viernes, 28 de febrero de 2025
FINAL PARA FEBRERO
Cerramos un Febrero record, con 12 posteos en 28 días. Una locura... pero bueno, fui a ver dos películas basadas en comics y eso abultó la cantidad de reseñas. Veamos qué fue lo último que leí este mes.
Qué necesario era un libro como Los Enigmas del PAMI (y otras historietas en esa línea), que reuniera en un único tomo todo el material de Enrique Breccia dibujado en su estilo más humorístico. Resultó que se podía meter TODO en un libro de 136 páginas (cifra inflada por carátulas innecesarias, páginas en blanco y demás relleno del que suele encarecer los libros sin aportarle absolutamente nada al lector), lo cual hace menos verosímil que hayamos tenido que esperar hasta 2024 para que exista una cosa así. La tarea de reunir todo el material de Enrique en esta línea (breves trabajos con y sin guiones de Carlos Trillo) fue encarada por Mariano Buscaglia (sobrino de Enrique, nieto de Alberto, hijo de Cristina, etc.) con un criterio amplio y exhaustivo, y así es como el libro incluye historietas que la mayoría de los fans del maestro no conocíamos. Hay algunas que ya teníamos en otros libros, de otras editoriales, pero la posibilidad de reunir TODO en un solo tomo es irresistible.
Ya solo que se incluya El Reino Azul (a mi juicio, la mejor historia corta que escribió Trillo en toda su carrera) justifica comprar el libro, aunque todo el resto sea una garcha. Nunca me voy a poder olvidar de ese día en que tuve en mis manos los ocho originales de El Reino Azul, fue uno de los mayores nerdgasmos de mi vida como fan de los comics... y ahora la tengo en un libro cheto, la puedo releer sin ir a buscarla a la pila de números viejos de Fierro que se te hacen mierda cada vez que los abrís...
Nada, es muy difícil opinar objetivamente sobre este material, porque es parte de mi educación sentimental, de mi formación como lector de comics. Por fuera de El Reino Azul, no hay otros guiones demasiado geniales. Casi todo lo que ofrece el libro es producto del capricho, de las ganas de joder y de divertirse que tenían Enrique y Carlos. Las adaptaciones de Enrique son exquisitas, no solo porque se te tiene que ocurrir la idea de ponerle dibujos al tango Fea, o a La Leyenda del Mojón, sino por cómo resuelve el dibujo y la puesta en página. Es todo juego, es todo disfrute, pero también es todo originalidad y vuelo. Breccia juega entre lo grotesco y lo poético y hasta el rotulado es parte de ese juego, hipnótico y genial.
Probablemente la historieta que menos me gustó haya sido la última del libro, Espanto, un trabajo a color en el que el estilo de Enrique no se luce... al punto que parece una historieta de Alberto, su papá. La narrativa está bárbara, pero es básicamente un chiste largo.
Más allá de ese experimento, el promedio del libro es increíble, el trabajo que tiene cada página es increíble, el nivel de libertad y de desparpajo que tienen las historias es increíble... Seguramente cuando se habla del trabajo en conjunto entre Breccia y Trillo llama más la atención la larguísima epopeya de Alvar Mayor o la aventura fantástica de El Peregrino de las Estrellas, pero acá hay gemas tan raras como fundamentales en la carrera de ambos maestros, todas realizadas en esos primeros años ´80, en los que la dupla era una máquina de producir hitazos. 93 páginas de historieta en un libro de 136 para mi gusto es poco, aún cuando se las disfruta a pleno. Y esa es la única crítica que tengo para hacerle a una edición preciosa, muy cuidada, que le hace justicia al talento descomunal de dos genios como Enrique y Carlos.
Me voy a España, fines de los ´80, a leer un recopilatorio de historias muy cortitas (dos páginas cada una) de Johnny Roqueta, una serie que Rafael Vaquer y TP Bigart (pseudónimo de Joan Tharrats) realizaron durante unos cuantos años para el semanario El Jueves. Son historietas cortas (o chistes largos) de 10 ó 12 viñetas, que tienen como principal atractivo los majestuosos dibujos de TP Bigart, en los que predominan los personajes por sobre los (casi inexistentes) fondos. El foco está puesto en la expresividad de rostros y cuerpos, y en darle vértigo e intensidad incluso a las historias donde lo único que vemos son personajes que hablan entre ellos. Las composiciones de Bigart son tremendas, con un equilibrio perfecto entre espacios blancos, manchas negras y grises aplicados con tramas mecánicas. Imaginate una mezcla muy zarpada entre Frank Margerin, Oswal y Pasqual Ferry, y más o menos te vas a acercar a lo que hace Bigart en estas páginas.
Vaquer incursiona en el subgénero "jóvenes a la deriva", y cierra aún más el espectro para concentrarse en un grupete de varones de veintipocos, fans del rockabilly y las motos, que sobreviven como pueden en una gran ciudad de España de la segunda mitad de los ´80. La mirada del guionista es ambigua: a veces los muestra como unos piolas bárbaros, y otras (la mayoría) como una manga de inútiles, pajeros, borrachines, desubicados o ridículos que desperdician su vida tocando (para el orto) la guitarra y cuya única motivación es conseguir guita para los puchos y la birra. Dentro de este esquema, hay guiones mejores y peores, pero ninguno que te haga decir "Ah, esto es genial"... aunque me imagino que para aquellos lectores de El Jueves que en esa época tenían la misma edad de Johnny y sus amigos, esto debe haber funcionado como un espejo (deforme pero divertido) en el que verse reflejados.
Creo que a mí lo que más gracia me causó fue ver a Vaquer fracasar estrepitosamente en su intento de tener un personaje argentino que hable con nuestros modismos e informalismos. En vez de citar a Ronald Reagan, Héctor habla de Jorge Videla y hace chistes de golpes de estado... pero usa palabras que ningún argentino usaría jamás, como decirle "la primitiva" a la lotería, "cojones" a los huevos, "el carro" al auto, "trempera" a la erección, o "ahorita nomás". Todo esto potenciado por el abuso sistemático de "macanudo", "che", "pìbe" y "boludo"... en unas frases que por ahí a los españoles les causaban gracia, pero a nosotros nos hacen un ruido horrible porque el guionista muy rara vez acierta una.
Johnny Roqueta es una comedia light, muy anclada en su época, apoyada en el carisma de los protagonistas, que se deja leer pero no te cambia la vida. Si alguna vez encontrás los libritos a buen precio, dale una oportunidad, sobre todo por los dibujos de esa bestia llamada TP Bigart.
Y nada más. Nos reencontramos el mes que viene, con nuevas reseñas (no sé si tantas como en Febrero) acá en el blog. Gracias y hasta pronto.
Etiquetas:
Carlos Trillo,
Enrique Breccia,
Joan Tharrats,
Rafael Vaquer
miércoles, 26 de febrero de 2025
TARDE DE MIÉRCOLES
Estoy muy congestionado, y en un rato tengo que conducir la nueva emisión de Agenda Abierta. No sé con qué falopearme para parar de moquear como un gil. Pero bueno, primero las reseñas...
En 2015, después de muchos años de no trabajar juntos, los cuatro integrantes del grupo La Penya (Albert Monteys, Álex Fito, Ismael Ferrer y José Miguel Álvarez) se volvieron a reunir para producir la novela gráfica Mondo Lirondo Returns, una obra breve, de poco más de 50 páginas.
Lo más loco es que no vuelven los personajes de Mondo Lirondo. Los que vuelven son los autores mismos, caricaturizados como funny animals, a partir de una propuesta de un editor para revivir el título con el que se hicieron conocidos en la segunda mitad de los ´90. Esta vez, hay una única aventura protagonizada por Álex (un pajarito), Ismael (un monito), Albert (un insecto) y José Miguel (una rata), en la que los vemos reencontrarse y ponerse (más o menos) de acuerdo para volver a trabajar juntos en un comic. La historia de quién y cómo los contrata, cómo se reúnen, cómo crean la nueva obra y qué pasa finalmente con esa historieta constituye el esqueleto de la novela gráfica y -hay que aclararlo rápido- es una joda totalmente descontrolada. Hay ironías, groserías, momentos totalmente delirantes, gags visuales geniales, chistes de una incorrección política escalofriante y -fundamentalmente- una mirada satírica, totalmente despiadada, al mundo de la historieta, sus editores y sus artistas.
Como en la Mondo Lirondo de los ´90, la historia está estructurada en capítulos, que a menudo marcan el cambio de dibujante, pero esta vez se nota menos. De alguna manera, los cuatro autores lograron homogeneizar más sus estilos para esta obra, lo cual es muy loco si vemos otros trabajos Álex Fito de este siglo, en los que se separa muchísimo del estilo que ensayó en los ´90 cuando era parte de La Penya. Quizás haya sido Monteys quien desplegó en sus trabajos post-Mondo Lirondo un estilo más afín al de la miniserie original, pero es notable cómo los cuatro logran ese punto de encuentro gráfico y narrativo, de modo que en Returns se hace mucho más difícil señalar qué páginas dibujó Fito, cuáles Monteys, etc..
