el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 18 de agosto de 2018

SABADO SATANICO

Hoy me toca reseñar dos obras en las que tiene bastante peso un pacto con una entidad demoníaca. Coincidencias limadas de la vida y la historieta…
El Fausto Sudaca es una obra de teatro muy famosa en Chile, una versión del clásico de Goethe creada por el dramaturgo trasandino Omar Saavedra Santis. En 2015, el Fausto Sudaca fue llevado a la historieta por el guionista (también chileno) Sebastián Castro y el dibujante mexicano Hugo Aramburo. La propuesta no es muy distinta de la que nos traen cada tanto Alejandro Farías y varios dibujantes en las distintas entregas de Teatro en Viñetas, pero el problema es la extensión. Esto mismo, desarrollado en 36 páginas, 40 como mucho, hubiese sido mucho más dinámico, más atrapante, más impactante. La decisión de Castro de “licuar” el argumento en 84 páginas hace que el desarrollo se haga lento, por momentos pesado, y la idea pierda fuerza y efectividad.
¿Por qué pasa esto? Sospecho que porque Castro estaba demasiado apegado a la obra de Saavedra Santis y tomó la decisión de no omitir ni sintetizar absolutamente nada de lo que se ve en la obra. Y no está mal ser respetuoso del material que uno elige para adaptar, pero la historieta es –ante todo- síntesis. Privilegiar momentos, como decía el maestro Carlos Albiac. Sin embargo Castro no elige qué momentos privilegiar: quiere plasmar TODO en su versión de la obra y hay cosas que quizás funcionan muy bien en teatro y no en historieta (y viceversa, obviamente). Así es como la adaptación del Fausto Sudaca, a pesar de sus buenas intenciones, se empantana y se hace (por lo menos para mí) innecesariamente extensa.
El dibujo de Aramburo es correcto, es una especie de Fabián Mezquita un toque menos virtuoso y un toque menos plástico. Quizás lo que menos me convenció fue la decisión de que los personajes tuvieran los rasgos faciales de los actores que los interpretan en la versión teatral. Me imagino al dibujante mexicano mirando fotos y videos de los actores chilenos para retratarlos fielmente y digo “pobre flaco, ¿qué necesidad había?”. Pero bueno, quizás en Chile esos actores sean hiper-populares y la aparición de sus rasgos faciales en el comic represente para un montón de gente un gran atractivo a la hora de comprarlo.
Me voy a 2012, a EEUU, para leer un libro muy raro. El TPB de Caligula, editado por Avatar, no advierte en ningún lado acerca de su contenido adulto. Recién cuando lo leés, te das cuenta de que prácticamente todos los personajes secundarios de la obra terminan empomados, asesinados o morfados, no necesariamente en ese orden. El maestro David Lapham nos transporta al Imperio Romano para mostrarnos una versión alternativa (y a la vez bastante lógica) de los últimos días de Cayo Julio César Augusto Germánico, mucho más conocido como Calígula.
En la versión de Lapham, el emperador no sólo está loco: también está poseído por una entidad satánica, que consume almas humanas para mantenerlo siempre vivo y joven, y que lo lleva a perpetrar todo tipo de atrocidades. El guión se regodea notablemente en el aspecto más sádico y perverso de este carismático villano y nos ofrece un amplio abanico de masacres, torturas, destripamientos, canibalismo, orgías de todos contra todos, violaciones de hombres y mujeres y hasta un caballo (también poseído por el Mal) que se garcha tipos y minas. Y en medio de este festival de la lujuria descontrolada y la falta absoluta de respeto por la vida humana, hay un argumento que tiene que ver con un joven granjero que busca matar al emperador y termina por convertirse en su mano derecha, su confidente y su amante.
El único personaje secundario que se mantiene lejos de la vorágine de locura, sexo y sangre que rodea a Calígula es Laurentius, un héroe militar, probo y honorable, que es el que le sirve a Lapham para mantener el foco en el aspecto más político de la trama, que no está tan desarrollado como el aspecto más “de terror”, o de “shock value”, pero tiene bastante peso y bastante interés. Lo mejor que tiene Caligula es que avanza siempre a buen ritmo, no parece estar ni estirada ni comprimida.
Y lo que me llevó a comprar el libro es el dibujante, nuestro compatriota Germán Nóbile, que se hace cargo también del color y realiza un trabajo de altísimo impacto visual. Elegante y preciso a la hora de recrear palacios, vehículos, vestimenta y paisajes y tremendamente brutal a la hora de dibujar las orgías, las masacres y los tipos en chota, Nóbile encuentra un equilibrio notable. El estilo de Nóbile me hizo acordar por momentos al de Ignacio Noé, pero claro, Noé no labura para EEUU, con lo cual sus obras no requieren de esa dosis de acción, de violencia, de esos exabruptos visuales que son tan frecuentes en el comic yanki y que Nóbile plasma con muchísima destreza en estas páginas.
Si te da el estómago para procesar escenas de sexo, violencia y canibalismo realmente estremecedoras, aventurate con Lapham y Nóbile en esta versión oscura, truculenta y visualmente fascinante de la historia de ese loco hijo de puta que (como tantos otros locos hijos de puta que no la pasaban tan bien) tomó las riendas de un imperio y lo hizo mierda en la primera curva.
Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

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