La de Superman y Martian Manhunter ambientada en el futuro del One Million es excelente, sorprendente y emotiva. La de Flash (a cargo de Jeff Loveness) no me pareció gran cosa. La de Supergirl (de Tom Taylor) me intrigó porque está ambientada en un futuro en el que Kara es bastante mayor, y tiene una hijita. No sé si está conectada a una saga más extensa que nunca leí, o si es un invento fumanchero de Taylor, pero funciona. Mairghread Scott firma el unitario protagonizado por Aquaman, también muy poco ambicioso, bastante entretenido. La de Firestorm está a cargo del maestro Paul Dini, que se zarpa un poquito en la cantidad de texto y la cantidad de cuadros que le hace dibujar a Ordway, pero está muy bien, es una linda vuelta de tuerca a un concepto bastante ramplón como era el de la Nuclear Family (creada por Mike W. Barr como antagonistas de los Outsiders). El propio Hester escribe el guion de la historieta de Kamandi, que está muy buena y te deja con ganas de más. La más flojita tal vez sea la de Catwoman (escrita por Cecil Castelucci) y el librito cierra con una de Green Arrow, a cargo de un guionista al que nunca había oído nombrar: Dave Wielgosz. Una muy grata sorpresa, porque -si bien prácticamente no hay acción- nos presenta a un Oliver Queen crepuscular muy interesante, muy consistente con lo que fue toda la trayectoria de Green Arrow como superhéroe, y con una exploración de sus vínculos muy intensa y muy profunda, sobre todo si pensamos que está todo contado en apenas ocho páginas. Como siempre, por sobre el frío del invierno y por sobre la desolación de los escenarios de futuros distópicos, en los que la Tierra está hecha mierda o los superhéroes están viejos o derrotados, se impone la luz, la esperanza. No importa cuándo, no importa cómo, los íconos de la justicia, la bondad y el altruismo van a aportar su granito de arena para que el universo, la ciudad, una familia, o un amigo, sean un poquito más felices. Casi todos los guionistas que colaboran en el Nuclear Winter Special captaron esa consigna y la convirtieron en historias cortas que tal vez no tengan tanta prensa ni tanta repercusión como las series mensuales o las miniseries de Black Label, pero que se disfrutan sin mayores inconvenientes y además inspiraron a los dibujantes para que se pongan las pilas y realicen trabajos muy, muy notables. Hasta acá llegamos, por hoy. Capaz que hay una entrada más antes de fin de mes (lo dudo), pero lo que es seguro es que nos vemos mañana a las 22:30, en vivo en el canal de YouTube de Comiqueando, en una nueva emisión de Agenda Abierta. ¡Gracias y hasta entonces!

sábado, 26 de julio de 2025

NOCHE DE SÁBADO

Tengo un par de libros leídos y un rato libre antes de que empiece el partido de Racing, así que ahí vamos... Durante muchos años soñé con conseguir en un idioma legible algún álbum de Franka, el gran clásico del comic de los Países Bajos, escrito y dibujado por Henk Kuijpers. Cuando finalmente vi uno en francés, me tiré de cabeza sin notar que en la portada decía "Tomo 2"... y así me encontré con una aventura que viene empezada, con personajes y situaciones que Kuijpers no se calienta en lo más mínimo en recapitular para los que nos sumamos tarde. Pero eso sería lo de menos. El verdadero problema es que en estas 44 páginas, Kuijpers mete argumento para otras 64 ó 70 páginas. El resultado es un episodio tremendamente convulsionado, en el que pasan cientos de cosas, con páginas de 13 y hasta 15 viñetas, muchas de ellas repletas de texto. Cuando llega una página con siete cuadros, o una secuencia muda, sentís un alivio absoluto, un nirvana, como si cagaras después de 20 días sin sentarte en el inodoro. La historieta es divertida, la aventura que viven Franka y Ava es ganchera, llena de elementos fantásticos que me recordaron a esas novelas de Tarzan en las que encuentra civilizaciones perdidas con dinosaurios vivos y todo en el fondo de un volcán. El tema es lo apretado que está todo para entrar en apenas 44 páginas. Y por suerte, está el dibujo, que es formidable. Esta es una obra de 1986, en la que lo encontramos a Kuijpers en perfecta sintonía con lo mejor de la línea clara ochentosa: hay mucho Yves Chaland, hay mucho Mique Beltrán, algo de Daniel Torres, algo de Rubén Pellejero, y por supuesto el trabajo hiper-minucioso en fondos, edificios y paisajes que todos estos autores heredaron de Hergé. Cuando los personajes incursionan en espacios oscuros, donde sí o sí cobra protagonismo la mancha negra, Kuijpers recurre a yeites clásicos de Jean-Claude Mézieres, que domina con mucha solvencia. El dibujo es dinámico, expresivo, y fluye con muchísima naturalidad a pesar de que todo está muy chiquito, para que entren 13 ó 15 viñetas por página. Lo extremo de las peripecias y la ambientación exótica (una selva perdida en el fondo de la Tierra) facilitan las excusas para que las chicas pierdan gradualmente su ropa, hasta quedar prácticamente en bolas, pero Kuijpers no cede a la tentación de sexualizar los cuasi-desnudos de Franka y sus compañeras. Me imagino esto mismo dibujado por alguien tipo J. Scott Campbell, este mismo argumento convertido en un comic de Danger Girl, y no solo ocuparía seis veces más páginas, sino que sería prácticamente una historieta porno, repleta de poses minuciosamente pensadas para exhibir la nerca que queda al aire. Como primera aproximación a las aventuras de Franka, esta segunda parte de "Les Dents du Dragon" fue un poco mucho. Salí a la ruta y a los 300 metros me pasó por encima un camión. Pero el dibujo me volvió loco, y ni bien consiga otro álbum de esta serie, voy a insistir, a ver si tengo suerte y me encuentro con un guion que entienda cuánto diálogo y cuántas peripecias se pueden meter en 44 páginas sin provocarle un ACV al lector.
Me voy a Brasil, año 2004, cuando se recopilan en libro 10 historias cortas de los gemelos fantásticos, Fábio Moon y Gabriel Bá. En este "10 Paezinhos-Critica" aparece básicamente el mismo material que Dark Horse publicó en el libro De:Tales, que alguna vez vi, pero nunca pude comprar. Hay una sola historieta realizada a cuatro manos por los gemelos, una anécdota autobiográfica ambientada en París, y una con guion de Gabriel y dibujos de Fábio, la poética "El Camino". Y después, en el resto del libro, cada uno va a aportar sus trabajos personales, sin cruzarse con el otro, como Gilbert y Jaime Hernandez en Love & Rockets. La historieta más larga es "El Sapo", 18 páginas con guion y dibujos de Gabriel Ba que, con un girito más ambicioso en el final, podría haber sido una obra maestra del comic existencialista. El dibujo es glorioso, el tempo es totalmente cautivante, los bloques de texto están utilizados de una manera brillante... solo le faltó eso: un rulito más fuerte para rematar la historia y hacerla todavía más conmovedora. Y por el contrario, entre los aporte de Fábio Moon, la mejor historia es "Feliz Aniversario, Meu Amigo", que es una belleza total, llena de momentos y diálogos preciosos... pero que no maneja ningún tipo de suspenso porque desde el principio uno sabe cómo va a terminar. Algo que pudo ser un thriller, con una revelación shockeante para un final que resignificara todo, es en realidad un slice of life con un elemento sobrenatural. Manejado con elegancia y sobriedad por un autor que la tiene clarísima, pero a costa del impacto que pudo tener y no tiene. Después hay muy buenos relatos breves, casi todos en esa veta entre costumbrista y poética que los hermanos llevaron a la perfección en Daytripper, la que -al día de hoy- es su obra maestra. Pero acá todo el material está en blanco y negro, con lo cual se disfruta muchísimo el manejo del claroscuro que exhiben cada uno de ellos. Fábio con un trazo más tradicional, más orgánico, con más texturas y volúmenes, y Gabriel con una línea más despojada, que por momentos se acerca a Mike Mignola o a Eduardo Risso por la forma de incorporar las masas negras. El gran hallazgo del librito es que hay una historia que aparece dos veces: un guion muy simple, que vemos primero dibujado por Fábio y después dibujado por Gabriel, para cotejar ambas versiones y ver cómo cada uno de los hermanos interpretó la misma partitura. Pero si sos fan de los gemelos, todo lo que vas a encontrar acá te va a emocionar, o a sorprender. No rascaron el fondo del tacho para juntar 10 historietas y armar un libro. En todo caso, el relleno para completar 100 páginas son algunas carátulas e ilustraciones sueltas, mientras que la calidad de las historietas es muy pareja y muy alta. Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas acá en el blog, y el miércoles a las 22:30 con una nueva emisión de Agenda Abierta, en vivo en el canal de YouTube de Comiqueando. ¡Gracias y hasta entonces!