Pero eso es como un jueguito muy secundario. Lo principal es lo mucho que se disfruta la historia, lo que te cagás de risa con las tropelías de estos cuatro delirantes, más los personajes secundarios, que tampoco se quedan atrás. Ni siquiera hace falta pescar todas las referencias meta-comiqueras para entender la trama, ni para reirse a carcajadas con los chistes. Obviamente si leíste la Mondo Lirondo original, o si tenés una idea de qué hicieron después los cuatro miembros de La Penya, vas a disfrutar de un plus, porque hay varios guiños para ese lado. Pero si no, Mondo Lirondo Returns igual te envuelve en un tsunami de humor muy zarpado, y te cautiva con su mirada ácida y punzante a la industria de la historieta.
Después de este regreso, los muchachos (ya grandecitos) de La Penya no volvieron a trabajar juntos, pero no perdamos las esperanzas. En 2015 a nadie se le ocurría que Mondo Lirondo iba a volver, y sin embargo volvió. Con esa vuelta de tuerca rara, de desplazar el foco de los personajes a los propios autores, pero con la calidad intacta y la mala leche bien espesa, bien corrosiva. O sea que ahora cuando me dicen "Mondo Lirondo", en vez de pensar en una gema del comic español, pienso en dos.
Retomo la lectura de Monstress, y ahora sí, toca un Vol.3 con mucha más machaca que el anterior. La epopeya de Maika Halfwolf atraviesa una etapa turbulenta, en la que distintas facciones enemistadas entre sí hacen sus movidas, una más funesta que la otra, y la joven protagonista debe liberar su lado más oscuro y jodido para sobrevivir. Por suerte no desaparecen la runfla política, ni la intriga palaciega, ni esos diálogos picantes en los que Maika clava unas puteadas filosas como dagas. Marjorie Liu se anima a subir al apuesta, con personajes más poderosos, más extremos, que depositan a Monstress en las fronteras del horror cósmico. Estas criaturas medio lovecraftianas, insertas en un mundo fantástico que tiene más que ver con Game of Thrones o Lord of the Rings, dan como resultado un espectáculo visual sumamente atractivo, que Sana Takeda lleva a la página con verdadera maestría.
El problema que tiene Monstress es que -para ser un comic de fantasía épica, machaca, monstruos, batallas y poderes zarpados- es demasiado complejo. Pasan muchas cosas, se acumulan muchos subplots, mucho lore, se desparraman por todas partes puntas argumentales que siembra Liu, y que tienen que ver con el pasado o el futuro de este mundo, que se nota que está mapeado al más mínimo detalle por las autoras. Eso por un lado está buenísimo, y por el otro hay momentos en que el lector tiene que prestarle atención a muchas cosas que suceden al mismo tiempo. Y si -como yo- te quedás absorto, estupefacto o atónito con los maravillosos dibujos de Takeda, por momentos se complica seguir todas esas tramas y sub-tramas paralelas.
No digo que si lo hicieran más lineal, o más cabeza, lo disfrutaría más, pero así como está, por momentos siento que me estoy perdiendo cosas... Que me aparecen personajes que no me acuerdo quiénes son ni de qué juegan... cosa que no me pasa -por ejemplo- cuando leo Saga, que es otra serie con un elenco cuasi-infinito y un world building de la hostia. Por ahí tiene que ver con que Saga está narrada a un ritmo más pausado y Monstress va más rápido, suma más misterios, conflictos y personajes en menos páginas.
Me faltan varios tomos para completar Monstress, y si los veo baratos, los voy a comprar. Por ahora cierro acá, ya que el Vol.3 ofrece una especie de final en el que queda colgado un solo plot importante, que es el de la desaparición de Kippa.
Nada más, por hoy. Nos vemos a las 22:30 en el canal de YouTube de Comiqueando, para una nueva emisión de Agenda Abierta. Gracias y hasta pronto!
Etiquetas:
La Penya,
Marjorie Liu,
Monstress,
Sana Takeda
domingo, 23 de febrero de 2025
DOMINGO PEGAJOSO
Un verdadero asco el clima en Buenos Aires, con una humedad insoportable y un aire que te asfixia. Pero vamos ya a repasar las últimas lecturas.
Me costó un montón terminar El Espécimen Vitruvio, una obra de Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena, originalmente realizada para Italia en fechas que desconozco, y que la edición argentina no aclara. Me imagino a los pobres pibes que leyeron esta serie en entregas quincenales de 12 páginas y se me parte el alma de la congoja. El Espécimen Vitruvio es una obra que avanza a un ritmo bastante más lento que el de la típica saga de Mazzitelli, y además se sostiene en conflictos mucho menos enfatizados. Es una obra densa, repleta de ideas interesantes, pero desarrollada con parsimonia, como si los autores se esforzaran por no generar ningún tipo de impacto en el lector. Incluso hay episodios de 12 páginas sin ni siquiera una escena de acción... un cachetazo, una puñalada... algo... Claramente, acá Mazzitelli estaba jugando a otro juego, buscaba otra cosa, que tal vez no pase por la aventura, sino por otros ejes vinculados a la acumulación de conocimiento, a la evolución de las especies... En su esencia, El Espécimen Vitruvio es "una de mutantes" (incluso hay una referencia bastante clara a Wolverine), de humanos que nacen con habilidades extra que los separan del típico homo sapien. Pero está contada de una manera rara, para nada convencional, que no tiene nada que ver con los comics de los X-Men y demás.
Una vez que nace Teseo, Mazzitelli lo pone en el foco de un conflicto muy atractivo... que nunca se resuelve. Los personajes hablan primero de una inminente guerra entre las sub-especias y después de un inminente fin del mundo, pero ninguna de las dos cosas suceden. De hecho, la obra termina con un final bastante abierto, y no estaría nada mal que apareciera un décimo séptimo episodio ambientado 15 años en el futuro, donde Teseo reaparezca ya adulto y le dé un cierre a alguna de las puntas argumentales que no se terminan de resolver en estas páginas.
El resultado final es raro, inevitablemente aburrido, sobre todo si venís buscando peripecias, aventuras con peleas entre héroes y villanos y demás. Por suerte está la prosa inigualable de Mazzitelli en los bloques de texto, que siempre te dan ganas de leer más. Esta vez no hay humor, no están esos sutiles toques de ironía que tan bien manejaba el genio de Adrogué. Pero se compensa con una profundidad infrecuente en la exploración de los cuatro o cinco personajes principales, que se presentan como seres complejos, a los que está bueno analizar desde distintas ópticas precisamente para captar esa complejidad. O sea que al guion le falta acción, pero no méritos para seducir al lector adulto.
Y el dibujo de Alcatena, como siempre, es sublime. Abundan las viñetas grandes, repletas de texturas, ornamentos y líneas con las que Quique pone en la página todo lo que le permite el blanco y negro, y un poco más. Edificios, decorados, paisajes, animales reales y ficticios, trajes, vehículos, monstruos, todo cobra vuelo de la mano del plumín mágico de un Alcatena inspiradísimo. La puesta en página oscila entre grillas clásicas (la de seis viñetas de Jack Kirby, la de tres viñetas widescreen, etc.) y otras mucho más originales, en las que Quique experimenta si sacrificar nunca la claridad y la fluidez del relato. Son 192 páginas sin desperdicio en materia visual, en las que Alcatena deja la vida tanto en los momentos en los que se impone la fantasía como cuando Mazzitelli propone escenas más terrenales, de gente que habla o camina.
Por su impronta poco aventurera, El Espécimen Vitruvio es una obra extraña en la bibliografía de la dupla, que no sé si todos sus lectores disfrutarán. Pero bueno, son 192 páginas dibujadas por Alcatena prendido fuego, y eso debería alcanzar para que quieras comprar el libro.
Me voy a 2017 cuando, en una colección de historietas apuntadas al público infantil y dirigida por Françoise Mouly, aparece The DragonSlayer: Folktales from Latin America, un librito con tres historietas cortas que adaptan relatos folklóricos de nuestro continente, dibujados nada menos que por Jaime Hernandez.
Nada, son 30 páginas de historieta, nomás. Las tres son historias muy menores, obviamente apuntadas a los más chiquitos, en las que Jaime cumple y no mucho más. Dos o tres veces a lo largo del libro rompe la grilla de seis viñetas, o sea que ni siquiera se juega a manipular el tempo narrativo de estas historias. Sabe que son comics para primeros lectores, y eso implica tener que narrar todo de manera muy simple, para que lo entiendan tanto los chicos chiquitos como los padres que seguramente tendrán que estar ahí para ayudarlos a leer.
El dibujo está muy bien (obvio, es Jaime) y siempre está bueno ver páginas a color de un dibujante al que uno asocia 100% con el blanco y negro. En este caso, es Ala Lee la colorista que se encarga de rellenar con su talento las líneas de un Hernandez casi minimalista, que no mete masas negras ni pierde tiempo poniéndole detalles a los fondos.
The DragonSlayer: Folktales from Latin America es una obra muy menor de un autor imprescindible. Una lectura livianita, disfrutable, ideal para compartir con lectores de 4 a 9 años, pero -repito- muy menor en el contexto de la bibliografía del excelso Jaime Hernandez. Menos mal que lo conseguí MUY barato en una librería de saldos.
Nada más, por hoy. Ni bien tenga leídos un par de libros más, nos reencontramos por acá. Gracias y hasta entonces.
