el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 22 de abril de 2024

LUNES CON SUEÑO

Hoy no dormí siesta y estoy llegando a la hora de cenar prácticamente dormido, en un estado muy similar al de un zombie. Pero igual me animo a clavar un par de reseñas, así no quedan para mañana... Hace más de 11 años, el 14/01/13, me tocó leer una novela gráfica de David B. que me encantó, y ahora abro el Vol.1 de Por los Caminos Oscuros y me entero (por un texto) que acá el ídolo retoma a algunos personajes de aquella obra. La verdad que, si no me avisaban, no me daba cuenta. Apenas si me sonaba familiar el tema de que David B. ambientara una historieta en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial. Finalmente, una vez leído el álbum, me convencí de que me quisieron vender humo. Puede ser que Por los Caminos Oscuros y La Lectura algunos sean parte de un mismo universo y que algunos de los personajes sean los mismos. Pero no es relevante en términos de la narración, no sólo porque acá no se hace mención a las aventuras vividas anteriormente por los personajes, sino sobre todo porque el clima y la onda del relato son otros. Básicamente, en Por los Caminos Oscuros el autor de deshace de los elementos fantásticos de La Lectura..., que eran maravillosos y daban para mil historias más. Ahora el planteo no es exactamente "realista", pero se circunscribe a situaciones extremas, rayanas en el absurdo, que podrían haber sucedido en Italia del mundo real en los años 1919 y 1920. Esto ya no parece un comic europeo con ideas prestadas de la Doom Patrol de Grant Morrison, sino que -como aquel álbum de Joann Sfar que vimos el 05/10/23- tiene situaciones que parecen conectar con un sketch de Cha-Cha-Cha. Hay mucha acción, hay una historia romántica, hay tiros y peleas a granel, pero la trama principal pasa por la política y David B. se la toma MUY en joda. Cada vez que un tiroteo, una persecución o un violento combate entre borrachines o delincuentes amaga con teñir a la obra de un cierto filo dramático, volvemos al desopilante gobierno de la república de Fiume y a su líder, el idiosincrático Gabriele D´Annunzio, y se hace inevitable sonreir, o cagarse de risa de los diálogos y las secuencias limadas que comparte con su gabinete de asesores. Por ese sendero transita este primer álbum, interesante, entretenido, pero raro, porque nunca te podés tomar muy en serio lo que pasa. David B. muestra atrocidades, pero no sabés si te tienen que estremecer, o si están ahí para acentuar la sensación de delirio y kilombo generalizados. La narrativa es increíble (sobre todo en las últimas páginas, donde el propio armado de las secuencias subraya que la trama se fue totalmente del control de los personajes) y el dibujo es glorioso, con momentos en los que el francés se hace medio cubista, en un registro entre Pablo Picasso y Javier Olivares que combina perfecto con su apabullante manejo del claroscuro y del color. Veremos con qué me encuentro en el Vol.2. Por ahora, me cuesta poner a Por los Caminos Oscuros al altísimo nivel de La Lectura de las Ruinas.
Vamos con otra serie de Image escrita por Rick Remender que tenia colgada hace mil años. Le entré al Vol.3 de Low (el Vol.2 lo comentamos un lejano 19/12/19), que trae los nºs 11 al 15 de esta saga dibujada como los dioses por Greg Tocchini... y me transmitió con tanta fuerza la sensación de que estamos a milímetros del final, que me tuve que fijar en qué número termina. Y no, termina en el nº26, que es doble. O sea que me falta leer una cantidad de páginas bastante importante antes de que esta historia de ciencia ficción extrema y subacuática llegue a su fin. No sé con qué me sorprenderá Remender en los episodios que tengo por delante, pero estos me impactaron bastante, porque el guionista no da respiro. Low te tira un misil atrás de otro, te tiene como loco, atrapado en las redes de la aventura sin tregua de Stel Caine y sus hijas. Este es un tomo de palo y palo, a pura acción, pero también con mucho desarrollo de personajes, especialmente Tajo y Della. La idea de narrar dos historias en paralelo (Stel por un lado, las hijas por el otro) multiplica los cliffhangers medio al pedo, pero te garantiza que no te aburras nunca, porque cada 20 páginas cambian totalmente la ambientación, la situación, los protagonistas, los secundarios y los villanos. Y como dije al principio, la historia avanza tanto, que tuve chequear cuántos episodios quedan para no convencerme de que ya estamos a un pasito del final. Buena parte de lo que hasta ahora era la premisa de la serie se desbarata al final de este tomo, así que lo que viene a futuro puede ser absolutamente impredecible, para bien y para mal. Pero le tengo fe, que de eso se trata Low. Cuando reseñé el Vol.2 hablé mucho y muy bien del trabajo de Greg Tocchini, y acá está incluso más afianzado, en ese estilo a medio camino entre Neal Adams y Matías Bergara. La calidad no baja nunca, las emociones que transmite el dibujo (y el color del bestial Dave McCaig) tampoco, y página a página te encontrás con cosas que nunca pensaste que ibas a ver dibujadas en un comic. Criaturas, ciudades, vehículos, armas, todo un mundo (o dos) creados por un dibujante inspiradísimo y sumamente generoso a la hora de ponerle detalles alucinantes a cada una de las viñetas. El último episodio del tomo abre con una viñeta imposiblemente compleja y difícil de dibujar... y después los fondos escasean bastante. Pero Tocchini compensa con juegos muy impactantes en la puesta en página que garpan un montón. Espero no comerme otro bache de más de cuatro años para conseguir y leer el Vol.4, porque quedé muy manija con esta serie. Y nada más, por hoy. Nos encontramos el miércoles a las 22:30 hs en el canal de YouTube de Comiqueando para compartir una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta con tod@s l@s que quieran participar. Y obviamente trataré de volver a postear pronto, acá en el blog.

