el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 25 de julio de 2018

TERCER VIAJE DEL MES

Y bueno, ahora estoy en la cuenta regresiva rumbo a un tercer evento lejos de Buenos Aires, esta vez el Comarca Fest en Viedma, provincia de Río Negro. Seguramente en el viaje me leeré algún libraco de los gordos, como para tener qué reseñar a la vuelta.
Mientras tanto, sigo avanzando con el pilón de los pendientes y arranco con Apocalypse Nerd, el tomo que recopila la miniserie homónima realizada por Peter Bagge para Dark Horse hace ya más de diez años. La idea es magnífica, el desarrollo es totalmente adictivo, los diálogos son brillantes, el dibujo superó ampliamente mis expectativas y lo único que tengo para criticarle a Bagge es el punto que elige para cerrar la historia.
El final está muy bien, es coherente con todo lo que el autor nos transmite a lo largo de la obra, pero… ¿te parece terminarla en ese momento? Pasa algo tan grosso, tan brutal, presenciamos un giro tan abrupto en el devenir de la trama, que me parece que esa última escena merecía a) un énfasis especial, incluso desde el dibujo (viñetas más grandes, quizás) y b) alguna reflexión, alguna exploración de las consecuencias de lo que sucede, que tendrían que ser muchas y bastante profundas. No obstante todo esto, Apocalypse Nerd no es un chiste cuya efectividad se define en la última jugada, en el remate final. O sea que la casi ausencia de un final, o la sensación chota que me deja Bagge al jugar tres cuadritos antes del final una carta tan zarpada y dejar todo ahí, no alcanza para “bajarle el precio” a la obra.
Como tantas historias post-apocalípticas, Apocalypse Nerd describe con certera mala leche la forma en la que los seres humanos y los vínculos entre ellos se degradan una vez que un hecho de fuerza mayor (en este caso un ataque nuclear de Corea del Norte contra la región Noroeste de los EEUU) rompe el frágil andamiaje de reglas y convenciones sociales que nos permiten vivir en sociedad. Entre peripecias, acción, violencia, chistes y guarangadas varias, lo que le interesa a Bagge es eso: mostrarnos cómo tipos normales y civilizados se vuelven depredadores, bestias amorales capaces de robar y matar sin sentir el menor remordimiento. Y lo que hace que esto funcione tan bien es precisamente lo que a priori parece más desubicado que chupete en el orto: los chistes y las guarangadas, recursos que Bagge maneja a la perfección desde siempre y que hacen que esta historia no sea “una más de post-apocalipsis” sino una historia muy fuerte, preocupantemente posible, que te propone una gama amplísima de emociones y te sorprende cuando y donde menos te lo imaginás.
Salto a España, a 2016, cuando Norma edita en un hermoso tomo de tapa dura Polar: Ojo por Ojo, una historieta de Víctor Santos que había aparecido originalmente serializada en el sitio web de Dark Horse. La versión online se publicó sin textos, y Santos se los agregó para la edición en libro. Esta es la segunda novela gráfica de Santos realizada en esta modalidad, y me acabo de dar cuenta de que son tres y no tengo ni la primera ni la tercera (me quiero matar… y por supuesto acepto donaciones).
Lo más interesante es cómo Santos se anima a convertir en secundario a Black Kaiser, el personaje que nos presentó en aquella novela reseñada acá el 10/02/12 y que protagoniza también el primer libro de Polar (¿ya dije que acepto donaciones?). El durísimo operario del recontra-espionaje esta vez funge como mentor de una chica que buscará vengarse de unos cuantos hijos de puta, que le cagaron la vida y un ojo de la cara (de ahí el título del libro). La novela va saltando entre el entrenamiento de Christy bajo la tutela de Black Kaiser, flashbacks a los traumáticos sucesos previos a que el sicario la encontrara casi sin vida, y su violenta venganza contra la familia Caronte.
Como todas las historias pensadas para ser entendidas sin texto, Ojo por Ojo recurre a una narrativa bastante descomprimida. O sea que hay un desfasaje notable entre la cantidad de sucesos que relata Santos y la cantidad de páginas en las que los desarrolla. Es una obra (lógicamente) muy jugada a lo visual, en la que el prócer valenciano despliega una vez más todo su arsenal de recursos gráficos para sacudirnos, shockearnos y a la vez meternos cada vez más en este relato trágico y sangriento. Todo esto está planteado en un claroscuro bestial, donde la mancha negra y el espacio blanco comparten protagonismo con una línea muy finita, muy elegante, y las ocasionales irrupciones de un rojo furibundo… con lo cual es casi inevitable la referencia a Sin City. Pero por suerte Santos no se queda en el plagio ni en el homenaje a Frank Miller, sino que se atreve a cantarle “quiero retruco”, a meterle otras cosas. Cosas de su propia cosecha y cosas heredadas de Paul Grist, de José Muñoz, de Mike Mignola, de Guido Crépax, de Jim Steranko (esto se ve mucho en la historia cortita a color, ambientada en la Guerra Fría, donde Nick Fury estaría en su salsa)… Todos maestros del relato secuencial a los que el blanco y negro les sienta escalofriantemente bien.
Con un argumento muy chiquito (y muy parecido al de Kill Bill), un monstruo como Santos te puede contar una historia atrapante, tremenda, desmesurada, de altísimo impacto, de inconmensurable fuerza narrativa y de indescriptible belleza visual. Necesito ya los dos tomos que me faltan (¿y les dije que acepto donaciones?).
Gracias a todos los que se acercaron a saludar a mi mesa en Villa Viñetas y nos vemos este finde en Viedma.

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