Etiquetas:
Eduardo Mazzitelli,
Jaime Hernandez,
Quique Alcatena
jueves, 20 de febrero de 2025
JUEVES A PLENO
Esta noche juega Racing por la Recopa y mañana es mi cumpleaños. Ojalá los gladiadores de Gustavo Costas me regalen un triunfo. Pero vamos a repasar las últimas lecturas...
Un lejano 30/10/17 me tocó comentar la adaptación de Romeo y Julieta realizada por el maestro italiano Gianni De Luca, que me había parecido una maravilla absoluta. Por ende, le entré con altas expectativas a otra obra de William Shakespeare llevada al comic por el mismo titán de la tinta. El Hamlet de Gianni De Luca es apenas un año anterior a su Romeo y Julieta, pero la verdad es que el resultado no se le acerca. Es cierto, es en Hamlet donde De Luca inventa los fascinantes trucos narrativos que me deslumbraron en Romeo y Julieta, pero en esta obra casi nada funciona tan bien como en la siguiente.
El dibujo sí, es fastuoso. De Luca ensaya una actualización de la línea académica elegante y sólida de próceres como Alex Raymond y le sale perfecto. Las figuras son dinámicas, los rostros son expresivos (a veces se parecen más a los de Paul Gillon que a los de Raymond) y el trabajo en decorados, paisajes y vestuario es realmente descomunal. Pero la narrativa por momentos es torpe (en la última página es directamente catastrófica) y -lo más importante- la adaptación no está bien hecha.
De Luca no le encuentra la vuelta a la obra de Shakespeare. No presenta bien a los personajes ni a los conflictos, narra con bloques de texto (bastante extensos) secuencias clave que hubiese estado bueno dibujar, subplots enteros se esbozan pero no se desarrollan... Si uno no conoce la obra de Shakespeare, se va de la adaptación sin haber entendido demasiado qué catzo está pasando en esa Dinamarca medieval gobernada por gente que se vincula con sus familiares de manera muy retorcida y obra de manera totalmente irracional (pero no promociona criptomonedas truchas).
Me quedo con la indescriptible calidad del dibujo, y por supuesto con las ganas de innovar, porque -fallida y todo- Hamlet ofrece una puesta en página que en 1975 no se le había ocurrido a nadie. Y me quedo también con el libro de Romeo y Julieta, que -repito- es muy superior. Este va a la pila del material para largar, porque realmente lo único que me interesa conservar es el notable prólogo del colega y referente Álvaro Pons.
Los memoriosos recordarán que el 29/01/19 hablamos en este espacio del primer tomo recopilatorio de Batman & Robin Adventures, la segunda serie de comics basada en la gloriosa serie animada de Batman estrenada en 1992. Ahora me voy para atrás, a releer (en libros, ya no en revistas) aquella primera colección, la que tuve el placer de traducir casi en su totalidad para la edición argentina de Perfil.
Lo primero que me llamó la atención es que no me acordaba prácticamente de NADA de lo que sucede en estos 10 primeros números. Recordaba -y me copaba- esa pátina de sofisticación que los guionistas le daban al Penguin, en grotesco contrapunto con su accionar violento... y no mucho más. Lo segundo que me llamó la atención es que las historias me gustaron menos que la primera vez. Vamos a repasarlas.
La primera (la del Penguin) está bien, pero es menor. La segunda (con Catwoman) levanta un poquito, pero también es bastante olvidable. Y este primer arco, escrito por Kelley Puckett, termina con un episodio contra el Joker muy pegado a la típica fórmula de los años ´40/ ´50, incluso con un final en el que el payaso parece morir. Nada del otro mundo. En los nºs 4 y 5 se desarrolla una saguita contra el Scarecrow, que parte de un planteo bastante perturbador por parte del guionista Martin Pasko. Pero la resolución no está a la altura del planteo, lamentablemente, y la aparición de Robin no suma ni resta. En el nº6 vuelve Puckett, con un episodio bastante oscuro, una de misterio policial sin villanos, a tono con los capítulos más densos de la recordada serie animada.
Y a partir del nº7, con la llegada del inolvidable Mike Parobeck a los lápices, la estética del comic se despega un poquito de la de la serie animada, y los guiones (y sobre todo el ritmo de los relatos) mejoran bastante. Puckett y Parobeck presentan primero un excelente unitario en el que el protagonista indiscutido es Killer Croc y -como pasaba a menudo en la serie de TV- Batman es un personaje menor en la trama, apenas un obstáculo para el verdadero protagonista, que es el villano. En el nº8 el protagonismo está mejor repartido entre Batman y Clayface, al que los autores desarrollan bastante, de manera muy atractiva. El nº 9 es otro episodio bastante menor, en el que el paladín de Gotham humilla a Rupert Thorne y sus matones a sueldo. Y el nº 10 parece ser un episodio centrado en el Riddler, a quien Puckett le da bastante chapa... pero lo importante resulta ser el debut de tres villanos creados para estos comics, que van a volver varias veces: Mastermind (basado en Mike Carlin), Mister Nice (una caricatura de Archie Goodwin) y The Perfesser (con los rasgos de Denny O´Neil). Con cuatro villanos en acción, el rol de Batman es mínimo, pero la aventura está muy buena (en parte porque Puckett y Parobeck logran inyectarle una sana dosis de comedia) y hubiese sido genial poder desarrollarla en 8 ó 10 páginas más.
Los tres primeros números están dibujados a un nivel superlativo por Ty Templeton, que eventualmente va a volver. Y del 4 al 6 tenemos los dibujos de Brad Rader, con un trazo muy oscuro y un protagonismo de la mancha negra que no es 100% incompatible con la estética de la serie, pero que en un comic que supuestamente iban a comprar los pibes, es medio piantavotos. Obviamente aparecer entre Templeton y Parobeck no favorece en lo más mínimo a Rader que -sin ser choto- pierde por escándalo en la comparación.
Esperaba un poquito más de este Vol.1, pero estoy seguro que en los siguientes (que están ahí, pidiendo pista junto a los que me faltaban de Batman & Robin Adventures) la vamos a ver levantar y tirar magia a un nivel cercano al de la mejor serie animada que tuvo Batman en su historia.
Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
Etiquetas:
Batman,
Gianni De Luca,
Kelley Puckett,
Mike Parobeck
lunes, 17 de febrero de 2025
LUNES A LA NOCHE
Hoy tengo para reseñar dos libros cortitos, por ahí salen reseñas breves...
Siempre me pregunté de dónde venía Joan Cornellá, al que conocimos con esa obra maestra de la mala leche que es Zonzo (ver reseña del 23/09/16). Y un día mis preguntas fueron respondidas cuando me encontré con Abulio, un álbum publicado por Glénat en 2010, que creo que es el primer trabajo del ídolo que se dio a conocer, por lo menos en el circuito de librerías. Acá también descubrí un dato muy grosso, y es que el nombre completo del autor es Joan Cornellá Vázquez y que es nieto de... ¡el glorioso Manuel Vázquez!.
Abulio solamente 50 páginas de historieta, todas con pocas viñetas por página y la verdad que daba más para un cuadernito de la colección Brut que editaba La Cúpula que para un libro de 64 páginas en tapa dura. Además, en la colección Brut aparecían trabajos de unos cuantos referentes del indie norteamericano, y claramente la búsqueda estética de Cornellá (por lo menos en esta etapa de su carrera) iba para ese lado: Abulio quiere parecerse a un comic de Daniel Clowes o de Robert Crumb... o las historietas autobiográficas medio en joda de Joe Sacco que vimos el 06/06/14. Y lo logra, porque Cornellá crea un mundo habitado por personajes contrahechos, freaks, viejos muy arrugados, o gente sencillamente fea. Y se desloma para llenar las viñetas con texturas y crosshatchings típicos de estos maestros norteamericanos. A veces la combinación entre las texturas y las manchas se pasa tanto de rosca que parecen viñetas de Thomas Ott. Pero el clima de las historias, el diseño del mundo, incluso el ritmo al que narra Cornellá, tiene más que ver con Clowes.
El guion es muy bueno y tiene como mérito principal poder combinar un humor surrealista, desopilante, con una trama en la que todo gira en torno a un problema social muy grave, que Cornellá lleva a un extremo absurdo para que -en vez de escozor- genere más situaciones de comedia. Como ya vimos en Zonzo, al autor no se le mueve un pelo a la hora de mostrar en plan cómico escenas de violencia, o temáticas jodidas. La gran diferencia con Zonzo es que acá en lugar de breves chistes mudos que desembocaban en un remate tremendo, tenemos un relato más extenso, con un personaje principal, personajes secundarios, un entorno social que cobra mucho protagonismo... algo más similar a la novela gráfica, si se quiere... aunque con altos niveles de delirio. Además de un dibujo zarpadísimo, Abulio ofrece una dosis demoledora de mala leche, una mirada distorsionada y corrompida a la sociedad española de su época, una danza muy armónica y hasta por momentos muy bella entre la ironía más cruel y la frikeada más revulsiva.
Reitero que el contenido no justifica editarse como lo editó Glénat, pero aún así me pareció una obra muy lograda, casi diría excelente, si pensamos que es la primera en la bibliografía de un Joan Cornellá que en 2010 no tenía ni 30 años.