viernes, 19 de abril de 2024

OTRO BACHE PROLONGADO

Muchos días sin leer y más días sin postear... Un suplicio. Pero bueno, estoy poniendo en marcha otras cosas, ocupándome un poco de otros temas... Hoy tengo para contarles que le entré al Vol.7 de Monster, el infinito laberinto del terror de Naoki Urasawa. El manga más enroscado y estirado que leí en mi vida, siempre repleto de giros impredecibles (algunos demasiado bizarros) y de nuevos personajes a los que Urasawa les da muchísimo protagonismo (un ratito) para luego revelarnos que su rol en la trama es (o va a ser) mínimo. Aparece un abogado dispuesto a defender a Tenma en un juicio, y agarrate: mil páginas en las que el autor desarrolla a este tipo, nos cuenta todo acerca de él, su pasado, su familia, lo que siente, lo que lo decide a ir al frente, lo hace interactuar con personajes que ya estaban de antes, le mete su propio elenco de secundarios... un delirio. Por suerte en este tomo puntual, Urasawa no se va tanto por las ramas. La mayoría de las escenas se centran o bien en Tenma o bien en Eva Heinemann, obviamente rodeados de un montón de personajes acerca de los cuales el autor quiere que sepamos TODO. En Monster, cada puntita que asoma, por escasa que sea su conexión con el conflicto principal, se convierte en una trama en sí misma. En un momento, alguien averigua que "Johan" de chico leyó un cuentito infantil... ¿para qué? Páginas y páginas de tooooda otra investigación acerca de ese librito de cuentos, quién lo escribió, por qué, dónde está ese tipo, cómo conecta con lo que pasó después, qué sabe, qué no sabe... Tarde o temprano, toda esa punta argumental por ahí echa luz sobre un detalle mínimo del pasado del principal villano de la serie, y podría considerarse una piecita más que Urasawa nos brinda para armar el rompecabezas. Pero las revelaciones son poquísimas (y poco relevantes), no es proporcional al desarrollo que le da el autor a cada elemento que introduce en la ecuación. Entonces, aunque esté todo narrado de manera magistral (y dibujado como los dioses), sentís que estamos dando vueltas al pedo, que el manga se conforma con generar suspenso, que se juega todo al clima opresivo, pero que no busca resolver nada. Monster es un equipo que tiene la pelota 80 de los 90 minutos, pero no patea al arco contrario. Lo único bueno que tiene esta forma de abordar el relato es que se lo siente muy realista. Es lo contrario de esas películas yankis en las que todo está jugado a la acción, y hay chotocientas persecuciones, y el protagonista zafa todo el tiempo de peripecias imposibles, y nadie para la bocha un minuto para pensar qué está pasando y por qué. Lo único en lo que Monster se parece a ese tipo de relatos es en que, por lo menos en mi caso, ya estoy convencido de que Tenma va a llegar vivo al final de la obra, pase lo que pase, y más allá de lo jodido que se pueda volver el choque final con Johan. El resto me resulta, si no divertido, por lo menos original, porque no conozco otras obras de este tipo que estén contadas con esta extensión, este ritmo y este nivel de complejidad.
