el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 31 de marzo de 2015

31/ 03: LOS MAS VENDIDOS DE FEBRERO Y MARZO

Ahora sí, después de un Febrero lamentable, tuvimos un Marzo bastante digno en materia de ventas, y entre los dos meses se puede armar un ranking que no suene a chamuyo.
Veamos qué fue lo que más se vendió.

1) Hijitos de Puta (Llanto de Mudo)
2) Basura (Loco Rabia/ Belerofonte)
3) Acero Líquido (Loco Rabia/ Belerofonte)
4) Shankar Vol.2 (Loco Rabia/ Belerofonte)
5) Términus Vol.8 (Términus)
6) Mar de Caca (Llanto de Mudo)
7) Aventuras de Pi-Pío Vol.1 (Común)
8) Zero Point (Agua Negra)
9) Términus Vol.7 (Términus)
10) Liga del Mal Vol.1 (Llanto de Mudo)

El primer puesto lo mantuvo el nuevo hit de Gustavo Sala, aparecido en Enero. Está bien, es lógico. Si bien la venta en Enero había sido muy buena, es un libro que todavía tiene un techo muy alto.
Cuatro novedades se ubicaron bien en el Top Ten, todas aparecidas en Marzo: Basura fue el libro más vendido de este mes, lo cual es importante si pensamos que salió el 20, justo antes de los feriados, y tuvo muy pocos días para ofrecerse, distribuirse y venderse. Pero bueno, es el enésimo testimonio de la vigencia de maestros de la talla de Carlos Trillo y Juan Giménez. La nueva entrega de Términus clavó en el quinto puesto, lejos de la pole position que suele llevarse cada vez que sale, primero porque se empezó a distribuir el 16, y segundo porque gracias al éxito, ya son varias las distribuidoras que la ofrecen a sus clientes. Mar de Caca y Pi-Pío se empezaron a distribuir entre el 12 y el 13 de Marzo y alcanzaron cifras interesantes, sobre todo para el caso de Pi-Pío, que es un libro de más de $ 400.
Completan el ranking dos tanques insumergibles de Alcatena y Mazzitelli, el ya clásico Zero Point de Agustín Nakamura, el primer tomo de la siempre vigente Liga del Mal y el Vol.7 de Términus, arrastrado de nuevo al ranking por la salida de la nueva edición de esta notable antología.
En Abril vuelve la Feria del Libro y eso permite pronosticar la salida de muchos títulos nuevos, varios de los cuales se van a empezar a distribuir en Mayo. Pero para estos próximos 30 días, seguro tendremos (entre otros lanzamientos) lo nuevo de Juan Sáenz Valiente, una antología para chicos con Liniers, Decur y Powerpaola (entre otros), el regreso de Federico Baert, un libro de bocetos de Renzo Podestá y nuevos libros de la colección Toing!. Veremos qué sucede…

lunes, 30 de marzo de 2015

30/ 03: ANDROMEDA STORIES Vol.3

Y bueno, tal como yo suponía, acá la cosa se pone muy grossa. Ya está, ya no hay más tiempo. Ryu Mitsuse y Keiko Takemiya se dan cuenta de eso y se termina el curro de sumar nuevos personajes, nuevos conflictos y nuevos elementos a la trama central. Ahora hay que resolver todo con lo que hay, en 200 páginas que son las mejores 200 páginas de Andromeda Stories.
Acá el guión hace un sólo sacrificio con el que no termino de acordar: se saca de encima medio rápido, sin explorar mucho las consecuencias, a la reina Lilia y el rey Ithaca. De nuevo hay un papel chiquito para Balga y el príncipe Milan ni aparece. El resto, son todos golazos. La guerrera cyborg que tuvo mucha chapa en el Vol.1 y no apareció en el Vol.2 acá vuelve con todo, a hacer un aporte enorme. El veterano y enigmático Elder pone las cartas arriba de la mesa y se convierte en otro personaje fundamental. Y lo más importante: ahora el protagonismo se reparte entre el príncipe Jimsa y Affle, su hermano gemelo, que resulta ser… su hermana. En un giro notable, todo lo que sabíamos sobre este supuesto hermano de Jimsa se da vuelta y las sorpresas motorizan al argumento hacia una resolución impactante.
Esta vez no queda mucho margen para las intrigas. Hay que prepararse para el combate final contra las máquinas, y el clima ahora es el de una historia bélica, en la que cada pequeña batalla puede ayudar a ganar la guerra. El único elemento nuevo que se suma en este tomo es el de los superpoderes: Affle tiene dones extrasensoriales y es una poderosísima telekinética. Y por si faltara algo, la proximidad de Jimsa amplía aún más sus poderes. Cuando los hermanos se deciden a trabajar juntos, se vuelve realmente difícil hacerles frente. Pero claro, no es fácil lograr que estos dos chicos criados en ámbitos tan distintos se acepten como hermanos y aprendan a complementarse.
Ahí los autores encuentran un conflicto muy interesante para meterle presión a la trama bélica. Y cuando lo tienen que resolver, de nuevo la sorpresa, el impacto, lo impredecible: Jimsa y Affle, hermanos mellizos, casi idénticos entre sí… se enamoran. Y garchan. Posta, no es una fantasía perversa mía. 500 y pico de páginas sin meter ni el menor atisbo de una trama romántica y, cuando aparece, termina en incesto. Y ahí ya te importa todo una mierda… Si le ganan o no a las máquinas, si se destruye o no el planeta… ya fue, hay un garche entre mellizos casi idénticos. Cuando vi eso en Bolita (la obra de Carlos Trillo y Eduardo Risso, reseñada el 17/04/14) no me impactó tanto, porque el clima de la historieta iba para ese lado, la gracia era acumular situaciones turbias, sórdidas, y Trillo nunca ahorró recursos a la hora de mostrar a sus villanos como gente retorcida y repulsiva. Pero acá, en una epopeya de ciencia-ficción con aventuras, rosca política y dibujo “cute”, fue un garrotazo en el medio de los genitales.
El bizarro giro en la relación entre los hermanos pone las emociones que faltaban para que el final fuera realmente estremecedor. El epílogo hasta se anima a ensayar un moñito, un broche de oro con un cierto vuelo poético que incluso sugiere que Jimsa y Affle fueron los primeros humanos en pisar la Tierra. Un lindo detalle después de tanta devastación, explosiones, traiciones y sacrificios.
El dibujo de Takemiya, por su parte, acompaña estas movidas tan extremas y retrata con jerarquía y con intensidad todas las luchas, la destrucción y el romance. Esta vez hay menos secuencias mudas, pero igual Takemiya se las ingenia para que ciertos cuadros, ciertas imágenes, cobren peso por encima de los textos y funcionen como signos de puntuación, como un mecanismo más para realzar los misterios, el in crescendo en la tensión o la fuerza de las escenas más impactantes. Un excelente trabajo de la mina que mejor entendió cómo funciona la ciencia-ficción en el universo de las viñetas.
Más allá del irrefutable prestigio de sus autores, no sé si Andromeda Stories está considerado un clásico en Japón. Para nosotros va a ser siempre más una rareza que un clásico, eso me queda muy claro. Dentro de esa categoría, la considero una muy buena historieta, a la que seguramente le sobran no menos de 150 páginas (el Vol.2 podría omitirse casi por completo), pero que entre emociones fuertes, conceptos jugados, acción al palo y dibujos formidables arrima a un nivel realmente notable. Voy por más Keiko Takemiya, auqnue no sé si tiene más obras editadas fuera de Japón…

domingo, 29 de marzo de 2015

29/ 03: EAST OF WEST Vol.2

Este segundo tomo de East of West sigue al pie de la letra los lineamientos que vimos en el Vol.1, reseñado el 15/12/14. Releo esa reseña y siento que es poquísimo lo que puedo agregar, porque tanto el guión como el dibujo avanzan por el cauce que fijaron Jonathan Hickman y Nick Dragotta en los primeros episodios, sin desviarse en lo más mínimo. Lo cual no significa que no haya sorpresas…
Para mí, lo más notable, fue que Hickman mandó al banco de suplentes a Xiaolian, la princesa de la dinastía de Mao, que en el Vol.1 había juntado chapa a lo bestia. Esta vez, apenas si se la menciona y no aparece ni una viñeta. La rosca interna de los Chosen, que en el Vol.1 se calentaba con las intrigas conjuradas por Archibald Chamberlain, explota en el primer episodio de este tomo y después no se vuelve a mencionar. Todo esto se explica con el gran número de personajes que conforman el elenco de la serie. Hickman tiene muchas alternativas, muchas historias para explorar, y para hacerlo elige desplazar el protagonismo de unos personajes a otros, según le convenga. La trama es compleja y espesa desde el principio, y al indagar en algunos personajes en los que hasta ahora no había profundizado (el príncipe John Freeman, el oráculo, la presidenta de lo que quedó de EEUU), el guionista no hace más que sumarle capas de complejidad, misterios y elementos que seguramente van a tener peso más adelante.
Con tanta runfla política, tanto diálogo y tanta travesía (Death, quien quizás sea el personaje central de la saga, pasa casi todo el tomo viajando o hablando), casi no hay lugar para la machaca. Leídas con frialdad, la única escena de pelea que se justifica a nivel argumental es la última. El resto, pareciera que está porque Hickman o sus lectores no se bancan 24 páginas sin acción. Son conflictos menores, que no requerían de tiros, combates ni explosiones para resolverse, pero que aparecen inflados, enchulados, para que los personajes se vean más jodidos y sus diferencias se vean más extremas. No es un mal recurso y tampoco se le puede pasar factura por eso a Hickman, que se ha bancado muchos guiones sin machaca en su época de guionista del mainstream superheroico.
Como otros trabajos de este autor, East of West no resulta una lectura fácil ni pasatista. Hay que leerla con mucha concentración, dedicándole tiempo. Yo estoy seguro de que me perdí detalles, pequeñas cositas, por no acordarme demasiado de lo que había pasado en el Vol.1. Por supuesto, Hickman no te hace ningún racconto, los personajes no explican nada a través de los diálogos, no hay red. Si no estás bien metido en la saga, quedás pagando como un infeliz. Y –me repito- es una saga compleja, con un mundo muy atractivo por explorar (esa mezcla de tecnología de ciencia-ficción con ambientación y climas de western), con un elenco numeroso y con ideas muy osadas, algunas derivadas de temas bíblicos (como los Cuatro Jinetes del Apocalipsis) y otras más locas, más originales, o más enroscadas. Por suerte, todo avanza a un muy buen ritmo, los diálogos son excelentes y los personajes están muy bien trabajados.
Y por el lado del dibujo, no me queda nada para decir que no haya dicho en la reseña del tomo anterior. Dragotta está muy afianzado en ese estilo, mezcla de Fiona Staples y Peter Snejberg, y felizmente se pone un poquito más las pilas a la hora de dibujar los fondos. Muy meritoria también la labor de Frank Martin, el colorista, que ajusta muy bien la paleta para darle su propia impronta a los flashbacks (que son muchos) y para subrayar los distintos climas, las distintas ambientaciones en las que transcurre la acción.
Después de estos años de Avengers y New Avengers -y sobre todo ahora que timbea su prestigio a todo o nada con Secret Wars- Jonathan Hickman dejó de ser un guionista incuestionable y pasó a ser no un mercenario más, pero sí un tipo que además de cebarnos, también puede decepcionarnos. Por suerte, en paralelo a la altísima exposición que le dan sus series en Marvel, tiene estos kiosquitos creator-owned en Image, donde vende mucho menos pero cuida mucho más la calidad. East of West es un claro exponente de esto último y una gran opción para el que busca leer más material de Hickman por afuera del “más de lo mismo”.

