Bueno, mientras el gobierno nos secuestra los resultados de la elección en Provincia de Buenos Aires y mira para otro lado mientras Gendarmería desaparece a Santiago Maldonado, yo tengo secuestradas y desaparecidas las reseñas de los últimos dos libros que leí, por falta de tiempo para sentarme a redactarlas. El tema de no tener tiempo para redactar reseñas hace que no me den ganas de leer más libros y eso es una garrrrcha, mal. Por suerte me siguen dando de ganas de invertir esos viajes en bondi en leer literatura. Si no, me convertiría en un helecho menteplana capaz de votar a Cambiemos. Pero vamos a las reseñas, que finalmente están disponibles.
Arranco con un libro (¿qué digo “libro”? ¡Recontralibrazo!) de 2016 que se me había traspapelado: la esperadísima edición argentina de El Patito Saubón, en la versión que Carlos Nine realizó para Francia en 2009, a todo color y con muchos cambios respecto de la publicación original de los ´80. Las cuatro primeras historias son magníficas. Los textos en off, narrados por el propio Saubón, parecen una sátira a los clásicos del hard boiled norteamericano, en contraste con la estética surreal de los fondos, mientras que la violencia y la sordidez de los argumentos contrasta con la elegancia la plasticidad con la que Nine dibuja a los personajes. Esos episodios (sobre todo el cuarto, el más extenso) funcionan como un relojito, a pura belleza.
Después la serie pierde un poquito el rumbo y se reitera la fórmula “Saubón se entrevera sexualmente con la mina incorrecta y todo termina mal”, por supuesto con mucha gracia, pero sin la sorpresa ni la sofisticada ironía del primer tramo. Pero dentro de esta segunda mitad hay un episodio fundamental: Suite Pepona, una historia bizarra, inquietante y magistral, en la que Nine homenajea sin tapujos al universo de Krazy Kat y (ya que estamos) a El Eternauta. La última historieta, Viaje Sentimental, es larguísima al recontra-pedo (38 páginas, una eternidad), pero está tan bien dibujada que no querés que se termine nunca.
Como para cerrar, este es un comic totalmente único, irrepetible e idiosincrático. Es Carlos Nine desaforado, pasado de rosca, dispuesto a todo. Si te gusta Nine, lo tenés que tener sí o sí. Y si no te gusta Nine, lo tenés que leer para tratar de entender por qué no te gusta Nine, y por qué a tantos nos resulta fascinante.
Me faltaba un tomito para terminar Satellite Sam, la obra de Matt Fraction y Howard Chaykin, y la verdad que termina muy bien. Visto en perspectiva, el… 60% de lo que pasa no aporta nada a la trama central. Son personajes y situaciones que tranquilamente podrían no estar sin modificar casi en lo más mínimo el desarrollo del argumento. Pero… sabemos que tanto a Fraction como a Chaykin les gusta el protagonismo coral, las tramas accesorias, los conflictos secundarios que a veces aportan confusión (para el lector, no para ellos), tensión, humor, realismo, o simplemente excusas para que Chaykin dibuje a más minas con escasa vestimenta.
El trabajo de Chaykin acá es formidable, tanto en la narrativa como en el dibujo, rubro en el que se reencuentra con el blanco y negro para desplegar una variedad de recursos gráficos realmente pasmosa. Efectos, texturas, grisados, claroscuros… Chaykin apuesta fuerte en todo, hasta en la colita de los globos. Visualmente, no descarto que este sea el mejor Chaykin de Black Kiss para acá, mirá lo que te digo. Pero el trabajo más difícil es el que le tocó a Fraction, que se propuso escribirle a Chaykin un guión que parece de Chaykin. Como comentábamos en la reseña del Vol.1, si alguien te edita Satellite Sam omitiendo el nombre de Fraction, vos te creés SIN DUDAR UN INSTANTE que Chaykin es el autor del guión, no
Los propios autores reconocen que, con el correr de los episodios, el misterio “policial” se fue alejando del centro de la escena y Satellite Sam pasó a ser un comic acerca de los procesos internos que vive un tipo, Michael White, inmerso en una situación que no puede controlar, y acerca de esa industria naciente que era la de la televisión. Fraction le saca un enorme provecho a ese viraje: escaparle al mero “whodunnit” le abre posibilidades, lo libera, y el guionista responde con jerarquía.
Erotismo, muerte, televisión en vivo (y en blanco y negro), racismo, negocios espurios, amor, política, sexualidades alternativas, lealtades mafiosas y de las otras y un dibujo majestuoso son apenas algunos de elementos que hicieron memorable (y sumamente recomendable) a Satellite Sam. Sintonizalo.
Espero volver a postear esta semana, y si no, nos vemos el 20 y 21 en Dibujados. Gracias por el aguante.
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