el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 17 de marzo de 2023

GEMAS DE LA ANTIGÜEDAD

Después de un breve interregno de temperaturas razonables, hoy de nuevo Buenos Aires se convierte en sucursal del Infierno. Pero hay libros ya leídos y un ratito para reseñarlos, así que ahí vamos. Empiezo en 1987, en el Reino Unido, cuando Knockabout produce y publica el álbum llamado Outrageous Tales from the Old Testament. Esto es un doble Santo Grial: no sólo es difícil de conseguir (yo lo busqué 35 años) sino que además es un libro del que no hay data. Los autores que participan de la antología parecen haberla olvidado por completo, nadie parece hacerse cargo de que esto existe... En su momento el libro armó bastante kilombo por su contenido zarpado (adaptaciones poco reverentes de los pasajes más atroces del Antiguo Testamento) pero ni siquiera el Factor Polémica logró asegurarle un lugarcito en la memoria colectiva del fandom. Lo cual es bastante loco si pensamos que los colaboradores de la antología fueron Alan Moore, Dave Gibbons, Brian Bolland, Neil Gaiman, Dave McKean, Hunt Emerson, Kim Deitch, Arthur Ranson... Hay algunos cuatro de copas, también, pero está la crema del comic británico (y Deitch, que es yanki). Veamos qué aportó cada uno. Bolland, fiel a su estilo, contribuye una sola página, dibujada a un nivel majestuoso, pero con la historia un toque comprimida para poder liquidarla en 12 hermosas viñetas. Gibbons deja la vida en ocho páginas gloriosas, que adaptan la historia de Sodoma y Gomorra, una verdadera cátedra de narrativa y dibujo, un dibujo que en blanco y negro se luce como pocas veces se luce el trazo de Gibbons cuando lo colorean. Moore y Emerson forman equipo para las seis páginas más alocadas y pasadas de rosca de la antología: humor desenfrenado, grotesco y con una mala leche brillante. Gaiman es el que más páginas aporta. Algunas con dibujantes muy precarios, bien del under de ese entonces, como Julie Hollings, Steve Gibson o Peter Rigg; otras con un dibujante bastante presentable como Mike Matthews (el primo gringo de Miguel Mateos :P); y las más logradas, en todos los sentidos, son esas cinco páginas en las que adapta junto a McKean un capítulo del libro de los Reyes. Arthur Ranson ilustra las guardas del libro y escribe un poema muy cómico. Graham Higgins comprime la historia de Sansón, que daba para una novela gráfica aparte, en siete páginas muy cargadas de viñetas, y muy espesas en cuanto a cantidad de texto. El dibujo está buenísimo, pero el relato se hace denso a causa de la excesiva compresión. Y Kim Deitch, que suele pasar vergüenza cuando te lo tratan de poner al nivel de los máximos próceres del indie yanki (Crumb, los Hernández, Clowes, Bagge, Woodring, Burns...) en este contexto se luce con una historieta realmente espectacular, donde dibujo y narrativa funcionan a la perfección. Como su nombre lo indica, Outrageous Tales from the Old Testament ofrece relatos atroces, donde hay gente asesinada y cortada en cachos, genocidios, violaciones, sacrificios humanos, explosiones y enfermedades horribles. Pero no son producto de la creación de los historietistas, sino que estos se limitan a darle su impronta gráfica a los textos bíblicos... por supuesto con la picardía necesaria para impactar y divertir al lector mucho más que si leyera la Biblia. No todos los resultados son excelentes, pero acá hay merca realmente notable. ¿Cómo puede ser que nada de esto se haya republicado en otros libros, que esté inédito en todos los otros idiomas, que sean trabajos virtualmente perdidos en la neblina del olvido? Ni idea. Yo agradezco que mi fanatismo por Moore, Gaiman y sus amigos me haya traído hasta acá, porque siento que desenterré un tesoro oculto hace más de 35 años, que quería tener en mis manos desde que me enteré que existía, allá por mi adolescencia.
Con la edición de Los Reyes Chacales, el sello Rabdomantes entra a la superpoblada cancha de los rescates para el público argentino de las obras que Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena producen para las antologías de la Aurea. Y lamentablemente lo hace con el pie izquierdo, no porque la historieta sea chota, sino porque la edición no está a la altura: no hay data de dónde y cuándo se publicó originalmente el material, la reproducción de los dibujos tiene problemitas (manchas, rayas), al texto de la contratapa le faltan los guiones y la encuadernación tiene esa onda "mirame y no me toques" que me provocó flashbacks traumáticos a la época de Toutain y Zinco. La saga en sí, es realmente muy buena. Se podría haber resumido un toque, por ahí con 25 páginas menos pegaba más fuerte. Pero está muy bien, es un relato 100% Mazzitelliano, con reflexiones profundas sobre el poder, el destino, la lealtad y demás conceptos que lo elevan por sobre la aventura convencional. Hay buenos personajes, conflictos bien planteados (siempre en esos términos extremos, en los que el príncipe es el MÁS bueno, la princesa la MÁS hermosa, el rey el MÁS poderoso, el demonio el MÁS maligno, y así todo), buenos diálogos y bloques de texto fastuosos. Si ya leíste mucho a Mazzitelli, es difícil que te sorprendas, pero también es casi imposible que te aburras. Todo el tiempo pasan cosas, volantazos que no siempre te ves venir, revelaciones que cambian nuestra forma de entender a algunos de los protagonistas, shell games (no sé cómo se dice en castellano) narrativos para los que Eduardo desarrolló una mano maestra. Y al que nunca se le agota la capacidad de sorprender es a Alcatena, que esta vez nos sumerge en un río Nilo mitológico y excesivo, donde nunca faltan criaturas, templos, vegetación y hasta ataúdes con unos diseños impactantes y sofisticados. Quique arriesga en la puesta en página, detona su propio arsenal de trucos narrativos, se luce en las expresiones faciales (sobre todo en los primeros planos de Eunis) y respalda visualmente la sublime majestad que los textos de Mazzitelli le atribuyen al imperio en el que transcurre la historia y a los personajes que la protagonizan. Gran labor de la consagradísima dupla, que sigue siempre en busca de nuevos paisajes exóticos donde ambientar sus historias atemporales de ambición, amor, traición y gloria. Y nada más, por hoy. Me voy a tirar un rato abajo del ventilador de techo. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas acá en el blog, y el sábado 25 en la Biblioteca Nacional, en la entrega de los Premios Cinder.

miércoles, 15 de marzo de 2023

SHAZAM! FURY OF THE GODS

Hace casi cuatro años (02/04/19) este blog se hacía eco del estreno de la primera película de Shazam! y, si bien el director David Sandberg se llevaba unos cuantos elogios, los tenía que repartir con Geoff Johns y Gary Frank, porque la película era básicamente una adaptación de las historietas firmadas por esa dupla entre 2012 y 2013. Esta secuela es mejor que la primera película, por varios motivos, pero principalmente porque nos ofrece a los fans de los comics una historia original, que no conocíamos. ¿Es la mejor historia de todos los tiempos? No. Por ahí le falta un poquito de profundidad a las motivaciones de las villanas. Pero el guion hace que los 130 minutos resulten sumamente llevaderos y potencian aquello que había hecho atractiva a la peli de 2019: la gran combinación entre aventura superheroica extrema, humor y emoción. Ahí está la clave. Personajes muy humanos, muy queribles, en situaciones tremendas, con la emoción todo el tiempo a flor de piel y con diálogos y situaciones cómicas que no tiran abajo el clima de peligro y violencia que debe reinar en un buen relato de muchachos y chicas con superpoderes. Todo funciona de modo orgánico, todo avanza a un ritmo muy ganchero y la peli se hace muy disfrutable. La vez pasada señalábamos la muy escasa conexión entre aquella cinta y el resto de las que se estaban articulando en torno a un intento de "Universo Cinemático DC", y esta vez eso se corrigió. A las muchas menciones (en tono jocoso) a los otros superhéroes de DC, Fury of the Gods suma la aparición estelar de una destacadísima figura de dicho panteón heroico, y en una de las escenas post-créditos, el vínculo más estrecho con algo de lo que vimos en la peli de Black Adam. ¿Aparece Black Adam en esta secuela? No te lo quiero spoilear. ¿Avanza algo el plot de Mr. Mind y Sivana que vimos en la escena post-créditos de la primera película? Tampoco quiero revelar eso. Pero la peli está mucho más integrada al resto, se la siente más "en continuidad". Cositas para criticar, por supuesto siempre hay. Por un lado -guarda que va un SPOILER- no le encontré mucho sentido a la resurrección del Wizard. Su rol en esta historia es tan menor, tiene tan poca trascendencia, que lo único que consigue Sandberg al traerlo de vuelta es tener en pantalla a un actor afroamericano durante unos cuantos minutos del metraje. No se justifica deshacer una muerte impactante y efectiva solo por esa razón. Al tener en roles destacados a dos actrices de lujo como Helen Mirren y Lucy Liu, todos los demás miembros del elenco se tienen que esforzar para no quedar como Playmobils. Pero la jugada de extremar sus dotes histriónicos le sale para el orto a Jack Dylan Glazer, el actor que más me había sorprendido en la primera película y que esta vez, de tan intenso se me hizo insoportable. El resto, todos muy bien. Zachary Levy, muy grosso, compone un Shazam! 100% creíble, capaz de momentos épicos y momentos desopilantes. Y me quedé con ganas de ver más en pantalla a Grace Fulton, la bomba atómica que hace de Mary, y que está tan fuerte que no es reemplazada por otra actriz cuando se convierte en superheroína. ¿Se copan con una peli solo de Mary Marvel? Con otro nombre, por ahí, para evitar confusiones con las otras heroínas que se llaman "Marvel"... Y si la primera peli fue buena y esta es mejor, ¿por qué no le veo mucho futuro a la franquicia de Shazam!? Porque se apoya mucho en el carisma de estos nenes... que ya no son nenes. Si sacás una película cada cuatro años, los actores que en la primera tienen 13, en la segunda ya son muchachos y chicas de 17, y en la tercera ya están en la clínica de rehabilitación. Esta versión de Shazam! se trata básicamente de los valores familiares, y en EEUU los pibes y pibas de 20-21 años rara vez viven con sus padres o hermanos. Bancar la idea de "la famiglia unita" con protagonistas veinteañeros es casi una quimera, no hay guion que lo sostenga. De hecho en esta secuela ya aparece algo que no vimos en la primera, que es una trama romántica, porque claro, Freddy ya tiene 17 años y le "pasan cosas". Y sin hacer hincapié en el tema, ya se habla del despertar sexual de Pedro, y de que Mary (que es obviamente mayor de 18) ya sale a chonguear a la noche. En una lógica progresión, en la tercera parte Pedro ya presenta un novio, Mary ya tiene pibes y Freddy y Billy dedican cada minuto de sus vidas a corretear pendejas por los pasillos de una universidad. En fin, conjeturas. La posta es que esta película está muy bien, tiene acción, destrucción (si sos fan de Philadelphia vas a sufrir viendo cómo la hacen pelota), épica, comedia, magia, corazón y huevos. Y sorpresas grossas, emociones fuertes y chistes efectivos. No sé si le podemos pedir mucho más al cine industrial, y menos cuando apunta al público familiar, y menos cuando la materia prima con la que cuentan los guionistas para laburar es un comic que hace 70 años que no se lo venden a nadie. No tengo idea en qué estado van a estar estos chicos y chicas dentro de cuatro años cuando salga la tercera película (si los ejecutivos de DC/ Warner/ etc. no deciden canelar la franquicia, o rebootearla), pero Fury of the Gods me dejó con ganas de reencontrarme con ellos lo antes posible.

