el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 14 de octubre de 2022

TRES LIBRITOS APAISADOS

Qué loco cómo en Argentina se siguen editando libros en el formato apaisado que popularizaron en décadas pretéritas publicaciones como Mafalda, Patoruzú o las de la editorial Frontera. Algo que en el resto del planeta es rarísimo, acá está totalmente naturalizado. Pero lo que importan son los contenidos, más que los formatos, así que vamos a leer tres libritos de más o menos reciente aparición. Sobre fines de 2021 salió el Vol.1 de Ultra Zombies, Humor Descerebrado, una creación de Pablo Henríquez, con dibujos de J.J. Rovella. El librito empieza con la presentación de ocho personajes y de un conflicto que los va a englobar a ellos y a sus enemigos, y te genera la ilusión de que vas a leer una gran aventura, una batalla épica entre los Ultra Zombies y este grupito bizarro donde hay un zombie-Drácula, un zombi-Frankenstein, un zombie-momia y demás variantes. Yo dije "bueno, una versión más violenta de Escuela de Monstruos... puede andar". Pero no. Cada página de Ultra Zombies es un chiste autoconclusivo que se remata en no más de seis viñetas, y ni siquiera son chistes graciosos. Alguno capaz te saca una sonrisa, pero en general son chistes viejos, que hasta los chicos a los que apunta esta historieta seguro ya leyeron alguna vez en otro lado. El conflicto global, que en principio daba para algo interesante, está bastante desaprovechado: todo queda en una gran excusa para meter chistes de monstruos y zombies sin arriesgar nunca en lo más mínimo. Esto es totalmente prescindible y no lo salva ni la buena tarea de Rovella al frente del dibujo y el color.
También a fines de 2021 se editó Salchiaventuras, un nuevo recopilatorio de historietas de ¡Corré, Wachín!, de las que Nahuel Sagárnaga suele producir para subir a las redes sociales. Este librito incluye cinco aventuras que el carismático perrito salchicha co-protagoniza junto a varios perros más. Rodear a Wachín de una pandilla de amigos es una buena idea, pero a veces (como en la última historia del libro) Sagárnaga la lleva a un extremo en el que no se sostiene. Creo que las historias que más me gustaron fueron las dos primeras, que son las que mejor combinan humor con una aventura más o menos verosímil, siempre con la limitación de que es un material apuntado a un público muy amplio, que incluye a niñ@s y a gente que habitualmente no lee comics. A todas las historias les veo el mismo problema: están narradas a un ritmo muy brutal, como si fueran comics de superhéroes. Las transiciones entre viñetas, los ángulos que elige Nahuel, dónde mete los primeros planos, dónde mete las líneas cinéticas, cómo organiza las secuencias de acción... Hay un contraste muy fuerte entre el formato de dos tiras por página y ese timing desenfrenado, que todo el tiempo busca maximizar el impacto de lo que pasa... cuando lo que pasa es que un perrito huele un sorete, o sale corriendo porque se asustó de algo. Incluso en los diálogos entre los humanos, Sagárnaga exagera el énfasis y la tensión con recursos que seguramente aprendió de Akira Toriyama, pero que van mejor en otro tipo de narraciones. Me parece que las historias de Wachín deberían estar menos jugadas a la acción, sin buscar la epopeya en lo cotidiano, sobre todo para no deformarlo más allá de cualquier umbral de verosimilitud. Que los perros hablen entre ellos uno ya lo tiene normalizado. Pero cuando empiezan a actuar como humanos con cabeza de perro, a agarrar objetos con las manitos como si tuvieran pulgares reversibles y cosas así... no te digo que esté mal, pero se pierde sentido el contexto de la tira, en el que estos bichos son mascotas de los seres humanos, que necesitan que les den de comer, que los lleven a pasear, etc. Obviamente los más chicos no van a hacer estas salvedades y seguro disfrutarán a full de las aventuras de Wachín y del dibujo de Nahuel, que es MUY bueno.
Y ahora sí, tengo para comentar un comic argentino publicado en 2022. Tardé una bestialidad, pero acá estamos. Y lo mejor de todo es que es un comic MUY bueno. Gala y Gibbs, de Matías Di Stéfano y Marcos Vergara, plantea una aventura apta para todo público con un montón de elementos tribuneros (naves espaciales, dinosaurios, samurais alienígenas, simios que la van de Flash Gordon, acción, romance, etc.), narrada con talento. El trabajo de Vergara es excelente: tanto el dibujo como el color y el armado de las secuencias son impecables. Por ahí alguna escena se podría haber visto beneficiada con una puesta en página más jugada, o más impactante, pero incluso dentro de los confines de las dos tiras por página, la acción se disfruta muchísimo. Como es su costumbre, Di Stéfano se luce muchísimo en los diálogos, que son su especialidad. Acá hay bastante margen para la comedia, pero nunca se pierde el foco dramático: todo el tiempo pasan cosas grossas que sacuden a los personajes y a su mundo. Por ahí el primer acto es muy largo, en comparación con el segundo y sobre todo con el tercero, que es notoriamente breve. Pero me doy cuenta de que para los más chicos podría ser medio un embole si se estiraba mucho la parte que a mí más me gustó, que es la de los protagonistas en el planeta selvático. Recomiendo mucho Gala y Gibbs, porque es una historieta bastante original, bien escrita, entretenida, sin mayores pretensiones, con unos dibujos muy expresivos, muy potentes, color precioso, una tipografía lindísima para los globos y un ritmo pensado para enganchar a grandes y chicos por igual. Y nada más por hoy. Nos vemos este finde en Dibujadxs y nos reencontramos la semana que viene con nuevas reseñas, acá en el blog.

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