Las Durmientes es un librito muy finito, con apenas 48 páginas de las cuales 42 son de historieta, y reúne cuatro relatos breves escritos por María Eugenia Alcatena y dibujados por Muriel Frega. La antología abre con "La Siesta", aquella historia corta de la que ya hablamos maravillas el 28/08/22, cuando la descubrí dentro del Anuario 2021 de Primavera Revólver. No vamos a repetir ahora lo que ya está publicado en otra entrada del blog.
De la otras tres historias, una es bastante digna y las otras dos son casi tan geniales como "La Siesta". En el caso de "Felicidad", me parece un pecado que una guionista que maneja la prosa tan bien como María Eugenia Alcatena elija prescindir de las palabras para contar una historia muda de 10 páginas. Como experimento loco, bueno, ponele que una vez, se puede aceptar. Pero es una pena, porque el nivel de los textos de María Eugenia es realmente muy alto. El librito cierra con "Extinción", una historieta que arranca muy arriba y termina con un golpe de efecto brillante. Por ahí con dos paginitas menos pegaba más fuerte, pero está buenísima. Y la otra historia de la antología es la magnífica "El Conjuro", una rareza narrada en primera persona del plural, donde el lector se pregunta todo el tiempo ¿dónde está el conflicto?, y ¿cómo puede ser que una historia sin conflicto me tenga tan atrapado?. Finalmente, el guion pega una vuelta de tuerca y aparece algo así como un conflicto, de manera sorpresiva e impactante.
Muriel Frega modifica bastante su trazo, su paleta de colores y su puesta en página de una historieta a la otra, siempre en un nivel espectacular. El resultado es una antología repleta de riesgo, de imaginación, por momentos hasta de vuelo poético. Alcatena y Frega no le escapan a los géneros tradicionales (en este caso, terror y ciencia ficción) porque los pueden encarar desde una óptica novedosa, fresca, para nada previsible ni convencional. La combinación entre la familiaridad del lector con las temáticas y las ganas de innovar que aporta esta dupla de talentosas autoras, hace que Las Durmientes resulte una lectura absolutamente irresistible y altamente recomendable.
Y hasta acá llegamos hoy. Ni bien tenga leídos un par de libros más... ya saben, se vienen las reseñas acá en el blog. Y para quienes quieran leer un poco más, siempre está la Comiqueando Digital disponible por muy poquita plata en www.comiqueandoshop.blogspot.com
Etiquetas:
Joan Cornellá,
María Eugenia Alcatena,
Muriel Frega
sábado, 15 de febrero de 2025
HERMOSO SÁBADO
Podría haber escrito estas reseñas ayer, pero me dio fiaca y las dejé para hoy, que por suerte tengo menos cosas para hacer.
Empiezo con Gemidos en las Cañerías, otro compilado de historias cortas de Junji Ito editado por Ivrea. Este tiene una novedad y es que, de los ocho relatos incluidos en el tomo, seis son historias de 60 páginas. Me parece que 60 páginas es un gran formato para este tipo de historias, de misterio sobrenatural, porque obliga al autor a que pasen más cosas, a llevar el conflicto no sé si al límite, pero por lo menos a algo más que mostrar la puntita. En 20 páginas, cualquier mangaka experimentado se puede dar el lujo de tirar una idea al voleo, y rellenar todo ese espacio sin desarrollar nada, o por lo menos sin profundizar. Acá en 60 páginas Ito nos cuenta más o menos lo mismo que un comic yanki de los ´60 o ´70 te contaba en 12 páginas. Muchas de historias me hicieron recordar enseguida a las de misterio/ terror de DC, que aparecían en revistas tipo Tales of the Unexpected, Ghosts, House of Secrets y demás títulos hoy poco recordados por la muchachada. Por supuesto que casi siempre aparece ese toque tan personal de Ito, que eleva los niveles de asco a lugares donde los atildados guionistas de DC de los ´60 no se hubieran metido jamás. Pero las historias van para el mismo lado, a veces más oscuras, a veces más bizarras.
La primera es re de DC de los ´60. Está bien, es tan rara que te engancha. La segunda (la que le da el título a la antología) está un toque estirada, pero la idea es excelente, oscura, violenta, cruel, con una hermosa mala leche. La tercera triunfa a la hora de establecer el clima, el misterio, ese espiral de intriga que se va tensando, pero es medio chota la explicación de por qué pasa lo que pasa. La cuarta, Los Globos Colgantes, es una bizarreada fascinante, que empieza con una trama medio de thriller y en un momento se va al carajo y más allá. Es una historia que le hubiese encantado poder publicar a los editores de DC de los ´60 y ´70, un disparate macabro, sumamente ganchero, donde ni hace falta ninguna explicación para los fenómenos paranormales que nos muestra Ito.
La mejor historia, la más compleja, la que tiene más desarrollo de personajes, la mejor dibujada incluso, es la quinta: La Mansión de los Títeres. Podría ser una novela gráfica, tranquilamente, si no fuera por un detalle: en la página 20 ya sabés cómo va a terminar, o por lo menos quién va a ser el responsable de todos los horrores que vamos a presenciar en las siguientes 40 páginas. Igual se disfruta muchísimo. Y la última novelita de 60 páginas está buena, es jodida y truculenta, pero esta muuuuy estirada. Me hizo acordar mucho a un unitario de Charles Burns que remata una idea parecida en... menos de 10 páginas. Y como complemento, el libro trae dos historias cortitas, de 10 páginas cada una, que están bien, se apoyan en ideas copadas, y podrían haber aparecido tranquilamente en las clásicas antologías de misterio de DC.
El dibujo de Ito, siempre muy parejo y muy arriba (pareciera que todas estas historias son de la primera década de este siglo), y la traducción de Martín Parle, muy eficaz, muy sólida. Hay mucho más Junji Ito para este año, acá en el blog.
Hace poquito más de cinco años, el 04/02/20, cerraba la reseña del Vol.1 de Monstress con la frase "espero conseguir pronto los tomos siguientes para enterarme cómo avanza la estremecedora epopeya de Maika Halfwolf". Bueno, lo de "pronto" no se pudo concretar, pero finalmente pude conseguir dos tomos más de esta serie de Marjorie Liu y Sana Takeda y retomar la saga.
Me va a quedar breve la reseña, porque no voy a hablar de nuevo del dibujo de Sana Takeda (SanaTa, para los amigos). Vale repasar lo que escribí en la reseña del Vol.1, que se aplica sin ningún inconveniente a lo que muestra la dibujante en este segundo tomo.
Este es un tomo relativamente tranquilo, pausado, con menos de una escena de acción por episodio. Liu se hace cargo de que en el Vol.1 abrió un montón de puntas, nos generó un montón de preguntas, y ahora es hora de empezar a responderlas. Para eso aparecen en escena varios personajes cuya función es básicamente "pasar en limpio" cosas que se mencionaron al pasar en el primer tomo, y poner sobre la mesa el complejo entramado de poder y de intereses que rige al mundo en el que se mueve Maika. Felizmente todo esto se resuelve en diálogos que no aburren en ningún momento, donde siempre llaman la atención las guarangadas que dice Maika, que no se come ni la punta cuando alguno de estos personajes "sabios" le quiere bajar línea.
Hay conspiraciones, hay viajes, hay secretos, y de vez en cuando hay machaca. En esos momentos, aparece el costado del horror, encarado de un modo bastante lovecraftiano por las autoras. Parte de lo que hace irresistible a Monstress es que acá conviven personajes bonitos y tiernos que parecen de una peli de Disney con criaturas espantosas que parecen sacadas del Necronomicon. El mundo que crearon Liu y Takeda da para todo, y está bueno que cada tanto aparezcan tomos como este, donde la idea parece ser explorarlo y explicarlo un poco más, para darle más sentido y más solidez a la trama de aventura.
Tengo el Vol.3 en la pila de los pendientes, así que seguramente no van a pasar otros cinco años para que vuelva a reseñar un tomo de Monstress. Es cuestión de bancar unos días, nomás.
Y nada más, por hoy. Gracias por el aguante y nos reencontarmos pronto con nuevas reseñas.
Etiquetas:
Junji Ito,
Marjorie Liu,
Monstress,
Sana Takeda
miércoles, 12 de febrero de 2025
CAPTAIN AMERICA: BRAVE NEW WORLD
Bueno, fui a la función de prensa esperando muy poco de esta película, pero me gustó bastante. La serie de Falcon & Winter Soldier me había parecido muy buena, y esta peli de Julius Onah está casi a ese mismo nivel.
Tiro un SPOILER tempranero, así la gente a la que le jode enterarse boludeces del argumento llega hasta acá: Qué lindo cuando en este tipo de películas gana el malo, o por lo menos su plan se concreta tal como lo pensó. Al igual que en la recordada Captain America: Civil War, acá el villano termina en cana, pero su objetivo se cumplió, más allá de que -obviamente- el héroe no fue boleta. Y ya está, no spoileo nada más del argumento.
