el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 11 de septiembre de 2024

DOS MÁS Y NO JODO MÁS

Tengo dos libros más para reseñar y ahora sí, ponemos pausa hasta Octubre. Le Château de l´Aurore (el castillo de la aurora) es una obra de Osamu Tezuka inédita en castellano, que el ídolo produjo allá por 1959, cuando su público principal todavía eran los chicos... o algo así. Esta es una historia de ambientación histórica, en la que el Dios del Manga recrea con precisión los inicios de la era de Momoyama (años 1568-1603 de los nuestros) y hasta incorpora a la trama a personajes que existieron en el mundo real. Hay un héroe, hay villanos... pero no es una historia exactamente infantil. Muere mucha gente, los niveles de violencia son elevados, hay peleas sangrientas, parte de la trama tiene que ver con tensiones políticas, espionaje y traiciones entre señores feudales... No es precisamente un cuento de hadas. El dibujo es perfecto, redondito, amistoso, perfectamente adecuado para el público infantil, y estamos en la época en la que Tezuka todavía no se iba al carajo en la planificación de la página, sino que trabajaba con viñetas siempre cuadradas o rectangulares, ubicadas en el espacio de manera tradicional. O sea que, visualmente, esto es sumamente prolijo, y muy accesible para todo tipo de público. Pero claro, el argumento (o los puntos ásperos del argumento) chocan de frente con esos personajes aniñados y esos animales que parecen salidos de un corto animado de Disney o de los Looney Tunes. Acá el maestro no inventa bizarreadas como aparecer él mismo como personaje, o traer a personajes de otras obras suyas a "actuar" en los roles secundarios, y en todo caso el WTF?!? pasa por ese contraste entre una historia donde se decapita gente a sangre fría y un dibujo demasiado bonito, muy lejos de la sordidez que predomina en más de una escena. Le Château de l´Aurore es una aventura clásica, con un final clásico (aunque no del todo predecible), que me imagino que a los eruditos en materia de Historia Medieval Japonesa le resultará más atrapante que a mí. Yo la disfruté, como suelo disfrutar cualquier comic japonés donde no hay chistes ni elementos fantásticos (acá hay muy poquito de ambos), pero no tengo dudas de que es una historia llena de guiños para el que sabe mucho más que yo acerca de esa época. Creo que lo que más me cerró es la forma que encuentra Tezuka para tener dos personajes femeninos de enorme peso en la trama, en un contexto muy machirulo como es el del Japón feudal. Y lo que menos me cerró es que se presente con total naturalidad el hecho ficticio de que los ninjas tenían poderes mágicos que les permitían desaparecer o cambiar su apariencia como si fueran skrulls o durlanos. Por suerte eso no es algo de gran importancia en la resolución de la trama. Los diálogos son ágiles, menos protocolares que en otros mangas donde todo el tiempo hay miembros de la nobleza que interactúan entre sí o con sus vasallos, y la traducción incluso cuida el detalle de que los personajes adolescentes o jóvenes no hablen igual que estos señores feudales, sus ministros y sus generales. La edición francesa (que conseguí en oferta en una comiquería de París) es impresionante, con una calidad de papel que no recuerdo haber visto en otros mangas. Pero con que se traduzca al castellano, yo me conformo. Si la imprimen en papel croto, da para tenerla igual, porque es Tezuka, obvio.
