el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 17 de mayo de 2024

VIERNES TRANQUI

En el 2008, en uno de sus infrecuentes regresos al mundo de la historieta, el maestro Serge Clerc se despachó con una novela gráfica de más de 220 páginas titulada "Le Journal" (la revista), en la que cuenta desde una óptica muy personal la historia de la revista Métal Hurlant. Le Journal es una obra rarísima. Primero porque es mezcla de documental y autobiografía: Clerc cuenta la historia de Métal Hurlant (centrada sobre todo en la figura de Jean-Pierre Dionnet, el director de la etapa original de la revista) pero a la vez cuenta su historia personal: su llegada a París desde su pueblo natal, su crecimiento, las cosas que descubrió (sexo, drogas, rockanroll, cine, comics, literatura, viajes, escabio...), su propia evolución como artista, los vínculos que entabló con editores, autores, comerciantes y fans... O sea que es la historia de Métal Hurlant, pero también la del propio autor. Y segundo por la forma de narrar que elige Clerc: No solo es raro verlo trabajar en blanco y negro. También es loquísima la forma en la que Clerc integra a las viñetas (a veces dentro de los globos de diálogo o de pensamiento, a veces simplemente en los fondos) todo tipo de piezas gráficas, que reproducen u homenajean a portadas de comics (yankis y franceses), portadas de revistas de otros tipos, de antologías con relatos pulp, de obras literarias, portadas de discos, afiches de recitales de bandas, afiches de películas, afiches publicitarios de cualquier cosa, folletos turísticos... Varias veces por página, Le Journal te bombardea con referencias visuales a otras cosas, muchas veces con una leve conexión con lo que le está sucediendo a los personajes en la trama, otras conectadas a lo que se estaba publicando en ese momento en la Métal Hurlant, y otras veces totalmente desconectadas, en una especie de representación metafórica de algo que no se termina de entender. El resultado es una obra que avanza a un ritmo vertiginoso, narrada de manera muy confusa. Todas estas recreaciones que hace Clerc de las portadas y demás piezas gráficas son alucinantes en términos de dibujo, pero terminan por marear al lector que trata de seguir la historia de Jean-Pierre, Serge y otros personajes destacados como Phil Manoeuvre y el mítico Yves Chaland. Seguramente el mejor tramo de la obra es el que indaga en la amistad entre Clerc y Chaland, un vínculo instantáneo y férreo, forjado en la pasión por los comics franco-belgas. Un homenaje conmovedor al genio que nos dejara en 1989 con sólo 33 años. En el aspecto más "documental" de la obra, Clerc nos muestra a Dionnet como un personaje abrumado por los kilombos, que en vez de confrontarlos escapa para adelante... donde genera nuevos kilombos. Por momentos parece ser retratado como "el héroe" de la novela, pero (aunque en el prólogo, que está a su cargo, se suba al carro de los héroes) las agachadas, los dobleces y los matices son tantos que nunca llega a ese nivel. La verdad que no sé si Le Journal es la mejor forma de enterarse cómo se desarrolló la historia de Les Humanoides Associés y su famosa revista. Sí la valoro (y mucho) como vehículo para disfrutar a pleno del infinito talento como dibujante de Serge Clerc, de su línea elegante, sus composiciones impactantes, su manejo del claroscuro, del lenguaje corporal de los personajes, y de la mímesis para adaptar a su estilo todo tipo de materiales gráficos de distintas épocas, distintos países y distintos géneros. Una pena (y a la vez, bastante entendible) que esto exista sólo en francés.