domingo, 12 de marzo de 2023

DOMINGO CALUROSO

Entre ducha y ducha, le sigo metiendo pata a la lectura de comics y ya tengo otros dos libros listos para reseñar. Me interné en un tremendo masacote de más de 300 páginas titulado The Woods Yearbook Edition Vol.1, porque por todos lados escucho que James Tynion IV es un gran escritor de fantasía y terror. Para mí era un no muy brillante esbirro de Scott Snyder que escribía comics de superhéroes, pero acá lo descubrí en su otra faceta. Y también hubo varias sorpresas. La primera es que The Woods parte del MISMO planteo que Aula a la Deriva, el manga de Kazuo Umezu que vimos allá por el 20/10/17. El principio de la serie es EXACTAMENTE igual. Después, Tynion llevará su saga para otro lado y corregirá algunos errores de Umezu, como por ejemplo centrar toda la acción en un único protagonista. The Woods es una obra de protagonismo decididamente coral, y lo mejor que tiene es eso: cómo Tynion se las rebusca para desarrollar a ocho o nueve personajes importantes (y varios secundarios) sin dejar de lado la acción y la aventura. Además, a diferencia de lo que pasa en el manga de Umezu, rápidamente se formará un grupo de alumnos que abandonarán la escuela para salir a recorrer el mundo hostil que la rodea, y (por lo menos en este tomo) no volverán. Esa es la otra sorpresa: este bestial tomo con 12 episodios y más de 300 páginas es apenas el primer tercio de la obra. Yo entré como un gil, convencido de que iba a leer una novela gráfica larga, y me encuentro con que se trata del primer recopilatorio de una serie que acumuló 36 capítulos. Esto se hace bastante evidente sobre el final, cuando ves que en el último episodio, si bien cierran unas cuantas argumentales, quedan 8000 cosas por explorar y por explicar. Así como le pasó a Umezu, que no supo cuándo clavar el freno y terminó por estirar Aula a la Deriva más allá de lo humanamente aguantable, The Woods también se va al carajo con su extensión. Con mucha generosidad, yo calculo que en 12 números más se puede cerrar todo y hasta queda espacio para un epílogo. Pero no: Tynion quiere que yo lea 24 números más... lo cual no va a suceder. Y eso que este tramo de The Woods me gustó... Se me hizo muy ganchero, me costaba bajar el libro para dedicarme a otra cosa y me lo terminé devorando todo en dos sentadas. El mundo fantástico en el que transcurre la saga es interesante, los personajes son copados, hay muy buenos diálogos, el guionista te tira anzuelos para que muerdas en forma de secuencias que se ubican mucho antes o un toque después de lo que narra en tiempo presente, la machaca no está al pedo, suele tener consecuencias bastante realistas... No es una fumanchereada sin pies ni cabeza como lo es durante largos tramos Aula a la Deriva. Pero bueno, prefiero invertir en otra cosa el tiempo, la guita y el espacio que me van a requerir los 24 episodios que me faltan. Me falta mencionar que el dibujante, Michael Dialynas, me pareció bastante del montón, por momentos incluso un poco precario. Eficaz en la narrativa, y para nada virtuoso ni original en todo lo demás. Con un dibujante más atractivo, capaz que el veredicto era otro. Por ahora es eso: The Woods es una muy buena idea, con buena trama y buenos personajes, que padece esa decisión ambiciosa de contar en 36 episodios una historia que daba para bastante menos.
Me vengo a Argentina, año 2022, cuando se publica Shams y la Puerta del Infierno, un libro compuesto por cuatro tramos de 32 páginas, que podrían ser los nºs 1 al 4 de una serie regular al estilo yanki. Se trata, además, de la primera parte de una saga pensada a largo plazo, de la que eventualmente veremos una continuación. Y también es la primera vez que tomo contacto con trabajo del guionista Abdul Wakil Cicco, el dibujante El Toreh y la colorista Leila Kovacs. Así como los ves, estos ilustres desconocidos me ofrecieron un buen rato de diversión y por momentos hasta me lograron emocionar. Shams y la Puerta del Infierno trabaja con muchos de los tópicos de la aventura sobrenatural para adultos que tanto nos copan a los que éramos fans de Vertigo, y se plantea instalar a Shams como una especie de justiciero místico argentino, pero que viene del palo islámico. Hay una gran indagación por parte del guionista de todo el misticismo vinculado al Islam, y un gran aprovechamiento de la filosofía y la cosmogonía que son centrales en esa religión que uno desconoce casi por completo. No sé si lo que más me gustó fue lo bien calzados que están los flashbacks, o lo rápido que me encariñé con el protagonista, pero sin dudas estamos ante un guion muy, pero muy bien escrito. Lo único que no me volvió loco es que Cicco recurre a un argumento ya muy trillado como es la guerra entre el Cielo y el Infierno. Los ángeles y los demonios tienen grandes secuencias y excelentes diálogos, pero el conflicto en sí es algo que uno ya leyó tantas veces que no genera mayor interés. El resto, todo ganancia. La machaca no está de adorno, muchas veces sentís que el héroe tiene altas chances de no llegar vivo al final, hay buenos personajes secundarios, hermosas secuencias mudas y una mirada definitivamente distinta al tema del héroe místico. La argentinidad no está muy al palo, pero también hace su aporte. El misterio está bien llevado, las revelaciones impactan en el momento justo y cuando Cicco te recuerda que este también es un comic de terror, sentís el rigor del miedo y la repulsión. El dibujo de El Toreh no me llamó mucho la atención, otro que (como Dialynas) no me pareció ni virtuoso ni original. Tampoco espantoso, aclaremos. Y el color de Kovacs sí, me parece que está muy bien, y que potencia con buen criterio los climas que propone el guion. Quiero más Shams, obviamente. Me hice fan del personaje y, si la trama no se estira hasta el infinito, acá hay sustancia para una saga realmente apasionante. No sé qué tan fácil será conseguir el libro, porque lo editó un sello muy chiquito (probablemente de los propios autores). Pero igual me animo a recomendarlo, porque es una lectura intensa, cautivante y gratificante. Nada más, por hoy. Hora de la enésima ducha. Ojalá baje la temperatura para la próxima vez que me tenga que sentar a redactar reseñas. Será hasta entonces.