sábado, 28 de marzo de 2015

28/ 03: NIÑOS DE LA BASURA

Esta historieta de Darío Fantacci se publicó originalmente en la revista Ultramundo, entre 2007 y 2012. Era la historieta más “tradicional”, la que abordaba una temática más “clásica”, dentro de una publicación de corte sumamente experimental. Sin embargo, leída toda de un saque y por afuera de ese contexto, la obra de Fantacci es cualquier cosa menos tradicional.
Lo que más gustó es el clima, la atmósfera que construye Fantacci a lo largo de estas 200 páginas. Es un mundo oscuro, desolado, crepuscular, en el que los protagonistas tienen que inventar la esperanza, porque el mundo no se las ofrece en ninguna de sus formas. El autor aprovecha al máximo las posibilidades expresivas de este post-holocausto (para el que no hace falta mayor explicación) y lo convierte en el escenario de una epopeya low-fi, donde vemos crecer de golpe y en circunstancias absolutamente adversas a este grupo de chicos abandonados a su suerte, que no es mucha.
Otra cosa que me gustó mucho es la narrativa, porque lo veo a Fantacci moverse con gran ductilidad. Hay tramos en los que el ritmo del relato y la puesta en página se sincronizan para que Niños de la Basura parezca un comic europeo, para el lado de un Christophe Chabouté, como para orientarnos. Por momentos se acerca más al tono de un indie norteamericano tipo Brian Ralph. Y en el episodio titulado Ed y Pum!, tenemos una extensa secuencia que parece narrada por Katsuhiro Otomo en Akira. Estamos ante un autor lleno de recursos para meternos dentro de sus relatos, con un gran manejo de la secuencia, de los ángulos, de la síntesis, de la variedad de planos.
Por otro lado, las referencias a Chabouté, Ralph y Otomo nos llevan a pensar en autores a los que les encantan las secuencias mudas. Y sí, Fantacci se enrola claramente en esa tendencia. Cuando mete diálogos, pendula entre dos extremos: diálogos muy reales, muy naturales, y diálogos muy forzados, muy artificiales. Pero cuando opta por dejar que el dibujo y la acción cuenten lo que sucede, el autor no falla nunca.
Los guiones… se pueden discutir. Hay segmentos más complejos, más basados en el desarrollo de personajes, y hay otros (la mayoría) donde se imponen el vértigo y la violencia. Largas y sangrientas peleas que sirven para ilustrar el contexto en el que se mueven estos chicos, pero no mucho más. Creo que el episodio mejor escrito es el último, el epílogo, que es donde Fantacci realmente capitaliza el potencial lírico subyacente en esta historia a priori cruda y truculenta.
Y me queda para el final el dibujo que, de nuevo, me hizo acordar mucho a Chabouté, pero sin jugarse todo al claroscuro. Fantacci elige esa técnica de entintado que a muy pocos le queda bien, que consiste en llenar todo de rayitas y cross-hatchings enfermizos, y con eso lograr todos los efectos de iluminación, volumen y texturas. Tenés que ser MUY bestia para que eso te salga bien. Tenés que ser Alcatena, Joe Sacco, Salvador Sanz… y Fantacci claramente no estaba a ese nivel cuando arrancó con este trabajo en 2007.
Con el correr de las páginas y los años, el dibujo se va puliendo, se ven menos desprolijidades y más certezas, te vas convenciendo de que eso que se ve en las viñetas no es “lo que salió”, sino lo que el autor quiso poner ahí. Pero no llega a ese nivel tan afianzado, tan sólido, como el que muestra en sus trabajos actuales un Pedro Mancini, por citar a otro autor surgido de la revista Ultramundo y que también abusaba de las rayitas en sus inicios. Para el final, ya vemos a un Fantacci que ejerce un dominio muy claro del plumín, y coincide con las imágenes más bellas y a la vez más elaboradas. Ojalá en sus futuros trabajos lo veamos evolucionar a partir de ahí. Ah, y ojalá recapacite y en sus próximas obras no rotule a mano, sino con tipografías ya existentes, porque su caligrafía es espantosa.
Me animo a poner a Darío Fantacci en la misma bolsa que Mancini e incluso que Renzo Podestá. Son autores con una impronta muy personal, por momentos pasada de freak o de punk, con una mezcla de influencias rarísima y variadísima, surgidos del under, pero además comprometidos con esa estética y esa ética. Tipos a los que les gusta laburar con total libertad, autogestionar sus proyectos, no ir a mendigar que los publiquen en Fierro ni en ningún otro medio… anomalías, deformidades, sustentadas con un talento que les permite, aún así, generar obras que llegan al libro, se venden bien y hasta ganan algún premio. Niños de la Basura es una gran puerta de entrada al universo de Fantacci, una obra que no hace concesiones pero que -si no te produce cortocircuitos desde la faz gráfica- te va a emocionar por lo que cuenta y sobre todo por cómo lo cuenta. Y con un ancho de espadas jodido: esto no se parece A NADA.

viernes, 27 de marzo de 2015

27/ 03: ALIENOR: LA LEGENDE NOIRE Vol.2

Bueno, de a poquito va quedando claro que Alienor, además de ser la protagonista de esta saga, es también la villana. En esta segunda entrega de 54 páginas, los guionistas Arnaud Delalande y Simona Mogavino se regodean casi con crueldad en las operetas que arma la joven reina para manipular a su marido, el también joven e inexperto rey Louis. Ambiciosa, lujuriosa, belicosa, intrigante, con menos escrúpulos que un puntero macrista de Cristian Ritondo, Alienor sigue hablando de justicia y dignidad pero lo único que le interesa es el poder, la sumisión de reyes, obispos y nobles a sus veleidades y caprichos. Por momentos me hizo acordar a cómo hablaban de Eva Perón mis abuelas gorilas.
Acá, en esta Francia feudal del año 1140, sobran los descamisados, los marginados, los excluídos, pero la tarea de incluirlos y darles dignidad no va a recaer en Alienor, para nada. A ella sólo le importa mandar, digitar, imponerse siempre, a como dé lugar, y estar sexualmente bien atendida. Si sus deseos y ambiciones le traen desgracias y derrotas al rey Louis, a sus súbditos o a sus aliados, poco le importa. Y de eso se trata en buena medida este Vol.2: de los costos que paga este rey ingenuo, convertido en un pollerudo sin voz ni voto por los encantos y las maquinaciones de su avasallante esposa. Llega un punto en el relato donde uno se quiere meter adentro del comic (como en aquel inmortal videoclip de A-Ha) para cagarlo a sopapos a Louis al grito de “¡Infeliz, date cuenta de que te estás mandando una cagada atrás de otra por culpa de esta conchuda!”. No existe esa posibilidad, lamentablemente. Sólo queda presenciar cómo Louis la pasa cada vez peor, se queda cada vez más solo, se vuelve cada vez más débil por darle todos los gustos a esta hija de puta.
Como en todas las historias de reyes y nobles, la intriga palaciega está a la orden del día: Delalande y Mogavino nos enroscan en conjuras, secretos, romances prohibidos y negocios por abajo de la mesa, que crean un clima muy denso, muy atrapante. Para el final de este tomo, caen algunas máscaras y quedan al descubierto algunos garcas que eran casi tan garcas como Alienor, aunque la jugaban de cayetano. Una vez más, entre todas estas runflas subrepticias y la acción, que no escasea, tenemos 56 páginas en las que pasan muchas cosas y las tramas avanzan muchísimo. Por eso no jode para nada que casi todas las páginas tengan muchas viñetas y una cantidad de texto medio zarpada. Hay que sentarse con tiempo, porque acá hay para ver y leer bastante más que en los típicos álbumes de este formato.
Falta un dato importante y es que la reina Alienor, el rey Louis, la gran mayoría de los personajes de la historia y casi todos los sucesos que aparecen en el comic EXISTIERON en la realidad. La historieta no sólo está anclada a una época histórica específica, sino que se sustenta en un monumental trabajo de documentación por parte de los guionistas y el dibujante. Y hablando del dibujante, una vez más tenemos al maestro cordobés Carlos Gómez en una cátedra memorable. No me quiero repetir, por eso recomiendo repasar la reseña del Vol.1, pero realmente acá hay páginas de Gómez que merecen pasar a la historia por la cantidad descomunal de laburo que le deben haber representado. Esta vez el colorista es José Luis Rio, muy acertado a la hora de acompañar con la paleta y los efectos digitales los distintos climas por los que transita el guión.
Me falta leer el final de la saga, a ver si finalmente Alienor se redime, o si pasará a la historia de Francia como una reina despiadada, venal y egomaníaca. Por ahora, su “leyenda negra” me tiene muy enganchado y el dibujo de Carlos Gómez me está haciendo cambiar de ropa interior varias veces por tomo. Prometo entrarle pronto al Vol.3.