Tarde pero seguro, empecé a leer un manga del que tengo varios tomos comprados, ahí en la pila de los pendientes: Dead Dead Demon´s Dededede Destruction (de ahora en más, DDDDD), una obra de Inio Asano que combina slice of life de chicas de escuela secundaria con elementos de ciencia ficcion y cosas que tienen que ver (o no) con el absurdo, el nonsense. Casi nada en este primer tomo tiene mucho sentido: son casi 200 páginas donde no hay mucho más que una presentación (muy lograda) de los personajes y otra (bastante ambigua) de la situación peculiar en la que viven. ¿Qué hace ahí esa gigantesca nave interestelar? ¿Por qué sus ocupantes (en caso de tenerlos) no se comunican con los terrícolas cuyo espacio aéreo invadieron? ¿Posta viene de otro planeta, o hay una conspiración político-militar con una potencia extranjera? Obviamente a Asano no le interesa revelarnos estos misterios tan temprano, ya que tiene 11 tomos más por delante. Mucho me temo que para llegar al punto en que se aclare todo el tema de la nave (si es que tal cosa sucede alguna vez) habrá que fumarse infinitas páginas de las boludeces que hacen y dicen las protagonistas. Kadode, Ouran y sus amigas están en plena edad del pavo y Asano no lo oculta en lo más mínimo. Por ahí entre la sarta de idioteces que las vemos hacer y decir, alguna conecta con el misterio de la nave nodriza. O no, la verdad que leí un artículo muy bueno de Matías Mir al respecto, pero no me acuerdo cuánto de esto explicaba... y no lo quiero releer para que el manga me resulte más intrigante y las revelaciones me sorprendan. Eso, claro está, si me aguanto más tomos en los que la trama no avanza. Tengo comprados tres más, y la verdad que si el argumento no encuentra una dirección que me convenza para el Vol.4, difícilmente compre los ocho restantes. Por ahora (y acá no descubro la pólvora ni el dulce de leche) el principal atractivo de DDDDD es el descomunal trabajo de Asano y sus asistentes en la faz gráfica, donde se disocian más que en otras obras del ídolo los personajes (dibujados de modo sintético, caricaturesco, como si fuera un manga humorístico) y los fondos, donde hay un trabajo inverosímil, por supuesto hecho en base a fotografías. Hay buenos climas, algunos diálogos divertidos, un misterio bastante original, pero el dibujo lo eclipsa todo, como la nave que le tapa el sol a los habitantes de la ciudad. Tengo varias series de manga empezadas, con tomos en la pila de los pendientes, y varias obras autoconclusivas. Pero las voy a postergar un cachito para leer en las próximas semanas los tomos 2 al 4 de DDDDD y decidir si la sigo o la cuelgo. Ah, me olvidaba: excelente la traducción de Manuel Mercado. Ni bien tenga leídos un par de libros más, nos reencontramos con nuevas reseñas acá en el blog.