jueves, 9 de marzo de 2023

JUEVES A PLENO SOL

Alucinante tarde de verano en Buenos Aires, y yo acá, sentadito en el escritorio, con un par de libros para reseñar antes de clavarme una siesta abajo del ventilador de techo... Empiezo con un libro que me dio varias sorpresas. La primera: en la tapa no aclara que se trata del Vol.2 de una serie. Ese dato está chiquitito en el lomo del libro. Efectivamente, Lagos Connection es el segundo álbum de El Sueño del Tiburón, una serie que el maestro alemán Matthias Schultheiss inició en 1986, cerró en 1989 (cuando salió el Vol.3) y (segunda sorpresa) ¡retomó en 2013! Hasta ahora hay seis álbumes, de los cuales el último es de 2021. O sea que caí en el medio de una primera trilogía, de una serie que continúa aún hoy. Medio que me importa un carajo porque a) lo que me atrajo para comprar el libro (además del precio) es el dibujo de Schultheiss y b) este tramo de la saga se entiende sin problemas sin haber leído el Vol.1. Incluso si nunca leo el Vol.3 (bastante puteado por los fans de la serie), me puedo quedar con este final, que no es el que uno espera, porque el álbum termina con el protagonista hecho mierda, muerto o al borde de la muerte. ¿De qué va la historia? De una guerra entre mafias en el delta de Lagos, una ciudad de Nigeria emplazada sobre la costa del Océano Atlántico, plagada de piratas, corrupción policial y todo tipo de malvivientes. Allí vemos crecer a un francés, Lambert, un tipo adicto a la violencia, el crimen y los beneficios y el poder que se acumulan cuando uno es un criminal exitoso en un entorno corrupto. El comic narra básicamente el ascenso de Lambert, a fuerza de golpes osados y de una crueldad desmedida para con los enemigos a los que derrota y los atrevidos que osan traicionarlo. Violencia y crueldad son las claves de un relato plagado de acción, con mucha sangre, muertes horribles, violaciones, racismo explícito y total impunidad. En la segunda mitad del álbum, Schultheiss va a intentar humanizar un poco a Lambert a través de su relación sexafectiva con Sarah, pero las consecuencias de bajar la guardia van a ser funestas para el duro jefe de los piratas. En España nunca se publicaron más álbumes después de este, así que si me quiero enterar cómo carajo sigue la historia me tengo que pasar a la edición francesa. No sé si haré el esfuerzo, porque la verdad que la aventura en sí no me pareció gran cosa. Me impactó el nivel de mala leche y violencia, y me parece bien que el autor intente darle más carnadura al protagonista. Pero la estrella es claramente el dibujo. De hecho hay un par de momentos en los que la narrativa se hace confusa, porque Schultheiss dibuja a todos los africanos muy parecidos entre sí, o porque la composición de las viñetas no es muy clara, o porque los efectos del color opacan algún elemento visual importante para entender un cuadrito... y a nadie le importa, porque estamos todos flasheando con el estilo gráfico del alemán, con su tratamiento de la figura humana, de las expresiones corporales, del color... Visualmente, esto es un kilombo fascinante, por momentos estridente, con un despliegue de recursos por parte de Schultheiss que realmente te hiela la sangre. Eso es lo que hace irresistible a El Sueño del Tiburón. El resto, podría ser tranquilamente una serie menor en una antología tipo Skorpio o Lancio Story.
Allá por el 12/11/19 me tocó reseñar un muy buen comic argentino llamado Los Prodigios, que presentaba un nuevo universo superheroico desarrollado en nuestro país. En 2022 apareció un segundo libro ambientado en ese mismo universo: Los Desechables, con guion de Fede Sartori y dibujos de Facundo Moyano (otro Facundo Moyano, no el ex-diputado nacional). Mientras que Los Prodigios jugaba a contar una "versión argenta" del origen de una especie de Justice League, Los Desechables hace algo parecido, pero más cercano al Suicide Squad. De hecho, una vez presentados los protagonistas, el núcleo de la trama consiste en una misión suicida, encubierta, a cargo de personajes que tranquilamente pueden morir sin que nadie reclame nada. El dibujo de Moyano, si bien no es horrible ni tiene grandes pifias, me dejó un poco frío. Me resultó algo del montón, falto de identidad, de riesgo. El color sí, me parece que está buenísimo. Y el guion es muy entretenido: tiene muy buenos diálogos, los flashbacks están donde tienen que estar, la amenaza es creíble, hay giros que no te ves venir, y está todo muy bien integrado con lo que otro guionista (Gastón Flores) nos había contado en Los Prodigios. O sea que la idea de un universo consistente, compartido por varios autores y explorado en distintos títulos, no es una quimera, sino algo que se puede hacer realidad aquí y ahora. Tengo entendido que hay un tercer libro en camino, donde la historia del Prócer va a llegar a un final. Ojalá no sea un final para todo este universo, porque tanto Flores como Sartori se han esforzado por poblarlo con personajes interesantes y conflictos originales. Lo único que le podría criticar a Los Desechables es que, para ser un comic apuntado al fan de los superhéroes, la machaca tarda un poco en llegar. Hasta que empiezan a correr de lo lindo las trompadas, las patadas, los superpoderes y la sangre, ya van casi 40 páginas en las que lo principal es el diálogo entre personajes que apenas se mueven. Y eso puede desalentar o aburrir a algún lector desprevenido que crea que va a leer una saga del Suicide Squad, X-Force o cualquier otro grupo comando de tipos y minas con poderes. Fuera de eso, Los Desechables es una lectura muy disfrutable, que otra vez pone a Fede Sartori en la lista de los guionistas a los que conviene seguir de cerca. Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.

martes, 7 de marzo de 2023

TARDE DE MARTES

Sigo adelante con las lecturas y ya tengo otros dos libros para repasar. En primer lugar, el Vol.2 de Monster, del maestro Naoki Urasawa, ahora sí con un tramo de la saga que no había leído nunca, porque cuando lo publicó LARP yo ya había decidido no comprarle nunca más un manga a esa funesta (y hoy justamente olvidada) editorial. Al final del Vol.1, tal y como estaba armada la trama, faltaba que el Dr. Tenma se entrenara para convertirse en un asesino implacable, gambeteara a la policía hasta quedar cara a cara con Johan y lo hiciera boleta. Todo eso se podría haber contado sin acelerar bruscamente el ritmo del relato en estas 400 páginas, y Monster podría haber terminado en este Vol.2. Pero claro, esta es una obra de Naoki Urasawa, especialista en estirar los conflictos hasta el infinito, en tensar la cuerda dramática que sostiene a sus mangas hasta que el lector sienta que ya no puede más. Por eso en estas 400 páginas apenas si vemos a Tenma escapar de la policía... mientras surgen, se desarrollan y se resuelven otros conflictos que poco tienen que ver con la cacería de Johan. Hay una idea muy interesante, que es que un grupo neonazi ve en Johan a un posible segundo Adolf Hitler. Interesante porque le agrega a la saga una arista política y villanos mucho más hijos de puta que la policía. Pero todo el tema de "vamos a quemar el barrio turco" aporta muy poco a la trama, apenas un poco de suspenso, de presión para que en algún momento cobre peso la acción. Urasawa introduce nuevos personajes y les da muchísima carnadura, muchísimo desarrollo. Incluso en dos momentos de este tomo la acción se frena para dedicarle extensos segmentos a dos personajes que ya nos había presentado en el Vol.1, Eva y Anna/Nina. Cada una de ellas ya tiene, además de un pasado que hemos explorado a fondo, sus propios personajes secundarios. El inspector Runge también ocupa el centro de la escena a lo largo de muchas páginas que indagan un poco más en sus motivaciones, sin dudas la secuencia más aburrida e innecesaria del tomo. Como en 20th Century Boys, acá es muy importante el pasado, desandar los senderos de lo transcurrido a través sobre todo de la memoria. Las pistas que encuentra Tenma son básicamente recuerdos de gente que en algún momento interactuó con Johan o con su familia... y encontrar y sobre todo "escuchar" a cada una de estas personas lleva tiempo. O sea, páginas. Y ampliar el elenco de secundarios también, requiere mucho espacio. Urasawa lo tiene, y además no tiene apuro. Por eso, con una idea que se podía contar en 12-16 páginas en una revista de antología de los ´70, el tipo te hace nueve tomos de 400 páginas. Y vos no lo puteás, no porque te resulte divertido ver cómo te llena infinitas páginas con peripecias que por ahí no le suman nada a la resolución del argumento troncal, sino porque el ritmo del relato es atrapante, y porque estamos frente a un autor que maneja el suspenso y la intriga de una manera absolutamente insuperable. Y eso sin hablar del dibujo, que jamás baja de los 10 puntos. Habrá más Urasawa pronto, acá en el blog.
Allá por 2010, cuando Vertigo estaba on fire con el tema de generar novelas gráficas 100% originales, que fueran propiedad de los autores, uno de los que entró en la rosca fue Peter Bagge. Así apareció Other Lives, un trabajo del creador de Hate que desde 2021 reedita Fantagraphics, y que en su momento no levantó demasiada polvareda, pese a estar bastante bien. Other Lives es la novela gráfica en la que Bagge se mete con aquel fenómeno que fueron las plataformas de juegos virtuales en los que vos te creabas una segunda identidad, un avatar, que interactuaba en una especie de "mundo paralelo" en el que todo podía pasar. No me acuerdo ahora los nombres, pero creo que había uno llamado Second Life. El juego, ese segundo plano de "realidad" que ofrece el juego, tiene bastante peso en la trama, pero Bagge lo usa para pensar en el tema de la identidad ficticia, la identidad que uno se construye para sí mismo cuando la propia no le cierra y elige convertirse en un farsante. De los cuatro protagonistas, los dos que jamás entran en el juego virtual (Javier y Vlad) son los que más laburaron para asumir identidades que no les pertenecen. Se cambiaron el nombre, se inventaron profesiones falsas, se hicieron pasar por autores de textos que escribió el otro, no pararon un minuto de mentir. Ni de ser víctimas de las mentiras de otros. Other Lives trata de la irrupción de las verdades en una realidad donde lo normal es la falsedad, la máscara. Woodrow, el capo del juego virtual, el que parece que la tiene re clara, es otro maestro de la mentira y en un punto, Bagge lo va a llevar al extremo para que ocupe el rol del villano. Mientras que Ivy, la única que no guarda secretos nefastos (más allá de las cosas que hace su avatar en el mundo virtual del jueguito), es lo más cercano que tenemos a una heroína. Las vidas de los cuatro protagonistas se van a ver entrelazadas de las maneras más extrañas (algunas demasiado inverosímiles) y la tensión dramática va a crecer hasta hacerse insostenible. Y sin spoilear, va a terminar todo bastante para el orto, con estallidos de violencia cuyas consecuencias se pagan a larguísimo plazo. Por ahí el dibujo gracioso y caricaturesco de Bagge no lo sugiere, pero Other Lives es una historieta dramática, pero dramática en serio. Hay algún que otro diálogo jocoso, pero el clima general de la obra es el que generan las mentiras, las traiciones y los secretos de cuatro neuróticos que ya están demasiado jugados como para aspirar a la felicidad y se conforman con no ser el que peor la pasa. Es una obra enroscada, compleja, madura, con el problema que si a vos lo que te gustaba de Bagge era la onda de Hate, corre el riesgo de no engancharte en lo más mínimo, más allá de lo alucinante del dibujo. Pero está muy bien, se puede recomendar sin miedo a cualquier fan de la historieta para adultos, sea o no fan de Peter Bagge. Nada más, por hoy. Gracias y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas en este espacio tan antiguo como inclaudicable.

