viernes, 4 de abril de 2025
TRES OBRAS CORTAS
Empezamos Abril con una nueva tríada de libros para reseñar, en este caso todos muy cortitos.
Empiezo en 1988, cuando el enorme Scott Hampton adapta en 48 páginas de historieta un relato de terror de Robert E. Howard titulado "Pigeons from Hell". Gráficamente es un trabajo muy bello, en el que Hampton capta a la perfección el clima del sur profundo de los Estados Unidos, y demuestra un sólido dominio de los tropos de horror gótico, tanto en las escenas del presente como en los flashbacks al Siglo XIX.
Si a Howard lo asociabas exclusivamente con bárbaros que se cagan a espadazos contra monstruos y hechiceros en reinos imposibles tipo Cimmeria, acá te vas a encontrar con un escritor mucho más sutil, más pendiente de sugerir que de mostrar, que deja de lado la grandilocuencia en favor de la elaboración de una atmósfera más densa, más retorcida, en la que también hay lugar para reflexionar acerca de la historia (por ese entonces) reciente de EEUU. "Pigeons from Hell" fue escrita en 1934, cuando la emancipación de los esclavos negros y la Guerra de Secesión todavía estaban cerca, y si hablamos del sur profundo, y de criaturas fantasmagóricas o diabólicas que buscan venganza, el tema del maltrato sistemático a los esclavos seguro va a aparecer. También llama la atención el rol que Howard le reserva a los personajes femeninos, en una época en la que sus lectores eran muy mayoritariamente varones.
La adaptación de Hampton, así como fascina desde lo visual, aburre un toque desde lo narrativo, porque -como ya vimos muchas veces- "se casa" con el texto original y reproduce extensos pasajes del mismo en enormes bloques de texto, repletos de figuras retóricas y demás firuletes literarios que no ayudan al fluir de un relato gráfico. Son pocos los pasajes en los que Hampton renuncia al bloque de texto y al narrador omnisciente y deja que la historia se cuente con la acción y con los diálogos. Entiendo que la idea es conservar esa build-up, esa construcción del suspenso, del clima asfixiante que había conjurado Howard con su prosa, pero me parece que la historieta ofrece otros recursos para generar esos mismos efectos, sin tener que anclarse tanto al texto original y volverse tan dependiente del mismo. Evidentemente, a Hampton no se le ocurrió cómo ponerlos en práctica y por eso el resultado es un poco frío, un poco blando y hasta logra que la adaptación se haga larga, aunque sean solo 48 páginas de historieta. Repito, dibujadas como los dioses. Pero por debajo de lo que podría haber dado este autor si se jugaba a una versión más visual y menos literaria de la (muy atractiva) obra del creador de Conan the Barbarian,.
Descubrí a Francesca Ghermandi allá por 1998, cuando una editorial italiana tuvo la buena idea de publicarle una historieta muda y distribuirla en muchos países distintos, entre ellos EEUU. La obra se llamaba Pastil, la conseguí en una convención de San Diego y, como me encantó y además no tiene texto, la "leí" varias veces. Después le perdí el rastro por completo, hasta que hace un tiempo encontré (creo que en Bélgica) Joe Indiana: Il Segno dei Cinque, un álbum de 1991, esta vez con texto, a todo color y con material que (me parece) fue originalmente serializado en una antología de Italia.
Il Segno dei Cinque se compone de cuatro episodios interconectados, en los que cada tramo resuelve un plot, pero hay una trama mayor, que los engloba a todos y que se resuelve al final. En apenas 46 páginas, Ghermandi plantea, desarrolla y resuelve todo ese andamiaje argumental, y además nos presenta a los carismáticos protagonistas, que probablemente hayan tenido más aventuras además de esta: Joe Indiana, el ratón inteligente y mala onda, y su amigo Helmholtz, un chancho grandote bastante goma.
El guion es un pastiche del típico comic de investigadores privados, pero ambientado en un mundo 100% cartoon, donde la violencia puede escalar sin mayores consecuencias (aunque acá hay personajes que mueren) y donde las ideas más delirantes se pueden insertar en la trama sin desentonar en lo más mínimo. Ghermandi tira ideas loquísimas y nos propone un mundo adulto, sórdido, a pesar de lo bello y amistoso del estilo visual. Son conceptos retorcidos, a veces perversos, que por momentos intersectan con la obra historietística de Dave Cooper, o con la literatura más salvaje de Sergio Bizzio, por poner un ejemplo medio extremo.
En la faz gráfica, la principal influencia de la autora es -claramente- Lorenzo Mattotti, y esto se nota mucho más en una obra como esta, que incorpora el color. Y por supuesto, cuando vemos funny animals mutilados o manchados de sangre, enseguida pensamos en Massimo Mattioli, que está presente en Joe Indiana más en espíritu que en impronta visual. El color es sutil, hermoso, y permite ver el trazo elegante, plástico, lleno de onda e imaginación que caracteriza a Ghermandi. Y si detectás algún tropiezo menor en la narrativa, quedate tranqui que para cuando llegue Pastil, la autora va a haber mejorado HORRORES en ese rubro.
Muy buen reencuentro con una grossa total del comic italiano, que nunca entenderé por qué no le llamó la atención a la gente de El Víbora para incluirla en la mítica antología española.
Y el recorrido por estas historietas de menos de 50 páginas termina con una de apenas 32 páginas, pero muy bien aprovechadas. Mauro Vargas se ve obligado a meter muchísima información, muchas viñetas chiquitas en cada una de estas páginas, y eso es parte de lo que hace tan intensa y tan divertida la lectura de El Jopo Mutante Ataca, incluida dentro del Vol.3 de la colección de historieta infantil Grandes Historietitas.
El argumento es un delirio sin pies ni cabeza, pero Vargas se lo toma 100% en joda y le explota a fondo el lado bizarro e imposible. Además, lo combina muy bien con un costumbrismo argento que denota un gran poder de observación de la realidad de nuestros pibes y nuestras "familias tipo", como para que los lectores (nenes y nenas de hasta 9-10 años) conecten al toque con Marquitos y el resto del elenco protagónico. Cuando el autor "pone segunda" le juega todas las fichas a la acción, El Jopo Mutante Ataca te lleva puesto. Se convierte en un torbellino, un frenesí de gente, cosas y pelos en movimiento, plasmado con maestría por un animalito al que dibujar acción le sienta bárbaro. La aventura se descontrola, los chistes aparecen en los lugares menos pensados y de a poco se borra esa frontera entre "historieta infantil" e "historieta para todo público". La resolución también es bizarra, pero no mucho más que las de aquellas historietas de Stan Lee y Jack Kirby de fines de los ´50 en las que en las ciudades de EEUU aparecían monstruos y criaturas gigantes y rompían todo.
Incluso si la historia de Marquitos y el jopo mutante no te atrapa en lo más mínimo, el dibujo y el color de Vargas hacen que valga la pena pegarle un vistazo a esta historieta... Son 15 minutos de sana diversión, y después quedás como un duque regalándosela a un hijo, sobrino, ahijado o mascota bípeda. Ojalá la excelente repercusión que tuvo El Jopo Mutante Ataca sirva para que en Argentina se empiecen a publicar otros trabajos de Mauro Vargas, apuntados al público adulto.
Ahora sí, nada más. Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.
Etiquetas:
Francesca Ghermandi,
Mauro Vargas,
Scott Hampton
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