martes, 14 de mayo de 2024

VALERIAN Vol.7

Esta reseña continúa desde donde quedó la del 29/09/16. Hora de meternos con el último integral de Valérian, el que incluye los tres álbumes finales de la gran serie que Pierre Christin y Jean-Claude Méziéres nos ofrecieron entre 1967 y 2010. Fueron 43 años de trabajo para contarnos apenas cuatro años en la vida de estos personajes y este universo... pero qué cuatro años. Sin dudas el integral es el formato ideal para leer este tramo de la serie, porque si tomás por separado cualquiera de los tres álbumes que incluye el libro (Al Borde de la Gran Nada, El Orden de las Piedras y El Abretiempo) te vas a encontrar con pedazos de historia, narraciones incompletas que empiezan pero no terminan, o al revés. Christin y Méziéres pensaron esta última gran aventura de Valérian y Laureline como una trilogía de álbumes y eso marca definitivamente el ritmo al que se van a desarrollar los sucesos de las tres entregas que Norma editó de un saque, en un librazo. Visualmente, esto es formidable. Acá vemos a un Méziéres totalmente afianzado, sin el menor desfasaje entre las imágenes que se le aparecen en la mente y las que terminan plasmadas en el papel. Incluso se da el lujo de dibujar y colorear varias secuencias en otro estilo, más cercano al de Enki Bilal, con ese tratamiento más pictórico del color. En estos tres álbumes Méziéres te tira una genialidad atrás de otra y -como parte del atractivo consiste en que sobre el final reaparecen decenas de personajes de los álbumes anteriores- la comparación entre este Méziéres y el de los primeros años de la serie se hace tan inevitable como favorable a la versión más madura del autor. La trama es un in crescendo muy adictivo, que va a llevar a un punto culminante el plot más importante que venía arrastrando la serie: la búsqueda de Galaxity, además condimentada con una guerra a todo o nada contra los responsables de su desaparición. Valérian y Laureline arrancan la saga bien de abajo, y con el correr de las páginas van a ganar amigos, aliados y sobre todo confianza en su propia chapa, para afrontar la epopeya final. En el medio, como siempre, hay situaciones más distendidas, en las que aparece el talento de los autores para la comedia y el disparate. También a lo largo de los dos primeros álbumes de la trilogía tenemos apariciones y mucho desarrollo de varios personajes secundarios, entre ellos Ky-Gai y el teniente Molto Cortés, que es una versión mínimamente camuflada de quien vos te imaginás que puede estar detrás de ese nombre. Todo esto hace muy llevadero este espiral ascendente, que gana en tensión con el correr de las páginas. Y para el final, Christin y Méziéres se van al carajo: sin profundizar demasiado en las motivaciones de cada uno, hacen reaparecer (como ya dije) a decenas de personajes (buenos, malos y neutrales) de los que ya conocíamos de los 20 álbumes anteriores, y todos toman partido por uno de los bandos: o se encolumnan atrás de las piedras, o se suman a la cruzada de Valérian por derrotarlas y rescatar al mundo perdido. Obviamente es espectacular y emotivo ver el regreso de tantas caras conocidas, pero no es algo que esté del todo justificado en términos narrativos. Para cuando este verdadero pandemonium de personajes se terminó de acomodar en los dos bandos enfrentados, al último álbum le quedan unas 15 páginas y la batalla final -si bien es épica- es muy breve. Y la victoria que se llevan los buenos es rápida y fácil, como las chicas que me gustan a mí. Me hubiese gustado ver más sufrimiento, más sacrificios, que los buenos tuvieran que soportar más pérdidas y más dolor, y mostrar más aguante y más resilencia para derrotar a una amenaza que se nos mostró como imbatible a lo largo de tantas páginas. Pero bueno, el espacio es tirano y había que meter ese epílogo brillante, esa última vuelta de tuerca que cierra, abre, impacta, emociona... Hasta cuidan el detalle de que el último personaje que aparece en el álbum sea el villano de la primera aventura, como para que el cierre sea todavía más redondo. Las aventuras de Valérian y Laureline terminan en un punto muy alto, con un Christin afiladísimo, que nunca se olvida de bajar línea contra los vicios del sistema, y un Méziéres que para este entonces ya dibujaba muy lento, pero a un nivel impresionante. Esto es ciencia ficción de la buena, de la grossa, de la que te cambia la forma de pensar la ciencia ficción. Una de las series realmente imprescindibles que nos dio el comic franco-belga. Y hay más comic franco-belga para las próximas entradas del blog. Quiero parar, para hablar de material de otros países, pero no puedo, estoy on fire. Gracias por el aguante y hasta pronto.