Salto a Francia, año 2022, cuando Dupuis publica el Vol.56 de Las Aventuras de Spirou y Fantasio, donde debuta una nueva dupla de guionistas, integrada por Benjamin Abitan (escritor y conductor de radio) y Sophie Guerrive, autora de la notable Tulipe et Le Club des amis. ¿Qué hacen los nuevos guionistas ni bien llegan a la emblemática y longeva serie? Matar a Spirou. Sí, en este álbum vemos morir al querido botones pelirrojo. Y todavía no lo resucitaron (en parte porque sigue apareciendo en las series "no canónicas", que iban en paralelo a la principal). El álbum ofrece 56 páginas de historieta, que tienen todo un costado "meta". Acá nos cuentan que la editorial Dupuis está festejando sus primeros 100 años, y que obviamente Spirou y Fantasio no pueden faltar en esa celebración, lo que plantea un universo en el que los personajes están en el mismo nivel de realidad que quienes publican sus libros. Esto no es nuevo, lo había inventado André Franquin en la época de Gaston Lagaffe. Y hablando de Franquin, "La Mort de Spirou" retoma el plot de la ciudad submarina de Korallion, a la que nuestros héroes ya visitaron en Spirou et les Hommes-Bulles, uno de los míticos álbumes de la época de Franquin. La aventura, que al principio parece sencilla, en un momento se complica, al punto que no sólo muere el personaje principal, sino que ni siquiera se termina de resolver el tema de Zorglub y su vínculo con lo que está sucediendo en Korallion. En Febrero salió el Vol.57, a cargo de los mismos autores, pero la verdad que no sé si es o no una secuela de este álbum, que indague un poco en las consecuencias de todo lo que pasa acá. Sospecho que sí, pero no lo leí, ni conozco a nadie que lo haya leído. Ya el hecho de que los autores no hayan recibido un puntapié en el orto, tras la reacción de un público entre estupefacto e indignado por la muerte de Spirou, me hace suponer que la editorial les aprobó un plan a largo plazo, en el que todo -de alguna manera- va a tener sentido y se va a acomodar satisfactoriamente. El dibujante de "La Mort de Spirou" es el maestro Olivier Schwartz, a quien ya vimos a cargo de alguno de los álbumes "no canónicos" del personaje que reseñamos acá en el blog. Schwartz debe ser el tipo que mejor conjuga la tradición, o la estética vintage, con el gusto de los lectores contemporáneos. Con su línea prolijita, amistosa, por momentos muy tributaria de la de Yves Chaland (pero más tranquila), Schwartz te lleva sin el menor esfuerzo a través de páginas con muchas viñetas, algunas muy chiquitas, algunas muy cargadas de texto. Y cuando rompe la grilla clásica para meter cuadros más grandes la descose toda. Incluso en las viñetas chiquitas la descose toda. Pero en las más grandes, su dibujo se luce más, te golpea más fuerte las retinas con ese preciosismo perfectamente apuntalado por la paleta de colores que utiliza un inspiradísimo Alex Doucet. Obviamente, si nunca leíste Spirou, no empieces por acá. Esto no está pensado para captar nuevos lectores. No es "La Muerte de Superman" (hablando de íconos del Noveno Arte nacidos en 1938), sino que Abitan y Guerrive lo presentan como un inesperado punto aparte (quizás final) en medio de un camino largo que abarca años y años de lore y tradición que conviene conocer previamente. Nada más, por hoy. Espero volver a postear pronto. Gracias por el aguante y buen finde.