No sé si el trailer lo deja en claro, porque no miro trailers, pero esta es una película del General "Thunderbolt" Ross. Todo absolutamente todo, pasa por él, por lo que hace, por lo que hizo, por lo que dice y por lo que oculta. El arco dramático del ex-milico y ahora político es el que anima y sostiene la trama del film. Y el octogenario Harrison Ford se hace cargo de ese rol con verdadera maestría, en la que debe ser la mejor actuación de su extensa carrera. El guion (escrito por Onah, Dalan Muson, Malcolm Spellman y otros) le propone a Ford transitar a lo largo de estos 118 minutos por un vasto menú de emociones, y el veterano actor lo logra con aplomo, sin caer nunca en la caricatura. Estas dos cosas, el triunfo del villano y la actuación de Ford, son -para mi gusto- los puntos más altos del largometraje.
Pero además, tenemos el regreso de un personaje alucinante, conmovedor, como es Isaiah Bradley (otra vez interpretado por el gran Carl Lumbly), se establece en el MCU la existencia de la Serpent Society (aunque acá prescinden de sus hermosos trajes colorinches) y -cuando parecía que lo iban a barrer abajo de la alfombra- se retoma el plot que había quedado colgado desde la peli de los Eternals: ese cacho de Celestial que estaba saliendo del Océano Índico, del que llegamos a ver los dedos de una mano y una porción de la cabeza. Y no solo se reactiva ese plot, sino que se desarrolla un montón y se le otorga -por fin- el peso que debería tener en este mundo. Yo pensé que también se iba a reactivar el plot de Power Broker, pero no. Por ahí eso lo guardan para otra peli.
Recordábamos hace un toque a Civil War, pero también hay que recordar a Captain America: Winter Soldier, porque esta vez también es importante toda la faceta del espionaje, y por momentos la cinta parece buscar un equilibrio entre la machaca superheroica y un thriller político, tipo película de Jason Bourne. Por eso, además de la acción, hay varias escenas más pausadas, más de razonamiento que de combate, y la verdad que Anthony Mackie no desentona en ninguna. No es un actor deslumbrante, pero le da a Sam Wilson la humanidad y la chapa necesarias para que uno lo considere el digno sucesor de Steve Rogers. Los diálogos están muy bien, la faceta política está llevada de manera bastante realista, sin simplificar los conflictos al nivel pueril de "Estados Unidos es el bueno, los otros son los malos". Si hay algo que rompe el verosímil es la machaca tan pareja entre personajes con niveles de poder tan distintos como el Capi y Hulk. Okey, este Hulk es casi un anciano, que se transforma por primera vez y pelea más por instinto y por furia que guiado por una experiencia real en el combate cuerpo a cuerpo, que es algo en lo que el Capi se volvió virtualmente imbatible. Pero por más entrenado que esté Sam y por más pulenta que sea su equipamiento, con dos o tres piñas de Hulk tendría que quedar hecho polvo (Nesquik, en este caso). Fuera de eso, no hay mayores inconsistencias en el relato.
Una bizarreada, para terminar: una grata sorpresa del guion es que un personaje que en los primeros 15 minutos pinta para villana (la ministra de Defensa de EEUU, una especie de Patricia Bullrich no alcohólica), pega un volantazo y se convierte en aliada del Capi y el Falcon. Es una mina oriunda de Israel, entrenada en Rusia por la misma organización que entrenó a Black Widow, y hasta ahí todo bien. Ahora veo que en la ficha técnica de la peli se supone que este personaje es... Sabra. Nada, están drogados... Sabra es una superheroína israelí, sí, pero es mutante y tiene poderes re zarpados: vuelo, super-fuerza, invulnerabilidad... está para cagarse a palos con Hulk, no con Black Widow o Winter Soldier... Veremos para dónde llevan a esta extraña versión de Sabra en las entregas futuras.
Y bueno, después de una pausa, volvió el MCU a los cines, con personajes nuevos, con un actor nuevo en el rol de "Thunderbolt" Ross, con la sana intención de retomar y desarrollar puntas que quedaron colgadas, y hasta con la idea -que queda flotando- de reformar a los Avengers. Como siempre, todo se entiende mejor si viste las pelis y series anteriores, y si hiciste los deberes, tengo la sensación de que Brave New World te va a gustar, y te va a subir un toque las expectativas para lo que viene.
Ah, ya que le dieron serie a cualquier muerto: quiero YA una serie dedicada a Isaiah Bradley, pero ambientada en la época en que era joven. Nada más. Volvemos pronto con reseñas de comics.
martes, 11 de febrero de 2025
ESPERANDO A LA ACADEMIA
Hoy el partido de Racing arranca (como el sábado contra Boquita) a las 22:15, así que me sobra un rato para redactar un par de reseñas.
Empiezo en 1970, en EEUU, con un recopilatorio de tiras de Pogo, a cargo del genial Walt Kelly. Lamentablemente son tiras remontadas para el formato de libro, donde no está muy claro qué viñetas provienen de tiras diarias, cuáles de planchas dominicales, o si hay algunas dibujadas exclusivamente para el libro. Por el dibujo de Kelly y por los temas que tratan los personajes, parece todo material cercano a la fecha de publicación del libro, es decir, fines de los años ´60. Pero no hay ningún dato preciso
El título de la recopilación es "Impollutable" y el tema central es, claramente, la polución del aire y el deterioro del medio ambiente. Walt Kelly hace una vez más lo que mejor le salía: tomar los temas candentes de la sociedad moderna, urbana, pendiente de la noticia y del tratamiento mediático de la misma, y extrapolarlos a este pantano en la Loma del Ojete donde viven Pogo y sus amigos. En las antípodas del lector promedio de la tira, estos animalitos antropomórficos son ignorantes al punto del absurdo. Hablan mal y razonan peor, son fáciles de engañar y se dan manija entre ellos con ideas ridículas, imposibles de llevar a la práctica.
Salvando las distancias, este tomito me hizo acordar mucho a South Park, a esos episodios en los que de una boludez, de un malentendido, una equivocación o un chimento que alguien echa a rodar para hinchar las pelotas, se hace una bola gigantesca, con consecuencias gravísimas que escapan totalmente del control de los protagonistas. Si bien esto es una tira, que cada tres o cuatro viñetas desemboca en un remate humorístico, Kelly logra hilvanar muchas de ellas en arcos narrativos extensos, donde hasta el sinsentido menos sostenible encuentra un sustento. Acá es muy importante ese gran danés (que no tiene nombre) con los rasgos de Spiro Agnew, el lamentable vicepresidente del no menos funesto Richard Nixon. Kelly usa a este personaje para contarnos cómo la autoridad legisla de espaldas a la gente, en una nube de pedos repleta de contradicciones y carente de sentido común y de empatía. Todo esto en un clima de disparate, de joda sin límites, y con juegos de palabras tan graciosos como imposibles de traducir.
Por supuesto, las tiras podrían tener menos gracia que un desalojo y aún así el librito sería una delicia, simplemente por el nivel superlativo de los dibujos de Kelly. Esta bestia estaba en otra liga, tenía un trazo demasiado perfecto para una historieta que se publicaba todos los días durante varias décadas. Los personajes parecen cobrar vida a través de un manejo magistral de la gestualidad, los paisajes son alucinantes, los efectos de iluminación, las texturas, incluso el rotulado es glorioso. Ahora que en los diarios las tiras se publican más chiquitas, ya nadie le pone al laburo de dibujar la dedicación y la atención por los detalles que le ponía Walt Kelly... con la probable excepción de Liniers. Algo del humor de Pogo sobrevive en otra tira con animales antropomorfos, diálogos afiladísimos y constantes malos entendidos entre personajes muy brutos. Sí, me refiero a Pearls Before Swine, pero el día que el dibujo de Stephan Pastis llegue al... 10% de la calidad del de Walt Kelly, abandono la historieta y me dedico al patinaje artístico. No alcanza con el absurdo, no alcanza con la mala leche, no alcanza con la mirada irónica sobre temas candentes en la sociedad: Pogo tenía ese plus que era la calidad sublime del dibujo y faltan siglos para que otro autor de tiras diarias logre reproducir la magia inimitable del pincel de Walt Kelly, en ese mismo formato y con el mismo volumen de producción.
Me voy a Uruguay, año 2024, cuando se publica el manga Fathers of la Patria, obra de Gabriel Cardozo, autor al que yo no tenía en el mapa para nada. La idea central de la obra está muy buena: consiste en narrar eventos históricos de mediados del Siglo XIX, cuando Uruguay existía hacía muy poquito como país independiente, pero en clave de manga de machaca tipo Hokuto no Ken. Los personajes clave en la historia del país hermano (José Artigas, Fructuoso Rivera, Manuel Oribe, etc.) son retratados como chabones musculosos, con cuerpos de superhéroe, y cuando se enfrentan entre sí no solo pelan espadas, sino también se tiran con ataques especiales tipo JoJo´s Bizarre Adventures, Dragon Ball o Saint Seiya, más todo un despliegue de piñas y patadas que me recordó a una partida de Mortal Kombat.
Para que esto tenga un cierto sentido y se sostenga a lo largo de casi 250 páginas de historieta, Cardozo incorpora un elemento sobrenatural, que de alguna manera le abre la puerta a todas estas transformaciones, poderes zarpados y apariciones de criaturas horribles con las cuales se van a enfrentar "los buenos". El resultado es un combo muy loco, porque se entremezclan conjuras y traiciones que sucedieron en la historia posta con combates pasadísimos de rosca que uno no asocia ni a palos con la Sudamérica del Siglo XIX.
