Después de un finde entero en Dibujados, vi tanta historieta argentina que quiero descansar un poquito de la misma. Capaz que esta semana leo sólo material de autores extranjeros. Pero para reseñar hoy, tengo dos libros leídos entre viernes y sábado, uno de ellos de producción nacional. Ahí vamos.
En 2009, Alan Moore y Kevin O´Neill retoman la gloriosa League of Extraordinary Gentlemen con tres libritos de 80 páginas, englobados bajo el título de Century. Por supuesto mi expectativa era altísima… y el resultado, más o menos. En primer lugar, no entiendo (supongo que lo entenderé cuando lea los otros dos tomitos) si esta entrega, 1910, se considera autoconclusiva o si es el primer tramo de una trilogía. Tengo la duda, porque Moore plantea dos líneas argumentales y resuelve una sóla (la del ascenso de la hija de Nemo a capitana del Nautilus). La otra, la investigación de Mina Harker y sus adláteres en torno a un culto satanista (o algo así), queda bastante abierta, aunque no me extrañaría que el Mago la retomara en la segunda entrega, ambientada en 1969. Y el gran problema que tiene Century: 1910 es que está groseramente estirada. Moore narra en 80 páginas lo que podría resumirse sin ningún sobresalto en 40 páginas, 48 siendo sumamente generosos. A tal punto llega la estirada, que hay hasta ¡canciones! Escenas en las que el comic parece una peli musical, de esas en las que los personajes cantan canciones relacionadas a lo que está sucediendo en la imagen.
De todos modos, Moore le saca un rico jugo al período histórico, a los nuevos personajes que rodean a Mina (habrá que ver si los desarrolla un poco más en las secuelas) y nunca faltan ni la acción, ni la runfla, ni las escenas fuertes, ya sea truculentas o emotivas. Y por supuesto, cuando entran en juego los dibujos de O´Neill, cualquier historia, por chota que sea, o por estirada que esté, cobra un atractivo irresistible. No termino de decidir si banco o no la labor del colorista, porque por momentos me encantó y por momentos me hizo un poco de ruido. Pero la magia de O´Neill late fuerte y se lleva puesto todo lo que le pongas adelante o en este caso, encima. Veremos como sigue la trilogía; ni bien me recupere de este nuevo exceso de Alan Moore, le entro a Century: 1969.
Me vengo a 2017, cuando se publica en Argentina la primera novela gráfica de Jazmín Varela, titulada Guerra de Soda. Esta es una obra autobiográfica, que no tiene un hilo conductor, no está atravesada por un conflicto, sino que está armada con varias anécdotas de la infancia e inicios de la adolescencia de la autora. Las anécdotas son triviales, típicas boludeces de nenas de 10 u 11 años, con algún chispazo de dramatismo en la del melenudo de barba que corre a las chicas por la calle. El resto transita entre la comedia costumbrista y la nada misma, no veo historias fuertes, de esas capaces de atraparme o involucrarme como lector.
Pero mi problema principal con esta obra (y otras que se le asemejan) pasa por el dibujo. En estas páginas, Jazmín Varela no muestra recursos que le permitan: a) diferenciar las figuras de los fondos, b) transmitir sensación de profundidad mediante la perspectiva o el volumen, c) generar efectos de iluminación mediante técnicas de sombreado, d) diferenciar a los personajes adultos de los niños. O sea que, aunque me gustara su estilo gráfico, tengo que señalar que no es un estilo idóneo para narrar una historia en imágenes. Y hay más: Guerra de Soda prescinde de los bordes de las viñetas, de punta a punta de la novela. Eso es, sin dudas, una canchereada. Es salir a la cancha a tirar y sombreritos. Es algo que puede hacer el Diego, o Ricky Centurión. Si lo hago yo, me como una lluvia de monedazos de la tribuna. Y en historieta, lo puede hacer… Will Eisner, ponele. No una autora con menos de 30 años en su primera novela gráfica. El resultado es que muchas veces hay que adivinar dónde termina una viñeta y dónde empieza la siguiente, lo cual obstaculiza mucho el flujo del relato. Si además de pedirme que decodifique cuáles son los personajes y cuáles los elementos de los fondos, me pedís que deduzca dónde están los límites de la viñeta, por lo menos tené la cortesía de recompensarme con una historia más interesante que “fui a la pileta en bikini y todas las otras chicas tenían mallas enterizas”.