miércoles, 23 de julio de 2025

GEMAS DE ANTAÑO

Hoy tengo para reseñar dos libritos con historietas muy viejas: uno de los ´50 y otro de los ´70. Veamos con qué me encontré en estos trips al período precámbrico. En un lejano 24/04/14, me tocó reseñar el libro de Archie Americana Series correspondiente a los años ´60. Hoy me voy más para atrás, a leer comics de Archie de los años ´50. Por supuesto lo primero que hay que hacer es putear en todos los idiomas a la editorial, por no incluir créditos. El prólogo de Victor Gorelick nombra a varios de los autores más relevantes que tuvo Archie en los ´50, pero falta la info de quién escribió y quién dibujó cada una de las 16 historietas seleccionadas para este libro. Los dibujantes no son gran cosa. En general, cumplen sin descollar. Ninguno está ni cerca de Dan DeCarlo, y ni el propio DeCarlo mostraba en los ´50 el nivel que va a ostentar en las décadas siguientes. Pero son dibujo correctos, muy claros, muy expresivos, puestos 100% al servicio del relato. El dibujante que menos me gustó (ojalá pudiera saber el nombre) tiene un montón de rasgos que reaparecen en las obras de Beto Hernandez, obviamente modernizados, pasados por el tamiz de un autor que tiene también otras influencias, y puestos en función de otro tipo de historias. Me sorprendió que la gran mayoría de los guiones son de buenos para arriba. Hay uno malísimo, que te hace dudar del criterio de la gente que eligió las historietas para armar un "Best of", que es ese en que Archie se pone a hinchar las pelotas con su ascendencia escocesa y hay un montón de chistes, uno más boludo que el otro, con una gaita. Y después los mejores son los que tienen que ver no con situaciones disparatadas que se dan como consecuencia de coincidencias medio bizarras, sino con planes que alguien elabora. Un plan de Archie para levantarse a Veronica, un plan de Betty para arruinarle la cita con Archie a Veronica o viceversa, un plan de Reggie para que Archie quede como un forro tanto con Betty como con Veronica, un plan de Archie y/o Reggie para franelearle la novia a Moose, un plan de los padres o de los profesores para sosegar a estos borregos que se llevan al mundo por delante, y hasta un plan de Archie y Reggie para cagarlo a Jughead. Obviamente, la mayoría de las veces los planes salen mal, y eso genera los momentos más cómicos de las historietas. El Archie de los ´50 juega menos con la brecha generacional que el de los ´60, pero igual se nota cómo este cambio social que pone a los adolescentes en el centro de la escena, descoloca un toque a los guionistas. De pronto, los pibes que hasta un punto eran casi mascotas bípedas de sus padres, empiezan no solo a decidir por ellos mismos, sino a imponerle las reglas del juego a toda una sociedad. Las historietas de la pandilla de Riverdale son un testimonio riquísimo para quien quiera estudiar esos procesos... y para quien quiera ver de dónde tomaron los guionistas de The Simpsons esa forma tan extraña de hacer que pasen las décadas sin que los personajes acumulen pasado en sus biografías.
Nouvelles Histoires es un compilado de historias cortas de Régis Franc, de las que aparecían en las páginas de Pilote a mediados de los ´70, cuando la revista fundada por René Goscinny y sus amigos ya había pasado de semanal a mensual. En total son nueve historietas, de cuatro o cinco páginas cada una, realizadas por Franc entre 1976 y 1977 y -si no me equivoco- nunca traducidas al castellano. Para la portada, eligieron una viñeta de la mejor historieta del tomo: la del manager garca que quiere dormir al boxeador medio tonto. Es una gema de cinco páginas, que se desarrolla y resuelve a través de diálogos, y que Franc no va a superar, por lo menos en este librito. En general, las historias de Franc están jugadas a los diálogos, o a un monólogo interno de un protagonista. Muchas veces parecen breves obras de teatro, porque hay un único escenario y poca acción. O a un film donde la cámara se queda quieta y nos muestra un mismo paisaje a la mañana, a la tarde, a la noche... para plasmar los distintos ritmos, los distintos flujos de personas, en distintas actividades. Incluso hay una muy buena (la primera del álbum) donde el decorado es siempre el mismo y la historia va saltando por distintos momentos en la vida de Marcel, el protagonista. En unas viñetas es adulto, en otras es niño, en otras ya no está... pero todo pasa por esa mesa y ese ventanal. Después perfecciona el truco en la historia del militar y su novia Alberte, pero el guion no es tan atractivo. Varios de estos relatos se sostienen no por lo que cuenta Franc, sino por los trucos narrativos que emplea, que estaban bastante a la vanguardia en el contexto de 1976-77. A nivel visual, el recurso más notable que emplea Franc (además de dejar quieta "la cámara" durante páginas enteras) es el de dibujar a los humanos con rasgos de animales. Así tenemos historias profundas, casi existencialistas, con conflictos bien de adultos, pero protagonizados por conejos, gatos, chanchos y ratones. El trazo es limpito, diáfano, y en los años posteriores va a mejorar todavía más, cuando Franc alcance una síntesis aún mayor. Las Nouvelles Histoires resultan engañosas, porque toman la estética de los Looney Tunes, Tom & Jerry y demás clásicos de la animación para contar historias sin acción, sin violencia, que terminan cuando uno menos lo espera y que a veces narran muy poco, apenas una situación aislada. El ritmo, en vez de frenético como en los cartoons, es parsimonioso, pecho frío. Y los personajes no son necesariamente queribles, ni mucho menos tiernos. Con esto te quedará claro que las historietas de Régis Franc no son para cualquier tipo de lector, y también servirá para empezar a vislumbrar por qué son básicamente desconocidas fuera de Francia. Yo lo banco por los riesgos que asumía, más que por los resultados que conseguía. No me veo compelido a salir como loco a buscar más álbumes de Franc, pero me parece importante haber conseguido y leído este, porque tiene todas las características que hacen que el autor sea digno de atención y de estudio por parte de los que nos dedicamos a esto. Nada más, por hoy. Ni bien tenga más material leído, reaparezco por acá con nuevas reseñas. Gracias y hasta entonces.

martes, 22 de julio de 2025

FANTASTIC FOUR: FIRST STEPS

"Belleza" debe ser la palabra que mejor define a la nueva película de los Fantastic Four. No sé mucho de cine, como para calificarla de "obra maestra", o de "clásico inmendiato", ni nada de eso. De hecho, hasta hoy nunca había nombrar al director Matt Shakman, y de todo el elenco al único que conocía era a Pedro Pascal (por su rol lamentable en la segunda Wonder Woman). Así que esta no es una crítica desde lo cinematográfico, sino desde un subnormal de 57 años que ama a estos personajes desde pendejo. FF: First Steps es la más Disney de todas las pelis de Marvel, la que más y mejor expone los valores familiares y las fórmulas narrativas que uno asocia con las producciones del imperio del Tío Walt. No tiene ese cinismo, ese picante, ese rockanroll de las típicas pelis del MCU. Está ambientada en una época más inocente, y esa inocencia está todo el tiempo en pantalla. Los FF son ídolos mundiales, como si fueran los Beatles. La gente los ama, los líderes políticos confían en ellos, a nadie se le ocurre coaccionarlos, ni operarlos... hasta que el guion ( a cargo de Eric Pearson, Josh Friedman, Ian Springer y Jeff Kaplan) pone sobre la mesa un dilema ético muy espeso donde cualquier decisión que tomen los héroes va a ser severamente cuestionada, desde afuera o desde adentro. De alguna manera muy sui generis, esta película es la continuación de la de 2007, aquella con el Silver Surfer, que terminaba con la posible venida de Galactus a la Tierra. Acá hay un recorrido muy veloz por el origen y los primeros cuatro años de trayectoria del grupo (todo esto narrado de manera magistral), y después sí, todo el núcleo de la trama pasa por el enfrentamiento con el devorador cósmico, que había quedado pendiente de aquella vez. Esta vez Galactus no es una nube de pedos misteriosa: es el Galactus posta de Stan Lee y Jack Kirby. Y el Surfer (increíble lo bien hecho que está) no es Norrin Radd, sino Shalla-Bal. Por esas pelotudeces de los derechos, que Marvel no tenía y ahora sí tiene, esta película que debería ser el verdadero incio del MCU, llega más de 15 años tarde, y se ve obligada a situarse en una Tierra alternativa, donde no existen los superhéroes que ya conocimos a lo largo de todo este tiempo. Y ya que tienen que inventar una nueva Tierra, los guionistas de FF:FS la hacen de lujo y crean una realidad donde la existencia del cuarteto mejoró ostensiblemente la vida de la gente, una especie de utopía sesentosa, un mundo que se parece un poquito al de los primeros comics de Lee y Kirby, y mucho a las visiones del futuro próspero y luminoso que tenía Walt Disney. Esto está realmente muy logrado, resulta muy agradable a la vista y muy funcional al relato, especialmente cuando se contrapone con ese espacio ominoso y sin onda que habita Galactus. Y además de estar situada en una Tierra alternativa, esta película se distingue de las demás porque no está hilvanada con todo el resto. Es parte del MCU porque un grupo de ejecutivos así lo dictamina, pero a nivel narrativo, en su lógica interna, es un film totalmente independiente de todos los demás. No esperes guiños a los Avengers, a los X-Men, a las series de Netflix, o de Disney +, porque no hay. Este es el inicio de un nuevo universo, y ya estoy lamentando que pronto estos Fantastic Four vayan a abandonarlo, para venirse al universo que todos conocemos, a interactuar con los otros héroes y villanos del MCU. Los personajes están muy bien. El único que se luce poco, que no tiene peso en la trama, es Ben, y es una pena, porque visualmente está perfecto. Hasta Franklin y Mole Man son más importantes para el desarrollo del argumento que la querida mole de piedra. Banco que su caracterización no se haya hundido en el pathos eterno de "mi vida es una mierda porque tengo aspecto de monstruo", pero no sé, esperaba que el rol de Ben en la trama fuera mucho más decisivo. Johnny está genial, no es simplemente un comic relief ni un imbécil calentón. Reed es un capo total, que no resigna su humanidad ni su sensibilidad en pos del rigor científico. Y Sue es una guerrera, una mina picante, decidida, con unos ovarios más grandes que los planetas que se morfa Galactus, encima interpretada por una piba que a) es muy linda y b) se llama Vanessa... ¡KIRBY!. No sé qué más se puede pedir. La dinámica entre ellos es brillante, HERBIE no jode para nada, y que Franklin en vez de nacer en un sanatorio nazca en... un lugar muy atípico, es sumamente coherente con el doble carácter de los FF, que son una familia, y a la vez los superhéroes más grossos de su universo. "Tarda en llegar, y al final hay recompensa", decía una canción preciosa de Soda Stereo. Y para los fans de los Fantastic Four, First Steps es la tan esperada recompensa. Por fin tenemos a estos personajones al frente de una película que es original, es divertida, es épica y es emotiva, como debe ser toda buena historia de superhéroes. Yo viví estos 145 minutos totalmente enganchado, y los disfruté a pleno. Fue impactante, fue conmovedor, fue un alivio enorme, fue como cuando Racing salió campeón en 2001, después de 35 años sin dar una vuelta olímpica. Lo único que empaña mi alegría es que, una vez que la hacen bien, no estén ni Stan ni Jack para aplaudirlos... Recomiendo enfáticamente ir al cine a ver esta maravilla... y volver mañana, que vamos a tener nuevas reseñas de comics, acá en el blog.