El dibujo de Cardozo es muy dinámico, la narrativa está muy lograda y la aplicación de los grises es excelente. En general, la faceta gráfica de Fathers of la Patria no está por debajo del típico manga de peleas entre muchachones poderosos y monstruos o demonios. Básicamente, los problemas que le encontré a la obra son dos. Uno es la extensión: no hacían falta 250 páginas para contar esta historia, si bien tenemos un elenco coral, con muchos personajes para desarrollar. Y el otro problema es bastante menor: con todo respeto y cariño a los amigos y amigas del país hermano, a quienes no somos uruguayos nos chupa un maple entero de huevos cómo y por qué Artigas se tuvo que ir de Uruguay, cómo y por qué volvió, cómo y por qué Rivera cagó a los charrúas, quién y para qué quería armar roscas con Juan Manuel de Rosas, o con los ingleses, o con los franceses. Son detalles que solo maneja el conocedor de la historia uruguaya y que tienen mucho peso en la trama, con lo cual a veces Cardozo da por sentado que uno entiende cosas que en realidad no tiene la menor idea de si sucedieron tal como él las cuenta, o si las deformó a los efectos de agregarle impacto a la historia, o si son 100% inventadas por el autor. Pero repito, es un problema menor, porque incluso sin darle mucha bola a todo ese trasfondo histórico, la aventura y la machaca llevan adelante la trama y, quieras o no, te enganchás con los bizarros sucesos que narra Cardozo. Yo me conformo con haber pescado las referencias a clásicos literarios del país hermano, como Las Aventuras de Juan el Zorro o los cuentos de Horacio Quiroga.
Y hasta acá llegamos, por hoy. Mañana a la mañana está la función de prensa de la peli de Captain America, así que en cualquier momento sale reseña, acá en el blog.
lunes, 10 de febrero de 2025
LUNES A PLENO SOL
Está picantito el verano en Buenos Aires. Menos mal que existen el ventilador de techo y las bebidas frías...
Imaginate (si te da la imaginación) una antología en la que participen Alan Moore, Miguelanxo Prado, Horacio Altuna, Lorenzo Mattotti, Muñoz y Sampayo, Rubén Pellejero, Bill Sienkiewicz, Hernández Cava, Sánchez Abulí, Edmond Baudoin, Oscar Zárate, Jorge Zentner, Federico del Barrio y Das Pastoras. ¿Estamos hablando de un delirio, de una quimera, o de un sueño hecho realidad? No, estamos hablando de El Lado Oscuro, una colección de 10 historietas que publicó la Semana Negra de Gijón en 1999, con plata que puso Pepsi. El proyecto fue coordinado por Paco Taibo II y el querido Ángel de la Calle y consisitía en que cada equipo de autores realizaran una historieta de ocho páginas, inspirada en una ciudad distinta. Después "pasaron cosas" y tenemos dos historietas ambientadas en la misma ciudad (tanto Mattotti como Muñoz y Sampayo eligieron a Milán). Pero igual estamos hablando de una antología gloriosa, que -como se hizo para regalar a quienes asistieron a la Semana Negra- nunca salió a la venta y es MUY difícil de encontrar.
Ojo: hay tongo. La historieta de Altuna ya la tenía en Hot L.A., la de Moore y Zárate es la misma que aportaron a It´s Dark in London, Sienkiewicz entregó ilustraciones (sin textos ni narrativa) que están sacadas de su sketchbook, Mattotti entregó una historieta que había hecho a principios de los ´80 junto a Antonio Tettamanti con el estilo de dibujo que vimos en Incidenti (reseña del 22/07/23) y lo de Muñoz y Sampayo es un cachivache que mezcla textos de Carlos y dibujos de José sin ningún sentido, ni narrativo ni ningún otro. Para ser encargos pagos, la verdad que no todos dieron lo mejor.
Pero, si bien no se hicieron para este libro, la historieta de Altuna, la Moore y Zárate y la de Tettamanti y Mattotti son todos buenos trabajos, sobre todo el de Horacio. Después, la de Enrique Sánchez Abulí y Das Pastoras (ambientada en Barcelona) sufre un poco del exceso de texto, pero los dibujos son maravillosos y la trama funciona muy bien. La de Felipe Hernández Cava y Federico del Barrio (ambientada en Madrid) es una joya, profunda y adictiva. La de Edmond Baudoin (dedicada a París) empieza como una autobiografía sin mucha onda y mejora en el momento en que establece una especie de conflicto. La de Miguelanxo Prado (probablemente la mejor dibujada de todo el álbum) más que una historia plantea una bajada de línea, en contra de un proyecto de modernización del tradicional puerto de A Coruña, su ciudad natal. Y finalmente, Jorge Zentner y Rubén Pellejero se vienen a Buenos Aires, a buscar verdad, memoria y justicia en un conmovedor homenaje a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. No me preguntes cómo estas ocho páginas nunca se publicaron en Argentina, porque no lo puedo explicar.
Como subrayamos siempre, es muy complicado trabajar en un formato de ocho páginas. Rara vez alcanzan para plantear un conflicto, darle relieve, generar algún tipo de interés por los personajes y rematar la trama de manera coherente. Pero acá lo logra Altuna, lo logran Abulí y Das Pastoras y lo recontra-logran Hernández Cava y Das Pastoras. Otros ni lo intentan, porque van más para el lado de algo simbólico, o de contar más sensaciones que historias. Pero con el listado de autores alcanza y sobra para que cualquier fan del comic quiera pasarse al Lado Oscuro y quedarse ahí un buen rato. Por si faltara algo, cada capítulo del libro empieza con un texto sobre los autores a cargo de los más prestigiosos especialistas españoles. Una maravilla, extraña y majestuosa.
Leí las tres historietas de Frank Momo varios meses antes de que saliera el libro, porque el editor me pidió que escribiera un texto complementario, y me mandó el material en .pdf. O sea que en esta relectura, ya con el libro impreso (también hace varios meses), tenía bastante frescas en la memoria las genialidades que Juanungo y Pablo Zweig dilapidan en esta obra.
Lo primero que impacta es la calidad como guionista de un autor acostumbrado a trabajar como dibujante con guiones ajenos, o como artista integral. Guarda con el Juanungo guionista, que es una bestia a la hora de crear personajes, desarrollar su entorno y meterlos en tramas que combinan suspenso, acción y mucho humor, al estilo de los buenos álbumes de Tintin. O mejor todavía, de Gil Jourdan, porque los guiones tienen más lógica y menos capricho que en los de Hergé. Las tres historias que componen el álbum son bastante distintas entre sí, el rol de Frank Momo no es el mismo en las tres (si bien el disparador siempre es alguien que lo contrata para una investigación) y las resoluciones de los casos son siempre muy coherentes y muy sólidas, más allá del clima de comedia que Juanungo y Zweig le imponen al desarrollo de cada uno de ellos.
A diferencia de los clásicos del comic franco-belga ya mencionados, las historias de Frank Momo NO son aptas para todo público, porque tienen algunas escenas de sexo y cierto cinismo que por ahí deja afuera a los más chicos. Con lo cual la serie se suma a sí misma un desafío más: cautivar a los adultos con una estética (la línea clara clásica, bien pegadita a la de Hergé) totalmente identificada con el comic infanto-juvenil. Por suerte el dominio de Zweig de esta línea es tan vasto, que lo logra tranquilamente. A veces el truco es irse un poquito más para el lado de Daniel Torres (sobre todo en algunos primeros planos), y a veces el truco está en el control molecular de la narrativa. Lo cierto es que, aunque asocies a la línea clara con Tintin y otras "boludeces para chicos", la lectura de Frank Momo te va a enganchar, vas a querer seguir adelante hasta enterarte cómo se resuelve cada una de las historias. Zweig deja la vida en los fondos, en el color, tiene unas secuencias oníricas brillantes, sin nada que envidiarle a las de Charles Burns, y la descose en las secuencias mudas que Juanungo (por ser dibujante) habilita con generosidad para que se luzca su compañero.
Frank Momo Detective del Caribe es un álbum de impecable factura técnica (arruinado solo por el texto de un goma que hace un blog de crítica hace 15 años), con un personaje que no sé si está destinado a un lugar en el Olimpo de la historieta argentina, pero que acá sin dudas te deja con ganas de volverlo a ver en nuevas aventuras. Estas tres primeras (dos de las cuales eran inéditas) nos muestran a una dupla de consagradísimos profesionales, totalmente compenetrados entre sí y con la serie, lo cual resulta en tres aventuras más o menos detectivescas y más o menos humorísticas, pero 100% disfrutables. Lo pongo entre los mejores libros que se editaron en Argentina en 2024, de una.
Nada más, por hoy. Tengo leído un librito más, pero no me queda tiempo para escribir otra reseña. Nos reencontramos pronto, acá en el blog.
