jueves, 30 de enero de 2025
NOCHE DE JUEVES
Con una sonrisa gigante, muy vinculada a la goleada de Racing, me siento a escribir un par de reseñas.
Empezamos con el tercer y último tomo de las aventuras de Jan Karta, escritas por Roberto Dal Prá y dibujadas por Rodolfo Torti. Una vez más, el libro ofrece dos relatos, en este caso ambientados en Berlín, entre 1936 y 1937. Sí, volvemos a donde empezamos, pero ahora Alemania es un lugar mucho más horrible que en el Vol.1, porque gobiernan los nazis y todas las libertades y los derechos están en peligro, sobre todo para las minorías (¿por qué me suena tanto esto?). En estas dos últimas aventuras, Jan Karta no va a funcionar tanto como un investigador privado, sino más bien como un agente encubierto que ayuda a los grupos que intentan resistirse al régimen autoritario de Adolf Hitler y sus partidarios. Una especie de "terrorista light", que realiza misiones de bajo perfil por debajo del radar de la policía nazi. Y claro, como siempre que se lucha contra un poder opresivo y sanguinario, las victorias son chiquitas, cuestan una fortuna y dejan un sabor amargo en la boca. Estas son las historias más amargas de Jan Karta, donde el protagonista peor la pasa, donde se conforma con los logros menos significativos. Si bien consigue ser una piedrita en el zapato del régimen, lo paga caro y está años luz de cambiar el curso de la historia, que avanza cuesta abajo rumbo al holocausto del pueblo judío y la Segunda Guerra Mundial. Una vez más, Dal Prá le saca un jugo sumamente atractivo a este oscuro período de la historia europea, que conoce a la perfección y que ofrece -mucho más que otros- un conflicto bien diáfano, donde nadie duda quiénes son los malos de la película.
Estos dos episodios en la vida de Jan Karta están realizados por la dupla autoral en la década del ´90: uno es de 1992 y otro de 1997. Los años transcurridos desde el tomo anterior fueron muy, pero muy productivos para Rodolfo Torti, que definió y pulió mucho más su trazo y acomodó mucho mejor su puesta en página. En el dibujo ya no vemos ese cambalache de influencias de ocho o nueve autores distintos, sino que ahora Torti se definió por una línea muy clara, muy prolija y muy similar a la de Giancarlo Alessandrini. Hay primeros planos que directamente parecen de Alessandrini. En la primera historia vi muchas cosas de las que se veían en 1992 en los dibujantes "de segunda línea" de la revista Puertitas (Vitacca, Genlot, Da Col, Enio, Vispo, etc.) y en la segunda historia, dibujada cinco años después, Torti mete un volantazo más y a esa base cercana a Alessandrini. la complementa con momentos que me hicieron acordar a Sanyú, y con detalles que parecen venir del lado de Alfonso Font y Jordi Bernet. Un coctel visual muy sólido, muy idóneo para el tipo de tramas que urde Dal Prá y más que interesante para quien se tome un ratito para leer este material.
En la última escena de la segunda aventura, Jan Karta se toma un tren con destino a España (otro país que en 1937 estaba gobernado por el fascismo), para iniciar una nueva etapa en su vida... que veremos recién en Septiembre de 2024. Sí, posta. Dal Prá y Torti tardaron 27 años en retomar esta serie, y recién hace poquitos meses se dio a conocer (en Francia) la aventura de Jan Karta ambientada en Barcelona. Obviamente no la tengo ni la leí, pero estoy atento, porque me hice fan.
Tengo para comentar otro especial de 80º Aniversario de DC Comics, en este caso el dedicado a Green Lantern, o en realidad a LOS Green Lanterns. Sin dudas esta antología se beneficia ampliamente del hecho de que cada historia tiene un protagonista distinto, y son todos personajes a los que se les puede agregar una vueltita de tuerca en ocho páginas. Y por supuesto también se beneficia de la participación de varios autores realmente solventes, que juegan de titulares en cualquier comic superheroico y son la figura del partido casi sin despeinarse.
El encumbrado James Tynion IV abre el juego con una muy linda historia de Alan Scott, profunda y emotiva, dibujada como los dioses por Gary Frank. En cambio, la de Hal Jordan es casi un chiste largo. Una humorada de Geoff Johns, también dibujada a un nivel superlativo por el animal de Ivan Reis. La de Sinestro está bien, no desentona. Es un guion correcto de Cullen Bunn, potenciado por los maravillosos dibujos de Doug Mahnke. Después tenemos una de los Hard-Travelling Heroes (Hal y Green Arrow), escrita por Denny O´Neil en tono intimista, fuera del registro aventurero, y con un dibujo de Mike Grell que evidencia que para 2020 el maestro ya estaba muy lejos de su mejor nivel.
Llega el turno de Kyle Rayner, en una historia a cargo de sus creadores, Ron Marz y Darryl Banks, que arranca bien y termina más o menos. Pero no es infumable, para nada. La de Guy Gardner y Kilowog también va medio para el lado de la comedia, bien escrita por Peter Tomasi y dibujada sin mucha onda por Fernando Pasarin. El querido John Stewart hace un team-up con Hawkgirl para vencer (demasiado fácil, para mi gusto) al Dr. Polaris, en una historia muy menor, escrita por Charlotte Fullerton (la viuda del maestro Dwayne McDuffie) y muy bien dibujada por ChrisCross. Sospecho -desde el desconocimiento- que para 2020 Guy Gardner estaba muerto, porque en la historia de Robert Venditti (con dibujos muy dinámicos de Rafa Sandoval) tres de sus compañeros (Kyle, Hal y John) le rinden un homenaje muy emotivo.
Ya casi en el final, un dream-team: Mariko Tamaki y Mirka Andolfo unen fuerzas para una aventura (también muy menor) de Jessica Cruz. Esperaba un toque más de ambas ídolas. Simon Baz protagoniza la última historieta, con un guion competente de Sina Grace y dibujos medio cachivache de Ramón Villalobos, una especie de Frank Quitely de la B Metropolitana. Para el final, ocho paginitas de info muy escueta acerca de unos cuantos Green Lanterns, de los importantes y de los que conocemos solo los eruditos, o los fans muy hechos mierda. El balance general de la antología es muy favorable, porque al haber tantos personajes, seguro con alguno te vas a enganchar. Y participan unos cuantos autores buenos que en su mayoría no se tiran a chantas, como para que eso también resulte un anzuelo que da ganas de morder. Tengo más especiales de 80º Aniversario en el pilón de los pendientes, así que ya volveremos a festejar de manera tardía los cumpleaños de los personajes más icónicos de DC.
Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto y vamos Racing, que no decaiga, que este año tenemos que ganar un par de títulos más.
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lunes, 27 de enero de 2025
UNA SEMANA MÁS
Ya no falta nada para la emisión especial de Agenda Abierta de este miércoles a las 22:30 hs.. No te quedes afuera, que junto a los amigos de Sonido Bragueta, vamos a brindar un espectáculo lamentable, de esos que rara vez se olvidan. Y encima gratis.
En cuanto a las lecturas, me copó descubrir que -tal como afirmaba un lector del blog en los comentarios- el Vol.4 de Seven to Eternity es el último. Porque habría sido un garrón que se estirara con peripecias pedorras, y porque acá Rick Remender se propone cerrar todas las puntas abiertas y lo logra. En el global de la obra, varios de los personajes secundarios están completamente de adorno. Son pocos los que realmente tienen un peso en lo que efectivamente sucede. Pero el desarrollo de los dos protagonistas (Adam y el Mud King) es realmente magistral, ejemplar, y hay varios antagonistas y algún que otro secundario (Katie, la hija de Adam) que sí se destacan dentro de la trama que llega a su desenlace en estas páginas.
No quiero revelar nada acerca del final, pero sí contar que tiene un par de giros muy zarpados, muy crueles, y muchos momentos repletos de tensión. Hasta el último minuto, Remender y Jerome Opeña siguen poblando a este mundo con criaturas imposibles, en locaciones alucinantes. El nivel de fantasía e imaginación no decae nunca, el filo de los diálogos tampoco, y en este tomo en particular, la dosis de machaca es particularmente alta y estremecedoramente gráfica.
Si a esto le sumamos el despliegue visual que propone Opeña, y la inverosímil paleta de colores de Matt Hollingsworth, tenemos un cierre muy arriba, para una serie que hizo un montón de méritos para que los fans la amemos y la atesoremos. Yo no la pongo en el Olimpo, porque leí cosas de Remender que me gustaron más, pero sin dudas hay un antes y un después de Seven to Eternity en la carrera de Jerome Opeña. El dibujante sale de esta aventura totalmente encumbrado como uno de los máximos capos de la epopeya fantástica. De acá en más, puede dibujar lo que quiera, que un montón de gente se lo va a comprar. Si quiere escribir sus propios guiones está todo bien, si quiere dibujar 40 páginas por año lo vamos a bancar, y si quiere adaptar al comic la vida de la monja del convento de su pueblo, se lo vamos a comprar. Es lo menos que podemos hacer después de la magia y el talento que nos regaló en esta serie este filipino criado en Taiwan. No te digo que me pongo a rastrear hacia atrás todos los trabajos que hizo para Marvel en años anteriores, porque 1) algunos los leí y los guiones eran penosos y 2) en esa etapa Opeña todavía no estaba tan canchero en la narrativa como en Seven to Eternity. Pero sin dudas estoy atento a lo que produzca de acá en más.