sábado, 19 de julio de 2025

SÁBADO DE DUPLAS

Hoy tengo para reseñar dos libros protagonizados por una dupla de personajes y a cargo de una dupla autoral. Veamos con qué me encontré. Arranco en Argentina, año 2025, cuando Deux recopila en libro una serie excelente que salía en Skorpio a principios de los ´90: Browning & Cooper, escrita por Eduardo Mazzitelli y dibujada por Lito Fernández. El libro arranca con un texto de autor anónimo, que confunde a Browning con Cooper y describe a uno con las características del otro, y viceversa. Se ve que es alguien que no entendió bien las historietas que incluye el tomo. Pero hay algo mucho peor, rayano en la falta de respeto. La biografía de Mazzitelli que aparece en la solapa (también anónima) se despacha con la frase "en la actualidad sigue escribiendo para el mercado italiano y publicando sus obras... en el mercado argentino". Es totalmente inentendible e inadmisible que alguien que publica historietas de Mazzitelli en 2025 no sepa que el autor falleció en 2024. Un horror. Ah, y además hay un problema con la tipografía que usaron para los títulos de los episodios, que aparece rota, con las letras cortadas. Por supuesto, nadie figura acreditado en el libro como responsable del diseño gráfico. Menos mal que después de todas estas berretadas tenemos 12 episodios de una serie brillante, de esas que uno no quería que terminaran jamás. El trazo de Lito Fernández está afiladísimo, rico en texturas, en detalles, con claroscuros apabullantes, y con un trabajo sobresaliente en la reconstrucción de varias ciudades de Estados Unidos en 1930. Hay alguna página en la que la narrativa no fluye de modo tan armónico, pero al toque Lito lo corrige y empieza a utilizar el truco (probablemente inventado por Horacio Altuna) de usar a los globos de diálogo como guía para que el ojo del lector lo se pierda en el recorrido por la página. No exagero un ápice si digo que estamos ante uno de los trabajos más cuidados y más logrados en la extensa y abultada producción de este ícono indiscutido de la historieta argentina. Y los guiones de Mazzitelli son exquisitos. Muchas veces se emparenta a Browning & Cooper con Torpedo 1936, y sí, algo de eso hay. Acá también tenemos como protagonistas a malvivientes capaces de cualquier atrocidad por unos dólares, en una New York decadente, donde el hampa es infinitamente más próspero que el más sacrificado de los laburantes. Pero el humor (negrísimo) que emplea Mazzitelli no se basa tanto en llevar al límite la incorrección política, y prescinde por completo de los juegos de palabras. Se apoya más bien en una ironía cáustica, mordaz, de devastadora mala leche, pero elegante, sutil. Hay violencia a raudales, los personajes son tan jodidos y tan machirulos como cualquier mafioso de los años ´30, y aun así Mazzitelli los introduce en historias en las que el humor macabro se ensambla muy bien con momentos más reflexivos y hasta con un cierto vuelo poético. Nunca sabés para dónde puede disparar (la ametralladora) un episodio de Browning & Cooper, y eso está buenísimo. El nivel de los 12 guiones es MUY parejo, y realmente altísimo. Si no te perturba que Mazzitelli te arranque una sonrisa con historias de sicarios, proxenetas, tahúres, asesinos, estafadores y corruptos varios, con este libro vas a pasar unos momentos inolvidables y te vas a enamorar de personajes amorales pero sumamente queribles, sobre todo porque son personajes con dobleces, con matices muy interesantes. Una verdadera gema, que merecía un poco más de cuidado a la hora de rescatarse en formato libro.
A mediados de la década pasada, Valiant reunió a Christopher Priest y Mark Bright para una nueva novela gráfica de Quantum and Woody, que finalmente se publicó en formato de miniserie de cinco episodios, y más tarde se recopiló en TPB. Un TPB que vendría a ser el Vol.4 de la colección, porque los tres primeros reúnen el material realizado por los autores cuando Quantum and Woody era un título de la línea Acclaim/ Valiant, en las postrimerías del Siglo XX. En su momento fui muy fan de Q&W, y cuando vi este TPB me tiré de cabeza... para encontrarme con una historia demasiado retorcida, demasiado compleja, en la que los extensos flashbacks al pasado de los personajes prácticamente no enganchan con la historia del presente, y que -sobre todo- no tiene la comicidad de la serie original. ¿Quién se convenció de que en los ´90 leíamos Q&W porque nos gustan las historias de superhéroes realistas, oscuras y deconstructivistas? Nos copábamos con Q&W porque era una comedia atípica, atrevida, muy divertida, con risas garantizadas en todos los episodios. Y este regreso tiene (intencionalmente) menos gracia que un desalojo. En un punto, el único atractivo de Q2: The Return pasa a ser el hecho de que los protagonistas están 20 años más viejos, más cínicos, más amargos, y distanciados entre ellos. Y la verdad que eso no alcanza para engancharme con un plot muy rebuscado, narrado adrede de modo un toque confuso. La aventura superheroica propiamente dicha es más de lo mismo, no se profundiza mucho en los motivos que llevaron a Eric y a Woody a distanciarse y a cambiar tanto respecto de cuando los conocimos en los ´90, los nuevos personajes y el villano son poco atractivos... Una pena. El dibujo de Bright tampoco ayuda. Está muy lejos del Bright de los ´80 y ´90, que -digámoslo de una vez- era un dibujante aceptable, pero no deslumbrante, ni infalible. Acá se lo ve más errático, con menos onda, y sobre todo muy dependiente de los entintadores, que no lo ayudan demasiado. Sobre todo en los dos últimos episodios, cuando Ryan Winn reemplaza a Dexter Vines en las tintas, la calidad del dibujo se resiente ostensiblemente. El trabajo del colorista Allen Passalaqua no está mal, pero no logra levantar una faz gráfica bastante decepcionante. Así que, muy a mi pesar, vuelvo a pensar en Quantum and Woody como una serie 100% noventosa, que se cortó en el tercer TPB. Nada más, por hoy. El martes voy a ver la peli de los Fantastic Four, así que seguramente la semana que viene tendremos la crítica en este espacio. Muchas gracias a tod@s l@s que entran a https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargar la Comiqueando Digital nº11, un numerazo al que de verdad le pusimos TODO. La seguimos pronto.