jueves, 26 de marzo de 2015

26/ 03: DC COMICS PRESENTS CAPTAIN ATOM

Este TPB para pobres (uno de los últimos que publicó DC antes de desactivar aquella maravillosa iniciativa) fue otro rescate de mesa de saldos. Lo capturé porque estaba barato, porque le tengo cariño a Captain Atom por aquella hermosa serie de fines de los ´80 y porque en la tapa estaban los nombres de James Robinson y sobre todo Greg Rucka, que es un guionista que casi no tiene obras flojas. Finalmente resultó que Rucka es apenas el co-argumentista de las primeras páginas, y el resto está todo a cargo de Robinson. Lo cual es bastante coherente, porque esta historieta se publicó originalmente a modo de back-up de Action Comics, en la etapa en la que Robinson llevaba las riendas de los títulos de Superman.
La verdad es que toda esta saga de 90 páginas es un tratamiento de rehabilitación. Captain Atom venía de ser un villano (el Monarch) y antes de eso había integrado ese equipito nefasto armado por el presidente Luthor para desactivar a Superman y Batman en la infladísima saga Public Enemies. Así que, a los ojos de muchos lectores, este héroe venía sumamente devaluado. Keith Giffen y Judd Winnick lo necesitaban mejor posicionado para la serie quincenal Justice League: Generation Lost, y la misión de Robinson fue esa: reinsertar a Captain Atom como un personaje importante y con imagen positiva en el DCU.
Finalmente la misión se cumple: a lo largo de estas páginas el Capi interactúa con la Liga (que en ese momento también estaba en manos de Robinson), con Natasha Irons, con Mon-El, con el Shadowpact y hasta aparece un toque (muuuy desaprovechado) Warlord. Con todos queda bastante bien parado, ya que de alguna manera se reconcilia con su pasado, se perdona por las cagadas que se mandó por afuera de su voluntad y se hace cargo de las que se mandó por boludo. Eso está bien, porque Robinson fuerza una introspección, un pase en limpio de un montón de cosas sin barrer nada abajo de la alfombra, sin reboots ni retcons bizarros, algo que al guionista se le suele dar bien.
El problema es que esto es un comic de superhéroes y la introspección sola no garpa. 90 páginas del Capitán reencontrándose con su pasado y pagando facturas viejas resultaba inviable y por eso hay que meter la infaltable machaca. Y para eso tiene que haber conflictos que se puedan resolver por la via de la violencia. Ahí es donde Robinson flaquea. La aventura es blandita, el héroe lucha contra una amenaza que no le importa a nadie, las excusas para interrumpir esas peleas para que el Capi hable con los otros héroes son bastante truchas, y hay un intento de darle a la “epopeya” un final más decoroso cuando se revela quién es el villano encubierto y Robinson decide que no se cague a trompadas (ni a conjuros) contra el Capi.
El dibujante a cargo de la faz gráfica es Cafu, a quien no recuerdo de otros trabajos. Es un dibujante… correcto, normal. Una especie de Gary Frank más tranqui, mezclado con dibujantes europeos de aventura clásica, que no descolla demasiado. Tampoco tiene grandes pifias, eh? Dibuja muy mal a Congorilla y el resto zafa muy bien. Tiene pocos cuadros por página, mucha splash y doble splash… una narrativa muy jugada a la estridencia, que a mí mucho no me copa. El color lo aporta el maestro español Santiago Arcas, a quien ya vimos jugar en todos los puestos, y está muy bien, sobre todo en las primeras ocho páginas que realmente parecen de un comic europeo ambientado en el medioevo. No sé qué será de la vida de Cafu, pero si se esfuerza un poquito en la narrativa y logra un trazo con un poco más de identidad, podría ser un gran dibujante de mainstream, ya sea en EEUU o en Francia.
Si le sacamos las peleas ridículas contra guerreros, orcos, robots de la B e incluso la pelea con Major Force (que tampoco aporta nada), en vez de 90 páginas tendremos 20 ó 24, pero estaríamos hablando de una lectura más interesante. Los conflictos, la entrada y salida de oponentes con los que el héroe mide sus fuerzas, es el punto débil de esta saga y lo que hace que sólo se pueda valorar como recurso de continuidad, de rescate de un personaje que se había ido al descenso y al que había que traer de vuelta. Si sos fan del Captain Atom, o de la Liga de la Justicia de los ´80, sospecho que te interesará.

miércoles, 25 de marzo de 2015

25/ 03: PLANETA JUNGLA

Este es un compilado de historias cortas realizadas por los maestros Ricardo Ferrari y Oscar Capristo (ya los vimos trabajar juntos un lejano 02/04/10), entre 1999 y 2006, para las antologías italianas de la ex-Eura Editoriale. Es una serie rara, porque está compuesta por historias autoconclusivas y por sagas extensas, con un cierre al final de cada episodio, pero con una trama central que continúa. Se podrían haber publicado dos libros separados: por un lado, todos los episodios autoconclusivos y por el otro, los dos arcos más extensos, ambos protagonizados por Salma, la amazona.
¿Por qué tiene sentido publicar todo junto? Porque todas las historias de este libro están ambientadas en un mismo lugar y una misma época: Buenos Aires y el conurbano, en un futuro en el que el clima se descontroló, el petróleo se terminó y las selvas se comieron a las ciudades. La humanidad no se extinguió, pero se acostumbró a una vida post-civilizada, en la que reaparecieron los clanes, las tribus, la estructura social más básica y obviamente un brutal retroceso en materia de tecnología, educación, salud, confort, etc. Esta ambientación imaginada por Ferrari y dibujada por Capristo es uno de los dos mejores elementos que ofrece Planeta Jungla.
El otro elemento que me pareció alucinante es el de los temas que toca la serie. Por un lado, la lucha entre el hombre y la naturaleza; una lucha con las reglas cambiadas, porque ahora las máquinas no funcionan más. Y por el otro, la lucha de las mujeres contra los hombres, muy presente en casi todos los conflictos que arma Ferrari para animar sobre todo a los arcos argumentales más extensos.
Las historias en sí me entusiasmaron un poco menos. Creo que de las unitarias, las que me más me gustaron fueron La Clave (un chiste efectivo, muy ingenioso, que seguramente impactaría más si durara menos de 14 páginas) y la última, El Arma, que es la única en la que además de la machaca y la ironía se filtra un cierto vuelo poético. El resto de los unitarios, o me resultó predecible, o no me terminaron de enganchar los conflictos, como si no estuvieran aprovechadas al 100% las posibilidades que ofrecía este mundo, a priori tan fértil para las aventuras.
En cuanto a las dos sagas extensas, los planteos están buenos, pero el desarrollo tampoco me convenció. Por momentos aparecen tantos elementos, tantos personajes, tantos diálogos, que el relato se hace denso. El propio personaje de Salma me dejó un sabor amargo: para la cantidad de páginas que protagoniza, debería tener más sustancia, más tridimensionalidad, plantearse más cosas. Todo lo que sabemos sobre ella es que es orgullosa y valiente… como todas las otras amazonas que aparecen en Planeta Jungla. ¿Cuáles son sus rasgos distintivos (además de estar recontra-fuerte)? No me quedó muy claro, me parece que ahí faltó un poco de profundidad por parte de Ferrari.
El dibujo de Capristo cambia bastante a lo largo de las más de 230 páginas que incluye el libro, lo cual es bastante lógico si pensamos que se trata de material dibujado a lo largo de muchos años. En los primeros tramos, me hizo acordar mucho a Alberto Saichann, con ese equilibrio tan atractivo entre el dibujo más realista, más aventurero, y esa cosa más cartoon, más exagerada, más grotesca. Más adelante, Capristo prueba con aplicar un mayor realismo, con limpiar un poco más la línea, con dibujar un gorila como lo dibujaría Jorge Zaffino, con eliminar texturas y tramitas para volcarse más al claroscuro… la verdad es que el quilmeño prueba de todo y todo le sale muy bien. Lo único criticable es que hasta cierto punto del libro, se ve en las viñetas una cantidad de elementos un poquito excesiva, lo cual sumado a la abundancia de texto que ya señalamos, contribuye poco a una lectura fluída. Y ya para los últimos episodios, me encuentro con el Capristo que más me gusta: el que simplifica a full y se juega entero al claroscuro, a veces con yeites que ya le vimos a Eduardo Risso o a Carlos Meglia, pero siempre con un manejo alucinante de la narrativa, la composición y el juego entre blancos y negros en toda la espacialidad de la página. Y con esa plasticidad en rostros y cuerpos tan característica de los buenos alumnos del inolvidable maestro Oswal.
Y sí, a veces sobran personajes, a veces peripecias, a veces diálogos, e incluso sobran culos y tetas que podrían tranquilamente no estar. Planeta Jungla es, como la jungla, exhuberante, avasallante, por momentos desmedida. No es una obra maestra, no te cambia la vida, pero baja una línea muy interesante, toca temas fuertes, parte de un planteo con un potencial inmenso y está dibujada como la hiper-concha de Dios por un Oscar Capristo decidido a dejar la vida en cada trazo. Sin aspirar al canon ni a la chapa de “clásico definitivo de la historieta argentina”, Planeta Jungla es una saga muy potente, con méritos de sobra para editarse en el idioma en que fue pensada, aunque sea muchos años después de su publicación original en Europa.

martes, 24 de marzo de 2015

24/ 03: OPERACION BOLIVAR

Esta es una novel gráfica de Edgar Clement, uno de los autores centrales del comic mexicano reciente, que se serializó a partir de 1993 en la revista Gallito Comics, que tuvo en su país un impacto similar al que tuvo la Fierro clásica en el nuestro.
Sin embargo, la estética, algunos elementos del argumento y hasta la fecha en la que se publicó acercan a la obra de Clement más a Cazador que a la Fierro. Como en aquellas primeras entregas de la historieta de Jorge Lucas y su equipo, acá tenemos un dibujo que le debe muchísimo al de Simon Bisley; un artista al que se le nota la pasión por el color, pero publicado en blanco y negro; un argumento en el que predomina la machaca sobrenatural, condimentada con un humor negro bastante corrosivo; y un nivel de violencia realmente escabroso.
Y hasta ahí llegan las coincidencias. Por lo demás, el guión de Operación Bolívar es bastante más complejo que lo que podía apreciarse en el Cazador, apoyado en una trama más espesa, con una conspiración a escala continental en la que avechuchos humanos (yankis y latinoamericanos) se enroscan con ángeles y demonios para quedarse con el cuasi-infinito mercado de los estupefacientes. Esto da lugar a la aparición de varios personajes, encabezados por Leonel Arcángel, a los que felizmente Clement logra darles bastante desarrollo, en medio de la vorágine de tiros, explosiones, torturas y mutilaciones.
Sin ser brillante, el guión tiene bastante ritmo y la aventura está bien llevada. Los malos no son tan obvios, el plan está bien, y sí, los “héroes” zafan de peligros bastante imposible. El verosímil se hace añicos bastante temprano, pero no es lo importante, queda claro que a Clement le importa poco que la epopeya de Leonel sea creíble. Le importa mucho más que sea impactante, y en eso residen tanto los aciertos como los tropiezos del guión.
En materia de dibujo, Clement muestra una amplia gama de recursos. La onda básica es típica de Bisley: muy basada en la anatomía humana, con volúmenes muy marcados y cierto coqueteo con el grotesco en las expresiones faciales e incluso en algunas musculaturas. Pero además hay ciertos elementos barrocos, sobrecargados, en las alas de lo ángeles, y en los dibujos donde Clement resuelve todo sólo con la línea negra sobre el fondo blanco. Los fondos son invariablemente fotos mínimamente retocadas y este vicio se extiende a los vehículos, armas de fuego y otros objetos. Y después hay muchos recursos más, desde parodias del lenguaje publicitario hasta recortes de diarios.
Tanta variedad de efectos, de técnicas y ese “pecado original” que consiste en realizar en blanco, negro e infinitos tonos de grises una historieta que pedía a gritos el color, hacen que la faz gráfica sea bastante confusa, bastante poco accesible para el lector que no está curtido en estas lides. Entiendo que Clement quisiera mostrar su innegable versatilidad y su gran manejo de las distintas técnicas, pero a nivel narrativo el resultado se empantana un poco. Una pena.
De todos modos, si lo contextualizamos en su época, Operación Bolívar es un trabajo notable. Por su ambición, por su apego a una identidad 100% mexicana a la que hoy muchos autores renuncian en busca del hitazo “for export”, porque se nota que es la obra de un artista que hizo lo que se le cantó el orto y además se divirtió sin tomar al público por idiota. Me gustaría ver obras posteriores de Edgar Clement, para constatar las mutaciones que seguramente sufrío su estilo a medida que fue alcanzando la madurez gráfica y narrativa.

