La verdad es que durante esa inolvidable semana en España no tuve tiempo para postear nada. Sí para leer, porque el viaje fue largo. Así que, ya en casa, es hora de reseñar algunos de los libritos que me bajé en aviones, trenes y micros.
Pedro and Me es una novela gráfica editada en 2000, en la que Judd Winick (que todavía no era guionista, sino autor integral) nos cuenta su experiencia en MTV: The Real World, uno de los primeros realities de la historia de la televisión. En esa convivencia filmada por no sé cuántas cámaras, este joven dibujante newyorkino se hizo amigo de Pedro Zamora, un chico nacido en Cuba y emigrado a EEUU, portador del virus del HIV. La historia de Pedro conmovió a todo el país, sobre todo porque unos pocos meses después de terminado el reality, este incansable vocero de los enfermos de SIDA falleció, con sólo 24 años. En 180 páginas, Winick nos cuenta su vida, la de Pedro y la increíble experiencia de haberse conocido en condiciones tan atípicas como un reality que vieron millones de personas, donde también participaba la que hoy es la esposa del autor. Por supuesto que el conflicto central es la enfermedad de Pedro, y desde el primer momento sabemos que va a terminar mal. Pero el tono no es excesivamente bajonero ni solemne. De hecho, creo que lo mejor que tiene la obra es el tono, la forma en la que Winick nos mete en la historia y logra que nos interesemos por lo que sucede sin apelar a golpes bajos y sin predicar. El dibujo no llega a ser precario, pero no brilla demasiado. Lo que más me gustó de la faz gráfica es el rotulado, que me hizo acordar mucho al de Scott McCloud. Si no te aburre la temática, Pedro and Me se puede abordar como una historieta autobiográfica muy lograda, o como un rastreo arqueológico de la época en que Judd Winick todavía dibujaba sus propios guiones, sin superhéroes, pero con luchadores de carne y hueso.
Finalmente, y después de muuuuchos años, conseguí el tomito que me faltaba de Los Reyes Elfos, casualmente el primero, el que dio origen a la extensa saga creada por Víctor Santos también en el 2000. Al haber leído todo lo posterior, ya sabía todo lo que iba a pasar en estas primeras 42 páginas: el príncipe Ehren Heldentodsson regresa a Alfheim tras un largo exilio en medio de un clima enrarecido y debe suceder en el trono a su padre, que muere en un combate. Lo que me llamó la atención es cómo suceden estas cosas, a qué ritmo, y con cuántas pistas acerca de lo que iba a pasar más adelante. Evidentemente acá había un plan, Santos sabía muy bien que esto era sólo el principio y abre un montón de puntas que más adelante se van a explorar a fondo. Las 42 páginas parecen 64, porque hay muchas páginas con más de 12 viñetas. Esto permite que el espacio alcance para explicar todo el entramado sociopolítico de Alfheim, presentar a los personajes y desembocar en una machaca no tan enfatizada, pero muy satisfactoria. El dibujo está muy verde comparado con lo que veremos hacer más adelante a Santos, y aún así se la re-banca.
Vamos con el primer tomo de Sex Criminals, la muy original, picante, transgresora y ganchera serie de Matt Fraction y Chip Zdarsky. Al dibujante no lo conocía y la verdad es que me gustó mucho, sobre todo por cómo trabaja la composición de las viñetas, por cómo encara esas páginas de muchos cuadros y por su manejo del color, que es impactante y elegante a la vez. Al guionista, en cambio, ya lo tengo bastante junado y –por más limada que sea la idea de esta serie- difícilmente me sorprenda como me sorprendió con Casanova, por citar su obra más personal. Lo que sí me resultó increíble es lo zarpado del contenido, la cantidad de menciones y apariciones explícitas de las pajas, los lechazos, los dildos, los petes, los garches, los orgasmos y todo el universo de los placeres carnales, que en la historieta aparecen con frecuencia sólo en el género porno, y están prácticamente suprimidos en todos los demás. Acá a Fraction se le ocurrió la forma de que una historia de amor y aventuras funcione en torno a un “superpoder” íntimamente ligado al sexo, y el resultado es gracioso y efectivo. Le falta un poquito más de fuerza a la aventura: por momentos parecieran sobrar los villanos, su aparición no resulta ni a palos tan natural ni tan interesante como la relación entre Suzie y Jon, que está muy, muy bien trabajada. Obviamente me cebó como para ir por un segundo tomo… y para desear que los autores no se jueguen a estirar la idea más de lo que esta puede resistir sin hacerse burda o reiterativa.
Tengo más material leído así que, si llego con el tiempo, clavo una reseña más antes del domingo. Será hasta pronto!
miércoles, 20 de julio de 2016
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