jueves, 26 de diciembre de 2019

JUEVES INDECISO

Llueve, sale el sol, refresca, hace calor, sopla un vendaval, se calma… Imposible decidir qué ropa ponerse para salir hoy a la calle, por lo menos en Buenos Aires. Pero bueno, ya estoy en casa tranqui y en patas, listo para escribir nuevas reseñas.
Arranco en Brasil, con un libro editado en el 2000: Fantasías Urbanas, un recopilatorio de tiras e historietas de Aline, la fabulosa creación del gran Adao Iturrusgarai. El dibujo de Adao en esta obra es perfecto: plástico, sintético, con mucha gracia, con un trazo amistoso que rápidamente te incluye, te atrapa, te invita a jugar.  Los fondos están buenísimos, el color es excelente y cuando el chiste lo invita a Iturrusgarai a cambiar de estilo, lo hace y vuelve a sorprender.
La tira nos mete en la desopilante comedia que es la vida de Aline, una chica de… ¿18, 19, 20 años?, fanática del sexo, la birra y el rock, que tiene dos novios y se acuesta con los dos al mismo tiempo, con total naturalidad. Una verdadera pionera del poliamor. Adao nos hace querer muchísimo a esta chica, en parte porque –si bien está clarísimo que es muy atractiva- no la hace posar de diosa, sino que nos la muestra en situaciones patéticas, desde la obvia paja abajo de las sábanas hasta vómitos, meos en cualquier lado y un pase de merca que la deja recontra-acelerada. Además del sexo, la droga y el rock, Iturrusgarai problematiza (con perdón de la palabra) también el tema de las dietas, de cómo las chicas jóvenes perciben su cuerpo, y le dedica unas cuantas tiras al síndrome pre-menstrual. Todo esto de modo muy zarpado y sobre todo muy gracioso, con un timing preciso, afilado y unos remates explosivos e impredecibles.
Aline es una gran tira, con mucha honestidad y mucha valentía para explorar los aspectos menos glamorosos de la vida exterior e interior de una chica joven, a un nivel muy alto y encima con algunos de los mejores dibujos de este gran autor brasileño radicado hace ya varios años en Argentina. Y no, en nuestro país esto no lo edita nadie. Hay que conseguir las ediciones brazucas y leerlo en portugués. ¡Droga!
Avanzamos unos años y llegamos a 2004, cuando Will Pfeifer toma las riendas de la serie regular de Aquaman, tras un relanzamiento a cargo de Rick Veitch sumamente puteado por la hinchada. Pfeifer arranca con los tapones de punta, pateando el tablero bien a la mierda: más de media ciudad de San Diego se hunde en el Océano Pacífico y empiezan a aparecer sobrevivientes… ¡que respiran agua en vez de aire! Aquaman se va a poner al hombro la reconstrucción de esta nueva ciudad sumergida, la organización de esta sociedad que ahora respira agua y trata de adaptarse a la vida sin fuego, sin papel, sin un montón de cosas que no pueden existir bajo el agua. Y además va a investigar qué carajo pasó, quién o quiénes son los responsables del cataclismo y de la imposible mutación que sufrieron estos miles de humanos que ahora conviven con los peces.
La trama es realmente atrapante, está muy bien llevada, los sacudones y las revelaciones shockeantes llegan en los momentos justos, hay construcción de subplots a futuro, personajes nuevos pensados para enriquecer la mitología del personaje y si hay algo para criticar es que Aquaman no tiene profundidad. Al guionista no le interesa ahondar en la personalidad del ex-monarca de Atlantis sino que nos lo presenta simplemente como un tipo noble, poderoso y por momentos un toque intimidante, siempre decidido a hacer lo correcto, cueste lo que cueste. Los diálogos están bien, no hay escenas de machaca metidas a presión, y casi hasta el final me comí el amague de que Sub Diego se podía leer como una novela gráfica, con principio, desarrollo y fin. En última instancia, Pfeifer me empomó y me dejó un par de puntas sin resolver… pero por suerte tengo a mano el TPB que le sigue a este.
A cargo del dibujo está Patrick Gleason, no al nivel que veremos más tarde en Green Lantern Corps o Batman & Robin, pero con buenos primeros planos, buena anatomía, una narrativa sobria y consistente, un entintado versátil a cargo de Christian Alamy (otrora dibujante de varias miniseries de Lobo) y lo más lindo: Gleason le sigue el ritmo a Pfeifer y dibuja ocho episodios consecutivos, algo que hoy, 15 años después, es prácticamente una quimera.
Había leído esta saga hace más de 10 años y en revistitas, y creo que esta vez la disfruté un poco más. Y si mal no recuerdo, lo que viene después (creo que ya sin Pfeifer) es mejor. Así que sí, recomiendo Sub Diego a los fans de Aquaman, de Will Pfeifer, o de los superhéroes de DC en general.

Nada más por hoy. Nos vemos el sábado a las 17 hs en Sector 2814 y pronto habrá nuevas reseñas acá en el blog.

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