A unas poquitas horas de grabar el Podcast nº100 de Comiqueando, me siento a reseñar los libros que me bajé en estos últimos días.
Arranco con el Vol.3 de Amuleto, de Kazu Kibuishi, esta adictiva epopeya que combina elementos de Harry Potter, Lord of the Rings y las pelis de Hayao Miyazaki. Esto tiene muchas “atractividades” diría el ingeniero más iletrado del planeta: es un comic muy ganchero, la trama tiene un gran ritmo, mucha acción, mucho espacio para el desarrollo de personajes (combinado con un elenco que no para de expandirse), ideas fantásticas… lo único que me deja un sabor medio choto es pensar que estamos en el Vol.3 y son nueve… Con lo cual muchas de las peripecias que te hacen vibrar en este tomo, en el contexto global de la obra, cuando la hayamos leído completa y podamos mirarla desde una cierta distancia, nos van a parecer boludeces, relleno, secuencias que podrían no estar y que hubiesen ayudado a que la historia fuera del punto A al punto B por un camino más lineal, menos laberíntico. Pero es una presunción mía, porque todavía me faltan años para leer el final de Amuleto y no tengo forma de saber cuánto peso real tienen estas peripecias en la estructura básica, en los cimientos de la saga.
Así que por ahora me engancho y disfruto como un pibe de 11 años de lo que me cuenta Kibuishi. Me dejo emocionar con los momentos emotivos, me dejo maravillar con esas ilustraciones de paisajes, me dejo asombrar por las criaturas imposibles… hasta me fumo una traducción al castellano rioplatense a la que se le notan algunas inconsistencias. Y sigo recomendando Amuleto a aquellos que están buscando una lectura para compartir con chicos de 9 a 12-13 años, que esté bien dibujada, que no haga tanto hincapié en la violencia como los comics de superhéroes y que no requiera la compra de 25 ó 30 tomos como el shonen. Tengo el Vol.4 pidiendo pista, y seguro le entro este año.
En Mayo de 2016, salió en España la que hasta ahora es la última novela gráfica del prócer gallego Miguelanxo Prado. Un par de meses después, tuve la suerte de viajar a ese país y me compré Presas Fáciles, sin dudar un instante.
En Presas Fáciles, Prado se despoja de una de sus armas infalibles, el color. Pero nos recuerda que trabajando con blanco, negro y grises también puede alcanzar resultados fascinantes. El dibujo es realmente perfecto y si bien se nota bastante cuando Prado elabora los fondos en base a fotos, esto contribuye muchísimo a la sensación de realidad palpable y hasta incuestionable que quiere transmitir la obra. Porque en Presas Fáciles, el autor deja de lado también los elementos fantásticos. Ya no hay nada que no exista en la realidad posta, no hay pinceladas de realismo mágico, todo es absolutamente terrenal, prosaico, y cuanto más constatable resulte, mejor.
A través del artificio de una investigación policial, Prado nos cuenta el plan perfecto de un grupo de jubilados para vengarse de los banqueros que los cagaron como de arriba de un puente y se quedaron con sus ahorros de toda una vida allá por el 2008-2009, cuando se pinchó la burbuja inmobiliaria y la mentira de los créditos accesibles para todos. Como siempre que el sistema pega estos cimbronazos, los perjudicados fueron los débiles, los pequeños ahorristas, nunca los grandes garcas a los que les sale gratis incluso equivocarse y perjudicar -al punto de dejar en la calle- a miles de personas que confiaron en ellos. Prado abreva en los diarios, en los noticieros, en el pulso de la calle, y con eso urde una trama de fición que respeta a rajatabla las convenciones del “policial de procedimiento”. Y además encuentra espacio para darle onda y carnadura a varios personajes, principalmente a la protagonista (la inspectora Olga Tabares).
Esta vez, Prado no busca crear una obra maestra como en Trazo de Tiza o Ardalén. Se conforma con bajar línea acerca de las consecuencias de darle rienda suelta a la banca para que haga lo que se le da la gana… y de paso nos advierte que, si les tocás el culo, los septuagenarios y octogenarios también se pueden convertir en villanos jodidos y letales. Mirá lo espesa que estará la realidad en esta España gobernada hace años por la derecha más cabeza de Europa, que hasta Prado -que siempre descolló en la ciencia-ficción, en la comedia o en el realismo mágico- se mandó una obra 100% verídica, ambientada en 100% en el presente y prácticamente sin chistes. Obviamente le salió muy bien. Presas Fáciles es, además de un alegato bravísimo, una excelente novela gráfica.
Volvemos pronto con nuevas reseñas. ¡Hasta entonces!
domingo, 18 de febrero de 2018
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