domingo, 14 de abril de 2024

RESEÑAS CON TORMENTA

No es un combo tan choto como parece, sobre todo si tenés a mano algo rico para comer... Arranco con el Vol.3 de Black Science, otra serie de Image que tenía colgada hace mil años (vimos el Vol.2 el 23/01/18). Aquella vez yo decía que el Vol.2 se entendía poco si no tenías muy fresco el Vol.1, y esta vez me pasó lo mismo, pero al cubo. Empecé a leer y no entendía un choto, no me acordaba quiénes eran los personajes, por dónde pasaban los conflictos, cómo habían llegado al punto en el que están, etc.. Y el guacho de Rick Remender no hace el menor esfuerzo por explicártelo. Si no leíste lo anterior, curtite. Por suerte, cuando ya iban unas 25-30 páginas, se me acomodaron los melones en el carro y logré sintonizar la onda de Black Science, y recordar lo básico de esta trama demencial narrada a un ritmo que te pasa por encima. Este es un comic furibundo, trepidante, que no da respiro. Pero no tiene a la machaca ni a las escenas de acción ni a las peripecias imposibles como principal sustento. En esa vorágine narrativa, Remender se las ingenia para meter MUCHAS escenas en las que los personajes interactúan, en las por un lado que desarrolla vínculos muy interesantes, muy retorcidos, y por el otro se luce con unos diálogos muy fuertes, a veces muy afilados, otras veces muy groseros, pero con una gran sensación de realismo, que contrasta a la perfección con el nivel de fantasía casi delirante que propone el argumento. Esto es mucho más jugado que cualquier cosa que haya hecho Remender para Marvel, una especie de versión extrema (y para adultos) de los Fantastic Four, con conceptos de ciencia ficción más atrevidos, menos superpoderes y más mala leche a la hora de construir a los personajes y relacionarlos entre sí. En este tercer TPB parece llegar a su fin una saga, pero seguramente habrá más adelante algún tipo de exploración de las consecuencias de todo lo que pasa en este tramo final del arco inicial. En total son 9 TPBs, que (creo) narran tres sagas largas. Así que tengo para rato. El dibujo de Matteo Scalera es un motivo más que tentador para bancar esta serie hasta el final. El italiano pone toda la carne al asador en estas páginas, esta vez apuntalado por el colorista Moreno Dinisio. El trazo de Scalera transmite una vitalidad increíble, como si de pronto se fusionaran Sean Murphy y Carlos Meglia y apareciera lo mejor de cada uno en cada viñeta. Dinisio sabe cuándo apostar a la espectacularidad del color y cuando relegar la propuesta cromática para que el dibujo de Scalera gane protagonismo, y encuentra lindas variantes para aplicar el color en los flashbacks. Visualmente, esto es un kilombo hermoso, y acá también, Black Science te pasa por encima sin piedad. Esto es aventura para adultos a un nivel muy notable, sin concesiones y con un equipo creativo donde se nota una simbiosis absoluta, como si fuera todo obra de una única persona que está muy mal de la cabeza y es muy genial. Ojalá consiga pronto los tomos siguientes, para que no se me haga otro bache de más de cinco años en la lectura.
Hace poquito conseguí en papel una obra que había leído a principios de año en digital y que me había parecido excelente: Retrato de un Trompetista, de Matías De Vincenzo, uno de los grandes comics de autores argentinos publicados en 2023. Ya vimos en el blog varios trabajos de este autor (de cuando firmaba "Matías Chenzo", o simplemente "Chenzo"), tanto con guionistas como en solitario. Esta vez tenemos una historieta sin acción, que salta para adelante y para atrás en la vida Rubén, un pibe (y un adulto cincuentón) que ama al jazz y se convierte no sin esfuerzo en un trompetista más que aceptable. Pero además le copa el tema de los OVNIs y además arrastra desde chico "problemitas" con su cuerpo y una amistad medio rara con Valeria. Matías presenta las secuencias en desorden, le mete un elemento fantástico a la escena que sería demasiado heavy dibujar de manera realista... y cuando armás el rompecabezas, y te das cuenta lo que realmente pasó y en qué orden sucedieron las cosas que el libro muestra desordenadas... Retrato de un Trompetista se convierte en una obra perturbadora, tremendamente impactante y al límite de la genialidad. No quiero spoilear nada del argumento: la historieta dura apenas 62 páginas, con poco texto, así que cualquier dato que tire puede ser demasiado revelador y cagarle las sorpresas a quienes se animen a leer la obra. Pero tiene que ver con el jazz, los alienígenas y una historia de amor prohibidísima. Acá vemos a De Vincenzo cambiar su estilo gráfico respecto de sus obras anteriores, e incluso de Efecto Malena, el comic digital que realizó para Deriva hasta hace muy poco (y que pronto va a tener su edición en papel). Esta vez la línea negra pierde protagonismo frente a la mancha. Entra en juego un pincel muy suelto, muy libre, tanto para darle vida a las masas negras como para aplicar distintas tonalidades de gris logradas con aguadas. El resultado no está mal, y supongo que le permitió a Matías completar la obra en menos tiempo que las anteriores, pero a mí me gustaba más el otro estilo, menos etéreo y con más atención por los detalles. Lo bueno que tiene este estilo es que sirve para acentuar el clima de misterio y de mezcla rara entre realidad y delirio, que son elementos importantes en la trama. Si te bancás una historia poco convencional, con un giro final jodido como enema de chimichurri, incómodo como tampón de virulana, te recomiendo mucho Retrato de un Trompetista. Y espero con ansias nuevos trabajos de Matías De Vincenzo en esta faceta de autor integral que se canta "quiero retruco" a sí mismo y en vez de quedarse en el molde arriesga cada vez más. Gracias y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog. Quienes quieran leer más, se pueden descargar cualquier número de la Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y ser infinitamente felices por poquísimo dinero.