En general, cuando se editan libros de obra dispersa, se los arma en torno a algún dibujante. Por eso es tan importante que exista Sueltos, un voluminoso tomo dedicado a reunir las historias cortas que a lo largo de los años Rodolfo Santullo desparramó por ahí junto a un gran listado de dibujantes. Hay que decir que a muchos los tocó con la varita mágica: antes de colaborar con Santullo eran dibujantes promisorios y hoy son autores totalmente afianzados en el mercado internacional.
El libro arranca con unas cuantas historias cortas dibujadas por Guillermo Hansz, uno de los colaboradores más frecuentes de Santullo. Ahí me reencontré con una historieta que apareció en la antología que vimos el 05/08/23, y con otras tres muy buenas que nunca había leído: ¿Quién Mató al Trébol?, Hubiera Sido una Buena Historia y la fundamental Jinetes en la Tormenta. Después tenemos una sección donde se agrupan las historias dibujadas por Matías Bergara, entre las que destaco La Trinchera (originalmente publicada en un número de Comiqueando) y la maravillosa Mi Reino por un Caballo, donde Bergara demuestra una ductilidad y una jerarquía poco frecuentes. Los trabajos junto a Richard Ortiz, si bien están muy bien dibujados, no quedaron entre mis favoritos. Y la historieta dibujada por los Silva Bros me pareció tremenda, muy impactante. Supongo que pega más fuerte cuanto más conocés la historia uruguaya, pero está buenísima.
De las dos que dibuja Leo Sandler me gusto bastante la segunda. Tanto la de Pato Delpeche como la de Jok están muy buenas. Con Dante Ginevra hay dos muy cortitas, de una sola página, ambas dibujadas como los dioses. La de Facundo Percio ya la habíamos publicado en un número de Comiqueando y es una auténtica gema. Junto a Roberto Goiriz, Santullo vuelve a la Guerra de la Triple Alianza, que se nota que es un hecho histórico que le genera un gran interés. Junto a Gabriel Ciccariello, el guionista ensaya una de misterio más rara, más ¿sobrenatural?, pero lamentablemente no me pude enganchar ni con la trama ni con los dibujos. Recuerdo haber leído en la recordada revista Términus las dos historias con las que cierra Sueltos, ambas dibujadas a un nivel impresionante por Damián Couceiro. Son historietas complejas, difíciles de dibujar, pero el rosarino (hoy encumbrado en Marvel) se la recontra-bancó.
Y dejo para el final la historia más larga (19 páginas), que es la que más me gustó: La Ilustre Fregona, dibujada por Lisandro Estherren, que aparece también en el libro que vimos acá un lejano 31/08/14, y que esta vez me atrapó y me cerró mucho más. Si no estuviera basada en un relato de Miguel de Cervantes, le diría a Rodolfo "Bo, ese argumento re da para adaptarlo a novela"... Y el dibujo de Estherren también la rompe toda.
Comedia y drama, relatos históricos y ciencia ficción, mitos urbanos y mitos griegos, misterios, distopías y fumanchereadas varias son algunos de los terrenos en los que Rodolfo Santullo se mueve con aplomo a la hora de urdir sus historias cortas. Esta compilación no es exhaustiva (casi todas las historias cortas que hizo con Jok, por ejemplo, aparecen en el libro de la misma editorial que vimos el 14/02/20), pero es sumamente disfrutable por la notable calidad de las historias del uruguayo nacido en México, y por la gran variedad de estilos gráficos que nos ofrecen los 13 dibujantes que participan entre los cuales -como habrás notado- hay varios monstruos de esos que no fallan nunca.
Y hasta acá llegamos. Sigo adelante con las lecturas, para volver a escribir reseñas a la brevedad. Gracias por estar ahí y hasta pronto.
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jueves, 23 de enero de 2025
HOY, TRES RESEÑAS
Hacía mucho que no clavaba tres reseñas en un mismo posteo, pero bueno, dos de ellas van a ser muy breves.
La militancia kirchnerista me llevó a comprar Awaiting the Collapse, una notable antología con lo mejor del maestro Paul Kirchner... que incluye prácticamente todo el material que ya vimos en el libro reseñado el 12/04/19. Menos mal que al momento de hojear este libro no me acordaba nada del anterior... si no, capaz que no lo compraba.
No me voy a poner a hablar de nuevo de Kirchner, ni de cómo planteaba sus historietas de corte fantástico, porque eso ya está en la reseña de Realms. Este libro suma, además, ilustraciones (varias de ellas de tono erótico), algunas historietas breves también bastante zarpadas en materia sexual (de las cuales una, Dolls at Midnite, es una gema que merece gloria y loor, honra sin par), un extenso texto en el que el propio autor repasa su vida y su trayectoria (también imprescindible), una excelente historieta de acción y fantasía llamada Arena (siete páginas dibujadas como los dioses), y lo más loco: una selección de las mejores historietas de Dope Rider, el personaje más emblemático de Kirchner, que apareció durante años en revistas vinculadas a la contracultura y el consumo de estupefacientes.
Las historias de Dope Rider rara vez superan las cuatro páginas y hacen gala de unos argumentos lisérgicos, indescifrables, donde no importa mucho qué pasa ni por qué. Lo que te detona la cabeza es el dibujo, la puesta en página y las sensaciones que Kirchner transmite desde el dibujo y el color. A veces hay una intención de satirizar los tropos del western clásico, y a veces no. En general, son ideas fumancheras, a las que es mejor no buscarles una lógica ni un sentido.
Paradójicamente, Awaiting the Collapse es una antología gestada en Francia, por un editor que tuvo el acierto de publicarla tanto en inglés como en francés. Y sí, es una selección brillante de lo mejor que produjo Paul Kirchner entre 1974 y 2014. Es un libro grandote, pesado, cheto (como casi toda edición francesa), pero trae TODO lo que vas a querer tener de este increíble autor, excepto The Bus, su tira "apta para todo público", que está recopilada en otro libro, donde no hay violencia, ni drogas, ni sexo.
Me voy a Japón a visitar a otro autor de culto, un toque más popular y más prolífico que Paul Kirchner. El Callejón compila 11 historias cortas de Junji Ito, todas en plan mistero sobrenatural y todas publicadas originalmente en los primeros años de este siglo. Del dibujo solo voy a decir que no está tan pulido como en las obras más recientes del ídolo, pero aún así es muy bueno, y muy funcional a las historias que Ito quiere contar y a los climas que quiere evocar. Y en cuanto los guiones, son bastante desparejos.
La primera historieta es excelente. Parece un cuento de Mariana Enríquez, de esos que no querés que se terminen nunca. La segunda, en cambio, es cualquier cosa: casualidades imposibles, situaciones predecibles... ni genera miedo, ni causa gracia. La tercera es otra gran historia. Ito nunca explica por qué pasa lo que pasa, pero cuenta todo de una manera tan atrapante que en un punto, es mejoe no explicar nada. La quinta también tiene una onda Mariana Enríquez, no tan lograda, pero efectiva a la hora de crear tensión y tener al lector en vilo hasta un final... que tampoco explica gran cosa.
Llegamos a Ryokan, la sexta historia del libro, que no está mal, pero tampoco es brillante. Probablemente sea la mejor dibujada del tomo. La séptima historieta se apoya en una idea muy buena, pero se licúa un poco la fuerza de la idea al contar en 32 páginas algo que se podía contar tranquilamente en 12 ó 14. La octava es sumamente menor y olvidable, y la novena es tremenda: parece de Hideshi Hino de lo asquerosa, turbia y angustiante. El libro cierra con otro unitario brillante, El Recuerdo, donde Ito conjuga un gran guion con unos dibujos preciosos.
Y me guardé para el final la décima historia, La Ciudad sin Calles, porque es la más extensa (70 páginas) y la más rara. Las primeras 30 páginas parecen ir en una dirección, pero después Ito pega un volantazo y lleva la historia hacia un rumbo totalmente distinto, tan dsitinto que no se me ocurren muchos motivos para que todo esto sea parte de un mismo relato. En el segundo tramo, para mi sorpresa y mi beneplácito, pareciera que Ito descubre a la editorial Fantagraphics: de golpe empiezan a aparecer dibujos que parecen de Daniel Clowes, imágenes y situaciones típicas de las historietas de Richard Sala, un personaje (la tía) que parece de Jaime Hernandez... ¿qué es esto? No sé, es todo un delirio que se diluye con el correr de las páginas hasta terminar en cualquier lado, con todos los misterios sin resolver. El promedio de las 11 historias de El Callejón es bastante satisfactorio, así que bien por Ivrea. Tengo más Junji Ito en el pilón de los pendientes.