lunes, 23 de marzo de 2015

23/ 03: M Vol.1

“It was the heat of the moment”, cantaba Asia, y es lo único que se me ocurre cuando hojeo este librito. Ahí, en el fragor del combate, revolviendo una batea de ofertas repleta de merca a un precio irrisorio, vi un prestige que no conocía de Jon J. Muth y dije “adentro”. En ese momento, me pareció que ni daba para discutirlo. Ahora, en frío, lo miro y resulta que es la primera partecita de una serie de cuatro prestiges… y andá a conseguir los otros tres. Hay una edición de 2008 que trae la historia completa, pero tampoco creo que me lo vaya a comprar.
M es un trabajo de 1990, en el que a Muth se le ocurre adaptar al comic la película homónima de Fritz Lang. Y en estas 43 páginas debe adaptar los primeros… 15 minutos, como mucho. La estética es hiper-realista, muy basada en fotos. De hecho, parece una fotonovela muy retocada, con muchos filtros. El propio librito aclara que no, que las imágenes están basadas en fotos, pero que no son fotos, sino dibujos, y hasta enumera las técnicas utilizadas por el consagrado ilustrador.
El resultado es interesante a nivel visual, porque te colgás a mirar cada cuadro, para convencerte de que –de hecho- no son fotos. Pero al ratito te aburrís, y además la gran mayoría de las páginas tienen tres cuadros o menos. O sea que queda todo en los climas, en la forma en que las imágenes de Muth evocan a las de la película. Y el argumento apenas se llega a esbozar, no hay el menor indicio de para dónde puede llegar a encaminarse el desarrollo. Lo único notable es cómo el asesino serial juega con los medios periodísticos para aterrar aún más a la población de Berlín. El resto es simplemente plantear un conflicto.
Lo más raro de todo, lo que realmente me da ganas de quedarme con este librito aunque la lectura me haya dejado gusto a poco, es que en un momento trae encuadernado una especie de grabación, un single de los de antes, de los de 33 rpm. Es parecido a un vinilo, pero cuadrado y mucho más finito, de un material similar al de los viejos floppy disks. Si tuviera un reproductor de vinilos, lo arrancaría y lo pondría, a ver qué onda, porque me parece que la grabación incluye canciones (una por lado) que tienen que ver con la trama del comic, y además en una participa el propio Muth y en otra un tal Steve Niles, que muy probablemente sea el que años más tarde se convertiría en el famoso guionista. Obviamente, me juego la chota a que la reedición de 2008 no trae esta grabación.
Y bueno, no mucho más. Si sos fan de Muth y te propusiste reunir todas sus historietas (que tampoco son tantas) anotá que existe M y que es un proyecto muy personal del artista, que de alguna manera combina historieta, cine, fotografía y música. Pero no le entres esperando la magia de Moonshadow o las maravillas de Dracula: A Symphony in Moonlight and Nightmares, porque nada que ver.

domingo, 22 de marzo de 2015

22/ 03: LIGA DEL MAL Vol.2

El post que le dediqué al Vol.1 de la Liga del Mal fue el más leído en la historia del blog, y creo que el que más comentarios tuvo. Nada me importa menos que superar ese hito, pero bueno, daba para mencionar el dato, ahora que se viene la reseña del Vol.2.
La principal diferencia entre esta entrega y la anterior es que esta vez las historias son más largas y los seis integrantes de la Liga aprovechan esa mayor extensión para embarcarse en relatos más ambiciosos. Veamos cómo les va.
Tony Ganem cuenta en 16 páginas una historia entretenida, que se podría haber contado en 10 ó 12. Es un guión sencillo, sin pretensiones, que va derecho para el lado del humor y que retoma al protagonista de la historia del Vol.1, aunque sin agregarle caracterización ni indagar en sus motivaciones. Lo más atractivo es que Ganem cambia ese estilo limpito, casi de ilustración infantil, por una línea más bizarra, más oscura, que combina la onda de Trondheim y Sfar en La Mazmorra con la mugre de un Jhonen Vasquez. Un coqueteo con el under muy bien logrado, y muy bien respaldado desde la puesta en página.
La Criatura que Debía Morir, de Diego Simone tiene 20 páginas y un guión que logró ponerme muy nervioso. Tiene giros impredecibles, acción, buenos diálogos… por ahí se zarpa un poquito con la cantidad de personajes. Esto mismo con… cinco personajes, por ahí funcionaba mejor. Pero la historia es muy buena, tiene una impronta interesante, vinculada al relato fantástico del Siglo XIX, y se resuelve de modo muy satisfactorio. El dibujo es mayoritariamente tranqui, con muy buenas planificaciones de página (especialmente el magistral políptico de la página 7) y cuando estalla la machaca, pega un upgrade muy grosso. Gran trabajo.
Gerardo Baró nos cuenta en 18 páginas la última aventura de Ramón Seismachos. Es una historia exquisita, donde el clima es tan protagonista como Ramón, plagada de homenajes a esa extraña iconografía que la tradición mexicana creó en torno a la muerte. El dibujo y el color le agregan una cuota extra de elegancia y poesía a una historia realmente muy bella, que demuestra que con tiros y piñas también se puede conmover al lector.
Pablo Tambuscio también se toma 20 páginas para contar la historia de una casa común y corriente, en la que viven una familia común y corriente… y algunos espíritus. Es otra historia tensa, pensada para ponerte nervioso, que cobra verdadero vuelo en la última página, cuando Tambuscio le pone un moñito digno de un gran guionista. La verdad es que el final es brillante, pero hace un poco innecesario bastante de lo que sucede hasta ese punto. El impacto sería mayor si la historieta fuera más breve. De todos modos está muy bien llevada, y el dibujo y el color suman un montón.
La mejor historia de este tomo es la de Patricio Plaza, Homúnculo, una maravilla narrada en 16 páginas, a la que no le sobra ni le falta nada. Los personajes están perfectamente trabajados, el conflicto es potente, el elemento sobrenatural está aprovechado al mango, el final es sutil, la machaca es estridente… todo en su justa medida y bajando la línea correcta. El dibujo es espectacular, los riesgos que asume Plaza en la puesta en página están buenísimos y sólo tengo palabras de elogio para este magnífico trabajo.
Y cierra Industrias Lamonicana con una historia de 16 páginas en la que había ideas limadas y secuencias impactantes como para una novela gráfica de 64 páginas, mínimo. Muchísimo mejor que en el Vol.1, Lamonicana imagina una sociedad distópica, le retro-injerta civilizaciones, monstruos, cataclismos y tecnologías bizarras, y de ahí vuelve al “presente” para rematar con jerarquía (aunque con poco espacio) un argumento hiper-ganchero. El personaje de Camilita es un hallazgo notable, el tono de la historia, los diálogos, obviamente el dibujo… todo me gustó y me dejó con la leche de leer esto mismo desarrollado en más páginas.
El balance me da muy positivo, por encima del Vol.1 (que ya era muy bueno), lo cual me permite concluir que a estos seis energúmenos les vino bien la posibilidad de contar historias más largas. Vamos por más Liga del Mal… o mejor por seis novelas gráficas, una de cada una de estas bestias del Mal que tanto Bien le hacen a la historieta…

sábado, 21 de marzo de 2015

21/ 03: ANDROMEDA STORIES Vol.2

Vuelvo a internarme en el extraño mundo de Ryu Mitsuse y Keiko Takemiya, la gran autora de shojo que un día se aventuró en el terreno de la ciencia-ficción y se impuso como ninguna autora se había impuesto antes.
Este segundo tomo de Andromeda Stories me deja una sensación muy chota: no me aburrí para nada, pero estoy convencido de que, en el contexto global de la saga, la trascendencia de estas 200 páginas debe ser mínima. Lo que pasa acá es entretenido y se sostiene al ritmo de una acción que no decae nunca, condimentada con un poco de intriga palaciega y sustentada en conceptos de ci-fi muy locos, que se van haciendo cada vez más complejos. El tema es que lo que Mitsuse y Takemiya eligen narrar en 200 páginas se podría haber narrado tranquilamente en menos de 40.
De los personajes importantes del tomo anterior, sólo la reina Lilia y el príncipe Jimsa conservan el protagonismo. El príncipe Milan aparece poco, el portentoso guerrero Balga tiene un papel muy chiquito, el rey Ithaca entra en escena recién para la última (y crucial) escena, y la ninja-samurai misteriosa sin nombre ni siquiera pasa a saludar. El plot del hermano gemelo de Jimsa que crece lejos de la familia real de Cosmoralia avanza muy poco: apenas 10 de estas 200 páginas se hacen cargo de esa movida, y si en algún momento Affle tiene peso en la saga, será en el tercer tomo. Y tenemos un par de personajes bastante interesantes que cobran importancia o se suman al elenco: uno es Elder, el anciano sabio que aconseja (¿o manipula?) a Jimsa en su búsqueda de las bases rebeldes de su planeta que todavía no cayeron en manos del Enemigo. Y el otro es Arc, un androide bueno, que rápidamente se convierte en sidekick y amigo de Jimsa y gana protagonismo en el tercio final de este tomo.
Entre una cosa y otra, la lectura se hace llevadera. El guión, sin embargo, muestra algunos tropiezos: ciertos momentos en los que los autores dan por sentadas cosas que nunca se terminaron de explicar o especificar, algunas luchas absurdas contra amenazas pedorras, cosas que suceden por capricho del príncipe… Está claro que hay que llenar muchas páginas con peripecias menores y ahí es donde concentran sus esfuerzos Mitsuse y Takemiya. Por suerte nunca pierden de vista las dimensiones de la saga, la magnitud de lo que está en juego, y eso los ayuda a volver a encauzar al relato en la senda correcta cada vez que están por derrapar hacia más combates innecesarios y escenas que no aportan nada.
Tanto se nota que esas escenas son relleno, que es ahí donde Keiko Takemiya se tira a menos incluso en lo que mejor hace, que es diseñar personajes. Para estos tramos en los que Jimsa, Lilia y sus aliados combaten con bichos humanoides o criaturas tan monstruosas como irrelevantes, la autora ni se calienta en dibujar bien a estas amenazas, que parecen diseñadas así nomás. Por suerte, en todo lo demás Takemiya deja la vida y nos regala naves, trajes y rostros dibujados a un nivel muy notable. Lo que más me llamó la atención en este tomo son los escenarios, muy variados y con una increíble cantidad de hallazgos. Paisajes de montaña, océanos, cavernas, desiertos, una ciudad hiper-tecnificada dominada por las máquinas, el suntuoso palacio de Ithaca y Lilia… no hay desafío del que Takemiya no salga bien parada a la hora de dotar a Andromeda Stories de locaciones únicas e inolvidables.
Veremos cómo termina la historia en el tercer y último tomo al que prometo entrarle pronto. Por ahora, mi principal disconformidad pasa por la innecesaria extensión, la cantidad de vueltas que dan los autores para ir al grano. A sólo 200 páginas del final, sospecho que el tercer tomo no se va a dar ese lujo, sino que va a avanzar a un paso más firme hacia la resolución de los conflictos, que son lo más atractivo que tiene Andromeda Stories. Junto con el dibujo de Keiko Takemiya, obvio.