jueves, 11 de abril de 2024

JUEVES DE FINALES

Hoy, reseñas cortas para dos libros que funcionan como último tomo de sendas series. Primero, me toca hablar del Vol.3 de El Minúsculo Mosquetero, de Joann Sfar, probablemente el mejor de los tres álbumes que integran la serie. No es un verdadero final, porque termina con la promesa de retomar la saga en un Vol.4 que -como tantos proyectos de Sfar- jamás se materializó. Pero es una historieta muy entretenida, con un gran mix entre aventura, comedia y momentos de introspección. Este es el tomo de el Mosquetero menos delirante, más ajustado a una narración aventurera más o menos lógica, y si bien tiene varios garches, es donde se sienten menos forzados y mejor incorporados al desarrollo dramático de la trama. Me llamó mucho la atención que el coprotagonista esta vez es un intrépido espadachín italiano, apodado "el Escorpión"... al que Sfar dibuja con la misma cara y la misma ropa que Armando Catalano, el personaje de Stephen Desberg y Enrico Marini. Un crossover bizarrísimo. Y para las últimas páginas, Sfar se pone meta, cuando el mosquetero conoce a Louis Le Trondabbe (que es una obvia referencia a Lewis Trondheim) y se ponen a hablar del festival de Angoulême, en la previa a esa cuarta historia que nunca veremos. Andá a saber qué tenía para decir acerca de esa movida y decidió guardarse. Donde no se guardó nada Sfar es en el dibujo de este álbum, absolutamente maravilloso. Como en el anterior, hay cambios en el trazo, en la paleta de colores... hasta adopta el estilo de Paul Gauguin cuando las peripecias del mosquetero lo llevan a esas islas que parecen del Pacífico Sur. Un trabajo deslumbrante de un Sfar que no se casa con ninguna grilla para la puesta en página ni con ninguna estética para plasmar gráficamente las locuras que se le ocurren para que viva su personaje. Por ahí si nunca leés El Minúsculo Mosquetero tu vida no cambie demasiado, pero si le das una oportunidad, no creo que te defraude, sobre todo si ya sos fan del genio de Niza.
Me leí muy rápido el Vol.2 de Quiero ser Asesinado por mi Alumna, el manga de Usamaru Furuya cuya primera parte reseñé el 31/07/23. El dibujo me gustó un poco más que en el Vol.1, de hecho para la segunda mitad de este tomo (la más salvaje), el autor echa mano a unos cuantos recursos gráficos muy grossos, que no habíamos visto en el resto de la obra, con excelente resultado. El guion, en cambio, me desilusionó bastante. Esto está groseramente estirado, a límites exasperantes. Son 240 páginas para contar algo que se podía contar en 30, 36 a lo sumo. Toda la segunda mitad de la obra podría ser un gran capítulo final como para terminar bien arriba un primer (y único) tomo. Cuando leía el Vol.1, me pareció que pasaban pocas cosas, porque Furuya se tomaba su tiempo para presentar a los personajes y al conflicto central. Con todo eso ya presentado, en el Vol.2 no pasa mucho más. Crece la tensión, crece el suspenso y poco antes de la mitad del tomo ya estamos en ese climax, que se alarga tanto que en vez de dramático se vuelve tragicómico. Hay un par de revelaciones impactantes (también, en secuencias infinitamente estiradas) y un final que no está a la altura de la expectativa que generó el autor a lo largo de los dos tomos. Sin ser una basura, Quiero ser Asesinado por mi Alumna quedó muy lejos de otras obras de Furuya en las que el enrosque, los problemas mentales, las depravaciones sexuales y demás horrores cotidianos tienen bastante protagonismo. Ah, de nuevo me hizo mucho ruido la traducción al castellano neutro, ese engendro mutante que no se habla en ningún país. No sé si Merci compró los derechos para que esta edición circule por fuera de Argentina, pero la verdad que -acostumbrado como estoy a leer el manga en argento vía Ivrea o en gallego vía las editoriales españolas- el neutro me resultó casi infumable. Y destaco mucho lo bien que se ve la obra en ese tamaño un poco más grande, similar al que usa Ivrea para las ediciones de Monster, 20th Century Boys y algunas obras de Inio Asano y Junji Ito. Nada más, por hoy. Me gustaría leer más, pero no encuentro el tiempo... y a medida que se acerque la fecha de salida de la Comiqueando Digital nº9, más difícil se me va a hacer.