miércoles, 16 de julio de 2025

SMURFS

Bueno, ahora sí. Fui a ver la nueva peli de los Pitufos, una mega-producción animada, hecha con guita de empresas de varios países, y por supuesto basada en las historietas creadas por el glorioso belga Pierre Culliford, más conocido como Peyo. Nunca había visto un largometraje de los Pitufos, y tengo entendido que los que hay son bastante chotos. Por eso fui al cine con bastante miedo. Sin embargo, me tranquilizó ver que en el afiche no aparecían actores de carne y hueso, solo personajes animados, y que el director de este film es Chris Miller, el mismo de Shrek III y Puss in Boots. Después empecé a reconocer las voces de los actores que participan: Rihanna, John Goodman, Kurt Russell, Xolo Maridueña, Sandra Oh... y por supuesto pensé "Qué zarpado, y qué delirio que en la mayoría de las funciones esto se proyecte en la versión doblada, donde en vez de estas bestias están las voces de... Juan Carlos Nadie". Te imaginarás que si el rol principal es para Rihanna, la película tendrá canciones. Y sí, tiene canciones, pero poquitas. No es exactamente un musical. La película me atrapó y por momentos me fascinó por su faceta visual. El diseño de los personajes está perfecto (como en la serie de Astérix: El Combate de los Jefes, combina los yeites de la animación moderna con el trazo clásico de las historietas de Peyo), los escenarios son magníficos, la acción es tremenda, hay un exceso de imaginación, estallidos de creatividad sin límites a la hora de plasmar (con técnicas tan variadas como asombrosas) esta aventura de magia, fantasía y (por momentos) delirio. Es un eye-candy perfecto. Te sentás, mirás esa pantalla, y la peli te transporta, te hace vivir mundos y sensaciones que no están en los comics de los Schtroumpfs, pero a quién carajo le importa si está todo tan bien dibujado, con esos colores y esos chiches visuales tan lindos. Son 93 minutos de un vuelo casi lisérgico, falopa de la buena, que hará que, incluso si los personajes y el argumento te parecen una pelotudez atómica, la pases bien. El argumento (escrito por Pam Brady) es muy raro. Simplista al mango para los adultos, y MUY fumado para los chicos. Por ahí para la generación post-Adventure Time y post-Steven Universe, los conceptos que tira esta peli no son taaan extremos. Pero no tengo dudas de que hace 10 años nadie te aprobaba un guion de peli para chicos con múltiples dimensiones paralelas, portales místicos, varias razas de bichos fantásticos, largos flashbacks y un lore complejo y ambicioso como el que vemos acá. Tal vez lo más loco sea lo de la ampliación del lore de los Pitufos. Brady se habrá dado cuenta de que la única forma de que esto no fuera un capítulo más de una serie, sino un hito en la historia de los personajes, era subiendo mucho el nivel de ambición, el alcance de la aventura en cuestión. Y así introduce un montón de elementos fantásticos que no vienen de la obra de Peyo, que le dan a la película un contexto mucho más épico, más grandilocuente, al punto (a mi juicio, ido a la mierda) de que para el final tenemos a un pitufo con las habilidades mágicas del mejor Doctor Strange, enchulado con el power cosmic del Silver Surfer. Una fumariola tan extrema que, si mañana se hace una secuela y no la escribe Pam Brady, va a quedar rápidamente en el olvido. Los personajes son carismáticos, y acá muestran un costado más bravío, menos tierno, porque los riesgos que corren así lo exigen. Hay varios chistes muy graciosos, pero (a diferencia de las pelis de Shrek, por ejemplo) no están esos guiños para los adultos que los pibitos difícilmente pesquen. También hay un subtexto interesante que tiene que ver con la búsqueda de la identidad, de eso que nos hace diferentes a los demás y nos permite destacarnos, aunque sea por los motivos incorrectos (como ser vanidoso, gruñón, torpe o dormir todo el día). Y un mensaje muy positivo para los chiquitos, que es "por más distintos que seamos, juntos podemos lograrlo". Atenti, dije "mensaje" y no "moraleja". Esta no es una historia con moraleja, que te baja línea y te enseña a vivir. Es un mega-bolonki aventurero, con un ritmo frenético, alguna que otra pausa más lírica, y un desfile incesante de peripecias en las que uno que es grande, sabe que los Pitufos no se van a morir, pero los chiquitos van a sentir en carne propia la tensión. Como fan de los comics de Peyo, me fui perplejo por todo lo que esta película le agrega a la mitología de la serie que desde 1958 triunfa en el mercado franco-belga. Entre los productores figura la hija de Peyo, de lo cual deduzco que todo esto tiene la aprobación de los herederos del ídolo. Y obviamente me pregunto si en próximas entregas de la historieta van a incorporar algunos de los conceptos y personajes que introduce la peli, o si van a quedar en la anécdota cuasi-bizarra, una iteración totalmente fuera de la continuidad canónica, como pasa con las versiones fílmicas de los comics de superhéroes. La función arranca con un cortito de SpongeBob Squarepants (conocido en Latinoamérica como Bob Esponja), de unos tres minutos, que no tiene diálogos y es un meo de la risa. Si vas al cine, llegá temprano, así no te lo perdés.

martes, 15 de julio de 2025

UN PAR DE COMICS, ENTRE PELI Y PELI

Hoy fui a ver la peli nueva de los Pitufos, pero no quería meter otra crítica cinematográfica justo atrás de la de Superman. Entonces mañana vamos a hablar de los Pitufos (total, se estrena el jueves) y ahora vamos con las reseñas de un par de libritos que leí en estos días. Empiezo en Estados Unidos, año 2011, cuando Dark Horse recopila en libro Chimichanga, una creación del maestro Eric Powell que no tiene mucho en común con The Goon, excepto por el hecho de que la existencia de monstruos enormes y grotescos no parece escandalizar demasiado a nadie. La protagonista es Lula, una nena gordita y barbuda que se exhibe como freak en un circo de mala muerte, quien de casualidad se encuentra con un monstruo al que llama Chimichanga, se hacen amigos, y se lo lleva al circo a vivir con ella. Lógicamente, la presencia de un monstruo del calibre de Chimichanga levanta las alicaídas acciones del circo, mientras que -muy en segundo plano- genera un cierto recelo entre las otras "atracciones" que integran el mismo. Pero ese no es ni por asomo el conflicto principal. Que Chimichanga se quiera comer elefantes, edificaciones y seres humanos, tampoco. El gran despelote se dispara cuando una bruja descubre que los pelos que le crecen a Lula en la cara son vitales en una poción mágica que permite controlar -por un rato- las flatulencias. Un remedio temporario, que requiere ser consumido periódicamente para ser efectivo, resulta irresistible para un nefasto empresario farmacéutico dispuesto a llenarse de oro con la poción de la bruja, y fabricarla en escala industrial. Pero para eso necesita una provisión de pelos de Lula, que la nena solo le brindará si logran capturarla y tenerla completamente a su merced. Y ahí es donde la historieta cobra vuelo: el empresario inescrupuloso secuestra a la protagonista y el monstruo tiene que formar equipo con otros freaks del circo para rescatarla. Una trama sencilla, con momentos impactantes, con momentos un poco más dark entre tanto disparate, y que funcionaría perfecto en una peli de dibujos animados realizada por Pixar o DreamWorks. Por ahí bajándole un poquito el nivel de violencia, porque cada vez que Chimichanga entra en acción, los destrozos son múltiples. Pero tranquilamente se podría adaptar al cine y ser un hitazo de vacaciones de invierno. Por supuesto que, más allá de lo efectivo de la aventura, de los momentos emotivos y de las situaciones que te arrancan carcajadas por lo extremo y lo disparatado, lo que realmente brilla y hace irresistible al librito es el dibujo de Powell. En su faceta visual, Chimichanga es un lujo, un comic inmersivo, que te hace sentir que estás adentro de este mundo de monstruos, brujas y freaks. Si bien el personaje de Lula está casi en las antípodas de The Goon, el autor apuesta por un trazo muy similar, con esas expresiones faciales extremas, un tratamiento del color complejo y muy bien logrado, unos climas en general menos opresivos que los de The Goon, pero muy trabajados, y una narrativa ágil, trepidante, que te lleva sin que te des cuenta de punta a punta del libro. Si sos fan de The Goon y no conocías este otro trabajo de Powell, no dudes en entrarle. Y si no sos fan de Powell y te gustan las historias bizarras, con aventura, humor y un toque de ternura freak, no tengo dudas de que Chimichanga te va a encantar.
Vamos a Japón, año 2021, cuando se publica un tomo que recopila historias cortas con guion y dibujos de Boichi, el mangaka nacido en Corea que la rompió toda con su shonen Dr. Stone. Seguramente si alguna vez hojeaste un tomo de Dr. Stone dijiste "la puta madre, qué desperdicio un dibujante de esta calidad para un guion tan livianito". Por suerte acá aparece otro Boichi, que dibuja todavía mejor que en Dr. Stone, y que además se juega a contar historias infinitamente más interesantes. La primera, "Hotel", es la más difundida. Es una de ciencia ficción especulativa, que habla de la extinción de la humanidad a causa del desastre ecológico, de cómo y para qué preservar las especies que habitan la Tierra, pero además tiene una trama más humana, más íntima, que está muy bien. Me gustaría más si fuera más breve, pero la banco. La segunda, "Present", es una GEMA DEL ALMA. Una historieta brillante, emotiva, impredecible, con un trabajo magnífico en los personajes, en cómo presentar un conflicto, esconderlo y hacerlo reaparecer cuando el lector menos se lo imagina. Un clásico instantáneo que justifica el precio que pagues por todo el libro. En la tercera historia, Boichi vuelve a un planteo extremo para el lado de la ci-fi, pero le agrega el componente del humor. "Todo sea por el atún" tiene momentos épicos, grandilocuentes, que recuerdan en un punto a los de "Hotel", pero la consigna es tan disparatada que Boichi nunca se la llega a tomar del todo en serio. Es una fábula ecologista, sí, pero llevada a un límite tan absurdo que te cagás de risa. "Tanto en el cielo como en la tierra" es otra maravilla. Una historia de ciencia ficción clásica, que rompe un montón de esquemas, porque acá la Inteligencia Artificial es, básicamente, el héroe. Si querés convencer a un termo total de que los robots y la IA pueden hacer muchísimo por la humanidad, dale esta historieta y vas a ver cómo pasa de poner cara de ojete a conmoverse con la chapa de Origin Factory, un personaje que al principio parece menor, casi irrisorio y con el correr de las páginas se revela como un grosso total. "La Leyenda de la Noche" es tranqui, un cuento de hadas fantástico, no 100% ingenuo, pero si ese subtexto más picante que Boichi le pone a sus relatos de ciencia ficción. Y también en el terreno de la fantasía, pero con una impronta aventurera mucho más salvaje, "Diadem" es una breve epopeya de 14 páginas a todo color. Un relato que explota de violencia, crueldad y machaca bien rústica, bien sanguinaria... que Boichi contrapone con un trabajo sublime en el dibujo y el color, que estalla en belleza, sutileza y elegancia. El giro del final no es mega-original, pero sí consistente con cómo se desarrolla la trama hasta ese punto, y está muy bien. Es una historia que podría aparecer en cualquier número de Métal Hurlant o Heavy Metal, y conquistar a los lectores que no te tocan un manga ni con un chorro de soda. La edición de Ivrea es linda, la traducción de Damián Gaggero se lee sin sobresaltos, y la verdad que este primer tomo de Boichi Short Stories me dejó muy manija. Tengo comprado el Vol.2, así que en cualquier momento le entro y lo comentamos en este espacio. Nada más, por hoy. Gracias totales a tod@s l@s que pasaron por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargar la Comiqueando Digital, y nos reencontramos mañana acá en el blog, con la pitufa de la pitufa de los Pitufos.

