martes, 7 de febrero de 2023

CLOCKWORK APPLE

Bueno, al final este libro no era tan voluminoso. Apenas 240 páginas que, como en todo manga, se leen rápido, gracias a la narrativa ágil, muy basada en la acción, en contraposición con el Showcase de los Challengers donde estuve días luchando contra esas viñetas repletas de diálogos y bloques de texto que te explicaban absolutamente todo, por las dudas de que no entendieras lo que estaba sucediendo. Este libro es un sueño húmedo: tapa blanda, historias cortas, material escrito y dibujado por el glorioso Osamu Tezuka entre 1968 y 1973, en ese período alucinante en el que pasa de ser "el mangaka que dibuja divertidas aventuras para chicos de todas las edades" a ser el amo y señor del gekiga más oscuro y más retorcido. Parece mentira que en castellano no esté editado y que en EEUU haya salido gracias a un crowdfunding, porque la editorial no se quería arriesgar. Pero veamos que nos ofrece el Manga no Kamisama en estos ocho relatos. En el primero, el protagonista es un jerarca nazi que tiene a su cargo un campo de concentración, donde tortura, viola y asesina sin piedad a sus prisioneros, en busca de una droga que finalmente encuentra... demasiado tarde. Tezuka es tan cruel, que hasta la última página te hace creer que este hijo de mil putas se va a salir con la suya. Es una historia tan siniestra, con tanta mala leche, que el dibujo exagerado, caricaturesco, casi humorístico del Dios del Manga hace un poco de ruido. Probablemente el argumento funcionaría mejor con un dibujante más realista, un Takao Saito, ponele... La segunda es una historia que mezcla romance y ciencia ficción (y también hay asesinatos y sexo, ¿por qué no?), donde se toca un tema que muchos años después va a reaparecer en los comics de Marvel: la posibilidad de que una mujer androide dé a luz a un hijo, fruto de su amor con un hombre de carne y hueso. Salvo el final, que es medio frutero, el resto es excelente. La tercera historia es la más extensa y la que da título al libro. La trama es brillante, es de esos guiones de Tezuka que parecen mecanismos de relojería, en donde todo encaja, hay explicaciones hasta para los sucesos más bizarros y cada detalle que se menciona al pasar resulta importante en algún momento del desarrollo. A Clockwork Apple te pone muy nervioso, te hace sentir la opresión, el enrosque y en un punto me hizo acordar a Dead Air, la opera prima de Michael Allred que vimos el 11/05/15. También se cae un poquito al final, probablemente porque Tezuka no quería continuar la historia más allá de las 60 páginas. Pero daba para un poquito más. Después viene la historia más floja, la del taxista y el pasajero, dos personajes uno más turbio que el otro que se psicopatean el uno al otro a lo largo de 17 páginas. La consigna de la historia es buena, los personajes son atractivos, pero le falta fuerza al conflicto y onda a la resolución. La quinta historia es una de romance y misterio, muy bien llevada, donde Tezuka vuelca su pasión por la medicina. En la resolución es muy importante un quiste, parecidísimo al que me extrajeron a mí a los 18 años, así que me sentí muy identificado con la protagonista. Los médicos que me atendieron en aquel entonces me dijeron que mi caso era de uno en un millón, y Tezuka juega esa misma carta en la historia, para sorpresa de la inmensa mayoría de los lectores, que deben creer que lo que cuenta el ídolo es algo 100% fantástico, que se le ocurrió a él y no existe en la realidad. Pero yo doy fe de que existe. El sexto relato es otra oda a la crueldad y la truculencia. Acá vemos morir acribillados a niños, niñas y adultos, hay drogas, torturas y violaciones y un nivel de violencia y sordidez que me imagino que habrá causado escozor allá por 1972. El ritmo es tremendo, la forma en que Tezuka crea tensión y te manipula para que creas que los malos van a ganar también, es impresionante. Y encima el final es redondísimo. Nos queda la otra historia que compite con la sexta a ver cuál es la mejor. Esta es una de intriga política, sin elementos fantásticos, en la que básicamente se planifica y se ejecuta un atentado contra la vida del Primer Ministro, en otro relato tenso, narrado como solo el Dios del Manga podía hacerlo, en este caso con dibujo más serio, más adusto, menos estridente, pero de una efectividad apabullante. Y cerramos con una historia de codicia, venganza y sexo, ambientada en el futuro y repleta de mala leche. Acá también hay traiciones abyectas, muertes escabrosas, garches enroscados y un clima de desolación digno de mejor gekiga. No la pongo al nivel de las dos anteriores porque el final es un poco más predecible, pero sin dudas es una excelente historieta, que en apenas 38 páginas desarrolla un conflicto muy espeso y le da carnadura a cinco o seis personajes importantes. No hay nada que hacer: cuanto más exploro esta etapa en la producción de Tezuka, más me asombra su transformación, su maduración, sus ganas de subirse la apuesta a sí mismo una y otra vez, de pintarle el culo a los que lo habían catalogado de "autor de aventuras para chicos", un poco para bajarle el precio. En los ratitos libres que le dejaron algunas de sus obras más impactantes y más laureadas, el Dios del Manga reservó un poquito de su magia para estas historias cortas, que resultan un deleite incluso leídas 50 ó 55 años tarde. Capo absoluto. Y ahora sí, tengo para encarar un libro bastante más extenso, así que me voy a tomar unos días para saborearlo. Nos reencontramos pronto con esa reseña, acá en el blog.

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