Y cierro con una breve reseña de El Otro Lago, obra de Dani Ruggeri apuntada al público infanto-juvenil. Nada, la típica historieta con lindísimos dibujos y un guion que no me atrapó ni me interesó en lo más mínimo. Me doy cuenta de que no soy el público al que busca seducir la autora, obviamente, pero tenía ganas de que me gustara el guion, sobre todo porque el dibujo está buenísimo. No sucedió.
No sé si este problema se evidenciará en toda la tirada del libro, pero por lo menos en el ejemplar que me tocó a mí, las masas negras no se ven negras, prácticamente en ninguna de las casi 100 páginas del libro. Tanto los negros plenos como los marrones más oscuros se empastan y se ven feísimos -repito- en la mayoría de las páginas. Una pena, porque visualmente es un trabajo muy sólido de una autora que encontró una veta (la de las historias fantásticas protagonizadas por una pandilla de chicos de Villa Lugano) que debería funcionar. No tengo dudas de que si hoy existieran Billiken o Anteojito, Dani Ruggeri estaría ahí, todas las semanas, con dos o tres páginas de estas aventuras. A mí, lamentablemente, las peripecias de Juan y sus amiguitos no me llegaron ni cerca.
Nada más, por hoy. El miércoles 29 a las 22:30 tenemos una emisión en vivo de Agenda Abierta muy especial en el canal de YouTube de Comiqueando, un crossover con Sonido Bragueta, en el que participarán -lógicamente- Gustavo Sala y Nacho Alcuri. Va a ser una bomba total. Espero volver a postear antes del miércoles en el blog, pero por las dudas, aviso...
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lunes, 20 de enero de 2025
LECTURAS DE LUNES
Entre compromisos laborales y sociales y las muchísimas horas en las que los hijos de mil putas de EDESUR me cortaron la luz, vengo de varios días en los que pude leer poco y nada. Pero bueno, algo hay, como para que no falten reseñas en este espacio...
Recordando al Señor Breccia tiene el título más pedorro y menos imaginativo que yo recuerde en muchos, muchos años, pero por lo menos en la contratapa tiene la honestidad de batirte la posta: es un libro para completistas. Acá no están las mega-papongas de Alberto Breccia, con las que detonó el multiverso en su etapa de madurez. En cambio, tenemos nueve relatos breves, de los que el Viejo publicó en las revistas de Record, para después colocarlas en Italia sin más pretensiones que las de facturar unos mangos.
La única historieta realmente experimental y críptica es la última, Desfile Nocturno, un pseudo-guion de Carlos Trillo que le da al Viejo la posibilidad de irse al carajo y más allá con una apuesta gráfica inclasificable, más cercana a lo que había hecho cuando (también junto con Trillo) produjo esas adaptaciones locas de cuentos clásicos que vimos el 22/05/14. El resto es mucho más convencional, lo cual no es garantía de nada.
El libro abre con tres historias escritas cortas escritas por Guillermo Saccomanno. La primera es un embole, lastrada por una extensión exagerada (podría resolverse en la mitad de las páginas), y sin siquiera un giro interesante en el final. La segunda es un poco más ganchera, y está mejor dibujada, aunque de nuevo, al final se desinfla un poco. Y la tercera, la más corta del libro, remata una buena idea en apenas cinco páginas, y logra que la tensión no decaiga y que el texto no opaque al dibujo. Después tenemos tres historias escritas por Eugenio Mandrini, con distinta suerte. La primera es larga al pedo, tendría más sentido con menos páginas. La segunda es excelente, probablemente la mejor del libro, con un desarrollo impredecible, un impacto fuerte en el final y un Breccia que deja la vida en cada viñeta. Gema posta. Y la tercera maneja bien la tensión, pero cuando se resuelve el misterio decís "nah, ¿en serio? ¿14 páginas para este final tan choto?".
En el tramo final hay una historia escrita por Alberto Ongaro con unos dibujos gloriosos, pero que no me enganchó. Una con guion de Ítalo Fasán que es... ¿cómo decirlo? Una bazofia, una historieta totalmente olvidable que solo se rescató del oprobio porque está firmada por Breccia (aunque dibujada en un nivel MUY inferior al del resto de las historietas del libro). Y bueno, al final levanta la faz gráfica con esa escrita por Trillo que había salido en el nº100 de Skorpio.
Recordando al Señor Breccia es un pochoclito lindo, para los fans de la faceta menos ambiciosa del maestro de los maestros. No llega a los niveles de pochoclo de Nadie (ver reseña del 30/01/21) pero son historietas de género, misterios o dramas con estructuras bastante clásicas, a las que el Viejo les agrega esos climas ominosos y sombríos con su trazo y sus manchas. Tanto Saccomanno como Mandrini se esfuerzan porque la prosa sea tan sugestiva y tan original como el dibujo de Breccia, y cuando lo logran, los resultados son muy disfrutables. Cuando no, no importa, porque dibuja Breccia.
Vuelvo a Italia, de la mano de Roberto Dal Prá y Rodolfo Torti, para reencontrarme con Jan Karta, este investigador alemán medio pecho frío, pero con valores éticos sumamente loables. Una vez más, 001 Ediciones combina en un mismo libro dos aventuras, esta vez casi sin errores en los textos, lo cual se agradece. La primera aventura, ambientada en Roma en 1934 (pleno auge del fascismo) es brillante. De alguna manera indescifrable (pero magistral) Dal Prá se las ingenia para desarrollar muchísimo a los personajes secundarios, al punto de convertirlos subrepticiamente en protagonistas. Tanto la condesa Eleonora Rossi como Marta se ponen al hombro la narración, y uno siente que las conoce y las entiende incluso más que a Jan Karta. La operación que ensaya Dal Prá es tan genial, que ni siquiera hace falta que estas mujeres adopten roles heroicos para que uno las admire y quiera saber cómo siguen sus historias. Todo el tiempo se conserva un velo de ambigüedad, la sospecha de que cualquiera puede estar mintiendo, de que el complot que intenta desenmascarar Jan puede incluir a cualquiera de los que parecen ser sus aliados. Como en el tomo anterior, la situación sociopolítica le agrega una capa más de peligro a los bolonkis en los que Jan va a meter la nariz, y aún más que en el tomo anterior hay páginas con una cantidad desmesurada de viñetas, todas repletas de texto y de información visual. Si hay algo para criticarle a esta historieta es eso: Dal Prá y Torti plantearon en 52 páginas un relato que necesitaba -por lo menos- 10 ó 12 páginas más, para no quedar tan apretujado.
El segundo caso nos lleva a París, al año 1935, donde la situación política es espesa, pero no tanto como en Italia. Esta vez la trama me resultó un poco menos interesante, y hasta me atrevo a postular que si Hugo Pratt la tomaba para un relato de Corto Maltés, la liquidaba en 22 páginas. Lo que me pareció fascinante de esta aventura es que, al estar ambientada en Francia, Torti cambia su estilo gráfico para hacerlo mucho más francés. Los personajes secundarios adquieren rasgos que nos remiten a los grandes maestros del comic franco-belga: Hergé, Edgar-Pierre Jacobs, Fernand Dineur... y asombrosamente, conviven sin ningún problema con el trazo habitual de Torti, en el que veíamos cositas de Carlos Giménez, Dave Gibbons, Giancarlo Alessandrini, Jacques Tardi, Moebius y Magnus, entre otros. Me parece que lo único choto que tiene Torti es que no elige bien en qué momento poner los fondos y cuándo omitirlos. Así le quedan páginas cargadísimas de líneas e información visual que no aporta demasiado, y otras páginas muy peladas, en las que vendrían bien los fondos en aunque sea un par de viñetas. Hay páginas bellísimas, en las que blancos, negros y hasta globos de texto están perfectamente equilibrados, pero también momentos demasiado barrocos, en los que la expresividad de los personajes (que ya de por sí no es demasiada) se pierde entre un montón de elementos más. A veces, para enfatizar lo más importante (las emociones de los personajes, la acción) hay que despojarse de lo accesorio, y a Torti eso le cuesta más que a San Lorenzo meter un gol. Me queda entre los pendientes un tomo más de Jan Karta, el del arriesgadísimo regreso a su Berlín natal, que prometo leer pronto.
Nada más, por hoy. Nos reencontramos a la brevedad con nuevas reseñas, acá en el blog.
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martes, 14 de enero de 2025
MARTES A TODO COLOR
Hoy tengo para reseñar dos libros cortitos, así que probablemente las reseñas también sean breves.