viernes, 20 de marzo de 2015

20/ 03: EVERYTHING BURNS

Allá por el 14/01/14 yo llegaba a lo que creía que era el final de la etapa de Kieron Gillen al frente de Journey Into Mystery y me enteraba, gracias a los comentarios de los lectores, que la etapa en realidad terminaba en este libro, que no sigue la numeración de los anteriores, porque se trata de un ambicioso crossover de nueve partes entre JiM y The Mighty Thor, por ese entonces a cargo de Matt Fraction.
Hasta las dos terceras partes de este libro, da la sensación de que Fraction aceptó armar este crossover para darle más impacto a las ideas de Gillen. Si en el comic de Thor se hacían cargo de los peligros en los que estaba envuelto Loki, estos cobraban mayor magnitud. Una lucha a muerte en la que los Nueve Reinos estaban al borde de la extinción y que involucraba a todos los dioses nórdicos no tenía chapa si no transcurría en la revista de Thor. Sin embargo, en el tercio final vemos cómo Fraction aprovecha la dimensión que cobró esta guerra contra Surtur para traer agua a su propio molino, para resignificar varias cosas que habían sucedido en sus episodios anteriores y para abrir puntas que (supongo) explorará en episodios posteriores. Para la serie de Loki, Everything Burns era el final. Para la de Thor, Fraction se aseguró de que fuera ante todo una bocanada de aire fresco.
Dicho todo esto, cabe señalar que la saga está muy estirada. En seis episodios, a lo sumo siete, se podría haber contado lo mismo. Fraction estira más con la machaca, Gillen con los diálogos ingeniosos y las escenas más introspectivas en las que finalmente podremos dilucidar si este joven Loki se manda cagadas por error, o si sigue siendo el mismo hijo de puta de siempre. Y como en los arcos anteriores de JiM, Gillen mete mucha runfla, mucha negociación, mucho psicopateo verbal, por suerte escrito a un nivel muy, muy notable. Lo que no se le puede discutir a Everything Burns es su trascendencia: al final, casi nada queda como estaba al principio. Thor, Loki, Surtur, Leah, hasta personajes que tienen roles menores cambian al ritmo de esta epopeya en la que todo el status quo de Asgard y aledaños se ve seriamente sacudido.
Entre la rosca política, el chamuyo metafísico y la acción, la saga se hace entretenida a pesar de la extensión. La grandilocuencia, la búsqueda por todos los medios del impacto, empañan un poco esa imagen de “comic distinto” que tenía JiM, que parecía transitar por un carril más finoli, más cercano al comic de autor dentro del mainstream. Acá, Gillen choca contra el mainstream de frente y a 160 km/h, y hay que buscar las esquirlas del “comic finoli” entre una hecatombe de fierros abollados y prendidos fuego.
De los cinco episodios de The Mighty Thor, cuatro están dibujados por el inmenso Alan Davis. Fiel a su costumbre, el británico da cátedra de narrativa y combina como pocos elegancia y potencia pochoclera. El guión le da muchas oportunidades de no dibujar fondos y Davis las aprovecha, pero cuando tiene que dibujarlos, no mezquina nada. El episodio restante lo cubre Barry Kitson, muy correcto y con un colorista (Will Quintana) que lo resalta mucho más que los coloristas que le ponían en DC.
Por el lado de JiM, en tres de los cuatro episodios tenemos a Carmine Di Giandomenico (de quien ya hablé maravillas allá por el 08/02/14) afiladísimo, también complementado a la perfección por la paleta de Chris Sotomayor. Di Giandomenico tira magia en las planificaciones, en los primeros planos, en el lenguaje gestual y por ahí un toque menos en los fondos. Pero de verdad, garantiza un nivel impresionante, muy superior a la media de lo que se ve en las revistas mensuales de Marvel. Para el último episodio, cuando Gillen busca recuperar esa pátina de “comic finoli” baqueteada a lo largo de páginas y páginas de machaca, acierta al convocar a Stephanie Hans, una chica de estilo pictórico, con técnicas similares (aunque no al mismo nivel) del chino Benjamin, que se concentra más en los climas, las sensaciones y las pausas, aprovechando que es un capítulo prácticamente sin acción. La verdad que toda la faz gráfica del libro está cuidadísima y no hay que fumarse ni media página dibujada por los crotos impresentables que nos infligieron en los arcos anteriores de JiM.
Y ahora sí, se terminó la saga del Loki joven y su Journey Into Mystery. Ni en pedo me cebó como para darle la razón a los que la rotularon como “el Sandman de Marvel”, pero sí alcanzó como para interesarme por otros trabajos de Kieron Gillen, por ahí menos contaminados por los crossovers y demás parafernalia marketinera. Veremos cómo me va cuando me ponga a leerlos…

jueves, 19 de marzo de 2015

19/ 03: DIOS, EL HOMBRE, EL AMOR Y DOS O TRES COSAS MAS

Si sos de los muchos que siguieron a Tute durante sus primeros 15 años de carrera, seguramen- te te sorprendió enterarte de que el creador de Batu estaba trabajando en una novela gráfica de casi 300 páginas. Y cuando finalmente la viste publicada, te habrás preguntado si está buena y si es fiel a la esencia del Tute de siempre.
Las respuestas son sí y sí. Pero hay trampa: Dios, el Hombre, el Amor y Dos o Tres Cosas Más se hace pasar por novela gráfica, es una novela gráfica impostora. A lo largo de todas esas páginas, Tute presenta historias breves concatenadas mediante distintos recursos narrativos. No hay una historia de casi 300 páginas: hay muchas historias autoconclusivas de muchas menos páginas, hilvanadas mediante piruetas gráficas, o mediante el sencillo recurso de que los personajes de unas y otras se cruzan en un mismo espacio, que suele ser la calle. Sobre el tramo final de la obra, Tute trae de vuelta a algunos personajes de la primera parte, pero no para hacerlos interactuar entre sí, o para darle un cierre a sus historias, sino para que cada uno protagonice otra secuencia autonclusiva. Más que a una novela gráfica, este libro me hizo acordar a un programa cómico de sketches, en el que breves historias se sucedían unas a otras, prácticamente sin cruces entre los personajes.
Lo más interesante es que estas breves historias son, en general, muy buenas. Tienen bastante en común con las historietas de Tute que aparecen los domingos en la revista La Nación y con las que vimos en la reseña del 08/04/14. Son historias más largas, con más viñetas, más diálogos y más silencios, siempre dibujadas al filo del mamarracho por un Tute minimalista, con esa grilla de viñetas irregular, sin ninguna planificación. Ya lo vimos al autor hacer magia con esos poquísimos recursos y acá eso se ve de nuevo y mucho mejor, porque tiene más espacio para desarrollar las secuencias. Lo único que no me cierra para nada es el rotulado manual, apresurado y con tachaduras a la vista, que queda muy feo. Rotular a mano es un lujo que se pueden dar los dibujantes con linda caligrafía, y no es el caso de Tute.
Sobre esta base, acá Tute puede hacer dos cosas más que no lo vemos hacer normalmente en sus páginas humorísticas (o casi) para La Nación: arriesga un poco más en el contenido, con chistes más ácidos, más crueles, se juega a joder con Dios, a incursionar con éxito en el metacomic, incorpora un personaje que no deja pasar un globito de diálogo sin meter por lo menos una puteada… abre el espectro hacia un humor menos políticamente correcto. Por supuesto predominan la poesía, la reflexión, el absurdo, el disparate bien en la línea de Copi… pero siempre en un tono más light, sin irse del todo para el lado de las animaladas que pelaba el maestro.
Lo otro que hace Tute en este libro es mechar secuencias oníricas o poéticas en las que el dibujo se saca de encima la responsabilidad de contar la historia y levanta un vuelo increíble. Ya sea a color o en blanco y negro (predomina este último, pero hay de todo), es en estas secuencias donde Tute pela imaginación, delirio y virtuosismo a un nivel impresionante, que sorprende incluso a los que lo seguimos en todos sus trabajos. Me encanta ver que, además de esos monigotes re-básicos (a años luz de las figuras redonditas y bien detalladas de Batu y sus amigos), Tute se anima a dibujar otras cosas, que por ahí a nivel narrativo no aportan mucho, pero que a nivel plástico son un misil termonuclear que te detona el cerebro.
Este libro es como una sobredosis de Tute, Tute sin barreras, sin restricciones, por momentos también sin brújula, pero cuando te proponés contar historias cómicas en las que el surrealismo y el absurdo tienen muchísimo peso, ¿para qué carajo querés la brújula?. Un consejo: no te juegues a leerlo todo de un saque, porque corre el riesgo de saturar. Fraccionalo, aprovechá que son muchos relatos cortos para poner la pausa al final de alguno y volvé a entrarle al día siguiente, o unas cuantas horas después. Así se disfruta más del universo de Tute, de su idiosincracia, de su lógica interna totalmente retorcida, que por momentos parece conectar con nuestra vida cotidiana, con el barrio, la calle y los encuentros de todos los días, y por momentos pela ideas y conceptos elevadísimos, de la metafísica, la filosofía, la poesía o el delirio liso y llano.
No recomiendo al que no conoce a Tute abordar su obra por acá. Yo arrancaría por los recopilatorios de chistes, o por las tiras de Batu. Pero si ya sos fan de este joven maestro de nuestra historieta y nuestro humor gráfico, acá te está esperando un gran libro (olvidate del rótulo ya bastardeado de “novela gráfica”), realmente satisfactorio por donde lo mires.

miércoles, 18 de marzo de 2015

18/ 03: ENCUENTRO DE LA PALABRA

Estoy leyendo un libro de muchas páginas y no me da el cerebro para bajármelo todo de un saque, así que esta noche o mañana lo termino y lo reseño.
Hoy aprovecho para contar un poco acerca de las movidas relacionadas con la historieta que se van a poder ver y disfrutar en el Encuentro de la Palabra, que arranca este viernes en Tecnópolis.
En la zona de feria, va a haber varios stands de editoriales vinculadas a la historieta argentina, con muchos autores presentes. Y también habrá dibujantes generando originales que podrán adquirirse ahí mismo.
Una de las muestras que ofrece el Encuentro se llama La Canción Se Hace Viñeta y consta de 20 trabajos, a cargo de 20 dibujantes de primera línea que adaptaron a la historieta sendas canciones de músicos argentinos. Ahí se podrán ver los aportes de Juan Giménez, Patricia Breccia, Salvador Sanz, Diego Parés, Miguel Rep, Gustavo Sala, Jorge Lucas, Pupi Herrera, Ariel López V., Iñaki Echeverría, Pietro, Sole Otero y Fabián Mezquita, entre otros, trabajando sobre temas fundamentales del tango, el folklore, el rock y la cumbia.
En el Combate de Dibujantes, conducido por Gustavo Sala, dos dibujantes se enfrentarán para dibujar una consigna propuesta por el público, que será quien determine al ganador. Habrá combates varios días distintos y son muchos los dibujantes grossos que cruzarán lápices durante este juego, pensado para entretener a los asistentes.
Y el sábado 4 de Abril tenemos las Jornadas de Historieta y Humor Gráfico, cinco mesas en las que debatiremos acerca del desembarco de la historieta en varios medios distintos.
Arrancamos a las 14 hs. con la mesa de Historieta y Animación, conducida por Juan Manuel Domínguez y con la participación de Juan Saenz Valiente (Argentina), Alfredo Soderguit, (Uruguay), Ayar Blasco (Argentina) y David Bisbano (Argentina).
A las 15:15 se viene la mesa de Crónicas y Relatos Periodísticos en Historieta, moderada por Thomas Dassance y con la presencia de Fernando Calvi (Argentina), Liniers (Argentina), Jesus Cossio (Perú) y Matt Bors (EEUU).
A las 16:45, La Historieta Conquista los Museos, en una charla en la que participarán Fabrice Douar (Francia), Marcela Cardillo del MNBA (Argentina), Miguel Rep (Argentina), Judith Gociol (Argentina) y Paul Karasik (EEUU), también con la conducción de Thomas Dassance.
A las 18:15, Fernando Calvi estará al frente de la mesa de Historieta y Literatura, en la que intervendrán Luciano Saracino (Argentina); Federico Reggiani (Argentina); Paul Karasik (EEUU) y Paul Gravett (Inglaterra).
Y finalmente, a las 19:45, a mí me toca conducir la mesa sobre Historieta, Historia y Memoria que contará con la participación de Fuchi Bayúgar (Argentina), Jesús Cossio (Perú), Roberto Goiriz (Paraguay) y el maestro Horacio Altuna.
Muchas propuestas interesantes, muchos artistas y especialistas de primera línea (recomiendo googlear a los que no conozcas) y mucha historieta para este evento cultural de nivel internacional que, por supuesto, se hace con entrada libre y gratuita. Entrá a http://encuentropalabra.ar/ y vas a encontrar un montón de cosas más, desde stand-up comedy hasta periodismo, hip-hop y juegos para los más chicos.
No dejes de venir el 4 de Abril a Tecnópolis, a hacerle el aguante a la historieta.