viernes, 10 de mayo de 2024

VIERNES GÉLIDO

Primeros días de frío posta en Buenos Aires y bueno... le metemos calor a las reseñas. En 2020 salió un séptimo tomo de Criminal, la gran serie de Ed Brubaker y Sean Phillips, esta vez en Image, y con dos historias autoconclusivas en las que se repite un mismo truco: el protagonista lee historietas y los autores interrumpen el relato troncal para mostrarnos páginas de esas historietas, que funcionan como homenaje a las revistas setentosas en blanco y negro, básicamente Savage Sword of Conan y Deadly Hands of Kung-Fu. Más allá de disfrutar de los malabares visuales que realiza Phillips para evocar de alguna manera el estilo gráfico de esas historietas, no es un truco que aporte demasiado. En la primera historia, el comic que lee Teeg Lawless tiene una resonancia bastante lograda con lo que le pasa en "la vida real", una metáfora que ya había conseguido Alan Moore en Watchmen, con la historieta del pirata náufrago. En la segunda historia, lo que Tracy lee en la historieta no tiene nada que ver con la trama en la que se ve envuelto, pero por lo menos la trama es bastante mejor que en la primera mitad. Porque es importante señalar que este tomo de Criminal no está ni por asomo al nivel de los seis primeros en lo que se refiere a los guiones. Las dos historias son menores, y la primera ni siquiera tiene demasiado atractivo más allá de la violencia con la que se maneja Teeg cuando se ve atrapado en un territorio hostil como es la cárcel. La segunda levanta un poco la puntería, primero porque las situaciones que nos presenta Brubaker son más atípicas, segundo porque hay un cierto misterio, preguntas que los autores nos obligan a hacernos a los lectores, que vemos todo el tiempo un pedacito de lo que está pasando, no el cuadro completo. Y tercero por la calidad de los diálogos, realmente magníficos. Incluso con dos historias por debajo de su promedio habitual, Brubaker está a años luz del típico guionista mainstream simplemente por ese manejo insuperable de los diálogos y de cómo generar clima con los silencios y con los bloques de texto, donde su prosa brilla hasta cuando intenta no hacerlo. Entonces, si bien este tomo de Criminal es prescindible, y se puede dejar afuera de ese bloque superlativo compuesto por los seis primeros tomos, acá hay algunos puntos altos. Por supuesto arriba de todo está el dibujo de Phillips, acá en tres estilos distintos y con la posibilidad de -en las páginas en las que homenajea a Conan- salir de su zona de confort (que es la ambientación urbana del Siglo XX) para dibujar paisajes, armas y locaciones muy distintas a las habituales. Uno a esta altura compra sin chistar cualquier cosa que diga "Brubaker y Phillips", pero bueno... si te querés poner un poquito más exigente, filtrar algo de lo que producen estas dos bestias, acá tenés un tomo que se puede dejar pasar sin sentir que te falta algo fundamental para tu biblioteca, o tu vida.
Retomo la lectura de historieta argentina con un libro que salió hace muy poquito, para la Feria del Idem. Allá por el 18/10/18 me tocó reseñar un álbum en el que el maestro Tatúm (santafesino radicado hace muchos años en España) adaptaba varios relatos de Ambrose Bierce. Esta vez la consigna es la misma, pero a partir de cuentos de Horacio Quiroga, de esos que transcurren el norte de la Mesopotamia argentina. Bajo una tapa horrorosa, que te pide por favor que NO compres el libro bajo ningún concepto, en Tacuara Mansión tenemos las adaptaciones de cuatro relatos del mítico escritor uruguayo, tres de los cuales no conocía. Como ya me pasó otras veces, me encuentro con que los argumentos de los cuentos de Quiroga me parecen chotísimos. El que adapta Tatúm en la primera historieta (la que da título al libro) es una anécdota muy menor, muy estirada, que se soporta solo porque los dos personajes principales tienen personalidades muy extremas y nunca sabés cómo pueden terminar. La segunda es la más interesante, porque explora a fondo la forma en la que (hace un poco más de un siglo) se extraía la madera de los bosques del Noreste argentino, y se la enviaba a las distintas ciudades a través del río Paraná. Ahí hay un retrato muy certero de esa actividad (repleta de peligros e injusticias para los laburantes), muy bien trasladado a la historieta por Tatúm. La tercera historia es otra anécdota larga, con un conflicto que en un pasaje se pone intenso, pero que se desploma como un castillo de naipes cuando Quiroga la remata de la manera más pelotuda que te puedas imaginar. Y la cuarta historia es una nueva adaptación de "A la Deriva" (vimos otra el 26/05/11), un cuento cuyo argumento es "a un hombre lo pica una víbora venenosa y se muere". En serio, no pasa nada más, ni hay ningún otro elemento dramático más que la agonía del pobre tipo. O sea que, para que Tacuara Mansión tenga sentido, te tiene que gustar el dibujo de Tatúm. Y a mí la verdad que me gusta bastante, incluso en esta etapa de su carrera, en la que está más sereno, menos salvaje que en los ´80, cuando te detonaba las retinas con esas historias cortas, mucho más experimentales, que publicaba de vez en cuando en El Víbora o Cairo. Me parece que le juega un poco en contra tanta preponderancia de los colores ocre y verde, pero es lógico, porque las historias están ambientadas en lugares donde hay bosques, barro y un río color marrón. Pasás rápidamente las 100 páginas del libro, y parece que todo fuera del mismo color, porque realmente son poquísimas las viñetas donde tenemos rojos, azules o amarillos. Fuera de eso, el autor deja el alma en estas páginas, donde dibuja cosas realmente complejas, detalles mínimos en casas, selvas, plantas... y además se las ingenia para presentar de modo ameno largas secuencias en las que solo hay gente hablando. Tacuara Mansión ya tuvo ediciones en varios países de Europa, con lo cual es muy loable que Ediciones de la Flor lo haya sumado a su catálogo para que se pueda disfrutar también en el país donde nació Tatúm y donde transcurren las historias que imaginó Quiroga. Nada más, por hoy. Nos vemos el lunes a partir de las 22:30 hs en el canal de YouTube de Comiqueando, donde vamos a estar festejando en vivo los 30 años de la aparición de la revista. Gracias y buen finde.