martes, 9 de abril de 2024

RESEÑAS DE REGRESO

Ayer volví de mi viaje por dos ciudades de Chile y hoy tengo un rato para reseñar los comics que leí en los últimos días. Una de las cosas más copadas que descubrí en el viaje a Europa del año pasado es que los editores franceses, fundamentalistas de la tapa blanda y los libros tamaño lápida, también eligen algunas obras que tuvieron mucho éxito y las republican en un tamaño más chico, tipo libro de bolsillo, en tapa blanda. Son más livianos, son más baratos... en una palabra, son irresistibles. Compré varios, y al primero que le entré fue a La Page Blanche, con guion de Boulet (uno de los dibujantes de La Mazmorra) y dibujos de Pénélope Bagieu, una de las autoras de más repercusión en los últimos años. Esto es de 2013, cuando Pénélope todavía trabajaba con guionistas. Después se volcó a ser autora integral. La Page Blanche (la página en blanco) es de esas obras que te atrapan en la primera secuencia y no te sueltan hasta el final. No, el final no está al nivel del desarrollo de la trama, ni de la complejidad del personaje principal. No es una cagada, no te dan ganas de tirar el libro a la basura, pero sentí que le faltaba algo más, 10 ó 12 páginas más, en una de esas, para que todo cierre de manera más prolija. No importa. Nada cambia lo feliz que fui leyendo estas 190 páginas, ni lo mucho que me entusiasmaron todas esas sorpresas que Boulet revela siempre en los momentos justos. El planteo se parece al de XIII: empieza con una chica completamente amnésica, sentada en el banco de una plaza en París. No tiene idea de quién es, ni cómo llegó ahí, ni dónde vive, ni a quién recurrir. Y tiene que empezar a rastrear para atrás esa vida que evidentemente vivió, pero de la que solo tiene vestigios, no recuerdos. De alguna manera, Eloïse se las va a rebuscar para recuperar su identidad, su casa, su trabajo, alguna que otra amiga... pero en algún punto va a descubrir que hay cosas que no va a poder recuperar y con eso tiene que ver el impacto emocional que se llevó sus memorias. Boulet pilotea esta consigna ganchera y emotiva como pocas con una habilidad que le permite pendular entre la comedia costumbrista y el drama, y además lucirse con unos diálogos magníficos. Y Bagieu la rompe toda con ese dibujo que me remitió todo el tiempo a las buenas tiras de prensa de Estados Unidos, ese trazo sintético, expresivo, amistoso, donde se nota a kilómetros el devastador poder de observación de una autora especialista en la gestualidad de los personajes, y en detalles que tienen que ver con la ropa, los peinados, la decoración, etc.. Hoy Pénélope Bagieu dibuja bastante mejor que en La Page Blanche, pero esto está buenísimo, tanto a nivel del dibujo, como del color y de la puesta en página. Como curiosidad, comparto el dato de que esta historieta fue adaptada al cine en un largometraje (también francés) y que está traducida al inglés y al alemán, pero no al castellano. Un disparate.
Después de muchísimo tiempo (el Vol.3 fue reseñado el 28/12/17) retomo la lectura de Lazarus, la serie escrita por Greg Rucka y dibujada por Michael Lark, con un Vol.4 que, a diferencia del anterior, me aburrió bastante. El arco denominado "Poison" levanta un poquito al final, pero me pareció muy lento, muy estirado, poco sustancioso. Rucka asume un riesgo importante, que consiste en narrar en paralelo dos situaciones distintas, en registros muy distintos, como si fueran dos obras de distintos géneros metidas en un mismo comic. Por un lado, toda la trama de poder, ambición, roscas, traiciones y ajedrez entre gente muy hija de puta, al estilo Dallas o Dynasty. Esto está bastante bien, es lo más entretenido de este tramo de la serie pese a que es imposible identificarse (y mucho menos solidarizarse) con personajes de tan baja calaña y tan exacerbada amoralidad. Por otro