martes, 17 de marzo de 2015

17/ 03: ALIENOR: LA LEGENDE NOIRE Vol.1

Hasta hace un par de años, el Dago de Robin Wood y Carlos Gómez no se publicaba en Argentina y todos puteábamos porque la única forma de acceder a ese material era a través de las ediciones italianas. Ahora que tenemos todos los años dos o tres tomitos de Dago, es hora de seguir puteando: Gómez abandonó las aventuras del veneciano y se fue a trabajar para Delcourt, en una serie que no se publicó nunca fuera de Francia. Alienor: La Légende Noire es una saga de tres tomos que salió como parte de la colección Les Reines de Sang, y es una de las tantas historietas de temática histórica que pueblan las bateas de las librerías francófonas.
Lo que diferencia a esta saga de las demás es, precisamente, que Gómez dibuja a lo Gómez, no se disfraza nunca de dibujante franco-belga. La idea original (si es que contar en historietas la vida de un personaje histórico puede ser considerado original) le pertenece a Simona Mogavino, quien co-escribió el guión con Arnaud Delalande. También hubo un artista, Erwan Le Saëc, encargado del storyboard. Supongo que habrá hecho los bocetos, o planificado la puesta en página. Después llegó el turno de Carlos Gómez, que dibujó y entintó las 54 páginas del álbum y finalmente Claudia Chec fue la encargada de colorear con muchísima onda y muchísimo criterio los dibujos del cordobés.
El guión nos ubica rápidamente en la corte del rey Louis VII, un chico que asciende al trono de Francia con apenas 15 años y al que casan medio de prepo con Alienor, una chica de su misma edad que de pronto se convierte en reina. Delalande y Mogavino van a dedicar la mayoría de este primer tomo a las intrigas que tienen lugar dentro de la corte, con roles muy importantes para la madre del joven rey y para Suger, su consejero. De a poquito, todos se darán cuenta de que esa jovencita a la que humillaban y ninguneaban es en realidad una persona de increíble sagacidad, coraje y ambición, que los va a terminar manipulando a todos estos supuestos capos de la rosca para que se imponga siempre su voluntad.
Lo que menos me atrapó es el tono de los diálogos, muy solemne, muy protocolar, y a la vez acorde con una historia que transcurre en una corte real en el año 1138. Me imaginaba a los personajes hablando en español antiguo (“vosotros me habéis traicionado”, etc.) y me aburría un poco más. Lo bueno es que en 54 páginas repletas de viñetas pasan muchas cosas: hay protocolo y franela pero también acción y hasta algunos pasajes en los que predomina la machaca. Y el principal logro de los guionistas es que nos presentan a Alienor como un personaje que no es ni bueno ni malo. Hace turradas, es fría, es calculadora, es bastante atorranta, pero está movida por valores respetables, como la dignidad, la compasión y la pulsión por llevar a buen puerto el reinado de su inexperto marido. Veremos cómo evoluciona la caracterización en los próximos tomos, y si Delalande y Mogavino terminan por darle la razón a los personajes que afirman que esta reina adolescente es una criatura endemoniada, que ha poseído al pobre Louis para llevarlo por la senda de la atrocidad y la ruina. La verdad que es una etapa de la historia de Francia que desconozco profundamente, así que estoy abierto a las sorpresas.
Y hablando de sorpresas, me sorprendió lo poco que cambió el dibujo de Carlos Gómez para adaptarse al formato de álbum francés. Obviamente se acabaron las páginas de cuatro viñetas que tantas veces vimos en Dago, pero en todo lo demás, el dibujante mantiene en alto las banderas que le vimos en sus trabajos para Italia: muchos (y excelentes) primeros planos, algunos detalles de composición y de lenguaje corporal de los personajes heredados de los maestros norteamericanos, otros detalles emparentados con la tradición argentina de Alberto Salinas, Lito Fernández y otros referentes de nuestra historieta clásica de aventuras… y sí, en todas las páginas hay por lo menos una toma “de lejos”, un plano bien panorámico, en el que los personajes se ven de cuerpo entero, o muy chiquitos porque Gómez nos muestra un paisaje, un edificio, o un gran salón. Esto que Gómez trataba de hacer poco en las historietas de Dago, acá le sale muy, muy bien. Se nota el rigor en la documentación, la pasión por los detalles y las ideas para que estas tomas no se parezcan mucho entre sí, a pesar de que casi siempre nos muestran las mismas locaciones. Por supuesto ayuda mucho la paleta de Claudia Chec, que le encuentra a cada escena un clima distinto y lo plasma desde el color.
Magnífico debut de Carlos Gómez en el mercado francés, con un tomo dibujado a un nivel impresionante y un guión que, a priori, puede no parecer muy ganchero, pero al que no le faltan los momentos interesantes, los giros impredecibles y los hallazgos en materia de caracterización. Prometo entrarle pronto al Vol.2.

lunes, 16 de marzo de 2015

16/ 03: LOVELESS Vol.3

Y se dio vuelta la tortilla, nomás. Esta serie que venía más interesante que buena, con mucho potencial bastante desaprovechado por Brian Azzarello, pega el volantazo y en su segunda mitad se vuelve una aplanadora, con muchísimos más logros que dudas o peros.
La clave está en que Azzarello decide dejar a un lado las sutilezas, sacar los secretos a la luz y que pase lo que tenga que pasar. Y la primera revelación grossa es que nos comimos un amague magistral: todos creíamos que el protagonista era Wes Cutter, pero la verdadera estrella de Loveless termina por ser Ruth, su esposa. Sin dudas, Loveless es la historia de Blackwater, el pueblito donde transcurre toda la acción. Pero dentro del numeroso elenco creado por Azzarello, claramente el rol más importante se lo lleva Ruth Cutter, a pesar de que su historia no se termine de resolver, porque la serie se cancela prematuramente.
El tomo arranca con tres unitarios maravillosamente dibujados por Danijel Zezelj, en los que Azzarello narra las consecuencias del tremendo final del Vol.2. Para cancherear, cuenta los sucesos de atrás para adelante. Es decir, recién el tercer unitario engancha temporalmente con lo que vimos en el Vol.2 y los dos anteriores relatan sucesos que transcurren días después. Más allá del artificio narrativo, estos unitarios sirven para dejarnos en claro que acá hay algo así como un héroe: el Coronel Silas Redd, a quien –con su característica mala leche- Azzarello hace sufrir a lo pavote. También en estos unitarios crece muchísimo la figura de un personaje hasta ahora menor, el Sargento Foley. Y se empieza a vislumbrar qué pudo haber pasado con Wes y Punch, mientras se revelan secretos vinculados al pasado (y a la doble identidad) de Ruth.
Todo esto desemboca en un último arco de seis episodios, en el que se va a resolver casi todo. Quedarán pendientes dos puntas argumentales: la de Boyd Johnson y la de Jonny Cutter, dos personajes bastante relevantes en la primera mitad, que en la segunda brillan por su ausencia. Pero veremos qué sucede con Wes, con Punch, con Atticus Mann, habrá un desenlace para los planes retorcidos del Capitán Lord y otro para la venganza despiadada de Ruth. Todo regado de muertes y atrocidades indecibles, de escenas pensadas para revolver las vísceras de los lectores por su crueldad, su violencia y su desesperanza. Salvo los dos personajes ya mencionados (a los que nombran bastante pero no vemos nunca) todo el elenco de Loveless confluye en este arco argumental y Azzarello les habilita buenas secuencias a todos, como si fuera fácil.
Y después vienen tres epílogos, ya ambientados muchos años después, en el Siglo XX. Pará: ¿quedaron puntas sin cerrar y los últimos tres episodios son unitarios ambientados varias décadas después del final del arco anterior? Sí, es un delirio. Pero las historias son interesantes. La primera recupera uno de los temas centrales de Loveless, el del odio racial, y reserva un rol importante al cadáver de Wes Cutter. La segunda retoma a un personaje secundario de la primera mitad, que no aparecía en esta: el joven Jasper. Y la tercera es una de las historias más sórdidas y jodidas escritas por Azzarello en toda su carrera, con Foley como protagonista.
La verdad es que, entre los unitarios y el arco más extenso, estos 12 episodios conforman el mejor tramo de Loveless y es un bajón que haya terminado así. Lo único que no me cierra es que la motivación de casi todos los personajes es la misma: el odio o la venganza, que es un odio hacia el que te cagó en el pasado. Mucho, muchísimo de lo que pasa, no tiene más explicación que el odio, sobre todo en la segunda mitad, en la que se desactiva bastante la historia de amor entre Wes y Ruth.
En materia de dibujo, Marcelo Frusín ya es un grato recuerdo que sólo ilustra las portadas (¡y qué portadas!). Después tenemos los seis unitarios desbordantes de la magia claroscura, extrema y radical del glorioso Danijel Zezelj, con épocas y ambientaciones cambiantes y el talento a prueba de balas como constante. Y los seis unitarios del arco principal a cargo de Werther Dell´Edera, a quien veo más flojo que en el tomo anterior, más apurado, con menos atención por un montón de cosas, entre ellas la anatomía, que tiene varios errores notorios, sobre todo en las articulaciones de brazos y manos. Me imagino esos seis episodios dibujados por Frusín y se me derrite la… computadora.
En fin, puede ser que Loveless no sea la obra más importante en la notable trayectoria de Brian Azzarello, pero es un gran western con muchas ideas y subtextos para trascender el género, muchos momentos shockeantes y varios personajes de los que –por lo menos yo- me quedé con ganas de leer mucho más. Y de última, se puede tener para babearse con los dibujos de Zezelj y Frusín. Como no le fue bien, Loveless está toda reeditada en sólo tres TPBs, lo cual mejora mucho las chances de completarla sin mayor esfuerzo y sin pagar fortunas. Animate.

