lunes, 27 de febrero de 2023

NOCHE DE LUNES

Por distintos motivos, vengo con poco tiempo para leer comics e incluso para reseñarlos. Pero luego de un paréntesis, hoy retomamos. Terminé (ya era hora) Fables. Tardísimo, como siempre, me devoré esa rareza editorial que es al mismo tiempo el nº150 (recontra extra-large) de la serie mensual y el Vol.22 de la serie de trade paperbacks,. Estamos hablando de un alto masacote de 160 páginas publicado en 2015 que trae historietas, relatos en prosa y textos en lo que los autores se despiden entre sí y de los lectores que los acompañaron a lo largo de los 13 años en los que Vertigo publicó la serie mensual. La historieta principal, a cargo de (como no podía ser de otra manera) Bill Willingham y Mark Buckingham es una novela gráfica de 77 páginas, en la que los creadores de Fables cierran todos los plots importantes que tenían abiertos y resuelven de una vez el conflicto entre Red Rose y Snow White, las hermanas que protagonizan esta última etapa de la serie. Acá tenemos una combinación entre momentos épicos y momentos intimistas muy lograda, en la que además mojan el pancito, a veces en roles muy sorpresivos, varios personajes más. Es un lindo cierre, y además el dibujo de Buckingham está a un nivel glorioso, coloreado mejor que nunca por Lee Loughridge. Pero hay más: como ya vimos en el TPB anterior, Willingham complementa la historia principal con un montón de historias cortitas, que nos narran el final de distintos personajes secundarios. Acá hay gemas, boludeces tolerables y algún que otro bofe. Los finales de Pinocchio y Gepetto son magníficos. El de los cachorros de Bigby Wolf y Snow White también. Y la historia en la que finalmente vemos cómo las autoridades terrenales (ejército y policía) toman cartas en el asunto de Fabletown tiene un guion demasiado bueno para ser real (y para que lo dibuje a media máquina Lam Medina). Y cuando ya creías que era todo rejunte de historias cortitas y personajes del Ascenso, en las últimas páginas reaparecen Willingham y Buckingham para una breve historia ambientada muchos años en el futuro que es pura magia y emoción. En el medio hay breves colaboraciones de monstruos como Neal Adams, Mike Allred, Teddy Kristiansen, Gene Ha, Bryan Talbot o Joëlle Jones, algunos con muy poquitas viñetas, otros con secuencias un poco más largas. Sin dudas es un cierre a la altura de la chapa de una serie que durante 13 años cosechó premios y popularidad a lo pavote, que tenía muchos más lectores que ejemplares vendidos (mucha gente le prestaba sus revistas o libros de Fables a otra para que se cebara y la empezara a leer/ coleccionar), que generó una brutal cantidad de spin-offs y que convirtió a la dupla de Willingham/ Buckingham en una de las más aceitadas y más eficaces de la historia del comic yanki reciente. Años más tarde, Fables volvió, e incluso retomó la numeración con el nº151, pero esa ya es otra historia. La historia posta termina acá, con toda la fanfarria que ameritaba semejante epopeya creativa y editorial. Gracias a todo el equipo que metió mano en Fables por tanta magia y tantos buenos momentos.
Me vengo a Argentina, año 2022, cuando un grupo de escultores y modeladores 3-D se juntan para imaginar un universo de personajes al estilo Masters of the Universe, para desarrollar una línea de action figures (muñecos, para los amigos) de alto impacto. Como complemento, se les ocurre escribir una historieta protagonizada por estos personajes, que se llama Sentencia Astral y que le da un contexto al conflicto entre estos poderosos guerreros del Bien y el Mal. Con el guion consensuado entre todos, consiguieron que lo dibujara el querido maestro Marcelo Sosa (fallecido hace pocas semanas) y lo coloreara el talentoso Guillermo Villarreal. Así, el Vol.1 de Sentencia Astral se convirtió en una realidad tan tangible como los muñecos. No es muy difícil sospechar que el énfasis de los escultores estuvo puesto en imaginar el look y la contextura de cada personaje. Ahí, realmente la rompieron, porque todos se ven increíbles. El trabajo de Sosa para darles vida también es encomiable. Pero después hay varios problemas: el color quedó muy opaco, muy deslucido. Y hay textos en letra negra aplicados arriba de fondos de colores muy oscuros, lo que hace casi imposible descifrar qué dicen. El guion es confuso, las secuencias están hilvanadas de una manera que más de una vez te deja pagando y decís "¿qué pasó entre el cuadro anterior y este?!?". ¿Por qué pasa esto? Porque la historieta tiene apenas 33 páginas y lo que tratan de contarnos los autores es muchísimo más complejo y ambicioso que lo que se puede desarrollar en un espacio tan acotado. Además, se nota la intención de darle protagonismo a la machaca, con lo cual toda la explicación de quiénes son los malos, quiénes son los buenos, cómo reciben sus superpoderes estos muchachones argentinos, quién les explica cuál será su misión, etc., muchas veces no se ve en las viñetas, sino que aparece resumido en extensos bloques de texto que complican la fluidez de la lectura. Es como si al comic le faltaran (además de personajes femeninos, que no hay ninguno) algunas páginas en las que se cuentan gráficamente momentos y diálogos que en este nº1 de Sentencia Astral no aparecen, reemplazados por bloques de texto, o directamente por saltos narrativos que descolocan al lector. Esto además le exige a Sosa armar páginas con ocho o nueve viñetas, algo que le resta lucimiento al dibujo del ídolo. En el medio del bolonki, hay unos cuantos diálogos graciosos, peleas épicas muy bien dibujadas y un vértigo creativo, un frenesí, que salta hacia afuera de la página y te atrapa, aunque a veces la historia no se entienda o se empantane en decisiones narrativas equivocadas. Complementan el librito varios pin-ups de dibujantes invitados, y la infaltable publicidad para que compres los coñemus de tus héroes o villanos favoritos y la machaca entre el Bien y el Mal siga en tu casa, y en tus manos. La triste e inesperada muerte de Marcelo Sosa no frena al proyecto, y los creadores de Sentencia Astral ya están trabajando en un segundo comic, que ojalá tenga más páginas para que todas esas ideas y esos personajes se puedan desarrollar de manera más armónica. Nada más, por hoy. Ya arranqué a leer otro librito y ni bien tenga un par terminados, vuelven las reseñas. Será hasta el mes que viene.

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