el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 25 de enero de 2016

OTRAS CUATRO

Sigo leyendo comics de a poquito, en los ratos libres, en algún viaje en bondi, y otra vez se me acumularon cuatro libritos como para armar un post.
Arranco con el Vol.2 de Satellite Sam, de Matt Fraction y Howard Chaykin. Menos mal que no tengo que escribir una reseña sólo de esto, así resisto la tentación de contar el argumento, que es excelente. Tampoco es que haya mucho para agregar a lo que ya escribí cuando reseñé el Vol.1, el 06/06/15. Por ideas, por diálogos, por desarrollo de personajes, por la temática que aborda, por recursos narrativos y por el monumental laburo de Chaykin en la faz gráfica (¿el mejor trabajo de su carrera? No lo descarto), estamos ante un comic fundamental. Que además es breve, porque termina en el Vol.3, así que no hay muchas excusas para no entrarle. La tapa sugiere que se trata de una historieta porno, pero nada que ver. Hay escenas de sexo, se habla bastante de coger y sin embargo el guión no se basa en eso ni mucho menos. Descubrí esta gloria, haceme caso.
Bastante más porno resultó Dejame Entrar, el nuevo trabajo del guionista Valentín Lerena, esta vez sin su socio (y suegro) Roberto Fontana en los dibujos. Déjame Entrar es una novelita gráfica con una trama perturbadora, jodida, en la que el sexo y las perversiones tienen un rol muy destacado. No es una historia lineal ni sencilla, ya que está estructurada en dos niveles de realidad que se entremezclan. Los diálogos tienen algunos problemas (una mezcla entre español neutro y castellano argento) y los bloques de texto están muy bien. El dibujo de Agustín Rodríguez es correcto, sin sobresaltos, bien en la narrativa y sin caer en la tentación de basar TODO en la referencia fotográfica. Una obra más rara que buena, pero de indudable atractivo.
También me bajé (en varias sentadas) el Vol.4 de Cybersix, que ofrece dos novelas de 96 páginas escritas por Carlos Trillo y dibujadas por Carlos Meglia. La segunda es decididamente flojita. En el dibujo se nota mucho la mano de los asistentes de Meglia y el guión se sostiene con casualidades e injertos de retro-continuidad. Lo más interesante son los homenajes a Leonard Cohen y al Frankenstein de Mary Shelley. La primera es mucho más interesante, porque a Trillo se le ocurre la forma de integrar al universo de Cybersix a los personajes de El Libro de Gabriel (ver reseña del 26/09/11). Por supuesto no se van a perder la oportunidad de reutilizar casi todas las páginas de ese álbum, pero a) está bueno redescubrirlas en blanco y negro y b) todo vale con tal de enterarnos cómo seguía esa historia que claramente daba para mucho más de lo que vimos en aquel primer álbum. De todos modos, este Vol.4 está lejos del mejor nivel al que llegó en su momento la saga de la famosa superheroina vampiro androide transexual.
Una de las tendencias que observamos en 2015 (y ojalá se mantenga en 2016) es el crecimiento de la edición en Argentina de historietas europeas. Una de las más logradas es Un Paso en Falso, el libro que combina dos obras de la primera época de Jason: Espera… y ¡Shhhh!. Son dos trabajos muy distintos entre sí en la estructura y en el tipo de historias que cuentan, a tal punto que cada una merecería su propia reseña de 4500 caracteres. No hay espacio ni tiempo para eso (además son obras de hace más de 15 años, con lo cual debe haber MUCHAS reseñas ya publicadas sobre ambas). Pero las dos son brillantes, en las dos me sorprendió hasta qué punto Jason ya tenía depurado su estilo y ya interiorizado a la perfección su particular manejo del tempo narrativo. Hay silencios de enorme profundidad, secuencias brillantemente planificadas (algo difícil de hacer cuando te fijás una única grilla para toda una novela gráfica) y unas elipsis majestuosas. No me alcanzan los elogios ni el énfasis para recomendar esta verdadera joya pensada para engalanar la biblioteca tanto del lector curtido como del recién llegado.
Y hasta acá llegamos. Finalmente me opero de la columna este miércoles 27, así que tendré vacaciones obligadas en las que supongo que leeré muchos comics. Capaz que en pocos días reaparezco con nuevas mini-reseñas. Gracias y hasta pronto!

jueves, 21 de enero de 2016

INFORME (HISTORIETA ARGENTINA DEL SIGLO XXI)