Vamos a España, año 2023, cuando ECC y el Spaceman Project sacan adelante la (por ahora única) edición en castellano de Salitre, una novela gráfica escrita por José Luis Vidal e ilustrada por el maestro argentino Jorge González. Encontré muchos puntos en común entre Salitre y Regreso al Edén, la novela gráfica de Paco Roca que vimos el 04/03/24: historias pequeñas centradas en varias generaciones de una misma familia, recuerdos, anécdotas, momentos dolorosos vinculados a la Guerra Civil Española, heridas abiertas que no cicatrizan, vínculos que se tensionan o se rompen... y todo narrado a un ritmo muy pachorro, con los niveles de decompresión a los que ya nos tiene acostumbrados González. La chispa, lo distinto, lo más lindo, tiene que ver con que Salitre está ambientada en la ciudad de Cádiz, en el sur de la península ibérica. Entonces todos los diálogos que escribe Vidal, las ambientaciones que elige para las escenas, las canciones que cantan los personajes o que suenan por ahí, tienen que ver con Cádiz, con su particular identidad geográfica, cultural y hasta idiomática, porque los gaditanos no hablan como el resto de los españoles (en ese sentido son medio cordobeses). La impronta gaditana está presente en todos los personajes, y se nota mucho el amor que los autores sienten por esta ciudad. Los pinceles de González, como siempre, son perfectamente idóneos para la tarea de captar esas atmósferas que solo existen en Cádiz, sus calles, su puerto, su mar, y traerlas a la página de modo que el lector también se vea inmerso en ellas. Es muy loco, pero la información que González le transmite a nuestros ojos, incluye sensaciones olfativas y sabores, y esas palabras que aparecen escritas en los globos con una tipografía para nada espectacular, resuenan en nuestros oídos con una cadencia muy particular. Uno de los efectos "mágicos" de la lectura de historietas, que acá se vuelve importantísimo en el disfrute de la obra. El argumento en sí, es definitivamente escaso para una obra de 200 páginas. Pasan unas cuantas cosas, hay personajes muy bien construidos, las distintas épocas por las que transita el relato están muy bien retratadas, hay giros impactantes, momentos conmovedores, otros que parecen pasos de comedia, más distendidos, pero nada realmente irrepetible o inolvidable. Lo más alucinante es cómo una trama que se apoya en el realismo, en lo fácil que le resulta al lector promedio español identificarse con uno o varios aspectos de la vida de esta familia, de pronto cobra vida, relieve y potencia en el trazo de González, que de realista ya tiene muy poco. Acá tenemos muchas secuencias en las que el dibujo se hace más plástico que gráfico, con saltos al vacío del expresionismo más extremo, e incluso de la abstracción. Es casi imposible pensar en una narración de comic no figurativa, pero el día que alguien la invente, seguro va a citar a Jorge González como una de sus principales influencias. Si sos de Cádiz, si tenés familiares que viven en Cádiz, o que nacieron allá, o si viajaste a Cádiz y te enamoró con sus paisajes, su música o su gastronomía, ni lo pienses: Salitre te va a conmover de punta a punta. Si sos fan de Jorge González, también tirate de cabeza, que acá el autor de Fueye y Llamarada está en un nivel devastador, con muchas páginas, mucha libertad y una calidad de edición óptima, como para que su arte se luzca en todo su esplendor. Y si no se dan ninguna de estas condiciones, por ahí te recomiendo gastarte la guita que sale este libro en otra cosa, porque no estoy muy seguro de que te vaya a enganchar un slice of life tan vinculado a la idiosincracia de una ciudad y una realidad que nos quedan lejos. Ojalá me equivoque, y Salitre tenga en algún momento una edición argentina (menos cheta que esta, claro) que llegue a muchísimos lectores de acá y que todos conecten con lo que quieren transmitir Vidal y González en esta obra. Y ahora sí, nada más. El 15 y el 19 vamos a tener en el canal de YouTube videos en los que voy a estar yo hablando giladas, y después no queda más material del que lleva mi firma hasta Octubre, cuando vuelvo de las vacaciones. Gracias por el aguante y nos reencontramos el mes que viene.