Etiquetas:
Juan Sáenz Valiente,
Pablo Zweig
viernes, 7 de febrero de 2025
VIERNES EN BLANCO Y NEGRO
Muchos años, varias décadas, tardó Daniel Galliano (editor de Puro Comic) en convencer a Eduardo Risso, su amigo y socio, para que le diera luz verde a una recopilación de Julio César, la obra más relevante de las que produjo el León de Leones para Columba, allá por 1986-1987. Y finalmente en 2024 pudimos acceder al libro que reúne la saga completa, escrita por Ricardo Ferrari y dibujada por Risso, sin los colores abominables que supo lucir en la Nippur Magnum y con un rotulado que le hace justicia a los textos.
A lo largo de casi 190 páginas, se nota una evolución muy favorable por parte de Risso. Los últimos episodios están mucho mejor dibujados que los primeros, con momentos realmente grandiosos, que preanuncian a ese dibujante virtuoso y vistoso que vamos a disfrutar en Parque Chas, a ese coloso del claroscuro que va a estallar entre Caín y Fulú e incluso a ese maestro del armado de la secuencia que se va a florear sobre todo en sus trabajos para el mercado de EEUU. Guarda: en 1987, cuando termina Julio César, faltaban 10 años para que Risso llegara al mercado yanki y terminara de consagrarse a nivel global. Este es un Risso muy, muy sólido, pero que todavía arrastra ciertos vicios "columbescos", como resolver viñetas complejas con el primer plano de un rostro o de una mano. Y también hay un trabajo en la documentación y en los fondos que el dibujante promedio de Columba no hacía ni a palos en esa época, y hasta momentos en los que la planificación de las secuencias tiene más que ver con El Corazón Delator de Alberto Breccia o Master Race de Bernie Krigstein que con cualquier otra historieta de la Nippur Magnum. Evidentemente, e incluso en un contexto que no estimulaba para nada la creatividad, Risso proponía otro vuelo y demostraba otra ambición artística, y eso se percibe con mucha claridad en las páginas de Julio César.
El guion de Ferrari conserva un punto de contacto con la tradición columbera, y es el uso exhaustivo de los bloques de texto, donde se luce una prosa con esa impronta poética, elevada, típica de Robin Wood. Pero en las tramas en sí, queda claro que a Ferrari le interesa más demostrar que se leyó todo sobre Julio César y su época que reproducir (por enésima vez) los mecanismos de la aventura tradicional. Acá el rigor histórico le gana la pulseada a la aventura. De hecho, tenemos como protagonista a un personaje que no es un héroe, sino que actúa siempre según sus propios intereses, algo atípico en las historietas de Columba. Incluso queda muy claro que los personajes... ¡cogen! No se muestra los garches, lógicamente, pero el guion explicita que el sexo existe y que tiene su peso en algunos momentos de las tramas. Más motivos para que Julio César llamara la atención o desentonara con el resto de la revista en la que serializó.
Los comics de Astérix nos enseñaron a considerar a Julio César un villano abyecto, y a maldecir el día en que Vercingetorix se rindió ante él en Alesia. La prosa de Ferrari logra lo contrario: el cacique galo es tratado con respeto, pero acá uno hincha todo el tiempo por César y quiere verlo sojuzgar a todos esos galos zaparrastrozos que -sin poción mágica- tienen poquísimas chances de resistir el embate de las legiones del más poderoso de los romanos. Para cuando César muere traicionado por una conjura de la que es parte su propio hijo, uno ya es fan incondicional de este personaje ambiguo, complejo y sin dudas fascinante.
La restauración del material original es más que aceptable; no perfecta, pero bueno... son historietas de Columba de las que Risso no puedo conservar los originales. Y la recopilación incluye también buenos textos sobre Julio César y su época y sobre la historieta en sí. Recomiendo este libro a los fans de la historieta histórica, y obviamente a los fans de Ricardo Ferrari y Eduardo Risso, dos bestias que a mediados de los ´80 ya eran un poquito más que "jóvenes promesas" y que después de esta obra protagonizaron (cada uno por su lado) muchas gestas comiqueras más.
Allá por 2008, en una editorial que me parece que no existe más, Warren Ellis se sacó las ganas de hacer su propia League of Extraordinary Gentlemen en apenas 44 páginas. La breve novelita, titulada Aetheric Mechanics, está situada en 1907 en una Londres ucrónica en la que existe tecnología capaz de hacer volar a los autos, lanchas y hasta enormes embarcaciones de guerra. Y los protagonistas son clones apenas disimulados de Sherlock Holmes y Watson.
No voy a contar acá de qué va el guion, porque es muy breve y muy sencillo. Simplemente dejar constancia de que el final me resultó un poco precipitado y anticlimático. El punto más alto de la obra, que sostuvo mi interés hasta el final, es la perfecta caracterización de Sherlock y Watson, una demostración magistral del conocimiento y el cariño que tiene Ellis por la obra de Sir Arthur Conan Doyle. Los diálogos son brillantes (y muy extensos), las deducciones de Sax Raker son tan impactantes como las del personaje en el que está basado y en general, cuando Ellis ambienta sus historias en Londres, aparece una capa más de profundidad, que también tiene que ver con el vínculo profundo entre el autor y su ciudad. Las ideas que Ellis pone sobre la mesa en Aetheric Mechanics (y que la conectan con la ciencia ficción) son sumamente atractivas, pero por la breve extensión del comic, no llegan a desarrollar todo su potencial. Por momentos sentí que estaba leyendo una obra prima, o hermana, de 1899, la novela gráfica de Francisco Ortega y Nelson Daniel que vimos en este espacio allá por el 19/12/12.
Y el dibujo... ma-mita, qué difícil... Gianluca Pagliarani es un dibujante chato, sin alma ni talento, que cree que si llena con líneas cada milímetro de la viñeta alguien lo va a confundir con un buen dibujante. Hay una sobrecarga bestial de información visual (encima en páginas donde el texto abunda y mucho), un despliegue agobiante de detalles y texturas que no contribuyen en nada a la narración. Pagliarani no entiende que hay algunas viñetas en las que es mejor NO dibujar los fondos, para acentuar las expresiones de cuerpos o rostros... pero es bastante lógico, porque sus cuerpos y sus rostros no tienen expresiones. El entintador Chris Dreier no ayuda para nada, porque mantiene el mismo grosor de línea para entintar prácticamente TODO lo que Pagliarani pone en la viñeta, y eso hace que más de una vez se complique distinguir las figuras de los fondos.
En fin, a pesar de que la faz gráfica del librito está por debajo de la línea de pobreza, Aetheric Mechanics tiene su encanto y su impacto. Es un canto de amor de Warren Ellis a Sherlock Holmes muy entretenido, con buenas ideas y diálogos magníficos, y si bien se trata de una obra muy menor en la bibliografía del creador de Transmetropolitan y Planetary, amerita por lo menos una lectura.
Hasta acá llegamos, por hoy. El miércoles que viene tengo función de prensa de la nueva peli de Captain America, pero espero meter un posteo con reseñas de comic ANTES de comentar la película. ¡Será hasta pronto!
Etiquetas:
Eduardo Risso,
Ricardo Ferrari,
Warren Ellis
jueves, 6 de febrero de 2025
DOG MAN
Sigo avanzando con las lecturas, pero después de muchos meses, ayer fui al cine, a ver la película de Dog Man, basada en la mega-exitosa historieta homónima de Dav Pilkey que -inexplicablemente- nadie publica en Argentina.
Es un largometraje animado de aventuras para chicos (de hasta 10-11 años, diría yo), repleto de situaciones muy cómicas, con un nivel de delirio digno de Ren & Stimpy o de Cha-Cha-Cha. El primer tramo de la peli (el origen de Dog Man) es sumamente respetuoso de la primera historieta que realizó Pilkey con el personaje allá por 2016. Después, la película empieza a agregar personajes, a cambiar personajes y a tomar pedacitos de otras aventuras de Dog Man, para redondear una hora y 34 minutos absolutamente disfrutables. Cada libro de historietas de Dog Man trae cuatro o más relatos completos, así que había mucho material de donde tomar situaciones, personajes y peripecias limadas.
El director Peter Hastings se pone la película al hombro. No solo hace las voces de varios personajes (incluyendo la de Dog Man), sino que mete mano en muchísimos rubros técnicos. Lo mejor que tiene la película es, sin dudas, el ritmo frenético, la sensación de disparate vertiginoso, que te lleva puesto. Ojo: hay momentos más tranquilos, e incluso momentos más dramáticos. No es toooodo un cago de risa. Como en todo arco aventurero en el que vemos a un héroe convertirse en tal cosa, la trama tiene puntos en los que nada parece salirle bien a los protagonistas. Pero el guion (escrito por el propio Pilkey) sabe matizar esos momentos con otros muy cómicos, o muy tiernos, o muy fumados. Pero pego un volantazo al mejor estilo diputado de la UCR, y cambio de opinión: creo que lo que más me gustó de la película es el aspecto visual. Todo lo que las historietas de Dav Pilkey no tienen, porque están dibujadas a los santos pedos, la peli sí lo tiene. Los personajes, objetos, vestuario, etc. tienen un gran nivel de detalle... ¡y hay fondos! En los comics de Dog Man los fondos casi no existen y son tres palotes que parecen dibujados por un nene de seis años. En la pantalla, en cambio, toda la ciudad donde viven los personajes está perfectamente retratada, de un modo muy vívido, muy vibrante, con una onda muy compatible con el estilo de Pilkey y con la impronta del guion, y cobra un rol muy importante en el desarrollo del mismo.