jueves, 2 de marzo de 2023

TARDE DE JUEVES

Antes de que el calor me termine de derretir el cerebro, quiero expresar algunos conceptos acerca de los últimos libros que leí, como siempre, mal y tarde. Allá por el 2005, el maestro Vittorio Giardino, tipo poco afecto al trabajo con guionistas, formó equipo con Giovanni Barbieri para un experimento a priori muy interesante: un comic que replicara/ satirizara los tropos y los caprichos narrativos de las telenovelas. Así nace Eva Miranda, un proyecto al que le debe haber ido bastante mal, porque termina con el anuncio de una segunda parte que nunca se publicó. Son estas 46 páginas, y no hay más, aunque la historia termine (como en cualquier telenovela que se precie de tal) en un cliffhanger de alto voltaje dramático. Una pena, sobre todo porque nunca vi a Giardino dibujar mejor que en este álbum. La trama es atrapante (a menos que se te hagan infumables las telenovelas) y la idea de interrumpirla con avisos publicitarios en joda es brillante. Todo ese costado irónico/ satírico funciona a la perfección, sobre todo si conocés los códigos del subgénero al que se proponen satirizar. Hay filiaciones dudosas, traiciones, revelaciones shockeantes, sexo, amor a contra corriente, villanos malísimos, héroes buenísimos... y Eva Miranda, que juega un rol extraño, ambiguo, muy interesante, pero que no se termina de explicar en esta primera (y única) entrega. Como tantas telenovelas, esta historia transcurre en el maravilloso mundo de los millonarios, y también hay afiladas y sutiles reflexiones acerca de eso. O sea que, si bien está intencionalmente superpoblada de clichés, Eva Miranda es una historia sumamente entretenida, con muy buen ritmo, diálogos ingeniosos y algo para decir más allá del gaste al bastardeado subgénero de la telenovela. Y claro, por encima de todo eso, flotando cerca de la gloria, pasa el dibujo de un Giardino prendido fuego. Un Giardino ya totalmente afianzado en la línea clara, una especie de André Juillard más versátil en el campo de las expresiones faciales, que acá además aprovecha para revelarse como un magnífico diseñador de vestuario. En vez de copiar de fuentes documentales, el creador de Sam Pezzo, Jonas Fink y Max Friedman se luce con la invención constante de nuevos e impactantes atuendos para que luzcan Eva, Mirna, Randa y el resto del elenco femenino de la historieta. Si estás muy acostumbrado al comic de superhéroes, donde los personajes usan básicamente la misma ropa durante décadas, lo que hace Giardino en este álbum te va a sorprender. Visualmente, Eva Miranda es un festival de formas y colores alucinantes, fruto de un laburo atrevido, apasionado, por parte del maestro oriundo de Bolonia. Es difícil recomendar una obra que no termina, pero con lo que hay en este álbum de Eva Miranda me quedé más que conforme. Y si estás en ese nivel de fanatismo por Giardino en el que ya no importan los guiones, acá lo vas a ver divertirse y arriesgar como pocas veces, con resultados fascinantes.
Allá por el 14/06/19, me tocó reseñar el primer integral de Mikilo, editado por Comic.ar. Después me colgué mal, y recién ahora leí el segundo. Este es un tomo potente, de más de 200 páginas, que requiere ser leído de a poco, porque incluye un montón de historias cortitas, algunas muy similares entre sí. Entonces, si te lo devorás todo de un saque, la fórmula que emplea el guionista Rafael Curci se te empieza a hacer repetitiva, y ya el único atractivo pasa a ser el monstruo/ fantasma/ demonio con el que Mikilo va a intercambiar unos puñetazos. Leído de a poco, con pausas entre las historietas, se disfruta todo mucho más. El vuelo poético de las historias se hace más palpable, se aprecian más los diálogos entre Mikilo y Adolfo, y cuando aparece un guion de esos grossos, pero grossos-grossos (como el de "Dos hermanas", que para mi gusto es la mejor historia del tomo) impacta mucho más. Una vez que estás familiarizado con la dinámica de la serie, sabés que ninguno de estos mitos criollos van a terminar con la vida de Mikilo, ni de Adolfo, e incluso sabés que ninguno de estos monstruos/ fantasmas/ demonios van a ser una farsa urdida por un garca para engañar a la gilada, como pasa en cualquier capítulo de Scooby-Doo. Y entonces está bueno que la serie agregue una nueva dimensión en la que sí hay sorpresas (y grossas) que es la del cambio constante de dibujantes. Sobre la base cada vez más sólida de Marcelo Basile + Tomás Coggiola, el libro se enriquece y mucho con el aporte primero de Sergio Ibáñez (en un nivel excelente), más tarde Leonel Castellani y después una seguidilla tremenda: Quique Alcatena, con unas páginas preciosas, con el recurso alucinante de no entintar el lápiz cuando aparecen personajes fantásticos; Rubén Meriggi, con un relato muy breve, pero muy power; y el inolvidable Francisco Solano López, también con una historia cortita. En el 2002, cuando entregó estas páginas, Solano ya no estaba en su pico como dibujante, pero se nota mucho la cancha y la maestría en la elección de los ángulos y la distribución de los elementos dentro de la viñeta, items en los que el prócer todavía podía dar cátedra. Me sorprendió muy gratamente el trabajo de Silvestre Szilagyi, apuntalado por un tremendo trabajo del colorista Andrés Cornejo, me gustó la segunda historia que dibujó Diego Greco (la que es a color directo) y cerca del final, me conmovieron con su entrega otros dos dibujantes que dieron el 110%. Nunca había visto a Pol Maiztegui dibujar tan bien como en estas páginas, y nunca me imaginé que Santiago Caruso (al que, lógicamente, asociaba con su increíble carrera como ilustrador) podía dibujar historietas de un modo tan, pero tan brillante. En las páginas de Caruso (que son apenas seis) reaparece la magia de Alberto Breccia, de Carlos Nine... una demencia maravillosa que rompe con la hegemonía de estilos más clásicos y eleva el vuelo poético del guion de Curci a niveles insospechados. Después hay textos, un bestiario, pin-ups a cargo de otros capos del dibujo y demás. Pero nada me impactó como las páginas de Santiago, que además forman parte del tramo del libro integrado por las aventuras más recientes, que son las que yo estaba descubriendo por primera vez. Como ya vimos, en 2022 volvió Mikilo con una nueva aventura, con un Rafael Curci muy comprometido y un Marcelo Basile tremendamente upgradeado. Ojalá el público acompañe y haya mucho más Mikilo en los años venideros, pero si eso no sucede, nos queda el consuelo de tener en una excelente edición todo el material de las décadas anteriores, que es mucho y recontra amerita una relectura. Nada más, por hoy. Me voy a pegar la ducha nº176 y me vuelvo a tirar abajo del ventilador de techo. Será hasta pronto.

lunes, 27 de febrero de 2023

NOCHE DE LUNES

Por distintos motivos, vengo con poco tiempo para leer comics e incluso para reseñarlos. Pero luego de un paréntesis, hoy retomamos. Terminé (ya era hora) Fables. Tardísimo, como siempre, me devoré esa rareza editorial que es al mismo tiempo el nº150 (recontra extra-large) de la serie mensual y el Vol.22 de la serie de trade paperbacks,. Estamos hablando de un alto masacote de 160 páginas publicado en 2015 que trae historietas, relatos en prosa y textos en lo que los autores se despiden entre sí y de los lectores que los acompañaron a lo largo de los 13 años en los que Vertigo publicó la serie mensual. La historieta principal, a cargo de (como no podía ser de otra manera) Bill Willingham y Mark Buckingham es una novela gráfica de 77 páginas, en la que los creadores de Fables cierran todos los plots importantes que tenían abiertos y resuelven de una vez el conflicto entre Red Rose y Snow White, las hermanas que protagonizan esta última etapa de la serie. Acá tenemos una combinación entre momentos épicos y momentos intimistas muy lograda, en la que además mojan el pancito, a veces en roles muy sorpresivos, varios personajes más. Es un lindo cierre, y además el dibujo de Buckingham está a un nivel glorioso, coloreado mejor que nunca por Lee Loughridge. Pero hay más: como ya vimos en el TPB anterior, Willingham complementa la historia principal con un montón de historias cortitas, que nos narran el final de distintos personajes secundarios. Acá hay gemas, boludeces tolerables y algún que otro bofe. Los finales de Pinocchio y Gepetto son magníficos. El de los cachorros de Bigby Wolf y Snow White también. Y la historia en la que finalmente vemos cómo las autoridades terrenales (ejército y policía) toman cartas en el asunto de Fabletown tiene un guion demasiado bueno para ser real (y para que lo dibuje a media máquina Lam Medina). Y cuando ya creías que era todo rejunte de historias cortitas y personajes del Ascenso, en las últimas páginas reaparecen Willingham y Buckingham para una breve historia ambientada muchos años en el futuro que es pura magia y emoción. En el medio hay breves colaboraciones de monstruos como Neal Adams, Mike Allred, Teddy Kristiansen, Gene Ha, Bryan Talbot o Joëlle Jones, algunos con muy poquitas viñetas, otros con secuencias un poco más largas. Sin dudas es un cierre a la altura de la chapa de una serie que durante 13 años cosechó premios y popularidad a lo pavote, que tenía muchos más lectores que ejemplares vendidos (mucha gente le prestaba sus revistas o libros de Fables a otra para que se cebara y la empezara a leer/ coleccionar), que generó una brutal cantidad de spin-offs y que convirtió a la dupla de Willingham/ Buckingham en una de las más aceitadas y más eficaces de la historia del comic yanki reciente. Años más tarde, Fables volvió, e incluso retomó la numeración con el nº151, pero esa ya es otra historia. La historia posta termina acá, con toda la fanfarria que ameritaba semejante epopeya creativa y editorial. Gracias a todo el equipo que metió mano en Fables por tanta magia y tantos buenos momentos.
Me vengo a Argentina, año 2022, cuando un grupo de escultores y modeladores 3-D se juntan para imaginar un universo de personajes al estilo Masters of the Universe, para desarrollar una línea de action figures (muñecos, para los amigos) de alto impacto. Como complemento, se les ocurre escribir una historieta protagonizada por estos personajes, que se llama Sentencia Astral y que le da un contexto al conflicto entre estos poderosos guerreros del Bien y el Mal. Con el guion consensuado entre todos, consiguieron que lo dibujara el querido maestro Marcelo Sosa (fallecido hace pocas semanas) y lo coloreara el talentoso Guillermo Villarreal. Así, el Vol.1 de Sentencia Astral se convirtió en una realidad tan tangible como los muñecos. No es muy difícil sospechar que el énfasis de los escultores estuvo puesto en imaginar el look y la contextura de cada personaje. Ahí, realmente la rompieron, porque todos se ven increíbles. El trabajo de Sosa para darles vida también es encomiable. Pero después hay varios problemas: el color quedó muy opaco, muy deslucido. Y hay textos en letra negra aplicados arriba de fondos de colores muy oscuros, lo que hace casi imposible descifrar qué dicen. El guion es confuso, las secuencias están hilvanadas de una manera que más de una vez te deja pagando y decís "¿qué pasó entre el cuadro anterior y este?!?". ¿Por qué pasa esto? Porque la historieta tiene apenas 33 páginas y lo que tratan de contarnos los autores es muchísimo más complejo y ambicioso que lo que se puede desarrollar en un espacio tan acotado. Además, se nota la intención de darle protagonismo a la machaca, con lo cual toda la explicación de quiénes son los malos, quiénes son los buenos, cómo reciben sus superpoderes estos muchachones argentinos, quién les explica cuál será su misión, etc., muchas veces no se ve en las viñetas, sino que aparece resumido en extensos bloques de texto que complican la fluidez de la lectura. Es como si al comic le faltaran (además de personajes femeninos, que no hay ninguno) algunas páginas en las que se cuentan gráficamente momentos y diálogos que en este nº1 de Sentencia Astral no aparecen, reemplazados por bloques de texto, o directamente por saltos narrativos que descolocan al lector. Esto además le exige a Sosa armar páginas con ocho o nueve viñetas, algo que le resta lucimiento al dibujo del ídolo. En el medio del bolonki, hay unos cuantos diálogos graciosos, peleas épicas muy bien dibujadas y un vértigo creativo, un frenesí, que salta hacia afuera de la página y te atrapa, aunque a veces la historia no se entienda o se empantane en decisiones narrativas equivocadas. Complementan el librito varios pin-ups de dibujantes invitados, y la infaltable publicidad para que compres los coñemus de tus héroes o villanos favoritos y la machaca entre el Bien y el Mal siga en tu casa, y en tus manos. La triste e inesperada muerte de Marcelo Sosa no frena al proyecto, y los creadores de Sentencia Astral ya están trabajando en un segundo comic, que ojalá tenga más páginas para que todas esas ideas y esos personajes se puedan desarrollar de manera más armónica. Nada más, por hoy. Ya arranqué a leer otro librito y ni bien tenga un par terminados, vuelven las reseñas. Será hasta el mes que viene.