lunes, 9 de septiembre de 2024

CUENTA REGRESIVA

Ahora sí, hasta las bolas... Ya estoy en la cuenta regresiva rumbo a las vacaciones, con mil cosas para dejar resueltas antes de irme. El viernes a la tarde me voy a Montevideo, a participar el sábado 14 de Montevideo Comics. No tengo prevista ninguna actividad oficial, pero va a estar Paco Roca y lo quiero conocer. El domingo tipo 11 AM vuelvo a Buenos Aires, paso por casa un rato y a las 8 PM tengo el vuelo a New York, que es donde empiezan las vacaciones. Va a ser un finde intenso, y los días previos también están picantitos, así que nunca sé con certeza cuándo voy a volver a tener un rato para postear en el blog. Lo único seguro es que volvemos a la "normalidad" el 9 de Octubre. Pero vamos al grano. Llegué al final de la saga A Nation Under Our Feet, que se extendió (innecesariamente) a lo largo de 12 números y tres TPBs de Black Panther, en lo que fuera el inicio de la etapa de Ta-Nehisi Coates al frente de un personaje que me encanta. Y no, no están bien resueltos los conflictos que planteo el guionista a lo largo del arco argumental. Los "buenos" liquidan todo muy rápido, se simplifica mucho y de golpe la compleja trama política que se había urdido en los tomos anteriores y encima el desarrollo es lento, protocolar, parsimonioso... Casi no hay acción en cuatro números de un comic de superhéroes, lo cual no está necesariamente mal, pero Coates la reemplaza con diálogos infinitos, que se hacen cada vez más aburridos. Encima, pobre flaco, esta vez -para engordar el TPB- le meten como complemento 48 páginas levantadas de distintos números de New Avengers, aquella serie que escribía Jonathan Hickman y en la que Black Panther tenía un rol destacadísimo (por no decir que era el verdadero protagonista). Acá vemos con total claridad cómo Hickman (incluso con un dibujante mucho más pedorro que las bestias salvajes que acompañan a Coates) presenta un equilibrio mucho más logrado entre introspección, desarrollo de personajes, rosca política y machaca a todo o nada, con conflictos impactantes, villanos jodidos como enema de chimichurri, diálogos afilados y un in crescendo de emociones. Hasta detalles menores, como la integración con el resto del Universo Marvel, está mucho mejor logrado en el arco de New Avengers. Y queda por destacar a los dibujantes que tuvo Coates en ese primer año al frente de Black Panther. En este tomito vuelve Brian Stelfreeze y la destruye toda, sobre todo en las páginas del nº12 que le toca dibujar. Hasta un dibujante de bueno para arriba, como es Chris Sprouse, queda sumamente opacado por Stelfreeze cuando sale decidido a pelar sin guardarse nada. Sprouse también tiene alguna que otra página notable, y ambos están potenciados por un excelente trabajo de la colorista Laura Martin. Obviamente cerrás el libro y te ponés a rezar para que Stelfreeze vuelva alguna vez a dibujar a T´Challa, en lo posible en una historia autoconclusiva (una novela gráfica, ponele) en la que pueda encargarse de TODAS las páginas, y en lo posible con guiones más atractivos. Y bueno, este relanzamiento de Black Panther resultó no ser para mí. Por suerte hay muchos más...
En 2017 y después de muchos años, el maestro Lorenzo Mattotti se volvió a juntar con el guionista Jerry Kramsky y lanzaron Guirlanda, una bestial novela gráfica de casi 400 páginas, que se editó en formato de lujo (en Francia) y valía fortunas. Felizmente, en 2023 se reeditó en formato nacional y popular, más chiquito y con papel choto, y la conseguí muy barata en una comiquería de Bélgica. Guirlanda es algo así como "el manga de Mattotti". Tiene casi 400 páginas, es en blanco y negro, las páginas tienen pocas viñetas (nunca más de cuatro) y está todo narrado en función del dibujo y de la acción. Por momentos, parece que estás viendo una película (casi seguro de Hayao Miyazaki), porque el relato fluye a ese ritmo, muy apoyado en el movimiento de los personajes. Hay diálogos y no son superfluos ni excesivamente simples, pero no es ahí donde se sostiene la alucinante experiencia de leer Guirlanda. Todo transcurre en una tierra imaginaria, poblada por criaturas fantásticas, mezcla de los Schtroumpfs y los Moomin, una cultura pacífica, integrada a la naturaleza de su hábitat y regida por un shaman copado llamado Zacharie. Pero a lo largo de casi toda la historia los protagonistas son Hippolyte (el hijo de Zacharie) y su esposa, gente buena, sencilla, unida por fuertes vínculos de amor y solidaridad. Con el nacimiento