La tarde está más fea que comerse un feto abortado envuelto en la camiseta de Independiente, así que aprovecho para reseñar algunos libritos que tengo leídos.
Arranco con Revolver, un trabajo de Matt Kindt que data del 2010. A lo largo de más de 160 páginas, Kindt nos invita a vivir las dos vidas paralelas de Sam, un joven fotógrafo que tiene la extraña ¿habilidad? de alternar entre dos realidades. Se va a dormir en un mundo, y se despierta en otro. Y así todo el tiempo. Uno de los mundos es limpito, próspero, ordenadísimo… y a la vez bastante frustrante en términos de la vida personal del protagonista. El “lado B” es oscuro, caótico, violento, cataclísmico… pero mucho más intenso, más estimulante, con la puerta abierta para que Sam sea algo más que un mediocre fotógrafo de eventos sociales.
Kindt arma este contrapunto con muchísimo ingenio y no tarda demasiado en pegar el volantazo que eleva enormemente el interés de Revolver: Sam aprende a sacar ventaja en una realidad de los hechos que conoce (porque los vive) en la otra. La vida de sobreviviente de ese mundo apocalíptico le enseña cosas que luego aplicará en la realidad prolijita y careta, y viceversa. Sobre el final, sin hacer ningún alarde, casi de keruza, Sam dará la estocada maestra que además lo convertirá en héroe.
Revolver es un comic repleto de ideas potentes, con una crítica social para nada disimulada, con un Kindt que te envuelve en un misterio, te lo lleva para el lado de la aventura y ya que está, te baja una línea muy interesante, vinculada a ese clima post-Torres Gemelas que se vivió en EEUU en los primeros años de este milenio. El dibujo es crudo, sin concesiones, sin el menor intento de virtuosismo. Kindt cultiva una estética muy indie: es una especie de Jeff Lemire desangelado, o un Paul Pope apurado, con menos ganas de laburar. Donde te aniquila es en la narrativa. Ahí sí, Kindt te va a enamorar, con su puesta en página clásica y su asombrosa construcción de las secuencias. Y las tonalidades de color que incorpora también suman un montón para diferenciar las dos realidades y para darle una cierta profundidad al trazo de Kindt. Recomiendo esta novela gráfica a todos los que quieran vivir las emociones de un thriller complejo, elaborado y a años luz del “más de lo mismo”.
El año pasado, entre la miríada de publicaciones de editoriales argentinas, pasó medio desapercibida La Patagonia Fusilada, una adaptación al comic de La Patagonia Rebelde, el clásico de Osvaldo Bayer. El guionista encargado de versionar la obra de Bayer fue Guido Barsi, y la verdad es que es difícil pifiarla cuando se parte de un texto tan impactante, con tanta fuerza, tan desgarrador, tan lleno datos, de emociones, de dilemas morales terribles… Por suerte a Barsi no le faltan recursos para transmitir desde la historieta las sensaciones que transmite la pluma de Bayer en el original.
El problema, en este caso, son los dibujantes. El primer tramo es el más atractivo, el que mejor fluye en términos narrativos. Lo dibuja Kundo Krunch, en un estilo donde se ven un montón de yeites heredados de Carlos Meglia y Eduardo Risso. No es grandioso, pero no está mal. El segundo tramo, dibujado por Mauro Sánchez, evidencia algunos errores menores en la anatomía y unos cuantos problemas en la narrativa, por momentos muy confusa. El tercer capítulo, que debería ser el más potente, se convierte en una sucesión de imágenes para nada bien dibujadas. Pablo Romero no sólo está lejos del nivel de dibujo que hace falta para publicar en un libro que sale a la venta, sino que además se esfuerza para que lo que cuenta resulte más aburrido que jugar al Veo-Veo con Stevie Wonder. Y el tramo final tampoco está a la altura del proyecto: dibuja José Flores, un artista con innegable calidad plástica, pero con un estilo que en historieta no me termina de cerrar y con limitaciones muy evidentes en la narrativa y la puesta en página.
Así como resulta inevitable la comparación entre La Patagonia Rebelde de Osvaldo Bayer y Los Dueños de la Tierra de David Viñas, no puedo evitar recordar lo mucho que me gustó la versión en historieta de la segunda, donde se ve un nivel de profesionalismo y una jerarquía que en La Patagonia Fusilada, lamentablemente, no abunda para nada, por lo menos en la faz gráfica.
El jueves me voy unos días a Chile, a participar de un evento. En una de esas, logro postear unas reseñitas más antes de viajar. Gracias por el aguante y hasta pronto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Triste inicio de la nota ¿No sé que pretendes con esa analogía? ¿Ser repulsivo? Lo has logrado
Publicar un comentario