miércoles, 10 de agosto de 2022

ACÁ ESTOY DE NUEVO

Estuve varios días totalmente absorbido por el cierre de la Comiqueando Digital, sin tiempo para leer comics, mucho menos para escribir acerca de ellos. El esfuerzo dio sus frutos (suele suceder) y la nueva entrega de la revista ya está disponible en https://comiqueandoshop.blogspot.com/, donde se puede descargar por muy poquita plata y acceder a unas notas tremendas, historietas gloriosas y contenidos audiovisuales exclusivos de primer nivel. Vamos con las lecturas. El Brujo es una historieta de autores chilenos que se publicó a lo largo de varios años y en distintas revistas, y que se recopiló este año en un tomo integral del cual tuve el privilegio de escribir el prólogo. El libro es un lujo, está armado con cariño, con jerarquía, por momentos hasta con picardía, y realmente tiene todo lo que cualquier fan de Román Farías (que así se llama El Brujo) quería ver en un integral. El punto débil de esta serie, breve pero de gran impacto entre los fans trasandinos, son los dibujantes. Uno tras otro, se suceden dibujantes con muy escasa onda, en su mayoría tributarios de la estética que imperaba en el mainstream yanki a mediados de los ´90: Scott Campbell, Joe Madureira, Humberto Ramos... esa onda, pero en versiones de menor calidad. Eso sí, con una paleta de colores totalmente distinta a la que usaban los comics de esos autores, obra de un hábil Carlos Badilla. Y con una puesta en página totalmente opuesta a la de los dibujantes a los que imitaban: acá todo está muy apretado, muy comprimido, las historias se narran en pocas páginas en las que pasan muchas cosas y hay muchas viñetas, algunas muy cargadas de texto. El Brujo es un comic abigarrado, agorafóbico, que por momentos te agobia por la cantidad de elementos que hay en cada página. Estas mismas historias, contadas en más páginas, con más aire para que el dibujo se luzca (ponele) se verían mucho mejor. Los guiones de Brian Wallis y Francisco Inostroza están muy bien, porque son 100% en joda. La idea de crear un superhéroe que en realidad es un joven chileno medio garca los lleva enseguida al terreno de la comedia, donde se mueven con mucha soltura. La aventura más divertida es la que está escrita más en joda, la menos aventurera, que es la del casting de supervillanos. Ahí Wallis demuestra ser un alumno aventajado en las cátedras que dictaron Keith Giffen y J.M. DeMatteis en su Justice League, a la que por supuesto le tira homenajes y referencias copadas. También hay mucha referencia a la cultura pop de los ´90, desde Ren & Stimpy a las cámaras ocultas de VideoMatch. Así que son unas cuantas páginas muy entretenidas. Esto mismo, con historias menos comprimidas y dibujantes más capaces, podría ser un clásico que trascienda ampliamente sus coordenadas temporales y geográficas. Pero bueno, les tocó en suerte esta narrativa tan sobrecargada y dibujantes que quizás ahora superaron este nivel, pero lo que muestran en El Brujo es bastante inconsistente, especialmente en el caso de Javier Bahamonde. Yo conocí a El Brujo cuando mi amigo Francisco Inostroza me mandó este libro en .pdf para invitarme a escribir el prólogo. Y la verdad que me pareció una idea muy atractiva, cuyo desarrollo por ahí no resultó tan eficaz, pero que para pasar un rato y rememorar las boludeces de los ´90, está muy bien.
Entre los años 2014 y 2015, el maestro británico Brendan McCarthy produjo para Dark Horse una obra fascinante llamada Dream Gang, luego recopilada en libro en 2016. El argumento es una epopeya fantástica en el mundo de los sueños: la clásica aventura de buenos contra malos que aspiran a destruir la realidad toda, pero ambientada en un universo onírico, con reglas más extrañas que las de cualquier otro mundo fantástico que puedas imaginar. Es una fórmula clásica, pero fresca, muy bien condimentada con ideas atractivas, buenos diálogos y algo de desarrollo de personajes. En ese aspecto, McCarthy todavía tiene muy marcado el genoma de la 2000 A.D., donde todo está jugado al plot y rara vez se le da bola al desarrollo de los personajes, y ese puede llegar a ser el único punto algo insatisfactorio de Dream Gang. Todo lo demás es un festival de imaginación, magia y audacia creativa pasada de rosca. La trama avanza a un ritmo cautivante, los peligros se siente reales, el final es brillante, quedan ventanitas por las que volver si alguna vez el autor decide hacer una secuela, y la extensión de la obra es la ideal para lo que quería contar McCarthy. Pero seamos sinceros: cualquier hallazgo que encontremos en el guion es un bonus track. Todos nos compramos los comics de McCarthy por los dibujos, y medio que los guiones nos chupan un huevo. Blanqueado ese punto, estoy en condiciones de afirmar que el dibujo de Dream Gang es perfecto. Es esa narrativa clásica, casi adusta, de los autores de la 2000 A.D., que identificamos con (por ejemplo) Carlos Ezquerra o Steve Dillon, combinada con un trazo mágico, psicodélico, lleno de yeites heredados de Moebius y Philippe Druillet, pero absolutamente personal. Y por supuesto con ese coloreado alucinante que caracteriza desde siempre al genio salvaje que es McCarthy. Visualmente, Dream Gang es un comic insuperable, que te hipnotiza en la primera secuencia y te lleva a delirar por climas, paisajes y momentos asombrosos, que te quitan el aliento. Si sos fan de Brendan McCarthy, ni hace falta que te lo recomiende. Y si no, este es un buen punto de entrada al universo desaforado y demencial de este genio del Noveno Arte.
Para cerrar, breve mención a La Sonrisa de Duchenne, una historieta corta de Damián Connelly que salió en formato de comic book de 20 páginas. A pesar de los climas oscuros y la temática sumamente perturbadora, la historia no me logró atrapar. Me pareció que había mucho impacto pero poca sustancia. Por otro lado, el de la gráfica, me encantó ver a Connelly más suelto, más libre, cada vez más cerca de despegarse de ese realismo foto-dependiente que adoptó desde que volvió a dibujar. Sin dudas ese es el camino a seguir. No sé cuándo voy a volver a postear en el blog, pero seguramente habrá más reseñas en algún momento. Y nos cruzaremos durante el finde con quienes asistan a Crack Bang Boom. No sean ortivas y saluden. Gracias y hasta pronto.

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