lunes, 2 de abril de 2018

DOS DEL DOS

Hoy es 2 y los libros que tengo para reseñar también son dos.
Empiezo con el Vol.1 de Bajo un cielo como unos pantis, un recopilatorio de historias cortas de Shun Umezawa, un mangaka que está pegando fuerte en Europa. Las dos primeras historias están centradas en Hiroshi y Mikami, una pareja de amigos, primero en la escuela secundaria y después 10 años más tarde, cuando ya (se supone que) son adultos. Umezawa narra en un tono de comedia ácida, filosa, donde es obvio que busca la risa del lector, pero también tira reflexiones muy interesantes sobre temas clave en la sociedad como el éxito económico y profesional, la discriminación en sus distintas formas, la sexualidad, las dificultades para formar pareja si sos medio nabo, fulero, o si sos soltera y tenés pibes. Los chistes de culos, pijas y pajas eclipsan un poco el mensaje, pero está, y está bueno.
La última historia introduce una especie de elemento fantástico, y un clima más de thriller, con crímenes, policía y demás. Es la historia más breve del tomo, y no precisamente la mejor. Pero la historia definitiva, la que me permite pasar a Umezawa de la lista de “a ver qué onda” a la lista de “te compro todo lo que hagas hasta el fin de los tiempos o hasta que salga campeón Gimnasia Esgrima de La Plata” es la tercera, Caos en las aulas. En estas 38 páginas, Umezawa da cátedra de historieta, ya despegado del tono de las andanzas de Hiroshi y Mikami, que eran relatos que tranquilamente se podían contar en una película, una serie de TV y hasta (con un poco de buena voluntad) en una obra de teatro. En Caos en las aulas está todo perfectamente orquestado, el autor logra narrar en paralelo varias historias ambientadas en un colegio secundario donde hay chistes groseros, drogas alucinógenas, embarazos no deseados, traumas mentales, tendencias suicidas, un garche sumamente hot y al final… el cataclismo. Historieta perfecta, sin ninguna duda.
El dibujo de Umezawa es excelente, muy realista, muy lejos de los estereotipos del shonen (salvo alguna minita en las primeras historias), con un cuidado impresionante en las expresiones faciales, en el lenguaje corporal, y por supuesto en los fondos, que están basados en referencia fotográfica. La narrativa es impecable, la aplicación de los grises es perfecta… Realmente quedé maravillado con este autor que todavía no cumplió 40 años y ya se perfila como un auténtico prócer del seinen.
Me vengo a Argentina, a 2017, para leer (por primera vez, porque cuando salió en Fierro no me enganchó en absoluto) el libro que recopila ¡México Lindo!, del gran Fer Calvi. Me gustó mucho, me pareció una historia muy simple, muy lineal en su esencia, a la que el autor se esforzó por darle una pátina experimental, extraña, bizarra incluso en algunos pasajes. Las referencias a The Long Goodbye, el homenaje a Sherlock Time, Steve Canyon o a la editorial Novaro, la onda lisérgica, frenética, que Calvi le impone a algunas secuencias (sí, acá Calvi se copa y narra con secuencias) son condimentos atractivos, que le agregan espesor a la experiencia de lectura, pero nada termina de opacar el hecho de que el protagonista va avanzando a paso firme por una trama lineal, marcada por la ineluctable lista de Sancho (de hecho, la historieta podría llamarse así, La lista de Sancho).
Para cuando llega el desenlace, ya atravesamos un montón de sensaciones y emociones distintas, vibramos al compás de algunos giros imprevistos en el guión, nos empapamos de varios climas distintos y acumulamos peleas, persecuciones, sexo, drogas, misterios y traiciones como en el más cabeza de los thrillers. Un poco por eso, no recomiendo leer ¡México Lindo! de una sóla sentada, sino fraccionado, en varias tandas.
Cuesta cerrar el libro y hacer la pausa, porque el dibujo de Calvi es realmente hipnótico. La línea y el color compiten todo el tiempo a ver quién se zarpa más, quien impacta más al lector, quién ofrece las variantes más locas, más originales, más expresivas o incluso más desaforadas. El color está cuidado al milímetro: hasta el fondo de la página sobre el cual Calvi planta las viñetas está laburado para remitirnos al papel berreta de las viejas historietas mexicanas. También para ese lado apunta la planificación de la página, que es básicamente clásica, con muchas viñetas circulares que me tiraron flashbacks letales a la época de Dick Sprang como dibujante de Batman. La verdad que es muy difícil describir la magia que tira Calvi en la faz gráfica de ¡México Lindo!. Sería mucho mejor que cada uno lo comprobara por sí mismo y viera qué cosas le transmite este trabajo (a mi juicio lo mejor que hizo del 2000 para acá). Quiero más obras de Calvi con esta estética, obviamente.
Y hasta acá llegamos por hoy. Nos seguimos leyendo pronto, ni bien tenga más libros para reseñar. Gracias y hasta entonces.

1 comentario:

  1. Interesante lo de Shun Umezawa, no lo conocía. Procederé a darle una oportunidad.
    Saludos cordiales.

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