Ante todo, hay que sacarse el sombrero ante la impecable, la impactante calidad de la edición de este libro. Y ante el trabajo colosal que debió afrontar el coordinador, José Sainz, a la hora de bucear entre toneladas de revistas, fanzines y sitios web hasta dar con estos 20 historietistas que finalmente quedaron en esta selección (en este “recorte”, dirían mis amigos académicos”). La consigna es que en estas páginas descubramos a 20 historietistas argentinos jóvenes, casi todos nacidos en la década del ´80, y producto ya no de la etapa post-industrial de la historieta argentina, sino de la siguiente, de la etapa en la que los soportes digitales cobraron tanto empuje como los físicos.
Ahora bien, uno termina de leer el libro y la pregunta más obvia es: ¿Este es el futuro de la historieta argentina? Porque la verdad es que el nivel que se ve acá es MUY desparejo. Hay varios autores excelentes y un montón de… chicos con buenas intenciones que no deberían perder más su tiempo y dedicarse urgente a otra cosa. ¿Qué elementos unen a estos 20 autores, además de la edad y la nacionalidad? 1) Poco contacto con la tradición historietística argentina. Si hay alguna influencia visible, viene más del indie yanki que de los grandes autores argentinos de las generaciones anteriores. 2) Poco contacto con la realidad nacional, y cero con la política, algo que fue una constante en la historieta, sobre todo en los ´70 y ´80. 3) Todos son guionistas y dibujantes, con todo lo que eso implica. Y esto es lo más áspero, lo más difícil de digerir, sobre todo viendo cómo están estructurados los “guiones” de varias de estas historietas. Vamos a repasarlas una por una, a riesgo de que el texto quede larguísimo.
Arrancamos con 11 páginas de Berliac, un autor con bastante obra y sobrados méritos para estar en esta y cualquier otra antología. Su grafismo cambió bastante desde la última vez que había visto un trabajo suyo y ahora se acerca al de los mangakas raros, alternativos, como si publicara en la revista Garo. El guión tiene un planteo y un desarrollo atractivos, pero no tiene final.
Le sigue María Victoria Rodríguez, con un estilo gráfico muy atractivo… para la ilustración. Para historieta, no funciona. Y la puesta en página es calamitosa.
Sofía Gómez se manda a homenajear a Tintin en una historieta totalmente delirante, con un guión hiper-fumanchero, pero exquisita. El dibujo, el color y la narrativa son impecables. La quiero ver YA trabajando con un guionista.
Andrés Alberto, un desastre. Feo dibujo, guión sin pies ni cabeza, torpeza en la puesta en práctica de los recursos expresivos propios de la historieta… Chau, ya fue.
A Manuel Depetris nos lo cruzamos hace poco (06/12/15) y esta es otra historieta en la misma tónica que las que estaban en aquel libro: un dibujo increíble, con una técnica y un virtuosismo asombrosos… y una historia que tiene vuelo poético, pero no se entiende un carajo. La onda parece ser contar sensaciones, no historias.
La historia de Lucía Brutta es muy breve, pero está muy bien. Buen ritmo, buen dibujo… lástima el rotulado, con pincel grueso, que hace difícil la lectura de los diálogos (que también son excelentes).
La de Marianoenelmundo también es muy corta. El dibujo me encantó, realmente zarpado, con cositas de Gipi. El guión, no lo entendí.
Pedro Mancini es un autor con bastante presencia en el medio, no hace falta ser el Guacho Vanguardia para conocerlo. Acá la rompe en el dibujo, arriesga con éxito en la narrativa, y el guión… podría ser mejor, pero no es un desastre.
Me salteo dos historietas a las que ese nombre les queda ENORME, a cargo de chicos que no tienen la menor idea de cómo se cuenta una historia con imágenes. Y me voy con Pablo Guaymasí, al que me había cruzado hace mil años en una antología de Llanto de Mudo. Acá lo encontré mucho mejor, más sólido, correcto en el dibujo y muy inspirado en un guión muy basado en el diálogo.
Natalia Lombardo, brillante. Me encantó el guión, el dibujo, el color, las tipografías, todo. Quiero YA una novela gráfica, o un recopilatorio de historias cortas de esta autora a la que conocía por su labor en fanzines.
Camila Torre Notari, por su parte, cuenta una anécdota chiquita, tranqui, acompañada de un buen dibujo.
Pablo Vigo, otro autor bastante conocido, de probada solvencia, aporta una historia intensa, atractiva, profunda y con un nivel de dibujo espectacular.
Javier Velasco dibuja en un estilo minimalista, entre James Kochalka y Johnny Ryan, que no es lo que a mí más me gusta, pero no está mal. Y el guión, con buena voluntad, también zafa.
Nacha Vollenweider también cambió bastante el estilo desde la última vez que la vimos, y lo usa para contar una historia rara, inquietante, con más climas que conflictos. Interesante.
María Luque, imposible de analizar. Son once páginas ilegibles.
Lucas Mercado tiene un grafismo interesante, pero fracasa groseramente en el intento de narrar con imágenes.
Estefanía Clotti, nada, no zafa por ningún lado.
Y cierra Nicolás Mealla, que dibuja bien, y tiene una gracia freak, onda Max Cachimba. Me gustó el color, el rotulado… le falta arriesgar un poco más en los guiones, buscar algo que no se quede en el nonsense bizarro.
Se acabó. Perdón por la extensión, me fui al carajo.