martes, 7 de mayo de 2024

MARTES EN FRANCÉS

Estoy empezando a bajar los pilones de material que me traje de Francia y Bélgica, así que me toca leer mucho en francés, durante los próximos años (sí, traje una bestialidad de libros). Empiezo con Confidences d´une Prostituée (confidencias de una prostituta), obra maestra del glorioso Takao Saito, realizada en 1972. A lo largo de diez historias autoconclusivas, el creador de Golgo 13 da cátedra de gekiga y le canta "quiero retruco" a su viejo amigo Yoshihiro Tatsumi. Los relatos que componen el libro son 100% reales, chiquitos, íntimos, sin asesinos a sueldo, ni samurais, ni grandes cataclismos. Son historias dramáticas de gente común sin chistes, sin elementos fantásticos y muchas veces sin ni siquiera acción. Historias definitivamente para adultos, ambientadas en un burdel de Osaka de los años ´30, que una prostituta sesentona ya retirada le revela a distintos personajes. El tramo ambientado en el presente, con el que Saito empieza y termina cada historia, es lo menos atractivo de la serie. Pero las confidencias, las revelaciones que el autor nos presenta acerca de lo sucedido en el pasado, son invariablemente cautivantes. De los diez guiones, hay uno solo que me pareció claramente por debajo del resto, y los otros nueve son maravillosos. Son historias de amor, de lealtad, de sueños rotos, de dignidad, de desencuentros, de injusticias, en las que el sexo en general ocupa un rol muy secundario, más allá de que todas las protagonistas sean "damas de compañía". De hecho, en las casi 340 páginas que tiene el libro, hay una sola página (la primera del octavo relato) en la que Saito nos muestra un garche con alguna intención erotizante, como si buscara levantar la temperatura de los lectores. El resto de las escenas de sexo (hay muchas) son más bien trámites protocolares. Casi 340 páginas, historieta de los años ´70 con bastantes cuadros por página, algunas páginas muy cargadas de diálogo, historias intimistas en las que escasea la acción... ¿no te aburrís? No, porque dibuja Takao Saito. El ídolo acá trabaja en dos registros muy distintos. Las secuencias del pasado, es decir, el núcleo de las historias, están dibujadas en el mismo estilo de Golgo 13, con un claroscuro fuerte, muy dinámico, y las tramas de grises aplicadas como lo indica la tradición del manga de esa época. Fondos muy laburados, personajes más sintéticos, festival de líneas cinéticas cada vez que alguien hace un movimiento más o menos brusco, secuencias mudas de las que los críticos de antes denominaban "cinematográficas"... en fin, lo de siempre, pero a un nivel altísimo. Y en las secuencias del presente, las que abren y cierran cada entrega, Saito se va al carajo y más allá. Acá ensaya un estilo distinto, en base a pinceladas muy sueltas y a un uso increíble de las tramas mecánicas, que por momentos parecen trazos de carbonilla. Estas páginas tienen unos climas hermosos, y unos efectos de iluminación (logrados también con las tramas) muy adelantados a su época, con cosas que muchos años después veríamos en historietas de Fer Calvi, Víctor Santos, Darwyn Cooke... una maravilla. Así que Confidences d´une Prostituée me llevó mucho tiempo de lectura, pero me gustó muchísimo y espero que algún día se publique en castellano, o aunque más no sea en inglés, para que más gente pueda leerlo.
Si creías que Astérix se había ido a la B con la muerte de René Goscinny, ni se te ocurra leer un tomo de Iznogud posterior a la muerte del maestro. Yo tuve la mala idea de leer el Vol.15, La Infancia de Iznogud, que es el primer álbum escrito y dibujado por Jean Tabary, y la verdad que no tiene pies ni cabeza. Además de haber leído de pendejo varios episodios de los que escribió Goscinny, me sedujo la edición, una versión pocket muy barata (la pagué literalmente centavos) de 1987, en la que la historieta está toda remontada para que en vez de 45 páginas ocupe 127. Debe haber alguna que otra viñeta retocada, pero en general se lee perfecto, y lo más importante: al achicar el tamaño no achican la letra, que se ve sin ninguna dificultad. Es un remontaje muy cuidado, sin espacios blancos dentro de la página, sin deformar los dibujos... realmente un gran laburo, para que la historieta llegue a gente que por ahí no puede pagar los álbumes con tapa dura y papel ilustración, pero sí esta versión "para pobres". El problema es que la pobreza se hace presente también en el argumento de La Infancia de Iznogud. Con la torpeza de quien lo hace por primera vez, Tabary se tropieza una y mil veces con una narración que tiene tres o cuatro ejes centrales superpuestos, y ninguno llega a buen puerto. Pasan tantas cosas, narradas de manera tan frenética, que uno siente que leyó siete álbumes, no uno remontado. Pero las ideas no ensamblan bien, los chistes recurrentes que en las historietas de Goscinny aparecían como complemento acá por momentos se comen a la trama central, con la excusa de que hay magos pasan cosas que no tienen ninguna explicación... es un kilombo narrativo que evidentemente se escapa del control del autor. Por momentos, el Gran Vizir trata de parar la bocha y pensar qué carajo está pasando (y cómo puede sacar provecho de la situación), pero enseguida se suceden más secuencias frenéticas, más gags bastante violentos (probablemente los más cómicos) y entran en escena más elementos que empiojan más la narración. El dibujo está muy bien, no me puedo quejar para nada de la labor de Tabary al frente de la faz visual. Para cuando se produjo su debut solista en Iznogud, el autodidacta nacido en Suecia y fallecido en Francia manejaba a la perfección ese estilo suelto, dinámico, super expresivo que había inventado André Franquin en los ´50 y, sin ser un genio, era un narrador sólido que armaba muy bien las secuencias, se rompía el culo en los fondos y transmitía muchísimo con las expresiones faciales. Me guardo el librito por el dibujo y por el formato, que me pareció un hallazgo. Nada más, por hoy. El lunes 13 se cumplen 30 años de la aparición del nº1 de Comiqueando, así que lo más probable es que hagamos una transmisión en vivo en el canal de YouTube para festejarlo. Nos vemos por ahí, y probablemente antes del lunes haya nuevas reseñas, acá en el blog.