miércoles, 22 de febrero de 2023

PIBAS AVENTURERAS

Tengo dos libros para reseñar y los dos son aventuras protagonizadas por chicas de unos 13 años. Y las dos se gestaron en Argentina. Empiezo en 1959, cuando Hugo Pratt debuta como autor integral en la revista argentina Supertotem, con Ana de la Jungla (también conocida como Ann y Dann). Esta es una obra que va a tener un largo recorrido dentro y fuera de nuestro país, y hasta se va a republicar a todo color en la revista Billiken. Estas cuatro aventuras breves que integran el álbum son muy leídas y estudiadas por los especialistas en la obra de Pratt, porque acá es donde el maestro fusiona todo y preanuncia mucho de lo que vamos a ver más tarde, tanto en los álbumes de Corto Maltés como en los de Los Escorpiones del Desierto. Acá están las vivencias africanas que acumuló Pratt en su adolescencia, su amor por las tiras clásicas de los diarios yankis (básicamente Tim Tyler´s Luck y Terry and the Pirates), las novelas de H. Rider Haggard, la fascinación por las guerras mundiales (en este caso la primera, que estalla durante el cuarto y último episodio), el recurso del realismo mágico (es decir, la irrupción de elementos fantásticos en un contexto básicamente realista), el tema de las peripecias en parajes exóticos con adolescentes involucrados (algo que va a volver en Corto Maltés) y, por supuesto, las lecciones de guion aprendidas en los años de trabajo junto a Héctor G. Oesterheld. Incluso en estas páginas aparecen por primera vez personajes que van a resurgir en décadas posteriores, para encontrarse con Corto Maltés o los soldados del Teniente Koinsky. De alguna manera extraña, Ana de la Jungla es una especie de piedra angular del Universo Pratt, y probablemente ese sea su principal atractivo. En cuanto a las aventuras en sí, me resultaron un poquito simplistas, poco profundas, muy pensadas para el público infanto-juvenil de aquel entonces. Dos de ellas se parecen bastante entre sí, y la que más me interesó (El Brujo de Ujiji) está resuelta de un modo tan ramplón, tan perezoso, que en vez de explotar se desinfla. Pero hay una buena construcción de personajes y algún atisbo de ese cinismo, esa posmodernidad avant la lettre que va a ser característica de las grandes anti-epopeyas prattianas. El dibujo está bien, muy contenido por la gran cantidad de cuadros que el maestro mete en cada página, y todavía bastante pegado a la influencia suprema de Milton Caniff, a quien por momentos le afana secuencias enteras. Se supone que Pratt empezó estas aventuras en Argentina (en paralelo a sus últimas colaboraciones con la editorial Frontera) y las terminó en Inglaterra, así que es poco probable que haya contado con la ayuda de un equipo de asistentes. Los mejores dibujos llegan cuando irrumpen en la página esas viñetas mudas con indígenas africanos listos para atacar a los protagonistas. Y lo peor es ese gorila del último episodio, que parece haber sido dibujado por el Tano de memoria, sin documentación fotográfica a mano. Ana de la Jungla está bueno para estudiar la transición de Pratt de dibujante a autor integral. Para divertirse un rato con buenas historias, se me ocurren varias obras del Tano mucho más interesantes que esta. Habrá más Hugo Pratt pronto en el blog.
En 2022 se publicó en Argentina un librito de 70 páginas que recopila las tiras de ¡Superpiba!, creadas unos años antes por Javier Russo y Emiliano Urich y publicadas (entre otros medios) en el sitio web de Comiqueando. Lamentablemente, en el paso al libro las tiras perdieron el color, reemplazado por unas tramas de grises que no son un espanto, pero que no tienen el atractivo del color original. El dibujo de Urich se disfruta bastante, siempre ahí, en la brecha, haciendo equilibrio entre un trazo más humorístico y uno más aventurero, y con un problema fundamental, que no logra resolver en todo el libro, que es la gran cantidad de elementos que tiene que meter en cada viñeta: personajes, fondos, diálogos a veces MUY extensos... Todo hace que cada cuadrito se vea muy sobrecargado de cosas apretadas unas contra las otras. Está claro que el formato de la tira, especialmente para relatos de aventuras, le impone a los dibujantes una cantidad de desafíos narrativos muy bravos, capaces de descolocar a unos cuantos. Los guiones de Russo también se pueden definir por esa sobrecarga de elementos. Cuando la tira recién arranca y todavía no sabés si va a ser de aventuras o de chistes con un remate en el último cuadrito, ya aparecieron villanos, personajes secundarios y peripecias extremas. Para cuando van 60 tiras, los personajes ya viajaron en el tiempo a otras épocas, se encontraron con versiones de ellos mismos del futuro, con alienígenas... un kilombo bárbaro, como si estuviéramos en el nº25 o 30 de una serie regular de algún superhéroe yanki. Y en la segunda aventura, la acción los lleva a Perú, a España, de nuevo a otras épocas... y en todas partes se suman nuevos personajes al elenco, algunos creados por Russo y Urich, y otros prestados por otros autores, como El Chispa, Sónoman o Zipi y Zape. Así se arma un maremagnum argumental, con personajes que entran y salen de escena sin llegar a desarrollarse o explicarse, y cuyo aporte a la trama a veces es mínimo. Incluso lo que parece ser el conflicto central contra los villanos se interrumpe para una serie de tiras donde todo gira en torno a unos snacks aptos para celíacos, una especie de publicidad encubierta bastante grotesca. Nada, es como si la brújula apuntara a varios nortes a la vez y el autor quisiera ir hacia todos ellos al mismo tiempo. No se puede. O quizás sí, pero requiere un dominio del oficio bastante superior. A ¡Superpiba! le sobró un toque de ambición. Por ahí esto mismo contado a un ritmo más lento, que permitiera "cocinar" mejor cada situación y cada personaje, funcionaría mejor y se entendería mejor. Así, con tantas cosas tan apretadas en tan poco espacio, hasta los chistes realmente ingeniosos (que hay unos cuantos) se pierden un poco en el kilombo. Y hasta acá llegamos. Sigo adelante con las lecturas para tener a la brevedad nuevos libros que reseñar acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