lunes, 18 de enero de 2016

DE A CUATRO VAMOS BIEN

Me gustó esto de redactar nuevos posts cada vez que acumulo cuatro libros leídos. Estoy pensando seriamente en adoptar ese formato para el blog, de ahora en más. Un post cada cuatro libros leídos. A menos que, claro, entre estas lecturas me aparezca una que yo sienta que merece una reseña extensa por sí sola… algo que casualmente me sucedió esta semana, con lo cual el próximo post no recorrerá cuatro obras, sino una sóla. Pero, por ahora, de a cuatro mini-reseñas por post vamos bien.
Empiezo con Bubbles, un trabajo extraño de Fernando Calvi, que mezcla historietas con breves “cuentos ilustrados” donde cada página ofrece sólo una imagen y uno o dos textos breves. Lo primero que llama la atención es el dibujo, donde Calvi logra un nivel impresionante. Con un trazo más suelto, que por momentos me hizo acordar a Carlos Nine, o con un trazo más preciso, con tramas mecánicas muy bien puestas, o con un claroscuro fuerte, a todo o nada. Calvi pone en juego un montón de recursos gráficos y juega a rediseñar TODO, a que nada se parezca a como lo imagino otro dibujante, y mucho menos a la realidad. Visualmente, es un trabajo logradísimo, con mucho para descubrir y disfrutar. Los guiones se enrolan en el sub-género “ternura freak” y abarcan un espectro muy amplio, de lo perturbador a lo ingenuo, con momentos cómicos, tétricos, poéticos, lisérgicos y de acción palo y palo. Un trabajo quizás un poco raro desde lo formal, pero con mucho contenido, mucha sustancia para mirar, vivir y pensar.
Otro libro argentino aparecido a mediados de 2015 es Laburantes, lo nuevo de Valentín Lerena y Roberto Fontana. Esta vez sin Hechicera, Rastreador ni Malevo, los autores se centran en breves historias autoconclusivas de ambientación urbana. El tomo ofrece seis relatos: los dos primeros parten de consignas excelentes, tienen un desarrollo atractivo y se caen un poco al final. El tercero, al revés: parece que va hacia el “más de lo mismo” y levanta grosso con el vuelco del final. El cuarto tiene un planteo muy interesante y el final se sostiene en una casualidad un poco forzada pero no por eso menos efectiva. El quinto es casi un chiste largo, quizás el que menos me interesó de los seis. Y el último está muy bien, es una historia de amor y sueños en el marco de la profesión del historietista. Buen balance y muy notable la experimentación con aguadas que propone Fontana en la primera historia.
Vuelvo a la historieta infanto-juvenil española con esta obra que el maestro Josep Ma. Beroy serializó en los ´90 en el suplemento El Pequeño País y que hace unos años recicló para la (demoradísima) recopilación en libro. Esta es la segunda aventura de estos personajes y la primera la leí hace casi 20 años, con lo cual no me acuerdo absolutamente nada. La trama es un delirio, cuyo único sentido es encontrar una excusa para que aparezcan un montón de cosas que a los chicos les gusta ver en las historietas. Lo grosso es cómo Beroy le encuentra un remate a cada una de estas 40 páginas, afinando mucho la puntería en materia de diálogos y chistes. Y obviamente, si hablamos de Beroy hablamos de un nivel devastador tanto en dibujo como en color. El libro también tiene bocetos, giladas y una excelente entrevista al notable autor español, que tiene la mala costumbre de desaparecer cada tanto del medio para dedicarse a la publicidad, a la animación o a la docencia.
Y cierro con una nueva visita al maestro Ed Brubaker, el guionista más leído en la historia de este blog. En 2011 y a raíz de los sucesos de la infumable Fear Itself, el ídolo lanzó una serie del Winter Soldier en la que se quedaría sólo 11 episodios, luego convertidos en tres TPBs. La consigna para la serie está muy buena y es obvio que a Brubaker le interesa mucho más explorar a Bucky como un personaje marginal, cuasi-clandestino, que como un Capitán América de la B. El argumento de este primer arco está muy bueno, y le otorga grandes roles a Black Widow, Nick Fury y otro ídolo supremo: el Dr. Doom. El dibujo de Butch Guice es raro porque cambia bastante de una secuencia a otra, como ya sucedía en sus últimos trabajos para Captain America. Hay momentos donde parece un dibujante clásico de Marvel de los ´70, por momentos se disfraza de un Juan Carlos Flicker berreta del Siglo XXI, tiene dibujos que parecen de un ilustrador y además dibuja a Fury como si fuera Jim Steranko. La mezcla se hace llevadera, y la narrativa está cuidadísima, con impacto, riesgo y claridad. Prometo entrarle pronto a los otros dos tomos.
Y por hoy, hasta acá llegamos. Esta semana va a haber por lo emnos un post más, pero de los de antes, dedicado a un único libro. La seguimos pronto.

