el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 27 de octubre de 2020

CARMEN

Este es un libro que compré por curiosidad, y porque lo vi muy barato en una casa de usados. Nunca había leído la novela de Prosper Merimée, ni visto la ópera de Georges Bizet. De hecho, ni siquiera sabía que la ópera estaba basada en una novela; creía que era un argumento original de Bizet. Siempre me gustó el dibujo de Georges Pichard, hacía mucho que no leía obras suyas, y como el libro estaba envasado, me comí el amague de que probablemente se tratara de una obra de alto voltaje erótico, lo cual tampoco está mal (aunque recordemos siempre que más de dos pajas por día es vicio). Adentro me encontré con 62 páginas de una historieta muy, pero muy aburrida. Pichard arma las páginas con onda, no mete nunca más de seis viñetas, muchas veces mete cuatro o menos, dosifica bien los textos y los diálogos de modo que no queden masacotes ilegibles (algo que suele suceder en las adaptaciones literarias) y logra que a nivel del relato gráfico Carmen no desentone con lo que se consideraba moderno (o por lo menos contemporáneo) en 1981, cuando se editó este álbum en Francia. O sea que la embolia cerebral no viene por el lado del relato gráfico, sino del argumento de la novela original. Un argumento paupérrimo, que se puede resumir en “un tipo hace un montón de boludeces obsesionado y manipulado por una mina que está buenísima y es muy turra”. Las peripecias de este pobre tipo son anodinas, cuando finalmente la tiene a Carmen toda para él la obra no deja de lado la solemnidad para ofrecernos pasajes pornográficos en los que explote toda esa calentura contenida, y el contexto histórico (España, principios del Siglo XVI) tampoco está demasiado bien aprovechado. Para antes de la mitad del libro, ya me había cansado de gritarle al protagonista “¡Salí de ahí, Maravilla! ¡Pará de rebajarte y de dejarte llevar como una mascota por esa mina!”. Después me resigné a ver a este pobre gil hacer cualquier cosa por esas carnes y esa resignación potenció el aburrimiento. Esperaba un giro sorprendente en el final, que tampoco llegó, y bueno, remando en el océano de polenta alcancé la otra orilla. Si no tiré el libro a la mierda a la mitad de la lectura fue porque los dibujos de Pichard son alucinantes. No recordaba haberlo visto trabajar tanto cada viñeta, dejar la vida como la deja acá en cada uno de esos monumentos al cross-hatching con los que rellena cada superficie. Entre esa técnica y la del punteado, el autor logra una gama de texturas apabullante, que elevan ese blanco y negro a un Olimpo sagrado. El trazo de Pichard tiene esa mezcla hipnótica entre algo barroco, sofisticado, muy elaborado, y una arista más trash, más grotesca. De modo que cuando aparecen la desprolijidad, el trazo más caricaturesco o más grotesco, es más lo que suma que lo que resta o hace ruido. Los cuerpos, las expresiones faciales, la documentación en fondos y vestuario son impecables, las escenas de violencia tienen la dosis justa de impacto, y sólo le critico que hay poco énfasis en los garches. Al tratarse de una obra supuestamente “para adultos” (que sale en la misma colección en la que Guido Crépax publicara su versión de Emmanuelle), uno esperaba algo más en materia de erotismo. Carmen está toda la obra con no menos de un 75% de las tetas al aire, y un rato largo en topless (con algunas poses bien de fan service, pensadas para que la mujerzuela luzca mejor sus atributos), pero no hay penetraciones explícitas, ni primeros planos de genitales, ni nada en ese registro. Es un erotismo muy light, para señoras mayores que leen a Florencia Bonelli. Recomiendo esta obra a los fans muy hardcore de Georges Pichard que quieran leer toda la vasta obra del maestro fallecido en 2003, y lógicamente a los interesados en la relación entre la ópera y la historieta. El fan de la historieta europea para adultos probablemente la pase mejor con otras obras de Pichard aunque –repito- en este momento no recuerdo otras tan bien dibujadas como Carmen. Y el fan de la historieta erótica seguramente prefiera a dibujantes menos virtuosos que Pichard, pero más generosos a la hora de mostrar las escenas de mete-y-ponga. Nada más, por hoy. Seguramente antes de fin de mes tengamos una nueva entrada, acá en el blog. Será hasta entonces.

1 comentario:

Jose Gregorio Bencomo Gomez dijo...

El relato original si mal no recuerdo es muy corto, supongo que le han metido al comic demasiado relleno y puede que se sienta demasiado estirado/aburrido.