Sin más prolegómenos, vamos con la reseña que debía, la del Vol.4 de Wonder Woman de George Pérez.
De nuevo, lo más asombroso es lo poco que pasa. Las páginas y páginas en las que Pérez se dedica a desarrollar personajes simplemente a través de diálogos, o de escenas en las que suceden cosas casi cotidianas, en las que no está en juego la vida de nadie. Acá la gente vive vidas normales (incluso cuando son amazonas), cuenta historias, conversa, reza, rosquea, indaga en sus sentimientos… muy raro para un comic de superhéroes, pero muy lindo. La muerte de Mindy Mayer se explica en un unitario exquisito, con giros impredecibles y un mensaje muy potente. Después vienen varios números muy tranqui, y de a poco, a través del personaje de Hermes, Pérez se propone explorar a fondo la brecha entre dioses y humanos. Pero evidentemente alguien “de arriba” le debe haber parado el carro y el último episodio del libro es, básicamente, un combate a todo o nada con dos villanos y un monstruo vinculados a la mitología griega.
El dibujo, lamentablemente, derrapa mal. Los episodios en los que Bob McLeod entinta a Pérez casi zafan, pero ya para el final, el dibujo parece ser obra de un clon muy choto del ídolo. Por suerte en el libro viene el Annual 1, donde dibujan breves secuencias bestias de la talla de Arthur Adams, John Bolton y José Luis García López, como para que la faz gráfica no se hunda tan rápido ni tan profundo. Si existiera el Vol.5, ahí sí, estaríamos hablando de un dibujo que se precipita a una fosa séptica de la mano (o los muñones, no sé) del abominable Chris Marrinan, responsable de que miles y miles de personas hayan dejado de comprar esta serie. Tengo muchísimo más para decir sobre la etapa de Pérez en Wonder Woman, pero bueno, hasta acá llegamos, por ahora.
Me voy a Inglaterra, unos añitos antes, a 1984, cuando en las páginas de la 2000 A.D. los maestros John Wagner y Alan Grant empiezan a desarrollar (en episodios muy breves) un spin-off de Judge Dredd en el que una caravana de colonos intenta cruzar la Tierra Maldita (Estados Unidos) para llegar de la caótica y violenta Mega-City One a los Nuevos Territorios, donde –si llegan- van a poder vivir en paz. La saga se llamó HellTrekkers y es un festival de violencia y mala leche, con una idea grossa (la que acabo de citar) estirada hasta el infinito. La gracia parece ser que Grant y Wagner nos muestren cómo van muriendo cada uno de estos 111 desesperados, incluso cuando llegan a darles tan poco relieve, que nos importa un carajo si sobreviven o no. Obviamente algunos lograrán sortear todos esos peligros para llegar a la meta, y a medida que se achica el elenco, habrá espacio para que algunos personajes se luzcan un poco más y nos caigan mejor, o peor. Pero la verdad es que, a nivel guión, no hay grandes hallazgos.
El motivo central para amar a HellTrekkers es, claramente, el dibujo. Las primeras cinco páginas son una cátedra del prócer español José Ortiz. Y todo el resto lo dibuja el maestro Horacio Lalia, en un nivel impresionante. No sólo porque después de años de dibujar terror salta de taquito a la ciencia-ficción post-holocausto, sino por la fuerza que le pone a cada trazo y la onda que despliega en la puesta en página, muy osada para lo que se veía en esa época en las antologías argentinas. Este es un Lalia distinto, más jugado al impacto que a los climas, y es realmente alucinante. Lástima que al achicar las páginas para encajarlas en el formato de 15.5 x 22 cm, el dibujo se luce menos y la tipografía se vuelve casi microscópica. Además, como la caja de la 2000 A.D. es mucho más cuadrada, quedan guardas blancas MUY prominentes arriba y abajo de cada plancha del maestro Lalia. Más allá de estos detalles, HellTrekkers nos da la posibilidad de cubrir un poco ese bache de seis o siete años en los que Lalia prácticamente dejó de publicar en Argentina, con un trabajo en el que el co-creador de Nekrodamus dejó el alma. Y además siempre está bueno que se publique en Sudamérica material de la 2000 A.D., que acá se conoce muy poco.
Tengo leído un libro más, pero estas dos reseñas quedaron un toque largas. Me lo guardo, y prometo para el domingo otro post con dos o tres reseñas, ya en la recta final rumbo a 2017.
viernes, 23 de diciembre de 2016
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10 comentarios:
¿De Wonder Woman?
No, no hay Vol.6 ni Vol.5. La colección eran cuatro tomos.
Achicar las páginas para encajarlas en el formato de 15 por 22 centímetros... si no hay NINGUNA otra opción supongo que puede llegar a aceptarse, pues es eso o nada. De todas formas este tipo de medidas (achicar, no 15 por 22 centímetros) no me gustan ni un poquito.
Lo que me gusta es cuando los autores se implican en el proceso de ediciones cuidadas. No porque salgan caras —eso tanto no me gusta— sino porque tienen más decisión sobre el producto final, en cómo llegará al lector.
Me parece bien priorizar a veces lo narrativo y los dibus, pero... ¿acaso el diseño no juega un papel importante en la recepción de la obra gráfica?
¡Haw haw jo jo jo! ¡Feliz navidad! ¿Qué tal el consumo, humanos? He vuelto a checar este blog para saltarme las reseñas y divertirme con los comentarios... ¡pero no hay nada gyzo fytal en ellos!
Recuerden cuando había 50 comentarios stinkfist: http://365comicsxyear.blogspot.com.ar/2014/10/03-10-victories-vol1.html
Gracias a Giz por el enlace a las páginas de Val de Fabián Slongo. Por mi parte, intento rescatar algunas cosas del malogrado blog que fue del efímero pero celebrado Sergio Tenis (más que un blog fue una experiencia, una experiencia conceptual que por pretenciosa se consumió a sí misma). Menciono esto porque al final de este posteo se ve un bicho deudor de aquel que pronuncia «Bumba Pindunga» y aflige a Val como Guiñú jorobó al querido Gokú.
Buenas páginas las de esa Humi, gracias.
También alcancé a ver el percance de Batman con sus cieguitos inquilinos voladores generadores de guano rosita.
OK, gracias por el feedback. Borré todo para no trollear, pero me alegro que lo hayas visto. Que tengas una buena vida, y quien sabe, si el destino lo desea, tal vez nos encontremos en otro cyberespacio.
¡Hasta siempre!
Hasta siempre, mi buen ¡y que pase felices fiestas!
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