el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 6 de octubre de 2020

ARAIA

Ricard Castells fue un talentoso historietista e ilustrador catalán que vivió apenas 47 años, entre 1955 y 2002. Nunca pegó un hitazo ni remotamente masivo, pero su talento y su don de gente lo convirtieron en un autor muy respetado en el ámbito de la historieta española, uno de esos tipos de los que todo el mundo suele hablar maravillas, tanto a nivel profesional como personal. Este librito se propone rescatar cuatro historias cortas, definidas por el propio Castells como “las más crípticas” de su no tan extensa carrera. Es un libro al que –analizado con la Ratio Accorsi- le falta claramente una historieta más, o le sobran unas cuantas páginas. Pero la posibilidad de tener cuatro historietas que componen su “obra dispersa” en un sólo libro sin dudas me sedujo como para comprarlo. Veamos con qué me encontré a la hora de leerlo: La primera historieta tiene muy poquito texto y está escrita en un registro intencionalmente confuso. No hay una historia, un conflicto, una curva dramática, o por lo menos yo no la encontré. La segunda se publicó originalmente en el formato de 11 páginas de nueve cuadros, pero para esta edición Castells la rearmó en 25 páginas de cuatro cuadros, lo cual la mejoró notablemente. Acá sí hay un argumento identificable, no sencillo, no exento de caprichos y excentricidades, pero presente. La tercera historieta es más onírica que narrativa, y de nuevo se complica encontrar algo así como un hilo conductor que le dé un sentido dramático a esas cinco breves páginas. Y la quinta es la que tiene el argumento más claro, la que se entendería incluso sin los diálogos (prestándole mucha atención, no?). También tiene cosas raras o estrafalarias, pero sin dudas es la menos críptica de todas. Y por si faltara algo, el argumento está muy bien, es una historia preciosa, muy sutil, con guiños al cine y la literatura y con un mensaje triste, teñido de nostalgia por tiempos mejores que quedaron atrás. Y acá está la puerta que, una vez que la abrimos, no la queremos cerrar nunca más. Entrarle a Araia por el lado de las sensaciones y emociones que transmite puede ser un canto de sirenas absolutamente irresistible, porque Castells juega todo el tiempo a eso: no tanto a contar como a sugerir, no tanto a expicar como a dejar pistas que el lector (si se copa) puede unir como para darle forma a las historias. El atractivo principal está claramente en los climas, en lo que las historietas de Castells nos transmiten no tanto desde los textos, pero sí desde los dibujos. Estamos ante un artista de un virtuosismo gráfico único, irrepetible, un genio con un manejo de técnicas diversas y asombrosas al nivel del mejor Bill Sienkiewicz, del mejor Dave McKean. En la última historieta, Castells ni siquiera planifica la puesta en página: parte todas las páginas en seis viñetas del mismo tamaño (sin zanjas que las separen) y cuenta la historia simplemente eligiendo qué mostrar en cada una de las viñetas, y cómo organizar la información dentro de cada una. Lo mismo sucede en la historieta más larga (Sombra Runa): cuatro viñetas por página, todas del mismo tamaño, siempre con los textos POR AFUERA de las viñetas, y a llenar esos rectangulitos con dibujos. O sea, la puesta en página está fuera de la ecuación. Lo importante es lo que crea con el dibujo. Y en ese aspecto es donde Araia te pasa por encima con un nivel de magia y poesía que muy pocas veces se ve en la historieta. Castells juega con el color, con el blanco y negro, con aguadas, con pasteles, con acuarelas, témperas, crayones, puntos, manchas… En Selene, la historieta más extraña y más breve del tomo, las viñetas parecen cuadros de un artista plástico a los que Castells les dibuja encima con un trazo finito, esperpéntico, como si dibujara con luz. Así es como todo el libro está regado de unas imágenes de una belleza indescriptible, unas atmósferas cautivantes, a veces más etéreas, a veces más prosaicas, siempre armónicas, sugestivas, evocativas. Ponerse a reclamar porque no todos los guiones se entienden cuando te ponen enfrente semejante despliegue de talento visual es básicamente un absurdo. Si te gusta la historieta rara, experimental, arriesgada, con cero finalidad comercial y fuerte impronta autoral, tarde o temprano vas a llegar a Ricard Castells, este artista prodigioso que alguna vez la rompió trabajando en equipo con Felipe Hernández Cava (él dibujó el álbum final de la trilogía de Lope de Aguirre, iniciada por Enrique Breccia), pero que solito, lejos de la aventura y cerca de su fascinante y a menudo desconcertante mundo interior, nos regaló las cuatro historietas que acabo de disfrutar. No mucho más, por el momento. Gracias por el aguante y la seguimos pronto, acá en el blog.

4 comentarios:

Pastruki dijo...

¡Ricard Castells! ¡Que gran rescatada del olvido que pegaste acá!
En 2003, unos meses después de ir a vivir a Barcelona, me hice amigo de Rocío, que fue amiga de Castells y quien finalmente se quedara con gran parte de su biblioteca (la viuda se deshizo de casi todo, regalándola a amigos y colegas de Castells)
Rocío me regaló el MORT CINDER (de Lumen) que fuera de Castells (aún lo tengo)
También me dió este que comentás, pero nunca pude entrarle a su obra, demasiado pictórica para mi gusto (hasta Mckean y Sienkiewicz llego)

Andrés Accorsi dijo...

Qué buena anécdota!

NN dijo...

Papa Fina ¡Que crack Ricard Castells! Años busqué su "Lope de Aguirre" hasta que desistí, no sin antes encontrarme con una joya como "Araia" en una comiquería.
También tengo "Equador" un trabajo menos arriesgado plásticamente- no por ello menos deslumbrante-, íntegramente mudo (originalmente pensado con texto, que se incluye al final en un sobre pegado en la retiración de contratapa). Una edición muy cheta que no pasaría la "Ratio Accorsi" ni de casualidad. No sé si se consigue mucho más de él.
Castells es de esos autores que creo que se disfruta plenamente si se estudió artes visuales, o si al interlocutor le interesa el tema. Esto lo aleja del gran público por ahí, pero está bueno pensar que hizo lo que quizo. Yo lo tengo en la biblioteca junsto a Kent Williams, Dave McKean, al Drácula del Viejo Breccia y a Raúl Fernández Calleja.
Dejo un enlace de descarga para los interesados.
https://unrincondesombra.blogspot.com/search/label/Ricard%20Castells

Gabriel dijo...

al que realmente le interese este estilo de artista ni lo dude: Castells era una bestia (y al menos hasta hace un par de años se conseguía barato y con relativa facilidad este libro)