sábado, 18 de febrero de 2023

SÁBADO DE CARNAVAL

Retomamos el formato habitual del blog, es decir, las entradas en las que reseño más de una publicación. Empiezo en EEUU en 2017, cuando el inolvidable maestro Richard Sala lanza una de sus últimas obras, The Bloody Cardinal. Se trata de una novela gráfica relativamente corta (menos de 100 páginas, de las cuales unas cuantas son ilustraciones supuestamente tomadas de un libro que tendrá mucho peso en la trama), en la que además la inmensa mayoría de las páginas tienen tres o cuatro viñetas, y ninguna tiene más de cinco. O sea que es una lectura ágil, no sé si calificarla de "liviana" porque el argumento es heavy, pero sí que permite ser consumida en un tiempo bastante más breve que el que requieren otras obras del ídolo que se nos fue en 2020. The Bloody Cardinal es una de misterio hard boiled, en la que muere gente a rolete. Nunca me imaginé que Sala iba a matar a tantos personajes de los que presenta en estas páginas. La muerte y la violencia son protagonistas indiscutidas en esta trama de suspenso, que gira en torno al legado de un criminal implacable y sanguinario, que supuestamente está muerto pero dejó muchas pistas acerca de dónde están enterrados sus cuantiosos botines. Trini Toledo y Kowka Lubchik serán quienes lleguen más cerca de las respuestas que todos buscan, y esta última, junto con Odile Elias, serán las dos que reciban más atención y más "desarrollo" por parte del autor. Desarrollo entre comillas, porque la verdad que Sala no tiene mucho espacio para indagar a fondo en la psiquis y las motivaciones de ninguno de los personajes, primero porque son muchos, segundo Francia, tercero porque -como vimos- es una obra relativamente breve, y cuarto porque el vértigo que imponen la acción y la machaca hace casi inviable un espacio de introspección para los personajes. Aún así, la vuelta que le pega sobre el final a Odile es, no solo asombrosa, sino también genial. Como suele suceder, cualquier magia que tire Sala en los guiones empalidece irremediablemente frente al placer inenarrable que transmiten su trazo, su coloreado y su caligrafía. Una vez más ajustado a una grilla recontra-clásica, el maestro propone un ritmo narrativo dinámico e hipnótico, capaz de sumergirnos en la historia y convertir en verosímil la más disparatada de las bizarreadas. No cuesta nada convencerse de que ese mundo hiper-estilizado que retrata Sala es, de hecho, el mundo real. Y la verdad que, a pesar de estar poblado de freaks y abominaciones varias, el mundo de Sala es infinitamente más bello que el nuestro, porque su dibujo irradia esa luz, ese encanto, esa elegancia, esa expresividad... todas esas cosas que lo hacen absolutamente único, y a la vez sumamente accesible incluso para el lector que no está muy curtido en las lides de la narrativa secuencial. O sea que, fuera de la "contra" de que la lectura dura poco, The Bloody Cardinal es un comic atrapante y por momentos brillante, difícil de olvidar por la calidad del dibujo y la arrolladora ola de violencia que recorre sus páginas como un tsunami, sin llevarse puesto al misterio que Sala pone en el centro de la trama. Muy recomendable.
Me vengo a Argentina, año 2022, cuando se edita Frágil, una historieta de Tomás Wortley y Franco Viglino (la dupla de El Principito y Peter Pan y Wendy) que fue realizada en sistema de lectura oriental para participar en un concurso internacional de manga. Se trata de un relato breve (menos de 50 páginas), que también se lee rápido, en este caso porque unas cuantas secuencias carecen totalmente de textos y están narradas a través de la acción y el dibujo. Un dibujo realmente exquisito, donde Viglino se luce con un notable manejo del blanco y negro (más algunos grises aplicados en el photoshop) y donde da rienda suelta a su pasión por el manga más aventurero. Además de todas esas escenas de acción trepidante, muy bien narradas por los autores, Frágil tiene una arista más poética, más intimista, más humana. No es un comic de machaca, sino un comic de vínculos entre personas, con machaca. Por momentos me hizo acordar a Joe the Barbarian (la obra de Grant Morrison y Sean Murphy que vimos allá por el 25/02/14), pero mejor, porque aquella se me hizo interminable y esta no, esta se lee en dos pedos y se disfruta de punta a punta. Frágil es un manga de autores argentinos que se le puede recomendar tranquilamente a los fans del shonen, a los fans del manga más adulto, o más sofisticado, y por supuesto a los fans de la buena historieta argentina. De nuevo, es cortito y dura poco, pero no tiene relleno ni pelotudeces de esas que a veces encontramos en los tomos de mangas en los que leemos 200 páginas y no nos cuentan prácticamente nada. Acá hay ternura, belleza, peleas de alto impacto y una mezcla entre una realidad opresiva y una fantasía descontrolada lograda con verdadera maestría. Y un personaje carismático y conmovedor (Francisco) que ojalá vuelva en una futura colaboración entre Tomás y Franco. Nada más, por hoy. Ni bien tenga leídos un par de libritos más, nos reencontramos con nuevas reseñas acá en el blog.

jueves, 16 de febrero de 2023

METAL HURLANT Vol.1

A fines de 2021 se produjo el esperado regreso de una de las mejores revistas de antología de la historia: la gloriosa Metal Hurlant. Esta vez volvió en forma de libros trimestrales de 290 páginas, una verdadera bestialidad. Las primeras 60 páginas ofrecen artículos y entrevistas a artistas, cineastas, escritores, ensayos, recomendaciones de libros y películas de ciencia ficción, etc. Y después, una avalancha de historietas a cargo de una legión de autores grossos, y de otros que no conocía, algunos de los cuales me sorprendieron muy gratamente. La mayoría de las historias de este primer número (todas 100% autoconclusivas) giran en torno a un futuro cercano, y sobre todo posible, que no se diferencia demasiado de nuestro presente. Veamos quiénes aportaron la papa más fina a esta desmesurada primera entrega. La primera historieta, a cargo de Mathieu Bablet, tiene un clima y unos dibujos alucinantes. Por ahí el conflicto no es tan atractivo, pero se disfruta el recorrido por esos lugares y esas sensaciones. Después vienen dos amigos a los que admiro mucho, Diego Agrimbau y Lucas Varela, con una historia en joda, muy graciosa, con excelentes diálogos y hermosos dibujos. El otro argentino que dice "presente" es el talentoso Berliac, que acá mezcla sus influencias de manga con un claroscuro muy extremo, tipo el Frank Miller de Sin City. El guion también me gustó mucho. Merwan co-escribe y dibuja otra historia bastante interesante, con un tratamiento del color realmente espléndido. La dupla integrada por Anna Mill y Luke Jones (ambos arquitectos de origen británico) propone un delirio visual de altísimo impacto, al que lamentablemente la trama no le llega ni a los talones. Pero podés estar horas estudiando lo fastuoso del dibujo y el color. La historieta escrita por Benjamin Fogel y dibujada por Franck Biancarelli arranca bárbaro, construye un mundo hipnótico, presenta muy bien a los personajes y los conflictos, y se desinfla bastante sobre el final. Una pena, porque tiene buenas ideas, buenos dibujos y buenos diálogos. Otro dibujante muy capo al que no conocía es el alemán Ingo Römling, una bestia con un manejo apabullante de la puesta en página, el color, la anatomía, las expresiones faciales y hasta las onomatopeyas. El siempre afilado Matt Fraction ofrece una historieta de muy mala leche, con diálogos tremendos, y un final un toque predecible. Muy entretenida, y bien dibujada por Afif Khaled, el francés hijo de marroquíes. La que escribe Mark Waid es una historia fuerte, muy emotiva, muy linda, también con diálogos excelentes y hermosos dibujos de Julien Perron. Y el otro capo del mainstream yanki que cruza el océano para mojar el pancito en la Metal Hurlant es Brian Michael Bendis, con ocho paginitas muy bien resueltas, también con una buena idea, buenos personajes y diálogos potentes. Lo complementan los dibujos de Jacob Edgar, que al toque capta el tempo narrativo que Bendis le quiere dar a la historia. Ya cerca del final, me pareció interesante el planteo de la historieta que escribe Xavier Maumejean, pero hubiese funcionado mejor en menos páginas. El dibujo de Jaouen Salaûm, un poquito pecho frío, lindo, pero muy pendiente del trabajo con fotos. Otra belleza de ocho páginas es la historieta que escribe el italiano Sergio Salma y dibuja la francesa Carole Maurel, muy influenciada por Frederik Peeters. Obviamente cualquiera que dibuje parecido a Peeters se gana mi ovación, y además acá tenemos un gran guion, un clima atrapante y un tratamiento muy atractivo para los flashbacks. No podía faltar Jerry Frissen, de ninguna manera, y aporta un guion copado, también muy basado en diálogos punzantes y mala leche. Bien por él. Descubrí a un autor integral raro, Pierre Van Hove, con un dibujo espectacular, cercano a capos del indie yanki tipo Dave Cooper o Rick Altergott, pero las 12 páginas se me hicieron eternas. Me parece que la idea que tenía para desarrollar funcionaría mejor en la mitad del espacio. Otro dibujante para flashear fuerte es Adam Sillard, que tiene poquísimo para contar (su historieta dura apenas cuatro páginas), pero visualmente es demoledor. Y cierra la antología una dupla tremenda: Fabien Vehlmann en guion y Alfred en dibujos. La historia se pasa un poquito de bizarra, pero está muy bien narrada (casi sin texto) y dibujada como los dioses. Más allá del "puntaje", o del "me gustó/ no me gustó", celebro extasiado que se esté publicando en Francia una antología de este tipo, sin series, sin personajes recurrentes, solo con historias cortas que nacen, se desarrollan y mueren en ese puñado de páginas. Al mercado europeo (y al japonés, y en menor medida al yanki) le falta esa dinámica de la historia breve y autoconclusiva, y entre tanta novela gráfica de chotocientas mil páginas, y tanta serie de chotocientos mil álbumes, me ceba infinitamente una propuesta como la de la nueva Metal Hurlant, aunque en vez de a Varela pongan a Quattordio y en vez de a Berliac pongan a un clon choto de Masami Kurumada. El mes que viene sale en Francia el Vol.6, así que la cosa funciona y, de alguna manera, aquella legendaria revista que partió como un hachazo la historia del comic para adultos en el Siglo XX, está logrando sintonizar la onda de los lectores de este momento del Siglo XXI. No es poco y me encanta que sea así. Para cuando vuelva a postear en el blog, ya tendremos entradas en las que comentaremos más de un libro. Será hasta pronto.

