el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 31 de agosto de 2022

NOCHE DE MIÉRCOLES

O de mierda, ¿para qué vamos a andar con eufemismos, a esta altura? Estoy intoxicado desde ayer, con diarrea y vómitos, y es una sensación horrenda, que me impidió hacer prácticamente todo lo que tenía programado para hoy. Por lo menos al quedarme en casa tuve tiempo para terminar un libro y encarar estas reseñas... Sigo a full con 20th Century Boys y el Vol.6 me pareció alucinante. La cantidad de personajes en escena, el misterio de Amigo que está cada vez más cerca de resolverse, los huevos de Naoki Urasawa para dejar fuera de cámara durante cientos de páginas a Kenji, que supuestamente es el protagonista de la saga... Y eso sin hablar del dibujo, que es glorioso, a años luz de todos esos simios amaestrados que llenan páginas de los shonen en un estilo uniforme, de modo que cada día sea más difícil distinguir a unos de otros. Los personajes están diseñados de manera brillante, pero son apenas la puntita del iceberg. Todo este mundo peligrosamente cercano que dibuja Urasawa está pensado para envolvernos en la historia y que nos resulte verosímil y atrapante. Hasta que pasadita la mitad del tomo, el autor hace una de más y el verosímil se va al carajo. En una secuencia ambientada en 2015, cuando Otcho es un señor de casi 50 años, obtiene una pista importantísima que lo acerca a resolver el misterio de Amigo porque RECUERDA UNA CONVERSACION QUE TUVO CON UN COMPAÑERITO EN QUINTO GRADO. Chau, imposible. Me resulta más fácil creer que Macri no tuvo nada que ver con el espionaje a los familiares del ARA San Juan. ¿Qué clase de persona recuerda en 2015 algo que le dijo un compañerito de la primaria en 1971? No hay forma. 20th Century Boys es un manga en el que la reconstrucción de un pasado lejano tiene muchísimo peso, desde el primer tomo. Pero no se puede apelar a saltos al vacío tan extremos como el que pega Urasawa en esa secuencia. Fuera de eso, un tomo redondísimo, un guion que no deja cabos sueltos, un suspenso siempre asfixiante, personajes y situaciones muy gancheros, giros impredecibles, revelaciones impactantes... un lujo.
Hace poco prometí volver a visitar al Conan de Timothy Truman y Tomás Giorello, y acá estoy, con un arco de cuando los capos ya dejaron la serie mensual y empezaron a realizar miniseries protagonizadas por un Conan ya veterano, ahora Rey de Aquilonia. De todos esos arcos publicados por Dark Horse bajo el rótulo de King Conan, el "mejor rankeado" por los fans es este, Wolves Beyond the Border, tal vez porque tiene la particularidad de no seguir de manera lineal a ningún relato de Robert E. Howard, sino que está armado por Truman a partir de fragmentos de obras que Howard dejó inconclusas, a las que el guionista les incorporó muchísimo de su propia cosecha. Y además a Truman siempre se le dio muy bien el western, y Wolves Beyond the Border es un western apenas camuflado. Nunca fui muy lector de Conan, pero creo que esta es la historia que más me gustó de todas las que leí con este personaje. Me gusta que sea un cincuentón muy curtido, no tan impulsivo como en sus años mozos. Me gusta que para cuando matan a sus compañeros uno ya se encariñó con ellos... y lo que más me gusta: a diferencia del Conan de Roy Thomas, el clásico, el de los años ´70 en Marvel, este no está suavizado. La violencia es tremenda, la sangre te salpica, vuelan cabezas a la mierda... como debe ser un comic de bárbaros, no? Pero además hay diálogos muy logrados, hay cuerpos desnudos, hay gente que coge... Muchas cosas que en el Conan de Thomas no recuerdo haber visto nunca. Por ahí (repito) porque leí muy poco. Este guion de Truman está pensado para satisfacer a cualquier fan de la aventura. Hay locaciones exóticas, sacrificios, persecuciones, magia, combates a todo o nada, suspicacia (porque la alianza entre los "buenos" es bastante frágil), lindos toques de continuidad que hilvanan a la era de Conan con las de otros personajes de Howard, volantazos que no te ves venir... Realmente está todo muy bien pensado y bien cuidado. Y el dibujo de Giorello, ma-mita... Mejor que en el tomo anterior, mejor que nunca. Una bestialidad lo que dibuja nuestro compatriota en estas páginas. Tomás entregaba lápices sin entintar, tan complejos, tan sólidos, tan trabajados, que -photoshop mediante- se ven como si estuvieran entintados como los dioses. Sobre esos lápices, el colorista (nada menos que el gran José Villarrubia) no tenía más que añadir su propia magia, con unos resultados sublimes. Como la vez pasada, me llamó la atención que Giorello narre todo tan "de cerca", con muchos planos cortos. En general queda bien, pero hay secuencias que por ahí se verían mejor contadas "más de lejos", con más protagonismo para los fondos y menos para las figuras y los rostros. Creo entender por qué Giorello se siente tan cómodo cuando puede meter muchos primeros planos: si bien este animalito dibuja TODO muy bien, en los rostros saca una diferencia brutal con sus colegas. A las mujeres las dibuja hermosísimas, con esa sensualidad tipo Alfonso Azpiri, y a los hombres les pone esa gestualidad adusta, por momentos salvaje, que recuerda al toque al gran Jorge Zaffino y que tanto le gusta al lector yanki. El Conan de Giorello es enorme y exhuberante, y habita un mundo al que también se le aplican esos calificativos. Y el aporte de Villarrubia hace que todo sea vea aún más bello y más épico. Si alguna vez te copás con Conan y te preguntás por dónde empezar a leer los comics del Cimmeriano, yo iría directo a Truman y Giorello. No puede fallar. Nada más. Gracias por tanto y hasta pronto.

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