Mini-párrafo aparte para ese sinfín de páginas en blanco, carátulas y chamuyos varios que no aportan nada a la historia y deslucen una edición muy cuidada. Este era un libro para editarse con 12 o 16 páginas menos. Pero bueno, es evidente que hay editores decididos a apostar por este tipo de historietas, y supongo que ven cosas que uno no ve, valoran aspectos que uno no tiene en cuenta y sintonizan con un público con el que yo no sintonizo, que no sé si consume otras historietas, pero que recibe a estas con genuino entusiasmo. A esta altura de mi vida, realmente no le encuentro ningún atractivo a Guerra de Soda y trataré de no volver a ensartarme con otras obras de Jazmín Varela.
Gracias por la onda de siempre y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.
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6 comentarios:
Las canciones son variantes de La Ópera de 3 Centavos de Brecht y Kurt Weill donde también aparece Pirate Jenny y canta una canción acerca del Black Freighter que va a venir a rescatarla. Creo recordar que también aparece una Lulú (el personaje que entre otras encarnó Louise Brooks en el cine) como una de las víctimas de Mack the Knife. Pasa que Jack el Destripador aparece en "Lulú o la Caja de Pandora". El culto que quiere crear una especie de anticristo tiene que ver con personajes de una novela de Aleister Crowley y con los de una novela de Somerset Maughan inspirada en Crowley (El Mago, se llama). Te tiro esos datos medio de memoria, ando con ganas de releerla ahora que está por salir The Tempest.
No solo que esa investigación es lo que une a los tres tomos, que temporalmente saltan en el tiempo y pueden mecharse con los dtomos de Nemos, además de Dossier Negro, sinó que la inclusión de las canciones es porque la base de la historia es La Opera de los Tres Centavos. De ahí la mención del Black Freighter (canción incluida justamente en la película Watchmen), que en este caso pasa a ser el Nautilus pintado de negro :)
No te olvides de pegarle a Macri, Andrés, que venis muy flojito con eso ultimamente. ¿No te estarás haciendo oficialista vos?
Normalmente vivimos lo que nos imponen los padres, las costumbres, la sociedad en general, y esa situación crea el sufrimiento. Trabajamos en lo que no nos gusta, estamos obligados a juntarnos con personas que no nos son agradables, estamos obligados a obedecer reglas que consideramos tontas o inadecuadas. Para constatar nuestro grado de sufrimiento, debemos adoptar una actitud totalmente objetiva ante la vida. El lema es “la realidad es lo que es y no lo que parece”.
El sufrimiento tiene una causa: el deseo. Sufrimos porque tenemos deseos de ser, de tener, de defender. No nos gusta la identidad que tenemos, luchamos por tener, luchamos por defender. Todo eso, a costa de nuestro Yo. El Dalai Lama tiene una frase muy feliz: los occidentales gastan su salud persiguiende el dinero, y luego gastan su dinero tratando de recuperar su salud.
El sufrimiento puede ser anulado. Existen las vías para hacerlo, y el budismo entrega herramientas para ello. Las técnicas de relajación y meditación persiguen ese fin. En la medida que, con esas técnicas, aprendemos a manejar nuestro deseo, aumentaremos en el grado de felicidad conque vivimos la vida. Aprenderemos a actuar y decidir en forma serena, tranquila, en paz. Anularemos el estrés, que es la expresión del sufrimiento en nuestra cultura.
Para avanzar en el Camino del medio existen 8 directivas éticas y comportamentales que seguir, llamadas el Óctuple Sendero, y que se refieren a la manera como interactuamos en la vida:
Comprensión correcta (conocer y entender objetivamente la vida y nuestro entorno)
Pensamiento correcto (evitar los deseos, el odio, los pensamientos negativos)
Palabra correcta (hablar lo justo y necesario, no mentir)
Acción correcta (no matar, robar, herir, violar, etc.)
Ocupación correcta (ganarse la vida de forma digna, sin hacer daño a otros)
Esfuerzo correcto (detectar y recanalizar los malos instintos y enfatizar los buenos. Adquirir buenas actitudes)
Atención correcta (estar consciente de nuestra externalidad, de nuestros pensamientos, emociones, reacciones corporales)
Concentración correcta (relajarse y meditar con aplicación, sin desear más que el propio despertar)
El zen se practica a través de la relajación y meditación, y de la observancia de las 4 Nobles Verdades, y de las normas del Óctuple Sendero. La persona que practica el zen logrará un estado de paz interior que le permitirá aumentar sus capacidades sociales y laborales, y por ende el éxito en lo que se plantee.
Tranqui, Horacio, la Pesada Gerencia se encarga todos los días de que yo sea cada vez más anti-Macrista. Prometo vilipendiar abiertamente a alguno de los malvivientes que nos gobiernan en la próxima reseña, para que nadie extrañe ese tipo de comentarios.
¡Y buenísimos los aportes de los que comentaron sobre Century: 1910! Sigo aprendiendo un montón de cosas gracias a ustedes.
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