El Vol.3 de Seven to Eternity no presenta muchas novedades respecto de lo que vimos en los tomos anteriores de esta ambiciosa saga de Rick Remender y Jerome Opeña. Lo más notable es que cobra espesor el dilema moral, los límites que Adam Osidis no pensaba cruzar y ahora -de hecho- cruza. Esa línea divisoria tan clara, que decía que Adam era el héroe y Garils el villano, se empieza a desvanecer a medida que ambos sobreviven juntos a ordalías y peripecias imposibles, en las que deben ayudarse el uno al otro, y sobre todo confiar ciegamente en quien hasta hace 10 minutos era el enemigo a aniquilar. Esto está muy bien llevado y le agrega al relato el interés que le restan todas esas batallas al pedo y esas supuestas situaciones límite de las que sabés que Adam va a zafar, de alguna manera.
Lo otro que jerarquiza a esta tercera entrega de manera notoria es que Opeña dibuja los cuatro episodios que recopila el TPB. La verdad que leer 100 páginas seguidas dibujadas por este monstruo es un privilegio. Opeña deja la vida en el diseño de personajes, criaturas y escenarios, en las escenas donde los personajes conversan y en las que estalla la acción y se va todo al carajo. Tiene el yeite de resolver con siluetas negras las viñetas donde un personaje atraviesa a otro con una espada, lanza o lo que sea, para no dibujar gore... y está bien... El atractivo de Seven to Eternity no pasa por ahí. La violencia está, y es muy gráfica, pero por ahí no hacen falta las tripas y los chinchulines.
Y creo que nada más para subrayar. Me queda pendiente de lectura el Vol.4, y me faltaría conseguir los tres últimos TPBs para completar la serie. Ya llegaremos.
Me vengo a Argentina, año 2024, cuando Loco Rabia publica Antídoto, una obra de Alejandro Farías y Marcos Vergara, que se realizó a un ritmo muy lento, entre 2016 y 2021. Es paradójico, tragicómico o simplemente absurdo que ellos hayan tardado cinco años en terminar estas 130 páginas y yo las haya leído en menos de 20 minutos. Pero bueno, son páginas chiquitas, ninguna tiene más de cinco viñetas, y Farías es un guionista que sabe "callarse la boca" y narrar con poco texto. La trama, además, es ideal para ser contada a un ritmo ágil, vertiginoso, sin colgarse en reflexiones profundas ni en complejas explicaciones de lo que está sucediendo.
Antídoto es, básicamente, una aventura fuera de control. Un kilombo de acción y carcajadas, sumamente disfrutable y -lo mejor- sumamente impredecible. Acá también están desdibujadas las fronteras entre buenos y malos: en el fragor del despelote cualquiera puede terminar aliado con cualquiera. Hay un solo personaje que es inequívocamente malo, y es el que mejor parado queda al final. La vorágine de los combates, mezclada con las alucinaciones que producen los hongos psicotrópicos que consumen Apo y Nejo, hacen que los planes de los distintos jugadores vuelen por el aire, y finalmente a nadie le salen las cosas tal como las había pensado. El más perjudicado, pobre, es Toga, quizás el personaje más altruista y más noble, aunque no necesariamente el más querible.
El dibujo de Vergara se sube sin ningún problema al torbellino de acción que propone el guion de Farías, y nos ofrece personajes muy expresivos, de gran plasticidad, capaces de movimientos rápidos, extremos. Al igual que Seven to Eternity, todo esto sucede en un mundo imaginario, en el que Marcos tiene la posibilidad de inventar TODO: la arquitectura, la fauna, los autos, las armas... no solo los personajes, que ya de por sí son un deleite. El dibujo es conciso, dinámico, generoso en texturas pero a su vez muy apto para ser coloreado. Y la paleta que usa Marcos es estridente como la aventura, con colores fuertes que prácticamente definen a los personajes.
Me divertí muchísimo esos 20 minutos que me duró Antídoto, y obviamente quisiera leer nuevas tropelías de estos personajes ambientadas en este mundo loco y atrapante que inventaron Farías y Vergara. Si te gustan las aventuras al palo, con mucho humor y un ritmo frenético, con buenos diálogos, peleas electrizantes y personajes entrañables (y un poquito despreciables, también), tirate de cabeza, que la vas a pasar bárbaro.
Nada más, por hoy. Como siempre, ni bien tenga más libros leídos se vendrán las correspondientes reseñas. Y si querés leer mucho más, te esperamos con un numerazo de la Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com/. Gracias y hasta pronto!
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sábado, 11 de enero de 2025
EL POST Nº 3000
Bueno, acá estamos. 3000 veces apreté el botoncito de "publicar" para compartir textos en este blog, a lo largo de 15 años y una semana. Para festejarlo, se me ocurrió pedirle a varios guionistas cuyos trabajos me gustan (y que sé que son lectores del blog) que escribieran unas líneas acerca de cómo se vinculan con la crítica, qué sienten cuando aparece un gil que no es guionista ni dibujante a opinar acerca de lo que ellos hacen. Así que -solo por hoy - 365 Comics por Año deja de ser mi espacio para expresar lo que se me cantan las bolas, y pasa a ser el de ellos.
Los blogs siguen siendo mi red social favorita, supongo porque tienen poco de red y menos de social. La posibilidad de solamente escribir, postear alguna imagen y, de máxima, permitir comentarios, conserva algo del encanto de la prensa escrita de toda la vida. No hay emoticones ni retweets, no hay videítos, no hay historias ni hilos. 365comicsporaño es una visita habitual hace quince años, una guía y un índice. Así puedo descubrir, con desazón, que Santullo tiene más del doble de libros reseñados que yo. ¿Cómo hace para escribir tanto? Igualmente me asombra menos que la capacidad lectora de Andrés Accorsi. Semejante demostración de amor por la historieta es rara y más rara aún cuando se sostiene tanto en el tiempo. Alguien en algún momento se tomará el trabajo de notar cómo han ido cambiando las ediciones, las editoriales, los autores, las novedades. También, como cambia el propio Andrés, que creo yo, antes era mucho más salvaje con sus críticas y se ha ido templando. Lo que perdió en furia lo ha capitalizado en sutileza. Pero hay cosas que no cambian: no le gustan las páginas desperdiciadas entre ilustraciones, los prólogos innecesarios y portadillas, no le gustan los textos de contratapa que spoilean, incluso, como sucede en Guaraní, cuando el spoiler es un hecho histórico conocido. Y bueno, tampoco le gusta Modern Talking, por más fan de la música ochentosa que sea. Accorsi es así, con sus contraindicaciones y contradicciones, lo tomás o lo dejás, pero nadie puede desconocer que desde su subjetividad única y original ha erigido una institución crítica propia, desde la Comiqueando y 365comicsporaño, los libros compilatorios, sus eternos viajes, premios y eventos. Hoy es el decano de la crítica de historieta argentina. Sin la crítica, la historieta pierde su caja de resonancia, gran parte de su capacidad discursiva, incluso también, su historia. Seguiré consultando su blog con la intermitencia periódica que me caracteriza, y brindo por quince años más, a ver si algún día, me acerco un poco a Santullo.
Diego Agrimbau
En tiempos en que difundir es igual a subir una foto a Instagram o un reel a Tiktok, que 365 Comics por Año siga y alcance la reseña 3000 es algo para tomar en cuenta y celebrar.
Andrés aca hace lo que mejor debe hacer un blog de reseñas: leer lo que gusta y analizar desde un punto de vista personal, poniéndole toda la sapiencia sobre el tema (y ahí tenes casi cuatro décadas hablando de comics para poner) y sin condicionamiento de qué leer, excepto "es lo que tengo ahí cerca y quiero leer".
Tal vez por eso es que 365.. es un blog referencial para surfear en el amplio mundo de hoy de la historieta. De hecho, uno como creador de historieta siempre tiene interés por ver qué dice Andrés acerca de lo que uno hizo.
Y ojo, se pueden discrepar con sus críticas. Todos tenemos divergencias como lectores (en mi, caso creo que tiene un prejuicio medio innecesario contra cualquier historieta yanki previa a 1960, que ya vaya con dos de handicap en contra cuando las reseña , pero bueh). Pero que incluso así hay que leer lo que dice, sí, totalmente de acuerdo.
Estaría bueno que se recopilara el blog (hice eso algunos años y tengo que retomar alguna vez) porque 365... es una gran fuente de info sobre comics, una gran guía.
Esperemos que siga por muchos años más.