viernes, 3 de mayo de 2024

VIERNES CON SOL

Tengo dos libritos leídos para este primer posteo de Mayo, así que vamos ya con las reseñas. Empiezo con el segundo tomo de Por los Caminos Oscuros, de David B., cuyo Vol.1 vimos hace muy poquito. Esta vez está más clara la trama, en parte porque el autor le otorga todo el protagonismo a Lauriano, y establece al resto del elenco como personajes claramente secundarios. La historia de amor pasa a un segundo plano y entra a jugar un conflicto fuerte en el personaje central: las secuelas psicológicas que le quedaron tras haber peleado en la Primera Guerra Mundial. Mientras que sus camaradas de armas olvidan la contienda bélica mediante noches de escabio y peleas a puñetazos que duran horas y horas, Lauriano se siente acosado por el fantasma de uno de sus compañeros que murió en combate y no recibió sepultura. Entonces, por momentos, Por los Caminos Oscuros es una historia de terror psicológico, de un tipo con la mente carcomida por la culpa y la desesperación. La trama política que tiene que ver con ese intento por crear un país independiente en la ciudad de Fiume va a terminar -lógicamente- en tragedia, pero hasta que eso sucede, David B. nos va a ofrecer más escenas disparatadas, que parecen tomadas de un film de los Hermanos Marx o de un sketch de Cha-Cha-Cha. Eso es, sin duda, lo que más me gustó de esta serie: la distorsión de la runfla política para darle matices cómicos. Y también ese clima enrarecido que hay en Fiume, con distintas facciones que complotan unas contra otras, que se espían, que se infiltran las unas a las otras, pero narrado con ironía y pinceladas de absurdo, al mejor estilo de The Man Who Was Thursday, la magnífica novela de G.K. Chesterton. El dibujo de David B. está al mismo altísimo nivel del Vol.1, una vez más complementado con la paleta de colores intencionalmente opaca y sin estridencias del maestro Hubert. Hay que entender el claroscuro que propone el dibujante para colorearlo con tanta jerarquía, y en eso Hubert la descose. David B. juega con grillas muy distintas entre sí, sin casarse con ninguna, y tiene páginas en las que la planificación lo es todo. Hay muchos más recursos gráficos increíbles (no sólo el manejo magistral del claroscuro), de los cuales a mí el que más me gusta es esa perspectiva deforme, que se aprecia sobre todo en las primeras páginas, donde David B. tiene que dibujar varias mesas, decenas de sillas y centenares de baldosas... y las dibuja a mano alzada, cagándose por completo en la representación académica de la profundidad en el espacio. Por ahí Por los Caminos Oscuros funcionaría mejor como un sólo álbum largo de 80 páginas que como dos de 60, porque -en el contexto general de la obra- hay varias secuencias que están al pedo y podrían descartarse en pos de un relato más compacto y más contundente. Pero como está todo dibujado como los dioses, y con un clima sumamente atrapante, y con diálogos a veces profundos y a veces cómicos, la banco y la recomiendo así como está, sobre todo a los fans de David B.. ¿Hace falta haber leído antes La Lectura de las Ruinas? Definitivamente no.
