el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 19 de noviembre de 2018

LUNES DE MAGIA Y CALOR

Tras una magnífica edición de Dibujados, me siento bajo el ventilador de techo a escribir unas reseñitas.
Arranco en España a mediados de los ´80, cuando el maestro Josep María Beá realiza la extraña historieta conocida como La Muralla. A priori, parecía una obra muy atractiva, y como la vi barata no dudé un segundo en comprarla. Pero a medida que la iba leyendo, se me deshizo en las manos, se me escurrió como un puñado de arena, hasta que cuando llegué a la última página me quedaba sólo la nada misma. Hasta el dibujo es inconsistente: hay páginas donde Beá te masacra con unos dibujos al nivel de sus mejores trabajos, y otras donde aparecen choreos hiper-obvios a Hugo Pratt, viñetas dibujadas así nomás porque están cubiertas en un 70% por texto… y cuando aparece de la nada esa mujer (una buscona cuya única función en la trama es abrirse de gambas) Beá cambia de estilo y ensaya una mezcla entre realismo y línea clara, algo que le salía muy bien a Milo Manara, pero no al autor español. Todo esto sin llegar a lo peor que tiene la faz gráfica, que es el color. En este rubro, Beá acierta las pocas veces que trata de reproducir esas tonalidades sutiles que usaba Moebius, pero después te tira esas páginas todas engamadas en violetas, verdes o rosas, que son un horror cuasi-columbístico.
El guión también es flojo, errático, caprichoso, a años luz de esos hermosos mecanismos de relojería que construyera Beá en Historias de Taberna Galáctica. Lo único divertido es cuando los diálogos se tornan repentinamente groseros. Ahí el autor me sorprendió y me sacó varias sonrisas. El resto es una aventura con estructura clásica, interrumpida con flashbacks al pasado del protagonista que no revisten ningún interés, escenas oníricas que no responden a ninguna necesidad del argumento, y un par de volantazos demasiado bizarros. Me quedo con las historias cortitas que vienen al final, a modo de complemento, donde los guiones no tienen ni la más mínima pretensión, pero el dibujo de Beá explota con una fuerza expresiva y una destreza técnica que no se ve ni a palos en las páginas de La Muralla.
Con mucha menos ambición, obtiene mejores resultados Iceberg, un breve relato gráfico (41 páginas no alcanzan para el rótulos de “novela gráfica”) co-escrito por Jonathan Crenovich y Martín Mazzeo y dibujado por Alessio Rossino. Iceberg tiene un sólo problema, y es que se lee muy rápido. Los guionistas toman la decisión (bastante arriesgada, por cierto) de contar casi toda la historia sin diálogos, y además el tramo principal de la obra transcurre en… menos de cinco minutos y bajo el agua, o sea que se complicaba posta poner muchos más diálogos. Los diálogos que efectivamente aparecen están muy bien, ayudan a sugerir el perfil del protagonista que (por la brevedad del relato) no llegará a desarrollarse, pero por lo menos alguna data tenemos sobre él, como para que nos importe un poco más lo que le pasa. No me quiero extender contando el argumento, porque esto se publicó en Argentina hace relativamente poco y está al alcance de cualquiera que quiera conseguirlo y leerlo. Lo importante es que lo que quieren contar Crenovich y Mazzeo está, y pega fuerte.
Lógicamente hay un muy buen manejo de la narrativa, para que todas esas secuencias mudas impacten y emocionen al lector, y para eso es fundamental el trabajo del dibujante. Con una línea sencilla, limpita, y un manejo del color alucinante, Alessio se pone al hombro casi todas las secuencias de Iceberg y despliega planificaciones muy logradas, con mucho énfasis en el timing, en ese tiempo que corre y que pone nervioso al lector a medida que se complica más la situación de Bruno, este “Mister Miracle subacuático” al que le toca pasarla bastante mal.
Y si bien Iceberg llega a un final contundente (y muy satisfactorio), algo pasa como para que otra historieta de Mazzeo y Crenovich retome a Manta, el enmascarado acuático que protagoniza esta historia. Prometo leer y reseñar muy pronto el primer librito de Manta, donde tengo entendido que los autores ensayan un relato episódico, bastante más extenso que este promisorio debut que vimos en Iceberg.
Nada más, por ahora. Muchas gracias a todos los que se acercaron a saludar en Dibujados (a felicitar por el blog, el canal de YouTube o los podcasts) y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas.

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