Roberto Barreiro
Amo este blog. Lo sigo desde el principio y hoy en día es una parte fundamental de mis lecturas del desayuno de los domingos. Me hago un café, dos tostadas, y dejo que Andrés me cuente qué estuvo leyendo. Juro que es uno de los momentos más gratos de mi semana. Me encanta cómo lee Andrés, saltando de épocas, de países, de autores, buscando santos griales para su colección o disfrutando un fanzine que le regalaron en una convención. Y me encanta cómo escribe (y habla) de lo que lee. Me gusta su fluidez de estandapero, sus chistes, sus ácidos comentarios políticos deslizados al pasar, su preocupación o alegría por la actualidad de Racing. Compro todo. Soy muy fan. Pero más allá de mi gozo particular, me gustaría sobre todo subrayar el inmenso legado que ya representa 365 Comics por año para la humanidad comiquera. Este blog es una fuente de conocimiento, un lugar al que acudir para empaparse de datos y opiniones, a quitarse dudas, a buscar nuestras lecturas del futuro, a aprender. Porque en esta época en la que todos somos reseñadores, Andrés es otra cosa, extraordinaria, escasísima: es un gran crítico de comic. Cuando él habla de una historieta, lo hace apoyándose en un conocimiento enciclopédico y construyendo su opinión con mimbres analíticos. No te dice si le gustó o no le gustó. Te dice por qué le gustó o no le gustó. Además de situarte a la obra en la historia del Noveno Arte, darte apuntes de la biografía del autor y comentar sus condiciones de producción. Casi nada.
¡Larga vida a 365 comics por año!
Alejo García Valdearena
A la crítica, esa actividad que acompaña a la producción artística desde hace algunos (pocos) siglos le cabe el viejo adagio: “sin ella, no puedes vivir, con ella, no puedes vivir”. Todos los que hacemos libros (o películas, o canciones, o cualquier cosa) queremos ser leídos (o vistos, o escuchados, o cualquier cosa). Pero también queremos ser amados. Y acá nos salta el niño caprichoso: “¿y éste, que no escribe, no dibuja, no canta, qué derecho tiene para hablar de mí?”.
En principio, cualquiera puede hablar de cualquier cosa: vivan las libertades civiles. Pero no todos merecen que se les preste la misma atención. La atención se gana con trabajo, con rigor, con argumentos y con la construcción de un estilo personal. Y pocos ejemplos de todas esas virtudes tenemos en nuestro menesteroso mundo como los 15 años y los 3000 posteos de esa extrañísima guerra de un solo hombre que es el “365 Comics por año” de Andrés Accorsi.
La reseña crítica , ese género curioso, es un alimento para los autores y los editores. Creo que casi todos los que hacemos historietas (como autores o como editores) recibimos nuestras apariciones en 365… con una básica sensación de alegría. Pocas cosas tan lindas y tan poco comunes como recibir una lectura atenta e inteligente. Después, podremos festejar un elogio y enojarnos con un cuestionamiento (la pelusa, el durazno). Pero la alegría de enfrentarse a esas reseñas generosas está siempre. Que haya, entonces, 3000 más.
Federico Reggiani
Hay pocos sitios que sean de cabecera luego de 15 años. 365 Comics por año es uno de ellos. No sólo como autor. Claro que me importa leer lo que Andrés piensa de mis libros y he disfrutado tanto de palabras elogiosas como de las otras por igual (siempre como un duque, sin emitir comentario alguno) pero más me interesa el blog como lector. Como lector omnívoro de historietas -término acuñado por el propio Accorsi, creo que con un acrónimo imposible de pronunciar- que está siempre atento al Noveno Arte de donde sea que venga, como sea que venga y en el formato que venga. A ese respecto, 365 Comics por año me ha resultado fundamental, una pieza operativa a la hora de instrumentarme como lector. Y no son pocas las veces que, habiendo leído tal o cual libro, busco la correspondiente reseña para ver qué dijo Andrés del libro en cuestión.
En estos tiempos de permanente desaparición del espacio crítico, de la mirada sobre la elaboración cultural (algo particularmente flagrante en cuanto a las historietas, pero que afecta por igual a todas las áreas de la cultura) 365 Comics por año es indispensable. Se esté o no de acuerdo con la opinión de Andrés, es uno de los pocos lugares que sigue funcionando como un faro para la lectura de historietas. Y sólo por eso se le desea 15 años de existencia más (como mínimo).
Rodolfo Santullo
viernes, 10 de enero de 2025
VIERNES EN BLANCO Y NEGRO
Este es el post nº 2999 y mañana llega el 3000.
Estamos en Italia, mediados de los años ´80, y la dupla integrada por el guionista Roberto Dal Prá y el dibujante Rodolfo Torti crea a Jan Karta, un investigador privado que va a vivir varias aventuras en la Europa de las décadas del ´20 y el ´30, primero en la revista Orient Express y más tarde en publicaciones francesas.
Como el último álbum de Corto Maltés (que vimos el 05/11/24), la primera historia de Jan Karta aprovecha a full la atmósfera cautivante de la Berlín de 1925, repleta de intrigas políticas y vanguardias artísticas. El caso que al principio pinta sencillo se enrosca y se complica de manera notable. Más allá de alguna viñeta muy sobrecargada de texto, no hay mucho para criticarle a la labor de Dal Prá. Allá por el 29/06/23 habíamos visto al guionista trasladar con éxito tropos del hard boiled (habitualmente asociados a los años ´30 y ´40 en Estados Unidos) a Moscú, en los albores de la era post-Muro de Berlín. Ahora hace lo propio en otra ambientación histórica y geográfica de manera brillante. El segundo caso está situado en 1933, con la situación sociopolítica ya más calentita, con la llegada al poder de Adolf Hitler a punto caramelo, pero también hay una intriga policial atrapante, aunque un poquito más rebuscada que la primera. Un acierto por parte de la editorial española 001 Ediciones haber publicado estas dos historias en un mismo tomo, y una pena los errores que se notan en algunos textos.
Como tantos protagonistas de estas aventuras para adultos típicas de los ´80, Jan Karta no es un personaje especialmente carismático, lo cual sumado al regusto amargo que nos dejan las historias (algo habitual en este tipo de relatos policiales donde siempre está la intención de poner sobre la mesa vicios, miserias y corrupción, ya no de una persona sino de una sociedad) resulta en una cierta distancia, una cierta frialdad. Son historias que te enganchan, pero no te apasionan.
Y lo mismo se aplica al dibujo de Torti. Tiene cosas de Jacques Tardi, de Carlos Giménez, de Dave Gibbons, hasta de Magnus y Moebius, pero no logra una gran expresividad. Es correctísimo, tiene un gran manejo del blanco y negro, un excelente trabajo en los fondos, buenos recursos para pilotear las páginas o viñetas en las que el guionista se zarpa con la cantidad de texto, pero no te hacés fanático. No salís corriendo a la librería ni te zambullís en los sitios de compra online a ver si encontrás más material de Rodolfo Torti.
Tengo dos libros más de Jan Karta para leer, así que veremos cómo evoluciona esta serie a la que desconocía por completo, pero me llamó la atención sobre todo por el jugo que le saca Dal Prá al contexto sociopolítico que elige para ambientar la obra.
Me vengo a Argentina, año 2024, para deleitarme con uno de lo mejores títulos nacionales del año que terminó hace poquito: Chamán, un "Vertigo criollo" escrito y dibujado por Carina Altonaga. Frené la lectura del libro unas 25-30 páginas antes del final y me dije a mí mismo "Por favor, que esto no termine para el orto, que no se desinfle ni se desplome ni derrape en el final, porque hasta acá, Chamán tiene todo para ser una obra realmente memorable". Con alegria y alivio puedo contar que el final se la re banca. Que el desarrollo de los personajes no es al pedo, que todos tienen un rol importante en el desenlace, que los misterios (sobrenaturales) se resuelven de manera consistente, que hay sorpresas impactantes y que si alguien "paga el pato", en todo caso es el dibujo, que baja un poquito la calidad en las últimas páginas.
Como fan de Vertigo, no me puedo resistir a una trama de misterio sobrenatural que, además de estar muy bien llevada, está vertebrada alrededor de las tradiciones místicas de los aborígenes del Noroeste argentino. Altonaga pone sobre la mesa la mirada cínica del porteño, la mirada del que "consume" los servicios del chamán como algo pintoresco, bizarro, extravagante... y tambien nos habla de una fe genuina en los poderes de este sanador de almas, de este John Constantine de la puna. Ese contraste enriquece la trama, le agrega tensión, logra que el lector sospeche un poco de todos, porque (otro gran acierto de la trama) acá no parece haber héroes ni villanos, y cuando te das cuenta dónde anida el Mal, dónde está la verdadera amenaza, la vorágine del desenlace ya te tiene totalmente subyugado y entregado a lo que la autora quiere hacer con nosotros.
El dibujo de Carina (que alguna vez se subió a la estetica oscura de Leonardo Manco) ahora se parece bastante al de Salvador Sanz. Me gusta un poquito menos que el de Salva, porque se nota que Altonaga está más pendiente que Salva de las referencias fotográficas. Pero las diferencias son muy sutiles: si te gusta cómo dibuja Sanz, la faz gráfica de Chamán te va a cerrar por todos lados. Al igual que Sanz, Altonaga la tiene muy clara en materia de planificación de las secuencias y armado de la página, lo cual es importantísimo para que un relato complejo y jugado como este pueda fluir de un modo ágil y fresco en esta extraña conjugación de tiempo y espacio a la que llamamos "historieta". Blancos, negros, grises y varios efectos visuales muy bien logrados bailan una danza hipnótica, donde lo real y lo fantástico cobran vida y te invitan a vivir en carne propia la experiencia que van a atravesar Brenda, Andrés, Dante y Emilio de la mano del enigmático "Tío". Pero guarda, que en esta danza bailan también espíritus, demonios y aspectos muy jodidos del Mal que se esconde dentro de cada uno de nosotros. En apenas 60 páginas, Carina Altonaga redondea un gran comic, sumamente recomendable, y -repito- de los mejores trabajos de autores argentinos que leí recientemente.