martes, 14 de febrero de 2023

ANT-MAN AND THE WASP: QUANTUMANIA

Mientras avanzo con la lectura de un libro que se me está haciendo infinito, es hora de mechar la reseña de una película que acabo de ver... y que también se me hizo infinita. Son apenas 125 minutos, no es una bestialidad, pero en un momento me aburrí, empecé a pensar "por favor, vayan al grano, no pelotudeen más con peripecias boludas que no van a tener ninguna consecuencia para ningún personaje". No me suele pasar esto en las películas de Marvel, y eso hace que este largometraje de Peyton Reed no se pueda poner, a mi juicio, entre las grandes entregas que nos ha dado la factoría capitaneada por Kevin Feige. A nivel visual, esto es demasiado bueno para ser real. El despliegue de imaginación más delirante, más fumado, más extremo que alguna vez haya plasmado un dibujante en una historieta, acá aparece en pantalla, con actores de carne y hueso. El diseño de producción de esta película, el laburo que hay en trajes, vehículos, escenarios, edificios, hasta en las razas de seres extrañísimos que se agolpan en la pantalla, es sencillamente glorioso. Te quita el aliento, no se puede entender. No sabés si estás viendo una película o si te quedaste dormido y estás soñando. Como siempre, los efectos especiales y la coreografía de las peleas (y las batallas) son impecables. Incluso en este film, estos genios le encontraron la vuelta a los villanos para que se vean sorprendentemente parecidos a como nos los muestran en los comics, sin verse ridículos ni payasescos. El argumento, por el contrario, nos lleva a años luz de los comics. Creo que es la peli de Marvel que menos toma del material original (o sea, las historietas). No solo porque en los comics Janet es la Wasp titular, y jamás formaría pareja con un tipo como Scott, ni ocultaría los secretos zarpados que oculta el personaje de Michelle Pfeiffer en el film. Acá prácticamente no hay elementos que nos resultan familiares a los comiqueros. Los muy eruditos notarán que el universo subatómico al que acá llaman "el Quantum Realm" no es otro que el que visitamos varias veces en los comics de Hulk, llamado K´ai en el material original. Pero acá Jarella tiene otro nombre, y visualmente (en parte por el accionar del villano) el universo se parece bastante poco a lo que hemos visto en K´ai. Esta conexión con los comics no está para nada enfatizada, y eso tampoco es óbice para que el argumento (si bien se excede, como ya dije, en peripecias que no aportan demasiado) funcione bien y se haga llevadero durante la mayor parte del metraje. Durante largos tramos del film, sentí que estaba viendo una de Star Wars, pero bien hecha. O una de Flash Gordon con un presupuesto generoso. Quantumania es eso: un grupete de humanos (en este caso con poderes) que viaja a un universo extraño sometido por un tirano que va por todo, y al que le van a hacer la vida imposible. Sacalo a Kang, ponelo a Ming, y es todo más o menos lo mismo. Como en las buenas películas de Star Wars, los chistes no son demasiados y están puestos en los lugares correctos. Y como en unas cuantas de las últimas pelis de Marvel, alguien se dio cuenta de que Paul Rudd tiene más de 50 años y en cualquier momento tiene que colgar el casquito, y ya le empiezan a dar mucha chapa a quien será su sucesora: obviamente su hija Cassie, que acá ya tiene unos 14 años. Dentro de 10 años, los Avengers van a ser todas pibas: Cassie, Shuri, la nena a la que adoptó Thor, la nueva Hawkeye, Ironheart, Miss Marvel y donde te distraés, te inventan una Captain America adolescente. En fin, Quantumania es una maravilla visual, con buen desarrollo de personajes, mucha acción y buenos diálogos, a la que le sobran por ahí 15 minutos de persecuciones, caídas, peleas y giladas varias. Espectaculares las dos escenas post-créditos, así que quedate hasta el final. Y ahora sí, es la hora de los SPOILERS (podés dejar de leer si no querés enterarte de nada). Era obvio que Lord Krylar los iba a cagar. Era obvio que Cassie tenía una armadura. Era obvio que Hank iba a formar un hiper-ejército de hormigas. Era obvio que quienes exiliaron a Kang habían sido los propios miembros del Consejo de los Kangs. Nada más. Gracias y hasta pronto.

viernes, 10 de febrero de 2023

NAFTALINA

Hace un par de semanas, a fines de Enero, se habló muchísimo de esta novela gráfica de Sole Otero (autora argentina que reside hace varios años en Francia), ya que el público del Festival Internacional de Historieta de Angouleme (el más importante de Europa) votó a Naftalina como Obra Favorita del 2022. La novela fue escrita y dibujada en 2020, y tuvo su edición en castellano en 2021. Yo, como siempre, llego tarde y la reseño ahora. Lo primero que quiero destacar es que Naftalina está escrita 100% en argentino. Es obvio que Sole pensaba publicarla en España y Francia (veremos si se suman más mercados, ojalá que sí), pero no hace concesiones en cuanto a la jerga que manejan los personajes. La historia transcurre en el Gran Buenos Aires y los personajes hablan como hablamos acá. Incluso, como el argumento recorre prácticamente todo el Siglo XX, Sole usa términos muy rioplatenses de décadas pasadas para ambientarnos mejor en cada una de las épocas que visita. La edición española (que es básicamente igual a la argentina) tiene llamaditas que explican algunos términos lunfardos o de nuestra habla informal, como para que el lector no familiarizado no quede tan afuera. Y me parece perfecto. Básicamente lo que cuenta Sole en estas 320 páginas es la historia de su familia, centrada sobre todo en la figura de su abuela Vilma, un personaje maravillosamente jodido y tóxico, pero además sumamente tridimensional. Vilma jode, critica y psicopatea a todo su entorno, pero no se considera una villana, sino una víctima incomprendida. Y Naftalina cuenta un poco eso: cómo Vilma se va quedando sola, y cómo su aura de mala leche se impregna de algún modo en la casa que habitaba, a tal punto que una vez que muere, su nieta no resiste demasiado tiempo viviendo ahí. La idea de la casa como espacio de la familia, y de la memoria genealógica y emotiva que vincula a los miembros de la familia, no es algo muy novedoso. La explora Paco Roca en La Casa, por poner un ejemplo cercano. Pero Otero le encuentra otra vuelta, sobre todo por el lado del dibujo, y la convierte en una especie de laberinto en el que Rocío (la protagonista, y probablemente también la autora) se tiene que buscar a sí misma, reflexionar y replantearse cosas típicas de los 18 años, mientras revive (o descubre) aspectos muy densos de la vida de su abuela. Si bien todo pasa por Vilma, el resto de los personajes también están muy bien tratados. La autora se pone en el lugar de ellos, trata de entender por qué hacen lo que hacen, por qué aguantan lo que aguantan, y no los juzga. Ni siquiera juzga a Vilma, que es claramente un sorete de persona. Enorme paso adelante respecto de Poncho Fue, donde había buenos y malos definidos de modo demasiado alevoso. Naftalina es un comic muy honesto, muy jugado, donde no quedan secretos ocultos por jodidos que sean. Lo único que no está muy aprovechado es el vínculo entre algunos personajes y la política argentina del Siglo XX, que es un manantial inagotable de conflictos y desencuentros. Se ve que a Sole le interesaba más la vida de estas personas que la sociedad en la que vivieron. Recién al final, aparece un conflicto político (el estallido de fines de 2001) que una chica de 18 puede entender sin mayor dificultad y ahí sí, Rocío se termina de alejar de la senda de Vilma (militante fanática del "no te metás") y decide involucrarse. Me gusta mucho cómo, si bien en 2020 la autora tenía casi 20 años más que Rocío, no se olvida de cómo era ella a los 18 años. A todos estos hallazgos hay que sumarle el plus del dibujo y el color. Para este trabajo, Otero deja de lado el estilo que desarrolló en Intensa y Poncho Fue y crea uno nuevo, totalmente distinto, basado en colores planos, figuras bien definidas y muy estilizadas, y un protagonismo enorme para los fondos. Lo único que queda del estilo anterior de Sole es la expresividad de los personajes. Todo lo demás, hasta la forma de moverse en el espacio de las viñetas (y de esas páginas que parecen escenarios de teatro) es novedoso. Y excelente. Es un estilo muy llamativo, que tiene la particularidad de no aburrir, de no cansar. Cuantas más cosas demuestra Sole que puede contar en ese estilo, más te cautiva. Esta vez... ¡dibuja las zanjas entre las viñetas!. No en las secuencias ambientadas en 2001, pero sí en las que nos llevan a distintos momentos del pasado. Los flashbacks tienen su propia paleta de colores y hasta su propia forma de armar la página y vincular a las viñetas entre sí, y eso también es un golazo. La única contra que tiene Naftalina es que se trata de una historia íntima, puertas adentro. ¿Qué me estás contando? ¿La historia de una familia que viene de Italia y se establece en el conurbano? ¿Y donde una de las abuelas de la protagonista es una mina intratable que le hace la vida imposible a casi todos los que la quieren? Y bueno, como esa historia hay miles. En un punto, es mi historia, también. Mi abuelo Beto también venía de una familia italiana del conurbano, su papá también trabajaba en el ferrocarril, también era hincha de Racing, también se casó con una mina que lo psicopateaba y lo tenía cagando... O sea que es entendible que algo tan personal no le llegue a todos los lectores por igual. Pero como historieta está muy, pero muy bien hecha. Es profunda, es entretenida, es valiente, es emotiva, te permite identificarte con distintos personajes en distintos momentos de la obra, y encima está dibujada de un modo originalísimo y genial. No sé qué porcentaje de ficción hay en la obra (no sé, por ejemplo, si en su vida real Sole se mudó a la casa que era de su abuela y se agarró pulgas) pero la forma en que la autora toma todos estos elementos (reales y ficticios) y los combina para armar esta novela gráfica, es sencillamente magistral. La hiper-recomiendo. Me queda una reseña más "de las de antes" y después ya volvemos a la normalidad, o algo así. Gracias y hasta pronto.