de Albine, la hijita de la pareja, la cosa se va a empezar a complicar y Guirlande se va a conventir en una aventura con visos épicos, en los que habrá persecuciones, escapes imposibles, muertes, resurrecciones, revoluciones, linchamientos, combates y personajes que pelan poderes imposibles. Una aventura con un pulso intenso, con unos niveles de fantasía altísimos (y que no paran de crecer), que le habría encantado firmar a la dupla de Alejandro Jodorowsky y Moebius. El relato arranca un poquito lento, con muchas páginas dedicadas a la contemplación de este universo alucinado, pero ya para la página 60, Kramsky y Mattotti ponen segunda y los personajes se empiezan a enroscar en un frenesí de peripecias que te atrapa hasta la última página, mientras el genio milanés puebla al mundo de Hippolyte y su familia con toda clase de criaturas imposibles, una más zarpada que la otra. En cuanto al dibujo de Mattotti... ¿qué decir, no? Allá por el 16/05/11 yo me deshacía en babas y elogios en la reseña de Stigmata, otra obra del ídolo en blanco y negro, pero de 1994. Bueno, en Guirlanda dibuja todavía mejor. El diseño de los personajes tiene algo de Max, y el trazo, mágico, fuera de control, demasiado hermoso para ser real, tiene bastante de Carlos Nine. Estamos ante un nivel de virtuosismo gráfico impensado, una generosidad y una belleza en cada dibujo, en cada composición, que te dejan sin aliento. Cuadros y cuadros para recortar, ampliar y colgar en cualquier museo (y dejar en ridículo a todo tipo de artistas, plásticos o gráficos, no importa). Los coqueteos de Mattotti con la animación le sirvieron para soltar todavía más la mano, pero además en Guirlanda entra en juego como nunca antes la imaginación, el delirio, la falta absoluta de reglas a la hora de crear personajes, escenarios, fauna, vegetación... Mattotti inventa todo desde cero y lo adorna con unas texturas imposibles, que deberían venir con el cartelito de advertencia de "Chicos, no intenten esto en sus casas". Y sí, el guion de Kramsky es entretenido, emotivo, cautivante, pero podría no estar y Guirlanda igual sería una obra maestra, simplemente por lo que dibuja Mattotti en estas páginas. Me parece que nadie la tradujo al castellano, pero ya va siendo hora... y si no, recomiendo aprender italiano o francés para poder acceder a esta maravilla del Noveno Arte. Nada más, por hoy. Espero poder volver por acá antes de la pausa.

jueves, 5 de septiembre de 2024

JUEVES DE HISTORIAS CORTAS

Costó un triunfo llegar a la noche de hoy con material leído como para sentarme a escribir reseñas, pero bueno, acá estamos. Lo primero que tengo para comentar es un libro que contiene 24 historias cortas de Leiji Matsumoto, originalmente realizadas a mediados de los años ´70, cuando el hoy mítico mangaka era relativamente joven e inexperto. En 1998 las historias cortas se recopilaron en Japón, en 2014 una editorial francesa las tradujo con el título de 24 Histoires d´un Temps Lontain, y 10 años después me pude sumergir en estos relatos de aventura y fantasía. Visualmente, esto está lejos de los mejores trabajos de Matsumoto. Se lo ve sólido en la narrativa (con muchos yeites heredados de la etapa más adulta y experimental de Osamu Tezuka), se luce cuando dibuja naves, máquinas y paisajes, pero a los personajes les falta variedad y expresividad, más allá de las pifias grotescas en la anatomía de las mujeres. Obviamente con el correr de más de 400 páginas, uno termina por acostumbrarse a ese trazo medio tosco, y a ese contraste entre personajes dibujados así nomás y máquinas alucinantes. Pero en 1975 a Matsumoto todavía le faltaba calidad para jugar en las grandes ligas. Entre los guiones me encontré con tres o cuatro muy buenos, tres o cuatro calamitosos, y una mayoría de historietas con alguna buena idea, no del todo bien desarrollada, o muy estirada, o que viene bárbaro hasta las últimas dos páginas y ahí se desploma. Son todas historias en ambientaciones exóticas, desde la Prehistoria a las profundidades del espacio exterior, desde civilizaciones y planetas extintos a una de vikingos, o una de cowboys. Algunos son guiones que podrían haber aparecido tranquilamente en Skorpio, firmados por Ricardo Barreiro o Alfredo Grassi, por ejemplo. Y otros son más delirantes, porque a veces Matsumoto se va al carajo con el humor más ramplón y a veces derrapa por el lado más metafísico. Me llamaron mucho la atención dos cosas: Primero, que en varios de los relatos (sobre todo en los últimos) aparece en