La animación es excelente, la música es excelente y en el elenco vocal se destacan las actuaciones de Pete Davidson (brillante interpretación del gato Petey) y del maestro Ricky Gervais, que le da voz a Flippy, el pescado. Todo el tiempo aparecen en pantalla elementos gráficos que nos recuerdan que Dog Man es, antes que nada, un comic. Y no cualquier comic, sino el más vendido del Siglo XXI, un comic para chicos que conquistó al público de todas las edades con sus aventuras bizarras y plagadas de humor. La peli de Dog Man está pensada para que los más chicos se descostillen de risa, se emocionen y la pasen bomba. Pero en ningún momento le falta el respeto a los grandes. DreamWorks lo aprendió hace décadas, con la primera peli de Shrek: dibujos animados + aventuras + chistes = hitazo entre el público infantil. Peeeeero, si le ponés algo más para que la disfruten los grandes que llevan a los pibitos al cine, aspirás a un nivel de gloria que de otra manera te es esquivo. Y la peli de Dog Man tiene sutiles guiños a los adultos, cositas que por ahí los pibes no pescan, pero que están buenísimas. Incluso Pilkey se toma unos minutitos para explicar más en profundidad algunas cosas que en los comics pasan porque sí, de manera medio caprichosa, porque supone que la peli la va a ver gente que le exige un poquito más a los argumentos a la hora de consumir ficción. El plot más "político" de Dog Man (la aventura en la que la Alcaldesa se revela como villana) quedó afuera de la peli, y la Alcaldesa es un personaje... ambiguo. No del todo querible, pero tampoco antagónico. Pero puede ser que ese aspecto del personaje se desarrolle en una eventual secuela.
En algún momento, a Dav Pilkey se le ocurrió que en los comics Dog Man adoptara una identidad de justiciero enmascarado al estilo Batman, y a los lectores les encantó. No creo que DreamWorks se pierda la oportunidad de mostrarnos esa historia en una segunda película, sobre todo si a esta primera entrega le va bien en la taquilla (cosa que sería lo más lógico, por lo menos en los países donde se publican las historietas de Dog Man).
El largometraje de Dog Man no es una adaptación lineal de la ultra-consagrada historieta, pero sí una traslación perfectamente lograda del mundo creado por Dav Pilkey, en la que lo más importante, que es el carisma de los personajes y el nivel de delirio de las historias, se conserva a rajatabla y brilla en total plenitud. No seas rata: llevá al cine a tu hijo, sobrino, ahijado o mascota bípeda y disfruten juntos de Dog Man. Y sigamos haciendo fuerza para que se editen los comics en Argentina. Nuestros pibes se merecen encontrarse con la magia de Dav Pilkey en todas las librerías de nuestro país.
Gracias por estar ahí y creo que mañana tenemos nuevo post con reseñas de historietas...
lunes, 3 de febrero de 2025
MUERTO DE CALOR
Que feo chivar sin moverse de la silla...Y encima perdió Racing, jugando para el infra-ojete. En fin, vamos con las reseñas de los últimos libritos que leí.
Escalera de Vecinos es un libro que recopila unas cuantas historietas de las que el maestro Alfredo Pons publicaba en El Víbora en los años ´80, bajo ese mismo título genérico, y en formato autoconclusivo, sin personajes recurrentes. Son historias que transcurren en un típico edificio de departamentos (suponemos que de Barcelona), y que involucran a gente común, de la que vive en cualquier edificio de cualquier ciudad. Por supuesto, en este contexto aparecen las obsesiones que Pons tenía en aquellos años: el sexo, el crimen y la marginalidad. No siempre, eh? Hay historias más tranqui donde nadie coge, nadie mata a nadie y nadie aspira fafafa ni se inyecta heroína. Pero en general, aparece alguna situación propicia para que las esculturales mujeres de Pons se saquen la ropa... lo cual es lógico si pensamos que esto se publicaba en El Víbora en los ´80, donde todo era sexo, droga y descontrol.
El dibujo de Pons... te puede no gustar. Parece un autor clásico de la E.C. de los años ´50 (un George Evans o un Jack Kamen, ponele), pero con un entintado más oscuro, más podrido. Hay algunas historias en las que Pons ensaya un entintado más clásico, prolijito, limpio, que se complemente muy bien con las tramas mecánicas que usa para agregar los grises, y son páginas visualmente más amistosas, menos sórdidas. También me gustan muchísimo. No soy de los puristas que solo bancan al Pons más trash y critican al más "careta". Porque aunque cambie mucho el estilo de entintado, conserva lo más importante, que es el ritmo narrativo. Ahí es donde más que Kamen o Evans, Pons parece Bernie Krigstein. El tipo tiene un don nato para crear suspenso, para tensionar la narración y hacerla hipnótica, con diálogos filosos, cortes de escena inesperados, secuencias que transcurren en paralelo y confluyen en algún momento clave... Está clarísimo que Pons era un narrador formidable, que hacía lo que quería con el lector, incluso cuando su dibujo no fuera el más pulido ni el más vistoso.
En cuanto a los argumentos, a lo largo de 144 páginas se mantiene un nivel sumamente atractivo, con picos de una calidad superlativa. Paradójicamente el mejor guion aparece en la historieta más corta: "La Familia", una gema de cuatro páginas muy cercanas a la perfección. A algunas historias (como "Socios") le sobran las escenas de sexo, y en otras (como "Servicio Completo") el sexo es fundamental para la trama. Lo único que puede resultar medio piantavotos es que hay páginas con MUCHO diálogo, pero están tan bien escritos, que si le ponés un mínimo de esfuerzo, en vez de agobiarte te van a fascinar.
Esta recopilación salió en 2004, con Alfredo Pons ya fallecido, y es importante porque es un material que hoy muy pocos editores se animarían a publicar. Escalera de Vecinos contiene historias adultas en serio, muy jugadas, donde obviamente no hay héroes ni villanos, sino otro tipo de conflictos, e incluso momentos de comedia, más distendidos, pero siempre manchados por un clima de transgresión que coquetea con el sexo, las drogas, la violencia de género y la sordidez. Por suerte, creo que me falta un solo recopilatorio de historias cortas de Pons, y si nunca lo consigo tampoco me quita el sueño, porque es todo material que tengo en distintos números de El Víbora. Si nunca entraste en el infierno urbano de este genio del comic español, Escalera de Vecinos es un gran punto de partida para explorarlo.
Me costó muchísimo terminar el Vol.16 de Historieta Revólver, estas 144 páginas de historias autoconclusivas a cargo de distintos autores y autoras argentin@s. Me encontré con mucho de lo de siempre, mucho unitario "de fórmula", el típico thriller que va para el lado del crimen o del terror y al final aparece un remate supuestamente sorpresivo... No sé, me aburrí un poco de ese estilo de unitarios. Y me pasó algo loco, que es que hay varias historietas que no entendí. Sí, ya sé, me expongo a quedar como un boludo si la mayoría de los lectores las entendieron, pero no importa. No entendí el final de la Pablo Burman, no entendí nada de la de Luisina Módica, no entendí la de Ramírez y Piriz (aunque me encantó el dibujo), no estoy muy seguro de haber entendido la de Renard y Monjes, ni la de Barbieri y Laclaustra, no tengo idea de qué se trata la de Hoffman y Juan Bobillo... Y es raro, porque es una editorial en la que trabaja un guionista profesional, serio, como Néstor Barron, que podría leer el material y decirle a sus colegas "che, esto está medio confuso"...
Vamos con lo que más me gustó: obviamente los dibujos de Carlos Dearmas, siempre alucinantes; la historia corta de Brian Janchez; la de Alejandro Farías con dibujos de Gervasio y Jok (retorcida, pero no confusa); los dibujos de Gastón Vivanco; la historieta de Guido Barsi y Henry Díaz (que parece el principio de una novela gráfica); la de Alicia Palmer y Carina Altonaga (aunque la impresión salió muy opaca y el color quedó empastado); y tampoco está mal el guion de Jorge Carrión, "El interés propio", bastante perjudicado por la escasa pericia y nula imaginación del dibujante.
Creo que lo mejor del tomo, la historia más pareja en guion y dibujo, con buenas ideas presentadas de manera clara y original, es "El Incidente Honno-Ji", escrita por el ya mencionado Barron y con excelentes dibujos de Marcelo Basile. No te digo que esas 12 páginas justifican todo el libro, pero sin dudas levantan bastante el promedio. También hay un unitario de Robin Wood y Juan Zanotto (alta dupla) que estaba inédito en castellano, y me parece muy loable que se haya podido publicar, pero no está ni cerca de las mejores historias de Un Giorno, Un Secolo, el libro para el que fue realizado allá por el año 2000.
En general, a Primavera Revólver le sale muy bien el juego de combinar autores clásicos con otros de onda más experimental, con chicos y chicas jóvenes con menos trayectoria, etc.. Esta vez no pudo ser. No me da la sensación de que se hayan tirado a chantas, pero tampoco me voy tan satisfecho como otros años, en los que realmente esta antología marcaba un hito para los fans de la historieta argentina.
Y nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)