jueves, 14 de enero de 2016

ES UN AFANO, SUSPENDANLÓ...

Hoy estábamos conversando acerca de afanarse comics con un grupo de debate sobre comics que tenemos en Facebook. Todos contaban historias de comiquerías o eventos de los que se fueron con algún librito o revistita que "se olvidaron de pagar" y yo compartí (por primera vez en público) una de las anécdotas más grossas de toda mi vida comiquera. Ya que estamos, la comparto también por acá...
Yo siempre fui un queso para afanar, nunca junté los huevos que hacen falta. Siempre me ganó el miedo a ser descubierto y quedar para el orto, o que me caguen a trompadas. Pero UNA vez me animé.
Para que se den una idea, yo empecé a comprar comics por inernet con tarjeta de crédito en 1997, cuando todavía existía el dial-up. Las páginas de los dealers eran una chotada, donde vos no veías qué material estaba “in stock” y cuál “out of stock”. El pedido se hacía por mail, prácticamente a ciegas. Pero el material llegaba, se pagaba barato (era el 1 a 1) y con un amigo aprovechamos para armar o cerrar bocha de colecciones. Yo ponía la VISA y él la internet, que en ese momento era casi un lujo para pocos.
Una de las colecciones que me fui armando era Hellblazer. Yo la había leído de prestado y recién me cebé como para comprarla todos los meses cuando le pusieron el logo de Vertigo. Ahí empecé a juntar para adelante y para atrás. Y en esa época no eran tan caros los primeros números, así que la fui completando. Peeeero… en todos los pedidos que le hacíamos a estos primeros dealers virtuales siempre pedía UN número de Hellblazer que nunca llegaba, siempre estaba “out of stock”. No era el de Gaiman, no era uno de los de Morrison… era el n° 59. No había forma de conseguir esa revistita del orto.
Tanto en el ´98 como en el ´99 fui a la San Diego Comic Con, lo busqué y no lo encontré. Para esta altura, ya era el único número que me faltaba para completar la serie. Hasta que llega la SDCC de 2000, la última a la que fui. Ahí me encuentro con un stand de un dealer que tenía los comic-books organizados por autor, no por título. Y los precios, muy zarpados. Busco “Garth Ennis” y lo encuentro: este turro tenía la Hellblazer n° 59. Y a un precio disparatado. Ponele u$ 25, en una convención donde los indios sudameriquichuas llenábamos valijas enteras con revistitas a u$ 0.50. La miré, la dejé, la volví a agarrar, la volví a dejar… Al final ese First of the Fallen me miró fijo, me corrompió el alma, y –con mi mejor cara de poker- me la mandé de keruza adentro de una carpetita en la que tenía los listados del material que buscaba.
Para sentirme menos choto, a ese dealer le compré unas Adventure Comics de Legion que, como estaban medio baqueta, me las cobró a un precio hiper-razonable. Era la primera vez que afanaba un comic, tenía más de 30 años y estaba acreditado como Prensa. O sea, tenía TODO para hacer el papelón de mi vida si me pescaban. Lo que más me costó fue juntar la sangre fría para acercarme al dealer y pagarle las Adventure Comics. Temía que la cara me delatara. Pero salió todo bien. En el primer tacho de basura que encontré, le arranqué a la Hellblazer n° 59 la bolsita etiquetada con el precio, para que no se pudiera identificar como “afanada en tal stand”. Y acá viene lo mejor.
Me voy al stand de DC, donde estaba firmando… sí, Garth Ennis. Me acerco y le digo:
-Me faltaba este numerito para completar Hellblazer. Un garca me lo quiso cobrar u$ 25, pero la maldad del First of the Fallen me poseyó y me lo afané.
- Jajaja! Qué grosso!- dice Ennis, y me firma la portada.
Nunca más me afané un comic, pero todavía recuerdo muy vívidamente esa mezcla de vergüenza y victoria que sentí esa tarde en San Diego.