lado, este tomo narra en detalle una batalla militar que tiene lugar en la ciudad de Duluth, en la que la protagonista de Lazarus, Forever Carlyle, confronta con todo un ejército enemigo, acompañada de apenas cuatro soldados que le son leales. Hay un buen desarrollo de estos cuatro personajes, en un punto resultan queribles, pero la batalla se alarga tanto, y tiene giros tan inverosímiles, que en un punto esta incursión de Rucka por la historieta bélica perdió mi interés. El tomo incluye también un episodio unitario que -supongo yo- conectará más adelante con la trama central, y -como ya dije- guarda los mejores momentos para las últimas páginas, como para que uno no le pierda la fe a la serie. Creo que lo que menos me cerró de este tomo (el primero de Lazarus que no me deja hiper-manija, deseoso de tener YA en mis manos la continuación) es el tono, demasiado solemne, para mi gusto. No esperaba el show de los chistes, porque sé que es un comic realista, duro, adulto. Pero tanta seriedad cansa un toque. Lo más parecido al humor que hay en 140 páginas es algún que otro retruque sarcástico de los personajes más soretes y más cínicos, que Rucka mete para recordarte (por enésima vez) que estos personajes son los más soretes y los más cínicos. En algún momento (no tengo dudas) Forever se va a dar vuelta y va a hacer mierrrrda a sus propios familiares, a los que Rucka nos muestra como garcas cada vez más inescrupulosos. En la faz gráfica lo tenemos a Michael Lark, muy comprometido en la narrativa (no tanto en el dibujo en sí, que se apoya demasiado en las fotos retocadas) y muy bien complementado por los colores de Santiago Arcas. Lo mejor que tiene Lazarus es ver a Lark dejar la vida para que no te aburras cuando vienen esas secuencias de reuniones en las que un montón de gente se sienta alrededor de una mesa para conversar o negociar, con menos acción que en un geriátrico a las dos de la mañana. Con varios indicios de que Lazarus no se está yendo a la B, con la fe intacta en el próximo tomo (que andá a saber cuándo consigo y cuándo leo), prometo no bajar los brazos y -eventualmente- retomar una serie que hasta ahora venía muy arriba, más allá de que un amplio porcentaje del Vol.4 me resultó medio soporífero.
Y cierro con una breve mención para un libro que se obsequió a los asistentes a la edición 2021 de Montevideo Comics (ni me acordaba que se había hecho el evento, en ese año marcado por la segunda parte de la pandemia del COVID-19) y que, como es costumbre en esta mítica reunión de aficionados al comic, rescata trabajos de un autor clásico uruguayo poco conocido por el lector actual. Esta vez, el libro titulado La Leyenda de Pedro Malasartes reimprime trabajos de Pedro Cano realizados entre 1978 y 2008 para distintos medios de la vecina república. La verdad que no me gustó. No me gustó el estilo gráfico de Cano (que varía bastante de una historieta a la otra), encontré problemas en la calidad de la reproducción de varias páginas, los guiones me parecieron bastante ingenuos... Creo que lo más rescatable es la primera historieta, Puro Biógrafo, no por el dibujo, ni por el personaje (el gaucho Ventarrón) sino por la libertad con la que Cano se va al carajo y mete personajes y situaciones totalmente descolgadas, en algo que -en sus mejores momentos- parece una sátira a las películas de Hollywood al estilo de lo que hacían Enrique Ventura y Miguel Ángel Nieto a principios de los ´70, por supuesto con una calidad gráfica bastante inferior. De ahí en adelante el libro entra en una curva descendente, con momentos realmente chotos. Obviamente, no sumo a Pedro Cano al Olimpo de los grandes autores de la historieta uruguaya del Siglo XX. Nada más, por hoy. Espero volver pronto con nuevas reseñas. Gracias a l@s amig@s chilen@s por el afecto y el aguante de tantos años y será hasta la próxima.