sábado, 12 de julio de 2025

SUPERMAN

Fui a ver la peli de Superman de James Gunn, así que acá va la crítica CON SPOILERS. Lo que más me gustó de la película es que eligió el camino difícil. La consigna fundamental era despegarse rápido y de manera contundente de la versión de Zack Snyder, que había arrancado con el pie derecho con Man of Steel en 2013, pero rápidamente se fue al descenso. Había que dejar atrás ese Superman triste, incomprendido, al que querían hacer boleta todos menos su mamá y su novia, que en vez de admiración generaba lástima, y los caminos obvios eran dos: Uno, hacer una película prácticamente cómica, como había hecho Gunn cuando le tiraron el Suicide Squad a ver si lo podía resucitar. O dos, volver al eterno retro-homenaje a Christopher Reeve y Richard Donner. Felizmente Gunn no elige ninguno de esos dos caminos, y aún así logra un film que se parece tan poco a los de Snyder como aquellos a la iteración anterior, la de Bryan Singer. Acá tenemos 129 minutos de aventura y acción, espectacular, luminosa (pero no estridente), con los toques justos de comedia, sin golpes bajos ni escenas para moquear, con muy buenas actuaciones, momentos épicos, subtextos políticos y cientos de guiños comiqueros. En general, lo que más miedo me da cuando voy a ver una peli de Superman es que la caguen con los personajes secundarios... que me torturen con versiones insoportables de Lois Lane, Jimmy Olsen, Ma y Pa... ya pasó varias veces y esta vez por suerte no solo no pasa, sino que TODOS los personajes secundarios son importantes en la resolución de la trama. Otra cosa que suele complicarle la vida a los guionistas de cine es encontrar una amenaza a la altura de los poderes de Superman. Acá no solo la encuentran, sino que se arma un kilombo tan zarpado, que Superman no lo puede resolver por sí solo. Así se termina por articular una aventura de protagonismo grupal, donde el lucimiento se reparte entre varios personajes además del obvio. La película tiene varios hallazgos, entre ellos la forma sumamente original de recontarnos el origen de Superman, la decisión de arrancar con el Universo DC "ya empezado", con varios años de historia previa, que por ahora no vienen al caso, pero en los que la figura de Superman ya se dio a conocer y ya aparecieron varios superhéroes más. La mejor escena es una en la que no vuela ni un sopapo: la entrevista de Lois a Clark/ Superman, en la que la periodista pincha al kryptoniano al plantearle toda una problemática que tiene que ver con el poder, el ordenamiento global, tanto geopolítico como jurídico, y demás temas que subyacen todo el tiempo en los relatos modernos de superhéroes y que ponen sobre la mesa conflictos espesos, de los que no se resuelven con rayos y trompadas. Pero vamos a lo más importante, a lo que más me impactó de la peli. No te dejes engañar por ese traje de mierda, que se parece al que diseñó Jim Lee para la movida del New 52. Este Superman es básicamente EL DE JOHN BYRNE. Es un Superman poderoso, pero no invulnerable. Un Clark Kent que nunca fue Superboy y que no es un imbécil. Sus padres adoptivos están vivos y son casi ancianos. Viene de un Krypton que no es una utopía ni mucho menos. Luthor es un empresario garca que detesta a Superman por los mismos motivos que en los comics de Byrne, y hasta logra hacerle un clon medio cabeza. Lois es valiente, picante y atrevida. Jimmy no es un subnormal, sino un aliado valioso. ¡Está Cat Grant!. Superman tiene buena onda con los otros superhéroes, pero nunca fue miembro de la Justice League. Y se le arma kilombo por interferir en litigios bélicos entre países extranjeros (esto lo desarrolló más Marv Wolfman, pero en la misma Era Byrne). Obvio que al barbeta le va a dar un ACV cuando vea la chapa que tiene Krypto, o lo bien que funcionan los robots. Pero en general, es una iteración MUY afín al Superman ochentoso que surge de Man of Steel. La peli de James Gunn especula -creo yo- con que el espectador ya vio como 30 películas de Marvel. Por eso se juega a no contar el origen de manera lineal, y a tirar conceptos fantásticos bastante complejos como el pocket universe, los clones y los vórtices, o poderes tremendos como los de Metamorpho o la Engineer, todas cosas que en las películas más antiguas no se podían incluir, primero por una cuestión de limitaciones tecnológicas y segundo porque la mitad de los espectadores no iba a entender un choto. Y otro detalle muy notable -que en las pelis anteriores de Superman nunca hubo- son las puteadas. No se les escapa un "fuck", pero hay "shit" y "asshole" para tirar al techo, y son palabras que aún hoy no aparecen en los comics de DC, a menos que sean Black Label. Celebro la llegada de un Superman pensado para protagonizar aventuras de alto impacto, visualmente deslumbrantes, que no descuidan los dilemas morales ni las implicancias políticas de lo que hace el héroe. Celebro que haya buenos diálogos, que tengamos muchos personajes copados, que los villanos sean realmente amenazantes, y que te vayas del cine diciendo "qué capo Superman" y no "pobre pibe, qué mal la pasa". Celebro los guiños comiqueros, los gastes sutiles al rol de las redes sociales y los medios de comunicación, el legado de Byrne y Wolfman, el ritmo que no decae nunca y hasta que le dieran un papel ínfimo al infumable Sean Gunn, para que aparezca tres segundos, no como en Guardians of the Galaxy, donde le daban una importancia que su exiguo talento actoral nunca justificó. Otra vez un reinicio de Superman en la pantalla grande me provoca aplausos y expectativas. Veremos si esta vez James Gunn logra sostener a lo largo de varias películas el entusiasmo que genera con esta.

jueves, 10 de julio de 2025

JULIO ATR

Vengo leyendo a un ritmo más que aceptable y espero poder bancarlo unas cuantas semanas más, por lo menos hasta mediados de Agosto, cuando me toca volver a la ruta para asistir (como todos los años) a la Crack Bang Boom en Rosario. No salgo de Buenos Aires desde Diciembre, y eso es todo un record. Como buen fan termo de Igort, me tiré encima de Sinatra, una novela gráfica del ídolo italiano, que salió simultáneamente en Italia y Francia en 2001 y que no conocía. La conseguí en francés, medio hecha mierda y muy barata. La historia tarda en arrancar: el libro se prodiga en carátulas y páginas de relleno que no aportan nada a la lectura. Pero enseguida se pone buena. Igort nos lleva a los barrios bajos de New York, en el año 1977, para una historia muy real, de un costumbrismo muy logrado, que en un punto se empieza a precipitar hacia un abismo de sordidez y corrupción. El protagonista, al que apodan "Sinatra", es un tipo solitario que por puro aburrimiento se va a ver envuelto en un problema mayúsculo. De la charla tranqui con compañeros de laburo, del pete rutinario que le paga a una prostituta, nos vamos a un misterioso encuentro con un indígena en un Seven-Eleven, y de ahí al extremo: el garito clandestino, las deudas de juego, la posibilidad de escaparles a cambio de trabajar como sicario y boletear a un tipo random... Sinatra camina por la cuerda floja con resignación y al final nos vamos a enterar si se la banca o no. Igort propone un contraste muy atractivo entre un argumento muy verosímil, con diálogos que suenan muy reales, y un dibujo etéreo, donde los climas tienen mucho más peso que la representación. El uso del pincel, de las manchas, la incorporación de los grises con acuarelas y de esas dos o tres tonalidades de azul y turquesa le dan al álbum una impronta medio onírica, como si fuera algo que está fluyendo por fuera del control de los personajes, del autor e incluso de los lectores. Hay viñetas en las que Igort ofrece un trazo más firme, con más detalles, con bastante influencia de José Muñoz. En los momentos más sueltos, donde el trazo está menos definido, hay reminiscencias a trabajos de Lorenzo Mattotti y Oscar Zárate. Y en la página más loca, más fumada del libro, tenemos una imagen que nos remite enseguida a Carlos Nine. Este es un Igort raro, que mezcla técnicas y estilos con resultados asombrosos, y que consigue que este despliegue entre gráfico y plástico no empañe la narración. Nunca te perdés, nunca te quedás a gamba, ni siquiera cuando Igort va para adelante y para atrás con los hechos que cuenta, que no están presentados en una temporalidad lineal. Sinatra no es un libro para cualquier tipo de lector, y creo que incluso gente que disfrutó con obras posteriores de Igort se debe haber visto desconcertada no por la trama ni por el ritmo, pero sí por las decisiones estéticas que toma el autor. Esta New York setentosa y medio fantasmagórica puede resultar un toque inasible, y hay viñetas en las que la búsqueda expresiva del autor, y las técnicas que emplea, lo ponen al filo del mamarracho. Pero yo la banco. Es una historia fuerte, profunda, con tintes existencialistas, con silencios tan potentes como los diálogos, con una dosis muy satisfactoria de violencia y mala leche, y un final poético, muy hermoso. No sé si alguna vez se publicó en castellano, pero si sigue inédita, va siendo hora de que alguien se avive y la traduzca.
DC Silent Tales es una antología de seis relatos mudos, realizados para DC Comics por el maestro brasileño Gustavo Duarte en 2023. Al año siguiente, el librito tuvo edición brazuca a través de Panini y es la que le pude comprar a Gustavo cuando me lo encontré en Diciembre en la CCXP de San Pablo. Acá no hace falta ningún traductor. Son seis historias básicamente en joda, contadas sin palabras, con Harley Quinn, Cyborg, Superman, Zatanna, Joker y Lobo. Sin dudas, el principal atractivo es el dibujo extraordinario, fluido, generoso en detalles, inusualmente angelado, de esta bestia llamada Gustavo Duarte, a quien me animo a calificar como "el Uderzo de Sudamérica". Pocos combinaron aventura con humor mejor que el dibujante de Astérix, y Duarte está claramente en esa senda. No me gusta cómo dibuja a Cyborg, ni a Lobo. Y aún así, la pasé muy bien con el librito (que, aclaremos, se lee muy rápido porque son 48 páginas de historia sin texto). Ninguna de las historias se aleja demasiado de la esencia del comic de superhéroes. Los buenos combaten alguna amenaza, los malos cometen alguna fechoría, y Lobo mata "gente" por guita. Pero Duarte encuentra otra veta, otra forma de encarar estas historias, y les saca un jugo riquísimo. Para mi gusto, la mejor es la del Joker, que está armada con un largo build-up hacia un remate totalmente inesperado, impactante y genial. La de Harley Quinn, por el contrario, avanza todo el tiempo hacia un final totalmente obvio, pero el manejo del timing y la comedia está tan logrado, que disfrutás un montón todo el trayecto. La de Superman y la de Lobo son muy graciosas, la de Zatanna es una bizarreada muy extrema narrada de un modo muy sutil, y la de Cyborg es la que menos me gustó, pero no está mal. El libro (por lo menos en la edición brazuca) se prodiga en carátulas, portadas alternativas, bocetos y demás contenidos sumamente prescindibles, como para que no quede algo tan finito y tan breve. Dejate de joder, master. Ya optaste por la difícil, que es publicar historieta muda, ahora no me la trates de caretear agregándole boludeces al tomito para que no me lo pueda leer en cinco minutos, de dorapa en la batea de la comiquería o la librería. Yo siempre digo que, si fuera editor, no publicaría ni en pedo historietas mudas, para evitar que me las lean gratarola en los puestos de venta. Pero estas historietas de Duarte, las re publicaría en antologías, mezcladas con otras historietas cortas y autoconclusivas que sí tengan textos. Duarte es un dibujante de un virtuosismo descomunal, un narrador consumado, un verdadero maestro del relato secuencial, y quiero leer todo lo que haga. Nunca conseguí el comic de Bizarro que le publicó DC hace unos años. Lo deseo y si alguien lo tiene en inglés o portugués y no lo quiere conservar, acepto donaciones. Y hasta acá llegamos, por hoy. Gracias totales, y no dejen de pasar por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargar la Comiqueando Digital, que le pusimos TODO.