martes, 7 de febrero de 2023

CLOCKWORK APPLE

Bueno, al final este libro no era tan voluminoso. Apenas 240 páginas que, como en todo manga, se leen rápido, gracias a la narrativa ágil, muy basada en la acción, en contraposición con el Showcase de los Challengers donde estuve días luchando contra esas viñetas repletas de diálogos y bloques de texto que te explicaban absolutamente todo, por las dudas de que no entendieras lo que estaba sucediendo. Este libro es un sueño húmedo: tapa blanda, historias cortas, material escrito y dibujado por el glorioso Osamu Tezuka entre 1968 y 1973, en ese período alucinante en el que pasa de ser "el mangaka que dibuja divertidas aventuras para chicos de todas las edades" a ser el amo y señor del gekiga más oscuro y más retorcido. Parece mentira que en castellano no esté editado y que en EEUU haya salido gracias a un crowdfunding, porque la editorial no se quería arriesgar. Pero veamos que nos ofrece el Manga no Kamisama en estos ocho relatos. En el primero, el protagonista es un jerarca nazi que tiene a su cargo un campo de concentración, donde tortura, viola y asesina sin piedad a sus prisioneros, en busca de una droga que finalmente encuentra... demasiado tarde. Tezuka es tan cruel, que hasta la última página te hace creer que este hijo de mil putas se va a salir con la suya. Es una historia tan siniestra, con tanta mala leche, que el dibujo exagerado, caricaturesco, casi humorístico del Dios del Manga hace un poco de ruido. Probablemente el argumento funcionaría mejor con un dibujante más realista, un Takao Saito, ponele... La segunda es una historia que mezcla romance y ciencia ficción (y también hay asesinatos y sexo, ¿por qué no?), donde se toca un tema que muchos años después va a reaparecer en los comics de Marvel: la posibilidad de que una mujer androide dé a luz a un hijo, fruto de su amor con un hombre de carne y hueso. Salvo el final, que es medio frutero, el resto es excelente. La tercera historia es la más extensa y la que da título al libro. La trama es brillante, es de esos guiones de Tezuka que parecen mecanismos de relojería, en donde todo encaja, hay explicaciones hasta para los sucesos más bizarros y cada detalle que se menciona al pasar resulta importante en algún momento del desarrollo. A Clockwork Apple te pone muy nervioso, te hace sentir la opresión, el enrosque y en un punto me hizo acordar a Dead Air, la opera prima de Michael Allred que vimos el 11/05/15. También se cae un poquito al final, probablemente porque Tezuka no quería continuar la historia más allá de las 60 páginas. Pero daba para un poquito más. Después viene la historia más floja, la del taxista y el pasajero, dos personajes uno más turbio que el otro que se psicopatean el uno al otro a lo largo de 17 páginas. La consigna de la historia es buena, los personajes son atractivos, pero le falta fuerza al conflicto y onda a la resolución. La quinta historia es una de romance y misterio, muy bien llevada, donde Tezuka vuelca su pasión por la medicina. En la resolución es muy importante un quiste, parecidísimo al que me extrajeron a mí a los 18 años, así que me sentí muy identificado con la protagonista. Los médicos que me atendieron en aquel entonces me dijeron que mi caso era de uno en un millón, y Tezuka juega esa misma carta en la historia, para sorpresa de la inmensa mayoría de los lectores, que deben creer que lo que cuenta el ídolo es algo 100% fantástico, que se le ocurrió a él y no existe en la realidad. Pero yo doy fe de que existe. El sexto relato es otra oda a la crueldad y la truculencia. Acá vemos morir acribillados a niños, niñas y adultos, hay drogas, torturas y violaciones y un nivel de violencia y sordidez que me imagino que habrá causado escozor allá por 1972. El ritmo es tremendo, la forma en que Tezuka crea tensión y te manipula para que creas que los malos van a ganar también, es impresionante. Y encima el final es redondísimo. Nos queda la otra historia que compite con la sexta a ver cuál es la mejor. Esta es una de intriga política, sin elementos fantásticos, en la que básicamente se planifica y se ejecuta un atentado contra la vida del Primer Ministro, en otro relato tenso, narrado como solo el Dios del Manga podía hacerlo, en este caso con dibujo más serio, más adusto, menos estridente, pero de una efectividad apabullante. Y cerramos con una historia de codicia, venganza y sexo, ambientada en el futuro y repleta de mala leche. Acá también hay traiciones abyectas, muertes escabrosas, garches enroscados y un clima de desolación digno de mejor gekiga. No la pongo al nivel de las dos anteriores porque el final es un poco más predecible, pero sin dudas es una excelente historieta, que en apenas 38 páginas desarrolla un conflicto muy espeso y le da carnadura a cinco o seis personajes importantes. No hay nada que hacer: cuanto más exploro esta etapa en la producción de Tezuka, más me asombra su transformación, su maduración, sus ganas de subirse la apuesta a sí mismo una y otra vez, de pintarle el culo a los que lo habían catalogado de "autor de aventuras para chicos", un poco para bajarle el precio. En los ratitos libres que le dejaron algunas de sus obras más impactantes y más laureadas, el Dios del Manga reservó un poquito de su magia para estas historias cortas, que resultan un deleite incluso leídas 50 ó 55 años tarde. Capo absoluto. Y ahora sí, tengo para encarar un libro bastante más extenso, así que me voy a tomar unos días para saborearlo. Nos reencontramos pronto con esa reseña, acá en el blog.

lunes, 6 de febrero de 2023

SHOWCASE PRESENTS CHALLENGERS OF THE UNKNOWN Vol.1

Este tremendo masacote de 544 páginas recopila en glorioso blanco y negro las cuatro apariciones de los Challengers of the Unknown en la revista Showcase, y los 17 primeros números de su propia revista, todo material originalmente publicado por DC entre 1957 y 1960. Muchas veces se suele emparentar a los Challengers con los Fantastic Four, por el hecho de que son cuatro aventureros y porque ambos grupos tuvieron a Jack Kirby como co-creador y primer dibujante. Yo adhería bastante a esa corriente, hasta que leí estas primeras aventuras. La verdad que en todas estas páginas, encontré poquísimas similitudes entre los Challengers y la Primera Familia de Marvel. Acá los personajes no tienen personalidad, sus diálogos son perfectamente intercambiables. No hablan de situaciones el mundo real, no hay chistes, no hay villanos recurrentes... Las peleas son básicamente con monstruos, o con seres humanos que temporariamente se hacen gigantes, o reciben superpoderes, o sufren alguna mutación bizarra que será revertida al final de la historia. O con gente que viene de otros tiempos, o de otros planetas. Al principio las misiones de los Challengers tendrán siempre como locación algún paraje exótico, que puede ser un atolón del Pacífico, una isla del Caribe, un castillo de la Europa balcánica, o una base en la Antartida. Y ya avanzada la serie, los veremos viajar a otros planetas. En las primeras aventuras, el guionista (y también co-creador) Dave Wood se las ingenia para que nunca falten una profundidad oceánica para que explore Prof, algo alto para que escale Red, algo que Ace pueda pilotear y algo a lo que Rocky pueda cagar a trompadas. Después, cuando los Challengers debuten en su propia serie y Kirby se haga cargo también de los guiones, este esquema no siempre se va a respetar, porque el Rey va a presentar dos historias cortas en cada número y no le van a dar las páginas para que cada uno de los miembros del cuarteto tenga una escena para lucirse él solito. La mayoría de las historias se resuelven por la vía del ingenio: a alguno de los héroes se le ocurre un truco copado para engañar al villano y revertir los efectos de los planes del mismo, o para neutralizar amenazas que no son necesariamente malignas. Fuera de esa resolución ingeniosa, los guiones no tienen otro atractivo. Los peligros extremos no están enfatizados, nunca sentís que los héroes corran verdadero riesgo de muerte, nunca la aventura es un pretexto para hablar de otra cosa, no hay subtextos, no hay prácticamente continuidad entre una historia y la siguiente y jamás se menciona la posibilidad de que los Challengers habiten el mismo universo que Superman, Batman o cualquier otro personaje publicado en aquel entonces por DC. La única mujer en un rol importante es June Robbins (a quien en algunos de los episodios que escribe Kirby rebautizan por error como "June Walker"), que en algún que otro episodio pela una chapa similar a la de los protagonistas. Por supuesto, esto es de la época en la que en los comics no existían los negros: en 544 aparecen negros en una sola viñeta, y obviamente pertenecen a una tribu semi-salvaje de África. El dibujo de Kirby es bueno, pero se queda a mitad de camino. Este es un Kirby que todavía esperaba que lo convocaran para jugar en el club de los Dibujantes Elegantes, los discípulos de su admirado Alex Raymond, un club en el que esta época jugaban Gil Kane, Carmine Infantino, Bruno Premiani, Wally Wood, Murphy Anderson y Dan Barry, entre otros. Pero eso nunca sucedió, y todavía faltaba un poco para que el Rey creara ese estilo hiperkinético y explosivo que lo llevaría a revolucionar el mainstream yanki y convertirse él en el referente grosso al que centenares de dibujantes intentarían parecerse. También llama la atención lo vulnerable a los entintadores que es el lápiz de Kirby en esta etapa. Bruno Premiani lo simplifica muchísimo, George Klein lo aplana, Marvin Stein le corrige los errores pero le cambia todas las caras y Wally Wood le agrega capas de sofisticación y complejidad que lo hacen ver más capo que nunca, aunque también cuesta un poco ver a Kirby debajo de esas tintas tan elaboradas. Por suerte lo que siempre está y nunca falla, es la narrativa de Kirby, su habilidad para los enfoques, el ritmo de las secuencias y la composición de la viñeta. Pero el nº8 de la revista de los Challengers coincide con ese momento de 1959 en el que DC decide meterle un voleo en el orto a Kirby, quien regresará recién a comienzos de los ´70. A partir de ahí los guiones de la revista se los reparten entre Ed Herron y Arnold Drake (aún hoy no se sabe cuáles escribió cada uno) y el dibujante pasa a ser Bob Brown, a quien ya vimos dibujar a Daredevil un lejano 01/12/14. Brown es un dibujante correcto, casi sin rasgos estilísticos propios, que en sus primeros números intenta seguir la línea de Kirby pero es traicionado una y otra vez por su amor hacia Milton Caniff, al que más de una vez le afana cuadritos a mano armada. Donde más se diferencia Brown de Kirby es en la puesta en página con esas viñetas verticales que ocupan dos de las tres tiras en las que por entonces se solía dividir la página en los comic books. Nada demasiado destacable en la faz gráfica, donde después de ver a Kirby entintado por Wally Wood, todo se hace cuesta abajo. Tengo para leer el segundo Showcase de los Challengers y otro libro de Kirby "solista", así que volveremos sobre estos temas dentro de no mucho tiempo. Arranco a leer otro masacote de chotocientas mil páginas, y ni bien lo termine lo comentamos acá en el blog. Gracias y hasta entonces.