un rol no demasiado relevante el famoso Capitán Albator. Sí, así es como se llama en Francia el Capitán Harlock, o Raimar, o Hārokku, el personaje central de la compleja mitología espacial que Matsumoto va a desarrollar a lo largo de varias series en las décadas de los ´70 y ´80, y que cada tanto reaparece aún hoy, generalmente en proyectos donde el creador se limita a supervisar el trabajo de otros autores. No sé si estas historias cortas son las primeras apariciones de Harlock, o si intersectan de alguna manera con series más extensas que ya circulaban en el mercado japonés. Y lo otro muy llamativo es que en casi todas las historias hay escenas de sexo, muy light, en las que nunca se ven genitales. La mayoría son innecesarias, no contribuyen al avance de las tramas, parecen estar ahí porque alguien así lo dictaminó. Y lo más heavy es lo mucho que escasea el sexo con amor en el mundo de Matsumoto. Muchas de estas escenas tienen a la mujer (además de mal dibujada) en un rol lamentable. O se enamoran de un boludo que no las ama, o alguien las entrega a cambio de otra cosa, o se ven forzadas a tener sexo para obtener algo que necesitan, o son simplemente violadas por hombres feos o criaturas bizarras. Hay un par de historias donde aparecen, además de estas excusas chotas para mostrar nerca, mujeres empoderadas que no se sacan la ropa cuatro viñetas después de aparecer, pero son las menos. En fin, si todas las historietas del tomo fueran como "La Ville Perdu de Venus", estaríamos hablando de una maravilla del Noveno Arte. Pero no es el caso y las inconsistencias tanto en guiones como en dibujos son insoslayables. Estaría bueno que esto se publique en castellano, para que los fans de Matsumoto puedan acceder a estos trabajos de la primera época del maestro, cuando no estaba en pañales, pero todavía se mandaba cagadas que más adelante no van a aparecer en obras que resistieron mejor el paso del tiempo, como Galaxy Express 999 o Queen Emeraldas.
Hasta hace no mucho tiempo, el virtuoso dibujante entrerriano Carlos Dearmas vivió en Colombia. Allá participó de la antología Gorgona, en cuyo Vol.1 lo vemos dibujar varias historias cortas escritas por Rodrigo Lucio. De nuevo, el nivel de los guiones es muy desparejo. Hay uno excelente (el aborda el mito de Aquiles), otros con una buena historia no tan bien desarrollada, y un par que no tienen ningún sentido, o que por lo menos yo no entendí qué intentaban contarme. Son historias cortitas (la más larga tiene ocho páginas), que Dearmas aprovecha para experimentar, sobre todo con la puesta en página. De ahí salen locuras, genialidades de un dibujante prodigioso pasado de rosca, aunque a veces sufre la propia narrativa, porque tantos elementos organizados de manera tan atípica hacen que el flujo de los relatos se pierda en algún lugar de todo ese fastuoso despelote gráfico. Esto está bueno para ver a Dearmas jugar, darle rienda suelta a su creatividad y su desmesurado talento para el dibujo, pero la lectura en sí es más confusa que gratificante. Y las historias que no dibuja Dearmas cuentan con lápices, tintas y hasta colores de Gusanillo, un autor apenas correcto que -obviamente- pierde por goleada cuando vemos sus páginas al lado de las del entrerriano. Pobre Gusanillo, lo mandaron a atajar penales después del Dibu Martínez. Lo mejor que puedo decir de este dibujante es que encuentra la forma de que el color potencie muchísimo su dibujo. La historia en la que lo vemos trabajar en blanco y negro evidencia falencias muy notables, que solo se pueden permitir en un fanzine de autores muy primerizos. Y las que incorporan el color se ven mucho mejor, además de apoyarse en una narrativa más convencional y más clara que la que explota en las páginas de Dearmas. Lo cual sería genial si los guiones que le proporciona Lucio fueran buenos, pero no es el caso. Ninguno de los que dibuja Gusanillo se acercan siquiera al de Aquiles. Tengo para leer dos tomitos más de Gorgona, que ojalá me sirvan para descubrir a nuevos autores colombianos a los que no tenía en el mapa. Ya sé que si reaparece Carlos Dearmas me voy a encontrar con un nivel de dibujo superlativo, con páginas que te detonan las retinas incluso si los guiones son la nada misma. Ese disfrute está garantizado. Pero voy por más, porque quiero encontrar trabajos de los autores colombianos que se acerquen a ese nivel. Gracias por el aguante y ni bien pueda vuelvo a postear por acá, ya en la recta final rumbo al parate que imponen mis vacaciones.