lunes, 7 de julio de 2025

NOCHE DE LUNES

Con la Comiqueando Digital nº11 ya terminada (y por suerte ocupando algunos megas de RAM en las computadoras y tablets de muchos de ustedes, que se copan y la descargan en comiqueandoshop.blogspot.com), logré retomar un ritmo razonable para las lecturas y las reseñas que requiere el blog para estar siempre fresquito, siempre picante. Empiezo con un tomo de historias cortas de Hirohiko Araki editado por Ivrea, con material realizado en los ´90 por el autor de JoJo´s Bizarre Adventure. Yo venía dulce, con buenos recuerdos de aquel trabajo de Araki que me tocó reseñar el año pasado (28/03/24), pero acá me volví a amargar, con argumentos que me resultaron poco atractivos, desarrollados en guiones que a veces pisan el límite de la falta de respeto. Antes de entrar en las historias una por una, quiero dejar sentado que la calidad del dibujo de Araki es demoledora. Acá todavía tiene alguna que otra página muy sobrecargada, con composiciones que, al meterle tantos elementos, se le desbalancean i directamente se le van al carajo. Pero el dibujo en sí tiene una fuerza tremenda, un encanto hipnótico en los cuerpos, en las caras, en los enfoques. Cuando entran las tramas de grises, la rompen. Cuando abre alguna historia con un par de paginitas a color, el color es precioso. Cuando mete un pin-up a modo de carátula, te detona las retinas. Visualmente, esto es una golosina riquísima. Lástima que en algún momento, los historietistas tienen que usar los dibujos para contar historias... La primera es Under Execution, Under Jailbreak, la que le da el nombre al tomo. Es una trama poco original, pero tiene dos ventajas: no se estira al pedo y genera una tensión interesante. Son 33 páginas con una idea medio pobretona, pero no del todo mal explotada. Dolce and his Master, en cambio, tendría mil veces más sentido en 10 ó 12 páginas, y dura 50. Un dolor de huevos. Tiene algún que otro diálogo gracioso, pero la situación que moviliza la trama es una sola, muy sencilla, y no daba ni ahí para alargarla tanto. En las siguientes 50 páginas nos reencontramos con el amigo Kishibe Rohan, que esta vez no es el protagonista de la historia, sino quien relata los hechos. Y no, el argumento tampoco daba para 50 páginas. Estaba bueno para una historia corta de misterio de las que aparecían en las antologías de DC de los años ´70, por supuesto resumida en 10 páginas, 12 a lo sumo. Y el resto del tomo es una historia en tres episodios protagonizada por Yoshikage Kira, quien fuera el villano del cuarto arco de JoJo´s, que murió y volvió en forma de fantasma. La consigna está buena: un fantasma atrapado en un departamento embrujado, en el que pasan cosas rarísimas. Pero claro, ni es una idea que se sostenga más de 60 páginas, ni me parece aceptable que Araki jamás se proponga siquiera explicar por qué pasan todas esas cosas. Tanto Kira como los lectores nos vamos en la última página con el culo lleno de preguntas, tras una larga seguidilla de peleas con criaturas, donde el autor se prodiga en las escenas de acción desenfrenada, con un ritmo alucinante... y nada más. No hay un subtexto, no hay una reflexión, no hay ni siquiera un comentario irónico. Es eso: misterio, pelea, fin. No alcanza ni ahí para llenar todas esas páginas...
Capturé uno más de los TPBs que compilan la extensa etapa de Astro City en Vertigo, y ya me falta leer uno solo de los que salieron en tapa blanda (seguramente será el año que viene). Después hay tres más que solo existen en tapa dura, que no sé si alguna vez compraré, o si buscaré las revistitas, o las nuevas ediciones de Image. Lo importante es que acá hay seis números más, todos unitarios escritos por el maestro Kurt Busiek junto a dibujantes suplentes, mientras Brent Anderson adelantaba trabajo para que la serie pudiera mantener la periodicidad mensual. De los cuatro artistas convocados para reemplazar a Anderson, el único que no me cerró fue el canadiense Joe Infurnari. De hecho contribuyó fuerte a que la historia que dibuja no me haya atrapado en lo más mínimo. Pero por suerte es la única que me resultó floja. El tomo abre con una aventura fuerte, épica, con un final triste para un superhéroe al que no recordaba de sagas anteriores, pero que acá se despide a lo grande, con un aporte fundamental a la derrota de una especie de Darkseid muy heavy. Muy bien los dibujos de Tom Grummett. "Yesterday´s Heroes" le da relieve a un superhéroe australiano, una especie de Ant-Man llamado Wolfspider, en una aventura con mucho ritmo, diálogos graciosos (repletos de "australianismos") y muy lindos dibujos de Gary Chaloner, dibujante oriundo de "the land down under". Acá se cuela un poco más el lado humano de los justicieros enmascarados, no es todo tan épico ni tan solemne como en el episodio anterior. Y nos quedan tres historias dibujadas por el capo español Jesús Merino, sin dudas el más capacitado para jugar de titular en esta serie cuando no pueda contar con Brent Anderson. Merino capta a la perfección las atmósferas típicas de Anderson, reproduce sin problemas los trucos que suele desplegar Anderson en la puesta en página, se complementa muy bien con las tintas de Alex Sinclair, y -lo más importante- es un dibujante de GRAN calidad, con un manejo de la anatomía, las expresiones faciales y los fondos, con imaginación para pelar locaciones fantásticas, con un manejo innato del ritmo que tiene que tener un relato superheroico... Un crack. Y Busiek se da cuenta, y le tira unos guiones bárbaros. El de Starfighter es el más humano, el que más juega a la identificación del lector, sobre todo de los más veteranos. El de Hummingbird es una cátedra de cómo presentar a una heroína "legacy", es como la versión bien hecha del mamarracho que hizo DC cuando nos cambió a la Black Canary de la Golden Age por su hija. Un episodio emotivo, divertido, lleno de momentos para el asombro. Y el otro que dibuja Merino es de los menos interesantes, a menos que seas muy fan de Living Nightmare, ese personaje que fue héroe, fue villano, y acá vuelve a afiliarse al bando de los buenos. No está mal, no es un bofe ni un embole, pero resulta todo tan extremo, tan zarpado, que no conecta mucho con ese tono de "esto te puede pasar también a vos" que tienen las grandes historias de Astro City. El tomo se titula "Honor Guard" y está bien, es lógico, porque todas las historias tienen que ver con pasado y presente de esta especie de Justice League del universo creado por Busiek, Anderson y Alex Ross. Por suerte, en esta etapa hay de todo: historias como estas, con el foco más puesto en los héroes y heroínas, y otras más centradas en la gente común. Veremos con qué me encuentro en el otro tomito que tengo ahí, en el aguante, para leer en 2026. Nada más, por hoy. Gracias y hasta pronto.