Hasta acá llegamos hoy. Mañana, una cita muy especial con el post nº 3000, que tambien va a ser sumamente especial. Grazie per tutti.
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miércoles, 8 de enero de 2025
LECTURAS DE MIÉRCOLES
Sigue la cuenta regresiva hacia el post nº3000, que va a ser muy especial y que está muy cerca, porque este es el 2998.
Empezamos en España, año 1982, cuando se publica el Metal Extra nº1, Especial Hollywood (vimos el Especial Rock el 18/06/15). Lo primero que tengo para decir es "la puta que los parió, qué chotos los guiones". Diría que resulta increíble que esta antología fuera dirigida por un guionista, pero después me acuerdo que Jean-Pierre Dionnet es un guionista bastante mediocre, y se me pasa. Seguramente será mejor recordado como director editorial que como guionista.
En este especial tenemos 16 historietas que juegan con la temática de Hollywood, sus excentricidades, sus injusticias, el lado B de su deslumbrante mitología y demás. En principio, es una buena consigna, que puede dar para muy buenas y muy variadas historias. No es lo que sucedió. Los guiones son -en general- chatos, repiten recursos, machacan siempre sobre lo mismo... Hay más creatividad y vuelo en los artículos (algunos traducidos del francés y otros generados en España) que en las historietas. La que más gustó fue la de Kebra (de Tramber y Jano), porque uno ya sabe qué puede esperar del personaje: kilombo, guarradas y descontrol en aventuras de mucho dinamismo y poca profundidad. Eso es exactamente lo que me encontré, y lo re disfruté. La de Philippe Paringaux y Jacques Loustal tiene buenas intenciones y hasta una búsqueda por contar de manera más o menos original una historia muy trillada y muy predecible. Pero es solo una búsqueda. El dibujo es fenomenal, y el guion es eso: trillado y predecible. Y la otra que me parece que merece ser salvada del oprobio es la de Philippe Setbon y el talentoso dibujante Buffin, que a principios de los ´80 pintaba para mega-estrella pero terminó volcado al comic erótico, donde ganó mucha guita pero rifó el prestigio. Son apenas siete páginas donde no solo el dibujo es espectacular, sino que el guion crea un clima interesante y lo remata con un final satisfactorio y sorprendente.
Y después, tenemos a dibujantes de enorme jerarquía presos de guiones intrascendentes, o definitivamente malos: Luc Cornillon, Arno, Yves Chaland, Paul Gillon, el maestro italiano Bonvi, Alain Voss, René Petillon, Dominique Hé... Cualquier antología que reúna trabajos de todos esos monstruos resulta irresistible... hasta que leés los guiones. Menos mal que lo pagué barato y que están esas tres historietas a las que rescaté en el párrafo anterior. Si no, era para tirarlo a la mierda. Con mucho dolor, porque uno es fan posta de todos esos autores. Pero es así: a veces hasta un ídolo supremo como Chaland (ver la nota que le dedicamos con Gonza Ruiz en la nueva Comiqueando Digital) te deja de garpe.
De los muchos especiales de Métal Hurlant que se publicaron en Francia en los ´80, en España se replicaron solo dos, y ya tengo ambos. Este, el de Hollywood, lo recomiendo solo a los completistas que no pueden vivir sin esa aventura de Kebra de ocho páginas que no está recopilada en álbum, o a los que quieren tener TODO lo que dibujó Chaland, o Loustal, o Arno, o quien sea.
Nos vamos a 2021, cuando Knockabout y Top Shelf recopilan en libro The Tempest, el cierre de la inolvidable saga de The League of Extraordinary Gentlemen, creada por el legendario Alan Moore y el inmortal Kevin O´Neill. Que además marca el fin de las carreras de ambos próceres del Noveno Arte, porque O´Neill falleció un par de años después de terminar The Tempest y Moore no volvió a escribir historietas.
The Tempest es un comic bastante complejo de leer y de analizar. Primero, porque tiene como tres tramas que avanzan juntas, a un nivel de importancia similar. La de los superhéroes (un nuevo tributo del Mago de Northampton a la Silver Age, sobre todo de DC), la de los espías (de nuevo con James Bond en el rol del villano) y la de Prospero, el personaje creado por William Shakespeare para la obra teatral llamada -adivinaste- The Tempest. En el medio, Moore y O´Neill recuentan muchas cosas que ya habían contado en el Black Dossier, y se pasan en limpio otras que se habían contado, o por lo menos insinuado, en la trilogía de Nemo. Y por si esto fuera poco, todo está encarado desde un plano metacomiquero, es decir, plagado de referencias a que esto es un comic, y a un montón de otros comics. El estilo de O´Neill, la puesta en página, incluso la paleta de colores de Ben Dimagmaliw y el rotulado de Todd Klein, cambian mil veces a lo largo de la obra, para subrayar que estamos jugando al pastiche de la 2000 A.D. de los ´70, de los comics británicos de aventuras de los ´50, de los comics humorísticos o infanto-juveniles, del mainstream de DC (o de Marvel), o hasta de las series de TV con marionetas que producían en el Reino Unido los geniales Gerry y Sylvia Anderson.
Shakespeare, Jules Verne, Ian Fleming, Michael Moorcock y H.G. Wells conviven en estas páginas con autores de historietas de todo el Siglo XX, desde pioneros como Winsor McKay, hasta innovadores como Will Eisner, los autores de la E.C. Comics, o el inclasificable Fletcher Hanks. Todo el tiempo hay una tensión entre el amor al comic y la erudición comiquera de los autores y el asco y la rabia que le provoca a Moore la industria del Noveno Arte, el maltrato y la estafa sistemática a los artistas por parte de las editoriales. The Tempest, además de funcionar como cierre para 20 años de aventuras de TLOEG, funciona como reflexión sobre el comic y su importancia en la construcción del universo ficcional del Siglo XX y principios del XXI, una construcción colectiva, compleja, no exenta de contradicciones.
Y también hay mucho desarrollo de personajes (sobre todo de Mina Harker, Emma Night y Orlando), diálogos geniales y una generosa, frondosa proliferación de ideas de esas que el Mago tira a la marchanta en una viñeta y cualquier otro guionista estiraría a lo largo de 50 entregas de una serie regular. El final no tiene la fuerza que -a lo largo de la lectura- uno supone que va a tener, pero tampoco se siente apurado, precipitado o improvisado así nomás. Es un final atípico para una serie atípica, ni tan épico como el de Century ni tan blandito como el de Black Dossier.
Todos estos saltos temporales, dimensionales y entre distintos planos de realidad, están perfectamente graficados por Kevin O´Neill, que acá pela una chapa de Camaleón Estilístico digna de Keith Giffen, el Niño Rodríguez o Jorge Lucas. O´Neill se copa con la mímica de 100 ó 200 estilos distintos, pero sin resignar su propia identidad gráfica. Labura en blanco y negro, a color, en secuencias que se leen en 3-D (con anteojitos), en páginas que imitan las de revistas antiguas, en formato de tira diaria... hasta hay un par de páginas de fotonovela, como para que no falte ningún posible recurso de la narración secuencial. Un trabajo colosal de un autor al que cada día se extraña más. Podría estar hasta el 2038 buscando boludeces y referencias en estas páginas. Repito: es un comic complejo, con distintos niveles de lectura. Y además es entretenido, y está maravillosamente dibujado y escrito a un nivel glorioso.
Nada más, por hoy. Gracias totales y hasta pronto.
lunes, 6 de enero de 2025
LUNES PROFUNDO
Estamos en el post nº2997, a milímetros del nº3000.
Y empezamos en Japón, año 2017, cuando se publica esta segunda parte de la adaptación de Las Montañas de la Locura, realizada por Gou Tanabe sobre el texto original de H.P. Lovecraft que Planeta tuvo la amabilidad de traer a las librerías argentinas en una buena edición a un precio amistoso.
Sospecho que lo más interesante, o lo más lindo, cuando uno adapta a la historieta un texto literario debe ser tomar esas descripciones de personajes, criaturas o lugares que escribe el autor y cambiarlas por imágenes que le transmitan más o menos lo mismo al lector. Ahí es como que el historietista se hace casi tan autor como el escritor, porque le da rasgos físicos a cosas o personas que no los tenían. Esto se potencia cuando los personajes, lugares, etc. no son reales, sino fruto de la imaginación del escritor. Y más todavía cuando lo que describe el texto es algo claramente indescriptible. Ahí el desafío para quien dibuja es total. ¿Qué hacés cuando en el texto aparece algo tan bello o tan horrendo que el escritor se niega a describirlo? ¿No lo dibujás? Obviamente sí lo dibujás, y dejás la vida para que el lector no se olvide nunca de la belleza o el horror que le transmitieron tus dibujos. Y eso es lo que hace Gou Tanabe en este manga.