lunes, 11 de enero de 2016

OTRAS CUATRO LECTURAS

Esta semana leí poco…
Arranqué el martes con el Vol.1 de Merlín, el Druida, la nueva serie de Rodolfo Santullo y Jok para la editorial Pictus. Me divertí mucho. Es una aventura de palo y palo, con poderes, magia, persecuciones, transformaciones, machaca y muy buen desarrollo de personajes. Santullo no se ciñe a la historia más o menos verídica de Merlín y Héctor (el padre adoptivo del Rey Arturo) sino que agarra bien para el lado de la aventura fantástica. Quizás para este primer tomo, la amenaza que enfrentan los buenos era demasiado poderosa y la resolución del combate resulta un poquito forzada. Pero está muy bien. Y el dibujo de Jok, glorioso. En la pluma de Jok conviven un montón de grossos de la historieta argentina de aventuras: Oswal, Enrique Breccia, Zaffino, Alcatena, Meriggi… el ídolo toma cositas de todos y las reinterpreta en un estilo muy atractivo y muy personal. A los efectos de captar lectores jóvenes, quizás convenía colorear esta saga. Pero eso le habría restado impacto al dibujo de Jok, que es realmente notable.
Después arranqué con De Cómo me hice Rico y Famoso, el recopilatorio de la historieta que durante muchos años publicó Ernán Cirianni en el blog Historietas Reales. Esto hay que leerlo de a poco, con pausas y en lo posible intercalando otras lecturas. Cirianni lleva la autobiografía al extremo y nos bombardea con anécdotas tremendas, que casi siempre incluyen borracheras, vómitos, sexo, drogas y rockanrol. Es duro de leer, porque hay mucho texto y el rotulado de Ernán es desastroso (con una caligrafía horrenda, letras que faltan, errores ortográficos, etc.). Pero si atravesás esa jungla, te vas a encontrar con frases inolvidables como “Me excita la idea de que algún día podré fumar con la concha”, “Saturá el contraste, me gusta cómo se ve la wasca saturada”, o “¿Los revolucionarios se dejan mear entre pares?”. Si le tenés paciencia, este libro te va a hacer muy feliz. El dibujo, además, mejora notablemente entre las primeras planchas y las últimas.
El domingo iba en bondi a grabar el podcast de Comiqueando y en pocos minutos me devoré Piedra, Papel o Tijera, una breve novela gráfica de Alejandro Farías y Jozz. El guión está muy bueno, es un thriller muy realista, muy intenso, que crece en tensión hasta hacerse asfixiante. Sobre todo en el último tercio hay mucho vértigo, mucha secuencia muda y mucha acción. El final es totalmente impredecible y está muy bien, pega donde más duele. El dibujo del brasileño Jozz no me aportó demasiado pero tampoco molesta ni va en detrimento de la fuerza del relato de Farías.
Y si bien mi prioridad es avanzar con el pilón de material que se editó en Argentina entre Agosto y Septiembre (tarea titánica si las hay), me hice un ratito para entrarle al Vol.1 de Trees, de Warren Ellis y Jason Howard. Esto es demasiado grosso como para ponerse a explicar el argumento. Acá hay ciencia-ficción, misterio, ecología, política, slice of life, violencia, traiciones, garches, poesía, amor y los mejores diálogos de toda la carrera de Ellis. Al dibujante no lo conocía, pero es muy bueno. De lejos parece un clon de Duncan Fegredo, porque la narrativa y la puesta en página está muy basada en la del prócer británico. Pero si lo mirás en detalle vas a ver en los cuerpos una estilización onda Gabriel Bá y Fábio Moon y en los rostros bastantes rasgos que me recordaron a Guy Davis. Me hice fan de Jason Howard, de una. Y recomiendo muchisimo este primer TPB de Trees.
Veremos cómo me va esta semana con las lecturas, y a ver qué pasa con mi cirugía de columna, que en una de esas se concreta la semana que viene.