sábado, 14 de marzo de 2015

14/ 03: HOY Y MAÑANA, DIBUJADOS

Una vez más, la historieta argentina está de fiesta porque se celebra una nueva edición de Dibujados, el ya consagrado el encuentro de historietistas, ilustradores y guionistas, que se realiza una vez más en el Teatro Mandril, Humberto 1° 2758, ciudad de Buenos Aires.
La primera jornada, a pesar del calor, fue alucinante sobre todo por la gran afluencia de público y de artistas. Si paseabas un poquito por el teatro Mandril, te podías cruzar con Quique Alcatena, Gustavo Sala, Ariel Olivetti, Diego Parés, Oscar Capristo, Eduardo Mazzitelli, Juan Sáenz Valiente, Pablo Túnica, Pedro Macini, Luciano Saracino, Ariel López V., Fernando Baldó, Fede Pazos, El Bruno, Diego Agrimbau, José Massaroli, Brian Janchez, Lauri Fernández, Renzo Podestá, Pol Maiztegui o Ernán Cirianni. Entre otros, porque realmente había mucha, mucha gente del palo de la edición, especialistas, organizadores de otros eventos, fans, gente que consume historieta de modo ocasional… de todo.
¿Qué onda si vas mañana? Primero y principal, la entrada es libre y gratuita, pero se solicita tu colaboración con alimentos, útiles, ropa y lo que puedas donar para enviar a las zonas más carenciadas de Chaco. Después, mañana seguirá el desfile de grandes artistas argentinos y habrá más talleres, presentaciones de libros y charlas. Y si el cronograma de actividades (que se puede consultar en http://www.comiqueando.com.ar/agenda_argenta/todos-a-dibujados-4/) no te llama la atención, te podés colgar varias horas recorriendo los stands, donde vas a encontrar muchísimo material a muy buenos precios, fanzines que seguro no conocías, remeras, y por supuesto la posibilidad de llevarte varias publicaciones firmadas por sus propios autores. Y por si esto fuera poco, está la muestra “Dibuhanna- Barbera”, en la que 90 dibujantes argentinos homenajean a los personajes más famosos, o más ignotos, de la famosa factoría de dibujos animados. Ahí también vas a ver a unos cuantos nombres consagradísimos y a descubrir a otros que no sabías que existían.
Mañana de 15 a 21 hs, nos esperan otras seis horas de Dibujados, repletas de historieta argentina y buena onda en el teatro Mandril. No te lo pierdas.
Y el lunes, vuelven las reseñas.

viernes, 13 de marzo de 2015

13/ 03: CANDIDO

No es muy frecuente que un autor se sienta cómodo en dos registros tan distintos como son la tira cómica y la aventura realista, sucia, bien heavy y bien para adultos. Y menos si se trata de un autor incipiente, que está dando sus primeros pasos. Sin embargo, si vos leías el mítico fanzine Catzole en la segunda mitad de los ´90, te encontrabas con que un mismo autor, el prolífico J.J. Rovella, la rompía tanto en un estilo más limpito, más para el lado del humor gráfico, como en un estilo bien mugriento, bien dark, en historias más complejas y sobre todo más sórdidas. “Tenés que elegir, mi amor, todo no se puede tener”, cantaba el maestro Zambayonny, y finalmente Rovella se volcó por el lado del humor, para convertirse en un referente grosso de ese palo, sobre todo entre el público infantil al que apuntó buena parte de su vasta producción. Y el Rovella realista y oscuro quedó perdido en el tiempo, en alguna cosita corta para alguna antología, y por supuesto en el pilón de los viejos números de Catzole, hoy muy difíciles de encontrar.
Ahí es donde entra en juego la editorial Rabdomantes, que reedita en un hermoso librito los tres episodios de Cándido realizados por Rovella para Catzole, con unas paginitas agregadas que cierran de modo muy elegante una de las puntas argumentales que habían quedado abiertas. El material original consiste en tres historias autoconclusivas, dos de 20 páginas y una de 24. Cándido tiene la típica ambientación del western, pero la estructura narrativa es más abierta, pasan cosas que rara vez pasan en las clásicas aventuras de cowboys.
El primer episodio, sin ser choto, es el más flojo de los tres. Rovella nos narra el regreso de Cándido a su pueblo, repasa a modo de flashbacks escenas de su infancia (especialmente la muerte de su padre) y sobre el final, la historia pega un giro shockeante, muy jodido, que nos deja bien en claro que el protagonista es mucho más que un pobre tipo que no habla, tiene cara de nabo y observa todo como si no entendiera nada.
El segundo episodio (el de 24 páginas) es una obra maestra. Acá el autor toma prestada la estructura dramática del thriller de misterio, con un caso policial tremendo, todo un pueblo que busca al culpable, una investigación que se enrosca y se manipula y un final impactante, que difícilmente podrás predecir. Es una de esas historietas que parecen estar sustentadas en el oficio y el talento de un guionista grosso, con muchos años de laburo a cuestas, y sin embargo es obra de un dibujante que escribía sus propios guiones y que creo que todavía no tenía cumplidos los 25 años.
La tercera historia es la más rara, la más experimental. Arranca con un homenaje a Lucky Luke, sigue con una extensa secuencia muda que termina de definir al padre de Cándido (un personaje ausente, pero de enorme peso en esta saga) y termina con un salto a nuestros días, en el que Rovella convierte a los relatos anteriores en la base de una leyenda que trascendió el tiempo y las fronteras. El tramo del medio es, sin dudas, el más fuerte, el más memorable.
En el dibujo, este J.J. Rovella primerizo muestra algunas imperfecciones, pero son pocas. En general, se puede apreciar a un dibujante muy asentado en este estilo oscuro y sucio, ideal para contar historias sórdidas, de violencia y mala leche. Rovella maneja con muchísima solvencia la narrativa, se luce en las secuencias mudas y en la creación de climas. Dibuja muy bien los caballos, se mata en los fondos, es generoso en los detalles y hace gala de una técnica de entintado muy compleja, basada en los cross-hatchings agorafóbicos que brotan de un plumín muy afilado, muy criterioso. Para los flashbacks, Rovella prueba un equilibrio totalmente distinto entre negros y blancos (como hacía Enrique Breccia) y también logra imágenes muy atractivas. En las páginas añadidas para esta edición, se nota claramente la evolución del autor, cómo limpió la línea, cómo llegó a un equilibrio más prolijo y más plástico sin renunciar a su pasión por los detalles. Pero es el Rovella adulto, el que volvió (quizá sólo para esta ocasión) al estilo realista después de muchos años de cultivar su otra vertiente.
Adulto o principante, J.J. Rovella es, hace muchos años, un nombre que nos viene dando grandes satisfacciones a los fans de la historieta argentina. Si te copás con Dante Elefante, Zebita o Brunella y querés ver a este autor embarcado en historias de un tenor totalmente distinto, con un enfoque gráfico también a años luz de sus trabajos más conocidos, no tengo dudas de que con Cándido vas a pasar un gran momento y a convencerte aún más de la versatilidad y la calidad de un Rovella que –queda clarísimo- es mucho más que un notable exponente de la historieta infantil.

jueves, 12 de marzo de 2015

12/ 03: CRONONAUTAS

Sigo leyendo material que sólo a mí me interesa y generando reseñas que no motivan la más mínima respuesta de nadie, pero bueno… es un blog, no un programa de tele del prime-time.
Esta vez cruzo el charquito para leer una historieta de autores uruguayos, movida por una idea muy atractiva: una aventura de palo y palo, con peripecias, peleas y chistes, que tiene que ver con los viajes en el tiempo y que le sirve al guionista Magnus (a quien ya vimos en alguna antología) para tirar data acerca de las distintas épocas históricas que visitan los protagonistas. Crononautas está apuntada a un lector joven, menor de 13 años, y logra bajar esta info de modo para nada acartonado, muy bien integrado al concepto de la aventura.
La aventura en sí es ingeniosa, tiene algunos elementos muy trillados y otros muy originales, y está muy bien condimentada con chistes que me causaron bastante gracia. Por ahí lo único criticable es que en 48 páginas pasan demasiadas cosas, y no le queda margen a Magnus para profundizar en las personalidades de los protagonistas ni en las motivaciones de los villanos. En la tercera viñeta en la que aparece Walter, ya se está cagando a trompadas con los villanos. Y eso ilustra claramente el hecho de que el guión no nos da tiempo para familiarizarnos con los héroes de Crononautas, para identificarnos con ellos, o coparnos con su forma de ser. Con el correr de la aventura, aparecerán algunas pinceladas más para dotarlos de más carnadura, pero sin dudas es el rubro más débil de un guión muy ganchero, con un ritmo que –no tengo dudas- debe ser hipnótico para un borrego de 10 años.
Por supuesto, mucho más que los guiones a los chicos los ceban los dibujos y ahí es donde Crononautas acumula más problemas que logros. La faz gráfica está repartida entre Carlos Lemos (que comparte nombre pero no identidad con el guionista brazuca al que vimos hace no mucho en Ronda Noturna) y Taibox, pero no tengo muy claro qué hizo cada uno. Lo cierto es que, de punta a punta, el dibujo me resultó flojísimo, muy derivativo, con errores de principiante en la anatomía, en la narrativa, en la composición, criterios muy endebles para determinar cuando dibujar y cuándo omitir los fondos, muchos problemas en las caras (sobre todo en los tramos de los mayas y los egipcios)… en fin. Se nota mucho (como diría Chiche Niembro) la diferencia de jerarquía entre la portada de un profesional con todas las letras como Diego Jourdan y 48 páginas de historieta dibujadas y coloreadas medio a los tumbos por artistas que claramente no están a la altura. Por suerte no son tantos los momentos en los que las pifias de Taibox y Lemos te desenganchan del ritmo del relato y no hay que hacer esfuerzos sobrehumanos para llegar hasta el final.
Más allá de estos problemas, que se podrían corregir tranquilamente en un segundo libro si Magnus se rodea de dibujantes más capacitados, lo que mejor hace Crononautas es ocultar su faceta didáctica, enseñar sin que se note. Eso es muy difícil y muy meritorio. Por eso y porque la aventura es muy dinámica, y porque los toques de humor funcionan muy bien, banco a los Crononautas y espero que eventualmente salga a la luz una segunda entrega de esta serie made-in-Uruguay.

