lunes, 29 de abril de 2024

RESEÑAS CUESTA ARRIBA

Tardé horrores en volver a postear, y apenas tengo leídos dos libritos. Ya mi ritmo de lectura/ reseñas se está por caer debajo de la línea de pobreza. Hace siglos, un lejano 23/09/16, hablamos acá del Vol.1 de Injection, una interesantísima serie de Image que lanzaran Warren Ellis y Declan Shalvey, que por lo que tengo entendido quedó inconclusa. Hay un tercer TPB que (al igual que este) recopila cinco episodios, pero la saga no termina. La verdad que mucho no calienta, por lo menos a la hora de leer este Vol.2, porque es prácticamente autoconclusivo. A lo largo de cinco episodios, Ellis y Shalvey plantean, desarrollan y rematan una historia central, y hay un subplot que también se cierra sobre el final de este tomo (para abrir toooodo otro universo de posibilidades que -supongo- se explorarán en el Vol.3). La historia central, si bien está un poquito estirada, se disfruta plenamente sin tener demasiada idea de lo que pasó en el Vol.1 y cero idea de lo que puede llegar a pasar en el Vol.3. Parte de lo que hace tan "unitario" a este tomo es que de los cinco personajes principales que nos presentaran en el Vol.1, hay uno solo que acapara totalmente el protagonismo. Se trata de Vivek Headland, esa especie de Sherlock Holmes frío, brillante, culto, tranquilo, implacable a la hora de pensar, deducir y unir cabos sueltos. Ellis nos propone meternos de lleno en la piel de este personaje, incluso en su vida sexual, para entender por qué razona como razona y actúa como actúa. No es un personaje querible, no es un garca execrable, es una especie de Sr. Spock emocionalmente discapacitado, pero dueño de un intelecto, una sofisticación y un buen gusto imposibles de igualar. El caso que debe resolver Headland es interesante, es original y está bastante bien conectado con lo que parece ser la "trama mayor" de Injection. Hay acción, hay momentos muy violentos, otros en los que sube el voltaje erótico, otros que parecen pasos de comedia en los que Ellis hace gala de su manejo del humor (inglés) y entre todo el bolonki emerge un gran personaje secundario como es Red, el inquebrantable ladero de Headland. El resultado son 100 páginas en las que la trama avanza a un ritmo mayoritariamente pausado (muy acorde con un relato de investigación detectivesca), sin perder nunca el interés del lector. Y para eso también es fundamental el trabajo de Declan Shalvey en los dibujos y la gran labor de la colorista Jordie Bellaire. Shalvey esconde cualquier rasgo de virtuosismo que haya mostrado en obras anteriores para sacar a relucir su estilo adusto, sin estridencias, que se destaca por su notable ojo para la elección de los planos. En el último episodio los fondos escasean como los artículos beneficiosos para la mayoría de los argentinos en las leyes que manda al Congreso el presidemente Milei, pero en la página en la que se arremanga y mete un fondo grosso realmente humilla y doblega. Cuesta recomendar una historieta que es parte de una serie inconclusa, pero este tomo puntual de Injection se la re banca por fuera del contexto de la serie, y brilla con luz propia, sobre todo si te gustan esos personajes atípicos, ambiguos, con muchos matices, y esos diálogos plenos de fina mala leche que Warren Ellis maneja tan bien.
En Francia conseguí un manga de Shintaro Kago que está publicado en castellano y en inglés, pero que nunca había visto: Ciudades e Infraestructuras, una extrañísima recopilación de historias cortas producidas por el ídolo en 2021. A lo largo del tomo predominan las historias de cuatro páginas, en las que Kago generalmente desarrolla una idea visual, muy limada, muy asquerosa, o las dos cosas. A veces va hacia un remate clásico, en busca de un efecto humorístico, pero la mayoría son cosas que se le ocurren en base a imágenes que quiere plasmar en el papel. Algunas, con escasas cuatro páginas y todo, son geniales, ya sea por el impacto visual, o por lo zarpado, lo extremo, lo absolutamente ido al carajo de los conceptos que rebolea el autor. Hay una historieta más larga, de 12 páginas, una especie de misterio que también va a desembocar en una imagen final de alto impacto, pero en el medio tiene un clima que se va enroscando para ponerte nervioso, algo que en las historias más cortas Kago no tiene espacio para orquestar. Y sobre el final, lo más bizarro: 15 páginas de Yonkoma, o 4-Koma, esas tiras verticales de cuatro viñetas que son las que habitualmente utilizan los dibujantes de humor gráfico en Japón. Cada página ofrece dos tiras, con viñetas muy chiquitas en las que el dibujo se reduce a su mínima expresión... y en las que Kago mete las ideas más groseras del tomo. La mayoría de las tiras cómicas tienen que ver con conchas, pijas, mutilación de pijas, trepanación de cerebros, violencia, sexo y personajes que (por el estilo mega-sencillo que adopta Kago) parecen todos menores de edad. Si en las historias de cuatro páginas el mangaka se juega mucho al impacto visual, acá al no tener casi espacio para dibujar en cada cuadrito, va directo al hueso, a impactar sin piedad con ideas tremendas, de las que te hacen suponer que estás frente a la obra de un desquiciado total. De la demencia a la escatología, de los pijazos en la oreja a los cadáveres que salen del inodoro, Kago se anima incluso a salpicar el horror y el asco con algún tinte más lírico, con ironías un poco más finas y con puntitas para reflexionar acerca de algunos de los trastornos obsesivos que padecen las sociedades "modernas" de Occidente. El dibujo es mínimo en las 4-Koma, tranqui en la mayoría de las páginas de las historietas cortas y descomunal cuando te tira esas ilustraciones que ocupan dos páginas y que se podrían ampliar, enmarcar y exhibir como posters para apreciar todos los detalles imposibles e indescriptibles. Sí, ya sé, yo no colgaría en mi pared un poster donde ves cómo unos tipos matan mujeres, les separan la piel de los cuerpos y las rellenan con algo que no sabés si son fideos o gusanos. Pero bueno, la vanguardia es así. Y los fans de Shintaro Kago ya estamos acostumbrados a este tipo de animaladas. Nada más, por hoy. Ojalá esta semana tenga más tiempo para leer y reseñar comics. Nos vemos el viernes en la Biblioteca Nacional, donde voy a estar como moderador en la presentación del libro de historias cortas del grossísimo Carlos Dearmas.

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