viernes, 4 de julio de 2025

SOLCITO DE VIERNES

Mediodía más que agradable en Buenos Aires, gran momento para reseñar los últimos libros que leí. Muy cebado con Fréderic Bézian, compré todos los libros suyos que vi baratos, así, al voleo, sin mirar qué tenían adentro. Y así me encuentro con Chien Rouge Chien Noir (perro rojo, perro negro), la que tal vez sea su obra más extraña, más idiosincrática. Se trata de una novela gráfica originalmente lanzada en 1999, que tuvo una segunda versión con varios cambios (que es la que tengo yo), en 2006. La temática y la ambientación son muy accesibles. Todo transcurre en un bar y un par de locaciones más dentro de una gran ciudad como cualquiera, en el tiempo actual, sin elementos fantásticos y prácticamente sin violencia. Costumbrismo urbano tranqui, con personajes que básicamente hablan entre ellos, toman algo, una pareja coge un rato, otros deambulan por ahí... ¿De qué hablan? De varias cosas poco relevantes, pero sobre todo de que nadie sabe dónde está Lou, un amigo de estos tipos y minas que es músico y compositor, al que le perdieron el rastro hace tres semanas. Un amigo se quedó con su auto, otro con las llaves de su casa, pero nadie logra deducir dónde está Lou, ni cuándo va a volver. El conflicto no está muy enfatizado, pero si hay que señalar uno, sería ese. Cerca del final, y siempre buscando a Lou, Ben y Carole se encuentran a un anciano que la tiene muy clara, y Bézian nos sugiere que podría tratarse del mismísimo Dios. Por supuesto no es algo que se explicite, sino que el autor nos invita a intuirlo de modo muy sutil. Y después vienen 18 páginas rarísimas, donde cambia el dibujo, cambia la narrativa, cambia el color y desaparecen los personajes a los que veníamos siguiendo hasta el momento. La "acción" se desplaza a un paisaje misterioso, con mar, montañas, pájaros, un personaje con rasgos diabólicos y una mujer enigmática, que no hacen absolutamente nada. Bézian acompaña esta larga y críptica secuencia con textos en varios idiomas distintos (francés, castellano, italiano, alemán) que se superponen a las viñetas de un modo irregular, cortados en cualquier parte, como si fuera un poema surrealista, o un recurso más para enfatizar la sensación de delirio que transmiten esas páginas. Esto es indescifrable y hermoso a la vez, y termina con... con algo que esperábamos desde el principio de la novela. Hace no mucho (el 31/03/25) hablé de la fascinación que me produce el dibujo de Bézian, y acá es lo que sostiene el interés en los tramos de la novela que parecen no ir para ningún lado. Este tipo es un demente, un virtuoso totalmente pasado de rosca que sorprende y golpea con cada trazo. Para estar preparado, conviene haber leído antes las historietas más experimentales de Dave McKean, de José Muñoz, de Teddy Kristiansen, algo de Ted McKeever... por ahí transita la estética extrema de Bézian, pero además tiene su impronta propia y totalmente irreproducible para aplicar el color (en este caso, con monocromías muy expresivas) y para diseñar los objetos y los fondos. El resultado es maravilloso, son historietas para estudiar en detalle, para tratar de entender cómo algo tan loco funciona en términos narrativos. Bézian en este libro detona todas las bombas, hasta dejar algunas viñetas totalmente en blanco, sin ninguna explicación, simplemente como un recurso atípico de diseño de página. Obviamente, si no conocés al autor, ni te hiciste fan de su trabajo en obras anteriores, no recomiendo ni en pedo empezar por Chien Rouge Chien Noir. Y no solo porque solo existe en francés. Esto es muy intrincado y no tiene la menor intención de resultar de fácil acceso para el lector que todavía no decodificó el particular estilo de este genio, que ojalá algún día sea más famoso en todo el mundo, no solo en su país. Pronto habrá más Fréderic Bézian en el blog.
Y me vengo a Argentina, fines de 2024, cuando sale el especial de los 10 Años de Capitán Barato, un libro zarpado, de 164 páginas a todo color y una factura técnica impecable. Arranca con una historieta larga, de 60 páginas, con dibujos muy correctos de Facundo Moyano. El guion de Max Coronel arranca muy bien, con muy buenos diálogos, con conflictos interesantes, y se toma su tiempo para presentarnos de manera sólida y consistente a un villano que realmente se siente como una amenaza creíble y peligrosa para el Capitán Barato y sus aliados. El problema es cómo le ganan al villano. La resolución es simplista, banal, anticlimática, casi displicente, como si Coronel hubiese dicho "listo, ya fue, terminemos con esta pelea y pasemos a otra cosa". Una pena, porque hasta ahí había construido un relato tenso, atractivo incluso para mí, que no soy fan del concepto "superhéroes argentinos". Después tenemos otra historieta bastante extensa (42 páginas) en la que el dibujo, a cargo de Pablo Ayala, me pareció más irregular. Hay páginas hermosas y otras a las que, si les sacás el color, se caen a pedazos. El guion de Luciano Saracino repasa toda la historia de Morgen, el principal villano de este universo heroico, y está muy bien. Tiene esos toques poéticos típicos de Saracino, indaga a fondo en las motivaciones del personaje, y lo más importante: a fuerza de buen ritmo, buenos diálogos y buenos bloques de texto, el autor logra mantener nuestro interés en un relato que prácticamente no tiene acción. Una tarea nada fácil, que el experimentado Saracino logra con aplomo y jerarquía. Sobre el final, hay una secuencia de apenas seis páginas, que funciona como un anticipo, o un teaser, de una saga que se va a desarrollar en futuras publicaciones, con unos dibujos alucinantes de Nico Di Mattia y guion de Mariano Sciammarella. Y entre la segunda y la tercera historieta, hay un suculento relleno que consiste en fichas de personajes y un festival de pin-ups (más de 30), donde aparecen los héroes y villanos que conocimos a lo largo de estos 10 años, en ilustraciones a cargo de autores y autoras que yo no conocía, y de recontra-consagrados como Ariel Olivetti, Quique Alcatena, Jorge Lucas, Salvador Sanz, Gustavo Sala, Jok, Mariano Navarro, Néstor Taylor, Aleta Vidal y muchos más. De nuevo, yo no soy fan de que me rellenen los libros con pin-ups, pero acá me encontré con trabajos realmente muy notables. En síntesis, este especial del décimo aniversario es una cita impostergable para todos los fans que supo cosechar el universo de Capitán Barato a lo largo de estos años. Que obviamente son solo los primeros, porque se trata de un corpus narrativo en expansión, pensado para crecer en ambición, en calidad y en repercusión dentro del mundillo comiquero local. Y hasta acá llegamos, por hoy. Si querés más lectura de alta calidad para el finde, no te olvides de pasar por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y descargar el poderoso nº11 de Comiqueando Digital. Gracias y hasta pronto!