miércoles, 11 de marzo de 2015

11/ 03: SKIM

Esta es una novela gráfica de 2010, realizada por las hermanas canadienses Mariko y Jillian Tamaki. Es una típica historieta “de minitas”, centrada en una colegiala de 16 años con muchos mambos menores en la cabeza: le gustan la brujería y el tarot, se hace la darkie, en un momento se da manija con una profesora y se le despierta una orientación sexual alternativa, se pelea y se reconcilia 15 veces con la mejor amiga… y todo narrado en primera persona, porque Skim (que es como sus compañeras apodan a Kim) escribe en su diario íntimo todo lo que después Mariko Tamaki convierte en bloques de texto para la historieta.
Es una gran técnica para que conozcamos a fondo a la protagonista, para que nos identifiquemos con ella… a menos que uno se sienta demasiado lejos de una chica norteamericana de 16 años, con madre de origen asiático, medio torpe para relacionarse con el resto del mundo, inútil total para los deportes y con dudas acerca de su sexualidad. Gracias a los diálogos que tiene con sus amigas y a los textos que escribe en su diario, me queda claro que Skim es una chica ingeniosa, inteligente, bastante copada. Pero de ahí a identificarme con ella, hay un abismo.
¿Qué queda, entonces, cuando no funciona la táctica de lograr la empatía entre el lector y la protagonista? Engancharnos con los conflictos. Buena táctica, pero para eso tiene que haber conflictos. Esto es todo MUY real, muy cotidiano, muy ordinario en el buen sentido. Pasan cosas que quizás para alguna de estas chicas es importante, pero que para uno son muy, muy menores. Romances, discusiones, la fascinación de Skim con la profe de Literatura que un día se va y la deja con una confusión cósmica entre las piernas… problemas chiquitos, de comunicación entre pendejas a las que el propio guión caracteriza como frágiles, volátiles, sin una orientación ni una convicción muy firme. El problema más atractivo pasa lejos de Skim: una de sus compañeras sufre porque su novio se suicidó y después se entera que fue porque el chico era gay y no podía blanquear. Es una buena historia, pero las autoras la convierten en uno de los tantos chismes acerca de las compañeras de curso que Skim comparte con su amiga Lisa o con su diario.
¿Se pueden contar historias alucinantes sin conflictos fuertes o sin ahondar en los conflictos low-fi? Seguro. Se me ocurre, por ejemplo, la novela The Perks of Being a Wallflower, de Stephen Chbosky. En este caso, las hermanas Tamaki nos invitan a meternos en la vida de esta adolescente y a acompañarla durante momentos que para ella pueden ser relevantes, pero a los que el propio guión les resta dramatismo y tensión. Esto es tan realista, el verosímil está tan perfectamente logrado, que no hay lugar para nada demasiado estridente, ni espectacular. Por eso me parece que, a menos que realmente logres identificarte con la protagonista, la trama en sí te va a dejar un poquito frío.
Por suerte está el dibujo, con el que Jillian levanta grosso la nota de la dupla. En las expresiones faciales veo una mezcla muy atractiva, con cositas de Kyle Baker, de Paul Pope, de Terry Moore, de Bill Sienkiewicz cuando dibujaba New Mutants… muy lindo todo. Pero lo más grosso está cuando Jillian elige narrar más de lejos y nos obsequia todo ese mundo de detalles en la ropa, en los fondos y en los paisajes. Ahí se multiplican los hallazgos. Sobre todo cuando, además del blanco y el negro, Jillian incorpora los grises a través del photoshop, con una técnica originalísima y un criterio infalible. Ahí es donde esta historia tan cercana, tan “con los pies sobre la tierra”, levanta vuelo y cobra ese matiz poético que hace que uno se cuelgue estudiando las composiciones, las puestas, toda la propuesta visual (incluso las tipografías) de esta dibujante que la tiene sumamente clara.
Hay más obras de las hermanas Tamaki y todas recibieron críticas excelentes, premios y demás. Así que no descarto, más adelante, ir por alguna de ellas (de las obras, no de las hermanas). Si -como yo- las conociste por sus historias cortas en alguna antología y querías ver qué onda las novelas gráficas, comprate Skim ni bien la veas a buen precio. Es una maravillosa lectura para darle a cualquier chica de escuela secundaria y es una gran excusa para tener en tu biblioteca 140 páginas magníficamente dibujadas por Jillian Tamaki, una artista a tener muy en cuenta.

martes, 10 de marzo de 2015

10/ 03: TIME OUT

Estamos en 1986 y ya levantó vuelo la carrera como autor integral del maestro Horacio Altuna, quien ahora limitaba sus clásicas colaboraciones con Carlos Trillo a la tira diaria, El Loco Chávez, que dibujaría hasta ya entrado 1987. La carrera “solista” de Altuna arranca muy arriba y muy abajo. Arriba, porque la calidad de sus primeros trabajos como autor integral es realmente impactante: Tanto Ficcionario como Chances son obras de una gran madurez, una gran complejidad, un enorme compromiso, alentadas por ideas de las que habitualmente provienen de los grandes guionistas. Y abajo, porque son historias tristes, regidas por climas oscuros, opresivos, melancólicos, con un mensaje profundamente pesimista.
Time Out, en cambio, se plantea como un recreo. Esta vez, el argentino radicado en España no juega a crear LA obra maestra, a conmovernos con historias intensas y desgarradoras, sino a cagarse de risa un rato y dibujar lo que tiene ganas, con la libertad como para cambiar de ambientación espacio-temporal cada 8 ó 10 páginas. El planteo es muy básico: dos guionistas de historietas (basados en los aspectos físicos de Carlos Trillo y Roberto Dal Pra) se convierten en conejitos de indias de un científico bastante croto e improvisado, quien experimenta con ellos una técnica de viajes espacio-temporales. Entre el doctor Rodríguez y su secretaria (tan inepta como él) Altuna arma una comedia muy eficaz, con diálogos graciosos, enredos y torpezas varias. Y ya envueltos en la odisea de vagar por épocas y lugares muy distintos, en viajes que no pueden controlar, Carlos y el Zurdo entablarán entre ellos una relación de colegas y amigos, que también dará pie a muy buenos chistes, pero de un nivel más elevado, porque –a pesar de dedicarse a escribir comics- los dos poseen un enorme bagaje intelectual.
Los distintos momentos históricos por los que tropiezan Carlos y el Zurdo le permiten a Altuna hacer gala de su increíble solvencia en materia de ambientación y documentación. Paisajes rurales, urbanos, antiguos, futuristas… el argentino no se amedrenta ante nada y –como en todas sus obras- logra escenas de enorme verosimilitud, apoyadas en el gran manejo de la referencia fotográfica, totalmente reinterpretada en su estilo, mundialmente reconocido. Me parece que donde más se divirtió Horacio fue cuando tuvo que recrear el Hollywood de los años ´30, en una secuencia bastante extensa, repleta de guiños y homenajes a películas, actores y directores de aquella época.
El acierto de haber planteado toda la historia en son de joda, le brinda a Altuna la posibilidad de no devanarse los sesos para encontrar un final fuerte, que cierre coherentemente las bizarras peripecias de los viajeros temporales. El desenlace, entonces, es un chiste más, que deja la puerta abierta para que la joda continúe, aunque nunca fue más allá de estas 48 páginas… y tampoco hacía falta.
Recuerdo haber leído esta historieta en Fierro, allá por el ´87, en su versión original, realizada en blanco, negro y unos grises muy lindos, muy sutiles, aplicados con aguadas. Para esta edición, alguien (no sé si el propio Altuna) agregó color y no sé si era imprescindible, pero no queda mal. En general es un color bastante tranqui, sin estridencias, que no desvirtúa las excelentes composiciones ni los muchos hallazgos de Altuna en el manejo de la línea y la mancha.
Si comprás historietas por los dibujos, seguro sabés que en los ´80 Altuna estaba on fire, poseído por los duendes del grafito y la tinta, y que cualquier cosa que lleve su firma te garantiza un nivel gráfico impresionante. Con esta historieta, el maestro se dio permiso para crear una obra “menor” dentro de su ilustre trayectoria; pero no “menor” por floja o desabrida, sino porque se propuso simplemente entretenernos con una aventura humorística y pasatista, obviamente sazonada con los toques de erotismo y comentario social que son sus marcas de fábrica. Si no le pedís a Time Out que sea trascendente o que te cambie la vida, no tengo dudas de que la vas a disfrutar.


lunes, 9 de marzo de 2015

09/ 03: ANDROMEDA STORIES Vol.1

Hace un par de años me embarqué en la odisea de To Terra, y ahora vuelvo a encarar una obra de Keiko Takemiya publicada en tres tomos, esta vez con el agregado de un guionista: el prestigioso novelista Ryu Mitsuse, fallecido en 1999. Andromeda Stories se publicó originalmente en Japón entre 1980 y 1982, es decir, justo después de To Terra, y nos muestra a Takemiya decidida a seguir por la senda de la ciencia-ficción a escala épica, inmensa, pero sin descuidar el desarrollo y la tridimensionalidad de los personajes.
Andromeda Stories arranca en un mundo idílico, donde la princesa Lilia celebra su fastuosa boda con el príncipe Ithaca. Los augurios son tan buenos, las conjunciones de los astros los favorecen tanto, que Ithaca, además de ascender al trono como rey de Cosmoralia, se pone al frente de un nuevo papado, una especie de reinado sacrosanto con influencia en buena parte de la galaxia. Todo parece ser maravilloso hasta que, despacito, de keruza, los invade una raza de seres mecánicos que mandan a unas cyber-arañitas a implantarse en los cerebros del rey y sus ministros para dominarlos y empujarlos hacia el abismo. Durante muchas páginas, nadie tiene la menor idea de lo que está pasando, y la que deduce la maniobra de las máquinas malignas es una joven y habilidosa guerrera, una especie de minita hiper-samurai-ninja-acróbata con implantes mecánicos que no tiene nombre pero sí mucho protagonismo.
Más cerca del final del tomo, la amenaza se va a manifestar con un poco más de claridad y serán varios los allegados a Lilia e Ithaca los que empiecen a creer que realmente el rey está bajo el influjo de un poder externo que le controla la voluntad. Entre ellos está Milan, el otro príncipe, el hermano de Lilia, quien orquestará un arriesgado plan para poner a salvo a uno de los hermanos gemelos a los que dará a luz la reina. El borreguito que queda en el palacio real se convertirá con los años en el Príncipe Jimsa, llamado por ancestrales profecías a liderar a su pueblo en la lucha para conquistar todo el cosmos.
Y habrá qué ver cuál de las dos tramas priorizan Mitsuse y Takemiya en el segundo tercio de la saga. Si la del príncipe destinado a conquistar el cosmos, o la del despelote interno que se arma en la corte de Ithaca y Lilia cuando salta a la luz (por lo menos puertas adentro) que el rey y varios de sus ministros fueron implantados con las cyber-arañitas para que respondan a los intereses de las máquinas, que –según nos revela un flashback- ya hicieron mierda a otro planeta, en un holocausto del que sobrevivió la minita guerrera super-power.
Esta primera parte de Andromeda Stories tiene el mismo problema que To Terra: un argumento muy interesante, conflictos muy fuertes, personajes muy lindos, muy humanos… y un guión por momentos bastante torpe. Los diálogos son intrascendentes, algunas escenas se estiran mucho más de lo necesario, hay que ser clarividente para darte cuenta cuándo empiezan y cuándo terminan los flashbacks y cuando a Takemiya se le ocurre narrar dos acciones en paralelo, se mete en un berenjenal en el que se mueve con la destreza de un pingüino empetrolado. Por suerte no hay grandes baches, la historia no cae en pozos de esos que con tres paladas de tierra se convierten en tumbas. Se puede no coincidir con cómo están mostrados algunos sucesos, pero hay sucesos. Todo el tiempo pasan cosas atractivas, que hacen avanzar a la trama o que le dan complejidad a los personajes. Eso, y lo ambicioso del planteo, hace que uno no se enfurezca cuando nota algún tropiezo en el guión.
Y muy por encima de los logros en materia argumental, brilla con fulgor incandescente el dibujo de Keiko Takemiya en más de 200 páginas pensadas para devastarte las retinas. El final de To Terra estaba mucho mejor dibujado que el principio y acá la autora sube un escalón más para deleitarnos con un grafismo demasiado perfecto para ser real, una combinación exquisita entre lo mejor del shojo (que la tiene a Takemiya como pionera) y lo mejor de Osamu Tezuka, Shotaro Ishinomori y Leiji Matsumoto, los autores que más se habían lucido en la ciencia-ficción hasta 1980. Lo único que no me gusta es cómo dibuja a los hombres-máquina. El resto es todo fascinante y está armado en unas páginas con una planificación impactante, arriesgada, decidida a enfatizar el dramatismo o el vértigo de lo que sucede en la trama.
Prometo entrarle pronto al Vol.2, porque –si bien no es perfecto- este primer tomo de Andromeda Stories me dejó bastante manija.