El argumento es mínimo, no daba ni a palos para dos libros de más de 300 páginas. Esta segunda parte, con los conflictos y los personajes ya presentados y el elenco reducido a -básicamente- dos protagonistas, menos todavía. Pero entra en juego el morbo: uno quiere ver cómo se las rebusca Tanabe para describir desde el trazo a las criaturas que Lovecraft apenas describe en sus textos, y entonces Las Montañas de la Locura se convierte en un manga más de contemplación que de vértigo aventurero. Más descriptivo que narrativo. Tanabe lo sabe y entra en ese juego como un campeón. Crea un clima cada vez más ominoso, te pone nervioso, te hace gritar "¡No sean boludos, no se metan ahí!" cada vez que Dyer y Danforth exploran un área nueva de las imposibles edificaciones de la ciudad maldita, y te lleva a un ritmo muy lento hacia una única secuencia de acción, que aparece unas 60 páginas antes del final y dura poco.
No quiero ahondar más en la trama, en parte porque no hay tanto para puntualizar, y en parte porque si sos fan de Lovecraft ya sabés mucho de lo que Tanabe te va a contar acerca de los Antiguos, la progenie de Cthulhu, los shoggoths y demás. La gracia está, sin dudas, en cómo el mangaka le da vida gráfica a este delirio cósmico. Asistimos a lo largo del libro a varios momentos en los que el virtuosismo de Tanabe estalla como una supernova y te deslumbra no solo con las cosas imposibles que tiene que dibujar, sino con la calidad del trazo, la perfección de las composiciones, la aplicación de las texturas logradas con tramas de grises... No sé si son más zarpadas y más inhumanas las criaturas que dibuja, o el propio mangaka, sinceramente.
Y ya está. Creo que después de esto, no tiene mucho sentido seguir leyendo adaptaciones de obras de Lovecraft hechas por Tanabe. Acá alcanzó una cima apoteótica, majestuosa, y todo lo que venga después (aunque esté dibujado como los dioses cósmicos) va a parecer poco frente a esta epopeya. Ojalá el autor se mande a explorar (como en sus primeros trabajos) las obras de otros escritores, o mejor aún: que se le ocurran sus propias historias para dibujarlas con esta "indescriptible" calidad.
En 2024 tuvimos nuevo libro de Rodrigo Canessa y Matías De Vincenzo (el anterior lo vimos el 22/10/19) y esta vez se trata de una ambiciosa historieta de 300 páginas, que originalmente se publicó de manera digital. Efecto Malena es una historia de misterio teñida de costumbrismo, con realidades divergentes que se cruzan y superponen al punto de volver locos a varios de sus protagonistas. Está llena de secuencias memorables, de diálogos muy reales, muy cuidados, y personajes muy atractivos. Y dibujada a un nivel realmente excelente por un De Vincenzo más sólido y más maduro que en sus trabajos anteriores.
Hay algo que, para mi gusto, le juega en contra a la historieta, que es su extensión. La trama se disuelve un poco al estirarla a lo largo de tantas páginas y, si bien la tensión y la intriga se mantienen, pierden un poco de fuerza. Me parece que esto mismo, con 60 ó 70 páginas menos, pegaría mucho más fuerte. Y otra cosa que no sé si está bien o mal, pero me llamó mucho la atención, es que a lo largo de 300 páginas de indagar en el misterio de Malena, ninguno de los personajes llega a tener en claro lo que los lectores sabemos desde el principio, porque nos lo explican en la primera frase que aparece en la contratapa: Malena nació un 29 de Febrero y solo en los años bisiestos permanece físicamente y es recordada en nuestro mundo. No es una conclusión a la que se llega fácilmente, porque se trata de algo anómalo, atípico, que no está en los manuales de ningún detective. Pero es raro ver cómo pasan las décadas, cómo personajes muy inteligentes (como Hernán Piro) hacen lo indecible por resolver el enigma, y ninguno llega a obtener este dato que los lectores manejamos desde el primer momento.
La historia transcurre en un constante juego entre existir y no existir, y Canessa hace que sus personajes reflexionen sobre esto de manera aguda. No es el típico thriller policial de identidades sustitutas, esto es algo que desafía la lógica del espacio y el tiempo. El paso de los años es muy importante en la trama, por esto de los años bisiestos, y los autores no lo retratan de manera obvia. No te ponen un bloque de texto que dice "ahora estamos en 2004, que es bisiesto". Hay pistas que te permiten deducir en qué año estamos, pero son sutiles y tienen que ver con canciones, programas de TV, afiches en la calle y demás información que andá a saber cuántos lectores captan.
Un poco por eso, Efecto Malena es un comic que peca de ser un tanto críptico. En 300 páginas nunca aparece un personaje que para la bocha y pasa en limpio lo que sabe hasta el momento. Canessa se juega más a lo extraño, a lo que no tiene explicación, y a cómo esto genera un tsunami de irracionalidad que termina por arrastrar al abismo a los personajes más involucrados con el misterio de Malena. Lo mejor del guion es cómo mantiene todo el tiempo los pies sobre la tierra y cuida celosamente el verosímil, mientras se acumulan elementos clásicos del thriller y una amplia gama de realidades alternativas que entran y salen de escena a lo largo de muchas décadas. El misterio en sí -repito- se desinfla un poco por la extensión de la obra, por su carácter críptico y porque involucra una cantidad de elementos dramáticos también un poco excesiva. La idea que motoriza la trama es realmente muy buena, pero -de nuevo- funcionaría mejor contada de modo más simple y más breve.
Nada más, por hoy. Si necesitás más lectura para llenar los ratos libres de las vacaciones, ya sabés que en https://comiqueandoshop.blogspot.com/ te podés descargar por muy poquita plata un número demoledor de la Comiqueando Digital, con 15 notas inéditas, un podcast y dos videos exclusivos. Gracias y hasta pronto!
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viernes, 3 de enero de 2025
VIERNES AL MEDIODÍA
Y sí, ¿por qué no? Toda hora es buena para sentarse a reseñar los libros que leí en estos días.
Empiezo por uno que salió en las últimas horas del 2023 y durmió un año en el pilón de los pendientes: el Vol.2 de Don Pascual, editado por la Biblioteca Nacional (el Vol.1 lo vimos el 27/10/24). Lo primero que destaco esta vez son los textos que aparecen al final del libro, que aportan muchísimo. Sobre todo el de Miguel Dao, muy bien escrito y con un volumen de información demoledor acerca de la historieta y su autor, Roberto Battaglia.
Las historietas propiamente dichas no me llamaron tanto la atención, porque es básicamente la misma fórmula que ya vimos en el Vol.1, un poquito más pulida. Los protagonistas y la mayoría de los secundarios ya estaban presentados (ahí tenemos unas cuantas sorpresas menos) y de hecho Battaglia ya había "podado" el elenco de la tira para centrarse en menos personajes. Esta segunda mitad no suma estrellas de la talla de Taraletti, Agustín o Zazá al alocado entorno de Don Pascual, sino que simplemente los enrosca de distintas maneras. Y además, uno a esta altura ya conoce la dinámica de Battaglia: una situación que empieza chiquita, urbana, y a las pocas viñetas cobra dimensiones globales o incluso interplanetarias. Así, Don Pascual vive aventuras disparatadas, repletas de peripecias imposibles, en selvas, desiertos, planicies congeladas, países exóticos y planetas remotos, sin solución de continuidad, con breves enredos ambientados en su almacén, o en el barrio, entre una y otra saga más extensa. Mil veces queda en medio de una guerra entre potencias enemigas, mil veces lo capturan, mil veces se escapa, mil veces es llevado a estos escenarios lejanos contra su voluntad, mil veces se enfrenta a villanos malignos y criaturas salvajes... Claramente es una serie pensada para ser leída de a una página por semana a lo largo de 16 años, no para bajársela toda en pocos meses en dosis tan voluminosas como estas.
No digo que sea una cagada, para nada. Los diálogos son muy cómicos, el ritmo es frenético, Battaglia se da el lujo de reírse de todo y de no explicar casi nada, el dibujo mejora a lo largo del Vol.1 y para este tomo ya es excelente y sobran los personajes carismáticos. Lo que tira para atrás, en todo caso, es la reiteración de la fórmula para detonar las aventuras y esas secuencias de peligro falopa que terminan en un cliffhanger para que quisieras volver la semana siguiente... a enterarte de que los buenos siempre zafan, por jodidos que parezcan los peligros. No me quiero poner en choto que le baja el precio al material, porque realmente la experiencia de lectura que nos habilitó la Biblioteca Nacional con estos libros no se parece casi nada a la de los pibes y pibas que durante casi 17 años siguieron a Don Pascual y sus amigos en las páginas de Patoruzito, semana a semana, en una época que no tiene un catzo que ver con esta.