lunes, 1 de abril de 2024

LUNES FERIADÍSIMO

Por fin encontré un ratito para redactar las reseñas de los dos últimos libros que leí... Había prometido volver pronto al extraño mundo de El Minúsculo Mosquetero, y acá estoy con el Vol.2 de esta serie creada por Joann Sfar en los albores de este milenio. Este tomo se podría sintetizar en dos palabras: sexo y delirio. Acá se coge mucho más que en el Vol.1, hay larguísimas secuencias en las que Sfar exhibe los genitales de sus personajes y los enreda en todo tipo de posiciones amatorias. Son secuencias entretenidas, sostenidas en diálogos muy ingeniosos, a veces muy agudos, en un libro muy hablado, con mucho texto en casi todas las páginas. Y por el otro lado, el delirio. Acá el autor ni se gasta en pensar una excusa para que sucedan las cosas que tiene ganas de dibujar. Le pinta crear un mundo subacuático, y ya fue, el mosquetero se mete en la bañadera, y se hunde hasta llegar a este mundo, en el que puede respirar bajo el agua, hablar y hasta fumar. Cuando se aburre de las criaturas submarinas, se copa con la figura de la esfinge egipcia, que también tiene una escena muy copada, y después se le ocurre dibujar personajes de la mitología griega: minotauros, gorgonas, ejércitos onda Esparta... Unas páginas después, volvemos a una especie Europa medieval, y mientras el mosquetero se revuelca con una señora muy atractiva, la acción nos lleva de nuevo a una Grecia mitológica, con un fauno, para desembocar en una batalla espectacular entre cosacos rusos, soldados griegos y un dragón impresionante. En esta batalla el mosquetero conoce a Taras Bulba, una hermosa mujer, y se enamora de ella... pero sus intentos por intimar con ella van a fracasar rotundamente. Y así volvemos a "la realidad/ el presente", donde todavía nos quedan varias escenas de sexo y diálogos por delante. Como hilo conductor de todo este incordio (en el que, por ejemplo, no se menciona más el hecho de que el mosquetero ahora es chiquitito y habita en un mundo en miniatura) tenemos al dibujo de Sfar en un nivel sencillamente glorioso. En la secuencia con Taras Bulba, además, el autor cambia la forma de colorear, para introducir unas aguadas que hacen más oscuro y más etéreo a su trazo preciso, nervioso, lleno de matices. La lucha contra el dragón ofrece viñetas más grandes, más estridentes, y en la página en la que el mosquetero debe huir de las Euménides, la puesta es una maravilla, una belleza experimental, ornamentada a todo culo, como lo haría Quique Alcatena. El único problema que tiene la faz visual de este álbum es que esas páginas repletas de globos de diálogo lo obligan a Sfar a acomodar como puede un montón de viñetas muy chiquitas, en las que el dibujo no se luce tanto. Pero ni bien afloja con la cantidad de texto, la magia de su plumín cobra protagonismo y brilla en todo su esplendor. Hasta acá, El Minúsculo Mosquetero es una serie tan rara que puede terminar en cualquier cosa. Me voy a enterar pronto, cuando le entre al Vol.3. Por ahora, es una bizarreada entretenida, con un voltaje erótico más alto que las obras promedio de Sfar, y con un despliegue fascinante en materia de dibujo. Argumentalmente es poco lo que tiene la obra para atraparnos, pero como rareza está muy bien.
Los amigos franceses de Glénat armaron un libro muy cheto de unas 300 páginas, en el que se recopilan los primeros trabajos de Gou Tanabe, antes de que fuera el monstruo sagrado que es hoy. Son todas historietas realizadas entre 2002 y 2005, en las que cuesta un poco ver el estilo que más tarde va a caracterizar al ídolo y lo va a poner en el Olimpo del manga contemporáneo. El tomo se llama "The Outsider" y arranca con la adaptación del cuento homónimo de H.P. Lovecraft ("El extraño", en las traducciones al castellano), muy lograda, sin estirar al pedo y sin casarse innecesariamente con el texto original. Las caras de los seres humanos todavía no están muy logradas, pero el resto está muy bien. Después aparecen las dos obras más antiguas de Tanabe: una adaptación de un relato de Anton Chejov y una de Máximo Gorki. Acá vemos a un autor muy primerizo, que maneja bien el claroscuro pero pifia en la figura humana. En los rostros muestra unas dudas bárbaras, como si no se decidiera entre un estilo más elegante, tipo Hirohiko Araki, o uno más potente y más crudo, más del palo alternativo, tipo un Taiyo Matsumoto de la primera época. El resultado es visualmente pobre, si bien la narrativa fluye de manera natural. Las historias en sí se hacen bastante embolantes, en parte porque Tanabe elige relatos que carecen totalmente de acción y se sostienen sobre todo en los diálogos. Y el tomo ciera con Ju-Ga, una serie breve, de apenas cinco episodios, en la que Tanabe crea la historia desde cero y nos lleva a la Era Kyoho, donde vamos a conocer a Gibon Gensho, un monje que además es maestro en la disciplina que da nombre a la serie. Acá tenemos relatos muy basados en la acción, con monstruos, villanos y un sano despliegue de poderes sobrenaturales. Los dos últimos episodios son los más atractivos, los que logran una mayor tensión dramática, y los otros tres... también son un poco aburridos, pero sirven para conocer al protagonista, sus poderes y algo del contexto histórico. A lo largo de los cinco episodios de Ju-Ga (realizados entre 2004 y 2005) el dibujo de Tanabe mejora ostensiblemente y si bien para el final no está ni cerca de su mejor nivel, tenemos páginas realmente impactantes, donde no hay que ser Nostradamus para vaticinar que ese pibe iba a llegar a ser una estrella. Acá vemos más yeites tomados de autores como Hiroshi Hirata y Ryochi Ikegami, que también aportan su influencia a un Tanabe que todavía buscaba un estilo... en las fuentes correctas. La verdad que no la pasé tan bien como suponía con The Outsider. Me sirvió para descubrir en plan arqueológico el "secret origin" de Gou Tanabe, y no mucho más. Menos mal que lo pagué muy barato. Y menos mal que tengo otros libros del ídolo en el pilón de los pendientes, como para tener la merecida revancha en un futuro no muy lejano. Nada más, por hoy. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.