lunes, 2 de septiembre de 2024

NOCHE DE LUNES

Casi siempre, cuando estoy por redactar la reseña de un Vol.2 que continúa de un Vol.1 que leí hace mucho tiempo, busco en el blog la reseña del Vol.1, para ver qué me había parecido. Hoy tengo para reseñar el Vol.2 de Black Panther de Ta-Nehisi Coates, una serie cuyo Vol.1 tuvo reseña alá por el 22/10/19, así que busqué ese texto... y no puedo creer cómo escribí hace casi cinco años EXACTAMENTE lo mismo que pensaba escribir hoy acerca del Vol.2. Es una sensación horrible... entre otras cosas porque me parece totalmente al pedo ponerme a escribir hoy lo mismo que escribí el 22/10/19... pero es así. Todos los problemas que le encontré al Vol.1, están en el Vol.2. Hasta la chanchada de engordar el TPB con chotocientas páginas de bocetos, fragmentos de los guiones, portadas alternativas, reediciones de historietas antiguas (acá hay dos episodios de Don McGregor y Rich Buckler de los que están en el Essential, reseñado el 13/12/12). Y también están los mismos puntos altos, que me hicieron comprar un segundo (y un tercer) tomo. ¿Por qué me gustó menos este tomo que el anterior? Porque me pareció absurda esa pelea en la que el villano y sus adláteres le ganan con mínimo esfuerzo a los cuatro superhéroes que acuden en auxilio de T´Challa (incluso cuando uno de ellos es Storm, a la que le sobra poder para pulverizar en segundos a todos esos malvivientes) y porque pensé que alguno de los problemas que mostraban los primeros guiones de Coates se iban a solucionar con el correr de los episodios, y eso no sucedió. No acomodó la cantidad de texto (que sigue muy por encima de lo que normalmente se escribe en un comic book del Siglo XXI), no logró ensamblar bien la trama política con la acción y la machaca, se estiró demasiado lo de Shuri... lo único que más o menos que gustó fue que apareciera Manifold, que es un personaje interesante, nunca explotado en toda su dimensión. El dibujo también está un escalón por debajo de lo visto en el Vol.1. Esta vez, en lugar de Brian Stelfreeze tenemos a Chris Sprouse, que es un gran dibujante, pero acá está como muy contenido, muy frío. Le falta salvajada, pasión, fuerza primal. Son páginas correctas, pero me parece que si les sacás los colores de Laura Martin se desploman por su propia corrección. Me queda sin leer el Vol.3 (trataré de entrarle antes del parate de las vacaciones) y si esto sigue así, con dolor en el alma se irán los tres tomitos en busca de un nuevo dueño que los disfrute más de lo que los disfruté yo.
