lunes, 6 de octubre de 2014

06/ 10: BLACK KISS Vol.2

Casi 25 años después del primer y revolucionario Black Kiss, el maestro Howard Chaykin se embarcó en una segunda serie, que no es exactamente una secuela de la primera historia, sino que la incluye.
La verdad que no me acuerdo mucho de la primera Black Kiss y no tengo tiempo para releerla. Digo esto porque no recuerdo si en esa primera saga Chaykin explicaba quién carajo era Beverly y de dónde sacaba esos “poderes”. Lo cierto es que acá esa explicación está detalladísima y es muy, muy ganchera. De hecho, la premisa de la obra pasa por ahí: por seguir la vida de esta mujer virtualmente inmortal desde 1906 al presente, un periplo marcado por el sexo, las masacres, las traiciones, los coqueteos con la fama y los cambios de identidad.
En un punto, la trama llega a 1984 y esa secuencia funciona como prólogo a la saga del ´88. Y la secuencia siguiente, la de 1991 hace las veces de epílogo a la historia original. En ambas secuencias hay muchas referencias a lo que sucede en la primera Black Kiss, que me refrescaron (de modo para nada obvio, como suele hacer Chaykin) algunos de los hechos más relevantes de aquel comic. Pero hay muchísima historia previa y bastante historia posterior, que se disfruta sin tener la más puta idea de que alguna vez hubo un Vol.1 de Black Kiss.
Ahora bien, ¿está buena esta “secuela”? Yo creo que es demasiado larga. Quizás sin proponérselo, Chaykin genera una fórmula y la repite demasiadas veces. En un punto ya sabés lo que va a pasar: va a aparecer un travesti que va a asumir la identidad de Dagmar, mientras Beverly se garcha, traiciona y mata a una o varias personas. Eso pasa muchas veces en las 120 páginas que dura la obra y llega a hacerse un poco previsible. Por supuesto está la magia de Chaykin para contar de modo impactante estas escenas, decorarlas con diálogos magníficos (los más groseros y explícitos de su carrera) y shockearnos con penetraciones, felaciones, tríos, orgías, violaciones, decapitaciones, porongas arrancadas a dentelladas, sangre, sudor y semen en cantidades industriales. Cuando uno ya cree que vio todo y que es poco probable que alguna secuencia nos pegue fuerte o nos perturbe, Chaykin pela esa escena en Las Vegas en 1991, en la que un trava se traga los restos de Beverly para luego… implotar (no exactamente, pero no quiero spoilear) y de nuevo bajás el libro al grito de “¡Pará, hijo de puta! ¡No te podés ir TAN a la mierda!”. Posta, entre el sexo y la sangre, Black Kiss exige un estómago entrenado por años de ero-guro.
Lo mejor de todo es que Chaykin se esfuerza por contarnos algo más que un thriller con garches. Acá vemos una vez más la obsesión del maestro por retratar el siglo americano desde una óptica distinta, en este caso la óptica del sexo, la pornografía y las perversiones. Pero en escencia, está hablando de lo mismo que en American Century, que es a su vez parecido a lo que trató de hacer en Century West: de cómo el Siglo XX moldeó a EEUU y viceversa. El capitalismo, la inmigración, el jazz, el cine, la tele, las guerras “por la democracia y la libertad”, los conflictos raciales, las drogas, el conservadurismo religioso… todas esas cosas quintaesencialmente yankis y quintaesencialmente del Siglo XX son elementos que en este Black Kiss reciben tanta atención como las chupadas de pija.
Como si eso fuera poco, el compromiso de dibujar una historia que abarca más de 100 años lo obliga a Chaykin a dar cátedra en una materia en la que siempre le fue bien: la documentación. El maestro pela trajes, vehículos, interiores y exteriores perfectamente tomados de 10 u 11 décadas distintas y además el propio argumento lo lleva a cambiar de locaciones cada 10 ó 20 páginas, de modo que la saga recorre unas 10 ciudades de EEUU, sin contar los muchos suburbios de Los Angeles en los que transcurren los últimos episodios. Como sabe que acá no va a venir ningún colorista a meterle efectos y texturas a sus dibujos, Chaykin deja la vida en el lápiz, la tinta y las tramas mecánicas. Esto está mucho mejor dibujado que las historias pensadas para publicarse a todo color, lo cual nos permite hablar de un nivel al que pocos autores pueden aspirar. La narrativa está llena de los yeites clásicos del maestro, y además de riesgos, de enfoques y puestas en las que se lo ve a Chaykin experimentar con cosas nuevas.
No sé si este segundo Black Kiss era imprescindible y dudo que cause el impacto que causó el original allá por el ´88. Pero me intrigó, me hizo pasar un buen rato, por momentos me shockeó y todo el tiempo me fascinó con la calidad del dibujo y el voltaje pasado de rosca de los diálogos y los garches. Si sos fan del ídolo, no te lo pierdas. Y si querés ver como se hace un comic erótico bien hot pero con un argumento sólido (largo y duro, diría el chiste fácil) ponete en cuatro que Howard Chaykin te lo explica en dos pijazos.

5 comentarios:

  1. Para refrescarte la memoria Beverly era un Vampiro, aunque nunca la llamen como tal, aunque nunca aclaran como se transformo o si nació así y dejen la duda de si era únicamente humana.

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  2. Lo "curioso" de la primer BK es que Chaykin dibuja al trava como si fuese verdaderamente una mina hasta que se da la "revelación": estamos frente a un efecto símil "El juego de las lágrimas" (el film)
    Pablo

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  3. Leíste esa aberración de Chaykin denominada. AVENGERS 1956 .?

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  4. No, nunca me animé. Banco a muerte a Chaykin, pero a tanto no llegué.

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  5. Bueno loco, hay que pagar la olla.

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