lunes, 4 de enero de 2016

FIEBRE DE SABADO POR LA NOCHE


Este sábado, en vez de salir de joda, me quedé en casa. Cada tanto sucede, sobre todo desde que me hice mierda la columna y mi aguante disminuyó ostensiblemente. Pensé en aprovechar para terminar un librito que había empezado el jueves y del que había leído un capítulo ese día y un capítulo el viernes. Una vez más, la cosa se me fue de las manos…
El TPB que empecé el jueves y me propuse terminar el sábado era el Vol.1 de Silver Surfer, de Dan Slott y Mike Allred. Alucinante, una verdadera gema. Slott le encuentra un tratamiento novedoso y muy copado al personaje, lejos de los soliloquios melodramáticos de Stan Lee. Los diálogos son brillantes, lleno de chistes y guiños a la cultura pop. El dibujo de Allred, glorioso como pocas veces. Una vez más, le sobra onda. Por ahí está medio forzada esa breve aparición de los Guardians of the Galaxy, pero el resto es todo ganancia. Si nunca leíste al Surfer, también podés arrancar por acá.
Terminado ese broli, en vez de dormir o prender la tele, fui por más y me clavé en poquísimos minutos el Vol.9 de Términus, medio para festejar que acaba de salir el Vol.10. Ahí me encontré con un magnífico unitario de Diego Agrimbau y Pato Delpeche, seguido de buenos trabajos de Diego Simone, Fernando Baldó, Juan Frigeri, Enrique Santana, Bruno Chiroleu y demás. El otro unitario que me atrapó hasta el final es el de Gonzalo Duarte y Damián Couceiro. Claramente es una antología donde brillan más los dibujantes que los guionistas, pero que igual resulta muy satisfactoria.
Para ese entonces, ya estaba poseído por el Demonio y nada, ni siquiera un Decreto de Necedad y Urgencia del Virrey Mauricio, me iba a hacer aflojar en la batalla contra el pilón de libros que tengo sin leer. Ahí fue cuando me bajé de un saque Khur el Fugitivo Vol.1, de Luciano Saracino y Diego Aballay. Al principio estaba muy pendiente de cómo habían remontado una historieta pensada en tira para adaptarla a un formato muy cercano al comic-book. Para la página… 20, ya estaba enganchado con la trama y el aspecto más técnico me chupaba un huevo. Este libro tiene dos anchos de espada: 1) Sus inexistentes pretensiones. Nunca se plantea nada más que entretenerte un rato con aventuras fantásticas de guerreros, monstruos y machaca. 2) Acá Saracino se propone homenajear a Robin Wood, pero no se decide a qué Robin Wood homenajear. Entonces mete bloques de texto floridos, frondosos, profundos y líricos al estilo Nippur, mezclados con chistes al estilo Pepe Sánchez. El resultado funciona bien, aunque hay un chiste (el del mal olor que despide Rohm) que se reitera tantas veces que en un punto deja de ser gracioso.
Y con las sábanas ya prendidas fuego (porque todas estas lecturas tuvieron lugar en la cama), me aventuré con el último TPB de Criminal que me faltaba leer, el Vol.4, titulado Bad Night. Nada, esto es tan bueno que hace mal. No tiene sentido ni hablar de las genialidades que hacen acá Ed Brubaker y Sean Phillips. Creo que mis próximas… 50 discusiones sobre historieta van a terminar con un “Vos no leíste Criminal, NO PODES HABLAR”. Es así. No haber leído esto te descalifica. Comparado con Criminal, el Captain America de Brubaker es una gansada obvia y pueril, su Iron Fist es un engaña-pichanga para idiotas y su Daredevil es un manga de autores coreanos basado en un videojuego y editado por Muñones. Así de lejos está esto de TODO lo demás.
Y bueno, ayer domingo y hoy lunes no leí absolutamente nada. Los chistes de la contratapa de La Nación, nomás, y ni siquiera todos, porque al choto de Nik no te lo leo ni con un chumbo en la cabeza. Cuando acumule lecturas que justifiquen pasar por acá y escribir algo, vuelvo.
Mientras tanto, se puede seguir mandando preguntas acerca de lo que a cada uno se le dé la gana, a accorsiandres@gmail.com y con eso seguramente armaremos algún post más adelante. Gracias a todos los que dejaron comentarios repletos de buena onda abajo del post del 31/12 y hasta pronto.