Me quedo, entonces, con la sensación de libertad, de creatividad sin límites, de joda descontrolada que no decae nunca. Todo eso me lo transmitió Don Pascual casi 80 años después de que Battaglia lo creara y más de 60 años después de su última aparición. Y lo apuntaló con un dibujo y una narrativa brillantes. Como ya conté, Don Pascual era -además- la historieta favorita de la infancia de mi viejo, así que poder leerla completa fue como una especie de diálogo póstumo con él. Más motivos para atesorar estas majestuosas ediciones y agradecerle por siempre a Juan Sasturain, Lautaro Ortiz y todo el equipo que las hizo posibles.
Me voy a Francia, año 2006, cuando René Petillon publica otro álbum de Jack Palmer, su patético detective. Esta vez se trata de "El Caso del Velo", que Norma editó (también en 2006) en el formato de álbum de tapa dura pero más chiquito, que a mí me encanta. Ya vimos acá otras historias de Jack Palmer, en las que Petillon juega con los tópicos de las historias de detectives para sumergirnos en algún submundo medio áspero, con códigos entre desconcertantes e indignantes, y se juega a hacer humor con eso (ver reseñas del 13/02/18 y el 12/04/22). Cuando repasamos los otros libros de Petillon hablé bastante del dibujo, así que no me voy a meter de nuevo ahí. Simplemente apuntar que, de los tres álbumes, este es el que tiene más trabajo en los fondos.
Esta vez la historia nos lleva al submundo de los musulmanes que viven en Francia, una amplia comunidad que -nos revela Petillon a los que no sabemos un carajo del tema- no es para nada heterogénea, y está atravesada por profundas divisiones filosóficas y éticas que tienen que ver con distintas formas de interpretar las sagradas escrituras del Corán. Sin faltarles abiertamente el respeto, sin tratarlos abiertamente de fanáticos, retrógrados o trastornados, Petillon se va a cagar de risa de estas divisiones, de esta grieta entre moderados e integristas que por momentos amaga con inyectarle una fuerte dosis de violencia a la trama del álbum. Esto nunca sucede. No vuelan piñas, los fanáticos no linchan a nadie, nadie pone bombas en ningún templo de ninguna religión... Todo se resuelve de una manera más cercana a la de la comedia de enredos que a la de un thriller policial. De hecho, lo más criticable que tiene el álbum es que Jack Palmer resulta tan ineficaz en su accionar, que no tiene un verdadero peso en la trama. Todo podría desenvolverse exactamente igual sin sumar al detective a la ecuación.
De nuevo, no perdamos el foco: El Caso del Velo es una historieta en joda, con un filo satírico mucho más agudo que el de Don Pascual, pero en joda al fin. Entonces lo importante es engancharse con las situaciones de comedia, con los diálogos (gloriosa la traducción del genial Enrique Sánchez Abulí) y con estos personajes extravagantes que se mandan un moco atrás de otro, convencidos de que están haciendo lo correcto. Y ese es un detalle no menor: El Caso del Velo es un relato que tiene conflictos fuertes, pero no héroes o villanos. Tal vez eso sea lo que lo hace tan atractivo y tan pregnante.
Nada más, por hoy. Seguimos en la cuenta regresiva hacia el post nº3000, que se viene muy pronto. Y si querés leer mucho más, ya sabés: entrás a https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y te descargás la Comiqueando Digital, que es una bomba atómica.
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miércoles, 1 de enero de 2025
15 AÑOS
Un día como hoy, pero de 2010, empecé con este blog. Y así, como si nada, pasaron 15 años. Una animalada. La mitad de la vida de algun@s de l@s lector@s que nos siguen.
Al principio, el blog fue un desafío (generar a lo largo de un año 365 reseñas de 365 comics leídos y criticados en tiempo real), después fue un hábito, después una adicción. Más de una vez traté de decir "ya fue, no lo hago más", y acá estamos. Finalmente me di cuenta de que me sirve muchísimo el ejercicio de "pensar en voz alta" acerca de lo que leo, y a la vez dejar un registro que incluso puedo consultar fácilmente cuando me ofrecen un libro que no me acuerdo si tengo o no en mi colección. No conozco mucha gente que haya escrito aunque sea un par de párrafos acerca de todos y cada uno de los comics que leyeron en los últimos 15 años, pero a mí eso me seduce aún hoy.
También me sirve postear reseñas de las (poquísimas) películas que veo, para tener constancia de la primera impresión que me causaron. Después pasa el tiempo, vuelvo a leer esas reseñas y muchas veces no coincido para nada conmigo mismo. Pero el formato me gusta, se parece al de los de los "videos de reacción" que hay en YouTube, por la inmediatez con la que suelo escribir los textos, bien caliente, recién salido del cine.
Y por último, pero no menos importante, me sirve como una vía de comunicación más con los lectores. La más directa, porque acá no hay filtros, no está la marca "Comiqueando", no hablo en nombre de un equipo sino siempre a título personal, es una instancia de contacto casi íntimo con quienes me leen. No sé si de acá algun@ habrá saltado al sitio web de Comiqueando, o al canal de YouTube, o a la Comiqueando Digital, pero si algun@ lo hizo, notará que acá es todo un poquito más real, más genuino. Cuando estoy pensativo, con ganas de profundizar, hilar fino y usar palabras complicadas, acá se nota. Cuando estoy con ganas de sacar las reseñas con fritas para irme de joda, también. Cuando estoy en un día de mierda en el que todo lo que leo me parece una garcha, también. En el canal de YouTube, por ejemplo, eso se nota mucho menos.
Pero basta de hablar de mí. Acá lo importante son los comics, los miles de autores y autoras a los que he tenido el placer de leer en estos 15 años, y por supuesto las editoriales que los publican y que en muchos casos me hacen llegar los libros para que yo los lea y los reseñe en este espacio. Mi agradecimiento para todos ellos (artistas y editoriales) es infinito. Perdón también a aquellos a los que los hago esperar varios meses para leer y reseñar sus obras. Tengo unas montañas de libros pendientes de lectura realmente monstruosas, fruto de las excesivas compras del 2023 y 2024. No sé cuándo me voy a poder poner al día, lamentablemente. Voy a tratar de comprar menos este año, pero esa promesa ya la hice muchas veces y nunca la cumplí. Las pilas de libros sin leer son como un tanque de combustible lleno, parte de lo que hace que el blog se siga moviendo hacia adelante, sin parar más que cuando me voy de vacaciones.
Para no hacer interminable la sanata, gracias totales a los lectores. A los que están desde el principio y a los que se fueron sumando. Este año llegamos (por fin) a los 600 suscriptores, y la cantidad de lecturas no baja, incluso cuando en 2024 casi no hubo reseñas de películas, que suelen ser las más leídas. Es muy loco que haya un nabo que hace un blog hace 15 años, pero igual o más loco es que haya un montón de gente que todavía entra a un blog a leer lo que escribe ese nabo. Así que la culpa, en todo caso, es compartida. Perdón también a quienes me encaran en algún evento y me dicen "Compré tal cosa porque vos la recomendaste". Sé que leer este blog es peligroso para las finanzas del comiquero promedio, pero bueno... también está la posibilidad de encontrar el material digitalizado y leerlo online sin poner un mango. No siempre, claro, pero se puede achicar el gasto (y el espacio que ocupan los comics) por ese lado. Y de última, si es algo que recomiendo enfáticamente, por ahí se justifica ajustar otros gastos para acceder a una buena edición en físico del comic en cuestión y atesorarlo como a una gema. Cada uno sabe cuánta bola le da a las recomendaciones que aparecen en este espacio, y qué peso tienen en su comportamiento como consumidores de cultura.
Y ahora sí, lo último. Qué bueno es que en los comentarios se hayan dejado de joder con el tema de los idiomas. En los primeros años del blog, me bardeaban por reseñar material que solo existía en francés, o en italiano, o en portugués... e incluso en inglés. "¡Eh, gato, hablá de comics que se consigan en castellano, así los podemos leer todos!". Ahora por suerte se calmaron. Les cayó la ficha de que este es un blog donde yo dejo constancia de lo que leo, en el idioma en el que consigo el material, o en el que se me canta el orto leerlo. Ni hace falta decir que un montón de los comics de los que hablamos en el blog cuando sólo existían en francés o en inglés, en algún momento de estos 15 años se tradujeron también al castellano y algunos hasta se publicaron en Argentina.
Bueno, nada más. Este es el post nº2994. En pocos días vamos a compartir el nº3000, que va a ser muy especial. Gracias de corazón por haber llegado hasta acá, feliz 2025 y vamos por otro año lleno de comics para disfrutar, reseñar y recomendar.
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