miércoles, 2 de julio de 2025

SE LARGA EL SEGUNDO SEMESTRE

Bueno, primero que nada, aclarar que el lunes cuando escribí la reseña de ese Essential Avengers escrito por Jim Shooter, no sabía que el autor había muerto unas horas antes. Fue una coincidencia desafortunada, nada más. Ahora sí, vamos con otras lecturas. The Boys of Sheriff Street es una novela gráfica de los maestros Jerome Charyn y Jacques de Loustal que se dio a conocer originalmente en Francia en 1991 tardó apenas 25 años en publicarse en el país donde nació el guionista, y donde está ambientada la historia. Se trata de una tragedia, un relato marcado por las pasiones y la violencia... en el que ambas cosas están totalmente desenfatizadas. Charyn cuenta el drama en los bloques de texto, con una voz neutra, que nos detalla las emociones y sensaciones de los protagonistas, mientras que Loustal dibuja tranquilo, con un trazo sintético, con figuras estáticas, a las que no te imaginás en movimiento para sacar un garrote y cagar a palos a otro personaje. De hecho, salvo cuando dibuja las calles oscuras del Lower East Side de Manhattan, el dibujo de Loustal es luminoso, casi amistoso, a años luz del pathos que conjura Charyn para estos mafiosos con códigos, a los que la violencia transformó en dioses todopoderosos y el amor redujo a babosas arrastradas y miserables. Esta misma historia, contada con reyes medievales en algún país de Europa, podría cautivar sin el menor problema a cualquier fan de William Shakespeare. Hay un personaje un toque contrahecho, hay un conflicto entre hermanos, hay internas dentro de un círculo de poder, hay una mujer hermosa que saca de su eje al "emperador", hay ejércitos rivales a los que masacrar... Todos los elementos propios de un drama clásico, intenso, verosímil y pregnante están en las escuetas 60 páginas de The Boys of Sheriff Street. Es una obra que se lee rápido, principalmente porque tiene poco texto y porque Loustal rara vez dibuja más de seis viñetas por página. ¿Es un poquito fría? Sí, claro. Comparada con las obras de Charyn junto a François Boucq, es una heladera en Tierra del Fuego en pleno mes de Julio. Pero eso tiene que ver con la impronta gráfica de Loustal (del que ya hablamos por acá, y del que volveremos a hablar en un futuro cercano), a quien el propio Charyn elige para darle el guion. Entonces uno supone que el autor busca ESE efecto, esa forma de plasmar en secuencias lo que él escribe. Y lo que escribe son personajes muy complejos, muy humanos, envueltos en una historia donde no existe el concepto de "los buenos y los malos". Encima con un final raro, contradictorio, en el que el protagonista obtiene todo lo que quiso tener, pero a un precio tan alto que vos sentís que no solo no es feliz, sino que no lo va a ser nunca. Una vuelta de tuerca cargada de poesía y melancolía, que son sensaciones que el dibujo de Loustal transmite como pocos.
Me voy a Paraguay, año 2023, cuando Roberto Goiriz escribe y dibuja Soy el Pirata Jack, una muy breve novela gráfica de apenas 37 páginas en blanco y negro, apuntada al público juvenil. El mundo de los sueños invade al mundo real, y los piratas que viajan en barcos voladores se llevan al joven Juan para convertirlo en Jack, un valiente corsario que encontrará su destino del otro lado, del lado de la fantasía, la aventura y las emociones que nos están vedadas a los que vivimos siempre de este lado de los sueños. Acá sí, tenemos una estructura más tradicional de buenos contra malos: si bien a lo largo del primer tramo Juan antagoniza con Barbarroja, cuando aparezcan los verdaderos villanos ambos dejarán sus diferencias de lado y combatirán juntos. Y no es mucho más lo que quiero contar del argumento, porque es una historia corta y no quiero caer en el spoiler berreta. Simplemente dejar sentado que hay un arco dramático que hace que el Juan de las primeras páginas no sea el mismo que el del final, y está perfectamente justificado. Goriz plantea la narración de una manera ágil, dinámica, muy ganchera para el lector joven acostumbrado al despliegue visual del shonen o de los superhéroes. Y combina esto con un dibujo clásico, en el que aparecen un montón de texturas que me recordaron a Walther Taborda, diseños de personajes medio Alcatenescos, chicas sensuales en el estilo del mainstream yanki de los ´90, muecas faciales que parecen de Cam Kennedy, y un villano principal que me hizo acordar a Dominus, un enemigo de Superman creado por Dan Jurgens. Y claro, el Barbarroja de Goiriz no se diferencia casi nada del Barbe-Rouge de Jean-Michel Charlier y Victor Hubinon. Le ponés el parche en un ojo, y son (además de homónimos) prácticamente gemelos. Para enriquecer aún más el aspecto visual de la obra, en un momento Goiriz nos muestra un sueño de Juan que lo transporta a su infancia, y cambia totalmente el grafismo, para dibujar (una sola página) como en una típica historieta infantil, de las que también tiene unas cuantas en su vasta trayectoria. Dicho así, parece un bolonki, pero no: es un caos controlado por un autor que sabe lo que está haciendo, y sobre todo qué es lo que quiere contar. La trama nunca se pierde en la sarasa onírica de "no se sabe qué es un sueño y qué es real", los diálogos son concisos, por momentos ingeniosos, y la resolución, si bien no es muy original, es adecuada y no desentona con lo que sucede hasta ese momento, ni con lo se espera de una historieta apuntada a un segmento etáreo mayoritariamente adolescente. Soy el Pirata Jack le agrega una vuelta de tuerca atractiva a la clásica historia de "el pibe común que se va a vivir aventuras con los piratas", de modo que si se la das a un pibe de 10 a 15 o 16 años, no tengo dudas de que la va a disfrutar un montón, y le va a quedar grabada durante mucho tiempo. Nada más, por hoy. Mil gracias a tod@s l@s que ya se descargaron la nueva Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y si todavía no lo hiciste, copate y llevate 372 páginas que son un verdadero lujo por un precio rayano en el absurdo. Y en un par de días, como siempre, nuevas reseñas acá en el blog.

lunes, 30 de junio de 2025

ESSENTIAL AVENGERS Vol.8

Cerramos un mes en el que estuve menos presente que el Estado en un gobierno de derecha, con una reseña que continúa directamente de aquella del 12/03/19. Estamos en la etapa de Jim Shooter y nos toca repasar Avengers desde el nº164, publicado en 1977, es decir, antes de que el Gigante de Pittsburgh ascendiera a capo máximo del área editorial de Marvel. Arrancamos con una trilogía contra Count Nefaria que viene muy digna hasta el final, donde pierde impulso y termina de manera rara, anticlimática. Pero zafa por los diálogos y la interacción entre los personajes (que es algo que Shooter pilotea con decoro) y sobre todo por los dibujos del glorioso John Byrne, que acá está de invitado, pero sobre el final del tomo va a volver en calidad de titular. Después tenemos la saga contra Thanos, esos dos anuales que ya vimos hace no mucho, el 05/02/24, cuando reseñamos el Essential de Warlock. No hace falta reiterar los elogios para el maestro Jim Starlin, que escribe y dibuja todas esas páginas en un gran nivel. Pero volvemos a la serie mensual, con Shooter, George Perez (que era el dibujante titular) y el enigmático arranque de la saga de Korvac, que se va a extender a lo largo de unos cuantos números. El conflicto grosso va a avanzar despacio, y se va a ver interrumpido no solo por fill-ins intrascendentes (una epidemia en esta época de Marvel) sino también por la irrupción de otros plots, principalmente el que involucra a Ultron y Jocasta. De nuevo, tenemos muy buenos diálogos, bastante desarrollo para los personajes que no tenían revista propia (Beast, Scarlet Witch, Yellow Jacket, Hawkeye, Wasp, en menor medida Wonder Man) y bastante énfasis en la pica creciente entre Iron Man y Captain America, una grieta que -con idas y vueltas- se va a ensanchar con los años hasta estallar en la célebre Civil War. Otros plots que irrumpen en medio del arco de Korvac involucran a Tyrak y al Collector, mientras los Avengers y los Guardians of the Galaxy corren de un lado al otro, como bola sin manija, y Perez deja la serie para concentrarse en el próximo annual. Shooter, mientras tanto, logra que lo reemplacen Bill Mantlo y Marv Wolfman en un par de números, y ya a partir del 175 (que coincide con su ascenso a Editor in Chief) lo suma a David Michelinie como guionista encargado de darle forma a sus argumentos. La saga de Korvac termina, entonces, con Shooter como argumentista Michelinie como guionista y el correcto David Wenzel a cargo de los dibujos. Es un final raro, agridulce, donde los Avengers no solo la ligan como en bolsa, sino que además no saben si ganaron o perdieron contra esta amenaza tan compleja, tan ambigua. Y ya está, no más Shooter por un largo tiempo en esta colección. Es el turno del Annual 8, a cargo de Roger Stern y el maestro Perez, que también se despide por un largo tiempo. Una historia clásica, para nada descollante, en la que los entintadores lamentablemente masacran los lápices del dibujante. A partir del nº178 tenemos nada menos que tres fill-ins seguidos. El primero es divertido: una historia muy centrada en Beast, escrita por Steve Gerber en un tono medio jodón, con dibujos de Carmine Infantino, muy mejorados por las tintas del magistral Rudy Nebres. Y después, una pesadilla sententosa: dos numeritos malísimos, escritos por Tom DeFalco y dibujados sin onda por Jim Mooney. Una bazofia, así, de una. Pero llega el nº181, y David Michelinie forma equipo con John Byrne para una etapa que a mí particularmente me copa. Byrne está en un momento extraordinario, y le ponen entintadores de lujo como Gene Day y Klaus Janson. El resultado es un deleite, que -para mi gusto- supera ampliamente lo mejor de Perez en Avengers, obviamente hablando de los años ´70. Los guiones están buenos, son originales, entretenidos. Obviamente la famosa secuencia en la que Henry Peter Gyrich "interviene" a los Avengers y les arma una formación de prepo, es puro humo. Nunca se forma realmente el equipo que elige a dedo este garca, porque los personajes se empiezan a ir, a resolver otros temas, y la urgencia de los villanos y las amenazas obligan a entrar en acción y ponerse la camiseta de Avengers a héroes y heroínas que habían quedado afuera, como Hawkeye y Miss Marvel. Los dos últimos números del Essential (183 y 184, Mayo y Junio de 1979), la saguita contra Crusher Creel con la incorporación oficial de Falcon al grupo, son una promesa muy atractiva de que esta serie no se va a ir al descenso, por lo menos en el futuro inmediato. Por suerte para los lectores, Michelinie va a bancar un equipo de pocos integrantes, pero va a contar en paralelo varias historias centradas en los que quedaron afuera, lo que en cierto modo empezaba a evidenciar la necesidad de dividir a los Avengers en más de un grupo (y más de un título mensual), que es algo que se va a concretar ya entrada la década del ´80. Hay un Essential más de Avengers, con otra tanda de numeritos que tengo en revistas, y que no me jodería para nada largar, para disfrutar de esas historias en blanco y negro. Así que estoy atento. Y tengo otro Essential en la pila de pendientes para entrarle pronto. Por último (pero no menos importante)... ¡salió el nº11 de Comiqueando Digital! Una bruta bestia de 372 páginas a la que -una vez más- le pusimos todo para brindar un contenido realmente premium, como no ofrece nadie en toda el habla hispana. 15 notas, un podcast, un video... todo por míseros $ 6.600, que (quiero creer) están al alcance de todos. Así que si se copan y se descargan la revista en https://comiqueandoshop.blogspot.com/, seguro la van a disfrutar y a nosotros nos ayudan un montón. Gracias por el aguante y ahora a tratar de retomar el ritmo de lectura normal, para postear más seguido acá en el blog.