Lindo sábado acá en casa, último por un tiempito, porque el finde que viene estoy en Chile y el siguiente en Uruguay.
Hora de reencontrarme con el maestro Usamaru Furuya, de quien reseñé una sóla obra, allá por el 25/04/13. Esta vez me toca abordar Happiness, un tomo de historias cortas realizadas por este magnífico mangaka entre 2003 y 2006. La temática común en las ocho historias son los jóvenes a la deriva, chicos y chicas a los que la vida los cagó bastante y se las rebuscan como pueden para seguir adelante en el colegio, en el trabajo, o en las márgenes de una sociedad a la que le chupa un huevo si logran realizarse como personas o no. Las dos historias más flojitas son las dos primeras (la segunda es particularmente decepcionante) y después el nivel empieza a subir hasta llegar a la historia más extensa, La Habitación de las Nubes, que es una verdadera maravilla. Profunda, arriesgada, emotiva, original… todo lo que tiene que tener una historia para ser memorable, lo pone Furuya en estas 60 páginas. Y las dos historias con las que cierra el tomo también son buenísimas, si bien el final de la último (Under-Doll) no me terminó de convencer.
Con mínimos toques de fantasía, Furuya narra historias fuertes, muy centradas en los vínculos, en las que siempre hay lugar para algún exceso, alguna bizarreada que suele tener que ver con perversiones sexuales, exabruptos de violencia, alucinaciones o fantasías eróticas fuera de control. Todas las virtudes que pueden apreciarse en el trabajo del autor llegan a su punto más alto en La Habitación de las Nubes: la creación del suspenso, el desarrollo de los personajes, los coqueteos con la psicología, la bajada de línea social, la incorporación del romance y de cierto vuelo poético a situaciones que parecen girar en torno a la vida cotidiana, y por supuesto el gran laburo en los fondos, en la aplicación de las tramas de gris y en las expresiones faciales. Visualmente, Happiness se parece poco a Lychee Light Club: casi no hay violencia, la acción es mínima, no hay gore, el clima que domina las historias cortas no es ni a palos tan ominoso… Si venías muy cebado con aquella obra, en esta vas a encontrar algo totalmente distinto, y en varios aspectos mejor, porque acá Furuya logra seducir sin caer en estridencias ni en shocks brutales.
Sigo buscando obras de Usamaru Furuya para sumar a mi biblioteca, porque realmente en sus mangas encuentro cosas que no veo en los de otros autores y que me resultan sumamente atractivas. Furuya es tan grosso que hasta logra sorprender y cautivar con historias protagonizadas con chicas de escuela secundaria que se enamoran de pelotudos, pero además le sobran la jerarquía y los huevos para ir mucho más allá.
Allá por el 26/07/17 me tocó reseñar Femme, una novelita en la que descubrí el talento para los diálogos del guionista Matías Di Stefano. Hoy, en cambio, tuve la oportunidad de leer 31/12 otra novela muy breve (menos de 48 páginas) en la que Di Stefano no sólo escribe sino también dibuja. Y de nuevo caigo en la misma reflexión: el nivel en los diálogos es excelente. Una pena que en los globos haya algún error de ortografía y cero criterio en el uso (bastante escaso) de los signos de puntuación. Porque de verdad, estamos ante un autor con un manejo del diálogo sumamente afianzado. La historia en sí es como una mini-road movie, protagonizada por una chica que el 31 de Diciembre se va de su casa, vive varias peripecias dentro y fuera de su ciudad (algunas generadas por casualidades cuya improbabilidad se lleva puesta al verosímil) y finalmente regresa, para reencontrarse con su familia y putear porque toda esta odisea no le dejó ninguna moraleja.
Fuera de la forma en que Di Stefano hace añicos el verosímil, el resto está bastante bien. El ritmo es atractivo, el personaje central es interesante, hay un mensaje no muy obvio acerca de ciertos aspectos sociales… la verdad que es una lectura dinámica, livianita pero llevadera. El dibujo es correcto, con una estética que me hizo acordar a la de Federico Baert, otro autor integral que en un momento se convirtió en guionista, que además es oriundo de San Nicolás, donde (si no me equivoco) vive Matías Di Stefano. El librito está publicado en blanco y negro, mientras que la serialización previa se realizó en la web, a todo color. Claramente me gustó más a color que en blanco y negro, pero el paso de los colores a grises en el libro está bien logrado, no es un empaste asqueroso ni mucho menos. No me imaginaba que, además de guionista, Di Stefano fuera autor integral, así que en general, 31/12 resultó ser una grata sorpresa.
Y ahora sí, creo que no me queda sin leer ningún libro de autores argentinos editado antes de 2018. Bueno, sí, el hiper-masacote que recopila todo Alack Sinner, pero ese lo voy leyendo muy de a poquito, para que dure y para que no me detone totalmente las neuronas. La semana que viene voy a estar bastante enquilombado entre las Jornadas de Historieta en la Universidad de Palermo y el viaje a Chile, así que no quiero prometer mucho en materia de posteos. Por si no llego a postear de acá al martes, aprovecho hoy para desearles a todos un muy Feliz Día de la Historieta.
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