Me vengo a Argentina, año 2024, para hablar un poquito de Así Mataban, la antología coordinada por Héctor Bellagamba, autor además de los guiones de todas las historietas que la componen. Conocía muy poco de la obra de Bellagamba: para mí era uno de esos guionistas que hacían historietas "de relleno" para las antologías de Columba de los ´80 y ´90. Acá me encontré con un autor muy comprometido con las consignas de Verdad, Memoria y Justicia, banderas fundamentales para la existencia pacífica y democrática de nuestro país, con las que hoy se limpian el ojete más de un canalla en altos cargos ejecutivos. Los relatos de Bellagamba tienen el mismo "problema" que cualquier otro relato documental, o periodístico: no son fruto de la imaginación o la creatividad del autor, sino de testimonios cuidadosamente reunidos y volcados luego a los guiones. Entonces todavía no sé si Bellagamba es buen guionista. Sé que los diálogos están bien, suenan reales, y que la investigación de los casos que narra es exhaustiva e inapelable. Pero me dieron ganas de leer más historietas de ficción de este autor, a ver qué onda. Como suele suceder cuando aparecen relatos testimoniales que nos recuerdan las atrocidades de los años ´70, las historietas de Así Mataban nos sacuden con imágenes crudas y desgarradoras de secuestros, torturas, asesinatos y demás crímenes de lesa humanidad perpetrados por unos hijos de 8000 putas que se creían impunes. Es algo que no se morigera por haberlo visto o leído mil veces. Sigue causando el mismo impacto, el mismo asco, la misma impotencia. Y claro, los encargados de poner en imágenes esos hechos aberrantes son los dibujantes. Acá hay ocho distintos, y cada uno plasma estas situaciones en su estilo personal, sin hacer ningún tipo de concesiones. Para mi gusto, los que la rompen toda, los que realmente me conmovieron con sus dibujos, son Marcelo Basile y Edu Molina, este último a cargo de una historieta/ crónica documental ambientada no en los ´70, sino a principios de los ´90. Además, la historieta de Edu es la más larga, así que hay una buena cantidad de páginas a cargo de un monstruo que deja la vida en cada viñeta. Después hay dos que no me convencieron, que son Juan Romera y Ezequiel Rosingana, y cuatro muy dignos, que sin descollar ni hacerme detonar las retinas, me ofrecieron trabajos correctos, de buen nivel. Me refiero a los maestros Gerardo Canelo, Sergio Ibáñez, Enri Santana y Fabián Mezquita. Obviamente no es este el libro donde los dibujantes vienen a lucirse, porque me imagino que la gente lo compra por la temática, y por el carácter documental de las historias. Entonces medio que da lo mismo si entregás un trabajo sublime, o uno apenas cumplidor. Con eso en mente, hay que aplaudir a todos los dibujantes, porque -repito, cada uno en su estilo- ninguno se tiró a chanta. Pero los que realmente trascendieron las consignas y le inyectaron arte y poesía al horror que les tocó retratar fueron Basile y Molina. Si te sentís interpelado o conmovido cuando te cuentan que en Argentina hubo grupos parapoliciales dedicados a secuestrar, robar, violar, torturar y matar, que recibían órdenes del propio Estado, que contaban con la complicidad de medios de comunicación, autoridades eclesiásticas, potencias extranjeras y parte del empresariado, ya sabés que las crónicas de aquellos sucesos son dolorosas pero necesarias. Hace 50 años, hoy, siempre. Son cosas que no se pueden barrer abajo de la alfombra, ni olvidarnos, ni decir "yo no sabía porque nací después del ´83". Por eso es tan importante que existan libros como Así Mataban, que hagan presente los momentos más oscuros del pasado. Y si encima se hace bien, con historietas que se leen bien y se ven bien, mucho mejor. Este libro tiene un "nº1" en su portada. Ojalá que para el nº2 no tenga que ser Héctor Bellagamba quien ponga la guita para editarlo, sino que haya varios editores interesados en sumar a su catálogo nuevas entregas de esta impactante antología. Y hasta acá llegamos hoy. Estoy a full preparando contenidos para el sitio web y el canal de YouTube, para que no falte material durante las semanas en las que voy a estar lejos de mi escritorio, por eso estoy leyendo pocos comics... Pero ni bien pueda, reaparezco por acá con nuevas reseñas. Gracias y hasta entonces.