Allá por el 13/04/12, cuando vivíamos virtualmente en otro mundo, me tocó reseñar el Vol.1 de S.H.I.E.L.D., esa ambiciosa obra de Jonathan Hickman y Dustin Weaver que tardaron años y años en terminar. Finalmente en 2018 se recopiló el segundo y último tramo en TPB, y recién ahora lo pude conseguir y leer. Nada, esta segunda parte me pareció muy inferior a la primera, mucho más limitada a la machaca, mucho más consciente de su propia grandilocuencia. Las ideas locas y revolucionarias que planteaba Hickman en la primera mitad, acá tienen un peso ínfimo en la trama. El aprovechamiento que hacía el autor de la historia del Universo Marvel para darle sustento a su relato acá también es mínimo. Hay un solo elemento nuevo que se suma, y que resulta atractivo, que es el de Spear y el Último Califato. El resto es deshacerse de toda la complejidad del Vol.1 para quedarse con un combate a todo o nada que se libra en varias épocas al mismo tiempo, porque la línea temporal está en crisis y se unifican pasado, presente, futuro y sarasa. No es un comic 100% pochoclero porque tenés que entender quiénes son Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Isaac Newton, Nikola Tesla... pero básicamente la trama se reduce a un combate de buenos contra malos en los que se tiran con de todo y se manejan unos niveles de poder tan zarpados, que no se entiende bien qué carajo hacen ahí esos humanos normales (entre ellos Howard Stark y mi favorito, Nathaniel Richards). Todo eso de jugado, de distinto, de imposible que tenía el Vol.1, el Vol.2 ya no lo tiene. No es una cagada, pero queda muy lejos de las expectativas que los mismos autores habían generado en la primera parte, que me sigue pareciendo una gloria. El dibujo de Dustin Weaver arranca muy arriba y se tira cuesta abajo en un tobogán hacia el abismo. Cuida muchísimo (y se luce muchísimo) toda la parte arquitectónica, las ciudades, los edificios, y sobre todo las máquinas. Y los primeros planos también están bastante bien, casi hasta el final del tomo. Pero después, cuando tiene que dibujar a los personajes en movimiento, los cuerpos se ven estáticos, toscos, sin esa sofisticación que uno asocia con el trazo de este monstruo. El trabajo de los coloristas (con Sonia Oback al frente) es espectacular y levanta mucho el resultado final. En los epílogos entran a jugar cuatro dibujantes invitados y el mejor, por amplio margen, es Gabriel Hernández Walta, cuyas ocho páginas son una cátedra de narrativa, dibujo y color. Era complicado bancar allá arriba el nivel del primer tomo, y bueno... no pudo ser. Andá a saber cuántos kilombos, crisis, idas y vueltas, manoseos editoriales y reescrituras tuvieron que soportar estas historias entre que Hickman esbozó las ideas y que finalmente las vimos publicadas. Fueron muchos años, en el medio pasaron mil cosas, y por ahí algunas de ellas afectaron el producto final. Que, repito, no es horrible ni mucho menos, pero quedó lejos de aquel alucinante primer tramo que tanto me había entusiasmado. Nada más, por hoy. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto en este espacio... o en algún otro.