el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 6 de febrero de 2023

SHOWCASE PRESENTS CHALLENGERS OF THE UNKNOWN Vol.1

Este tremendo masacote de 544 páginas recopila en glorioso blanco y negro las cuatro apariciones de los Challengers of the Unknown en la revista Showcase, y los 17 primeros números de su propia revista, todo material originalmente publicado por DC entre 1957 y 1960. Muchas veces se suele emparentar a los Challengers con los Fantastic Four, por el hecho de que son cuatro aventureros y porque ambos grupos tuvieron a Jack Kirby como co-creador y primer dibujante. Yo adhería bastante a esa corriente, hasta que leí estas primeras aventuras. La verdad que en todas estas páginas, encontré poquísimas similitudes entre los Challengers y la Primera Familia de Marvel. Acá los personajes no tienen personalidad, sus diálogos son perfectamente intercambiables. No hablan de situaciones el mundo real, no hay chistes, no hay villanos recurrentes... Las peleas son básicamente con monstruos, o con seres humanos que temporariamente se hacen gigantes, o reciben superpoderes, o sufren alguna mutación bizarra que será revertida al final de la historia. O con gente que viene de otros tiempos, o de otros planetas. Al principio las misiones de los Challengers tendrán siempre como locación algún paraje exótico, que puede ser un atolón del Pacífico, una isla del Caribe, un castillo de la Europa balcánica, o una base en la Antartida. Y ya avanzada la serie, los veremos viajar a otros planetas. En las primeras aventuras, el guionista (y también co-creador) Dave Wood se las ingenia para que nunca falten una profundidad oceánica para que explore Prof, algo alto para que escale Red, algo que Ace pueda pilotear y algo a lo que Rocky pueda cagar a trompadas. Después, cuando los Challengers debuten en su propia serie y Kirby se haga cargo también de los guiones, este esquema no siempre se va a respetar, porque el Rey va a presentar dos historias cortas en cada número y no le van a dar las páginas para que cada uno de los miembros del cuarteto tenga una escena para lucirse él solito. La mayoría de las historias se resuelven por la vía del ingenio: a alguno de los héroes se le ocurre un truco copado para engañar al villano y revertir los efectos de los planes del mismo, o para neutralizar amenazas que no son necesariamente malignas. Fuera de esa resolución ingeniosa, los guiones no tienen otro atractivo. Los peligros extremos no están enfatizados, nunca sentís que los héroes corran verdadero riesgo de muerte, nunca la aventura es un pretexto para hablar de otra cosa, no hay subtextos, no hay prácticamente continuidad entre una historia y la siguiente y jamás se menciona la posibilidad de que los Challengers habiten el mismo universo que Superman, Batman o cualquier otro personaje publicado en aquel entonces por DC. La única mujer en un rol importante es June Robbins (a quien en algunos de los episodios que escribe Kirby rebautizan por error como "June Walker"), que en algún que otro episodio pela una chapa similar a la de los protagonistas. Por supuesto, esto es de la época en la que en los comics no existían los negros: en 544 aparecen negros en una sola viñeta, y obviamente pertenecen a una tribu semi-salvaje de África. El dibujo de Kirby es bueno, pero se queda a mitad de camino. Este es un Kirby que todavía esperaba que lo convocaran para jugar en el club de los Dibujantes Elegantes, los discípulos de su admirado Alex Raymond, un club en el que esta época jugaban Gil Kane, Carmine Infantino, Bruno Premiani, Wally Wood, Murphy Anderson y Dan Barry, entre otros. Pero eso nunca sucedió, y todavía faltaba un poco para que el Rey creara ese estilo hiperkinético y explosivo que lo llevaría a revolucionar el mainstream yanki y convertirse él en el referente grosso al que centenares de dibujantes intentarían parecerse. También llama la atención lo vulnerable a los entintadores que es el lápiz de Kirby en esta etapa. Bruno Premiani lo simplifica muchísimo, George Klein lo aplana, Marvin Stein le corrige los errores pero le cambia todas las caras y Wally Wood le agrega capas de sofisticación y complejidad que lo hacen ver más capo que nunca, aunque también cuesta un poco ver a Kirby debajo de esas tintas tan elaboradas. Por suerte lo que siempre está y nunca falla, es la narrativa de Kirby, su habilidad para los enfoques, el ritmo de las secuencias y la composición de la viñeta. Pero el nº8 de la revista de los Challengers coincide con ese momento de 1959 en el que DC decide meterle un voleo en el orto a Kirby, quien regresará recién a comienzos de los ´70. A partir de ahí los guiones de la revista se los reparten entre Ed Herron y Arnold Drake (aún hoy no se sabe cuáles escribió cada uno) y el dibujante pasa a ser Bob Brown, a quien ya vimos dibujar a Daredevil un lejano 01/12/14. Brown es un dibujante correcto, casi sin rasgos estilísticos propios, que en sus primeros números intenta seguir la línea de Kirby pero es traicionado una y otra vez por su amor hacia Milton Caniff, al que más de una vez le afana cuadritos a mano armada. Donde más se diferencia Brown de Kirby es en la puesta en página con esas viñetas verticales que ocupan dos de las tres tiras en las que por entonces se solía dividir la página en los comic books. Nada demasiado destacable en la faz gráfica, donde después de ver a Kirby entintado por Wally Wood, todo se hace cuesta abajo. Tengo para leer el segundo Showcase de los Challengers y otro libro de Kirby "solista", así que volveremos sobre estos temas dentro de no mucho tiempo. Arranco a leer otro masacote de chotocientas mil páginas, y ni bien lo termine lo comentamos acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

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