el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 19 de abril de 2023

PERDÓN POR LA DEMORA...

Pero los cambios de clima me tienen muy congestionado, y cuando no puedo respirar por la nariz no puedo dormir, y cuando no puedo dormir no puedo pensar y mucho menos escribir. Así es como tengo pendientes de reseña dos libritos que terminé hace varios días... y bueno, ahora que estoy un poquito mejor vamos a tratar de sacarlas adelante. En general, cuando uno piensa en adaptaciones al comic de Los Tres Mosqueteros, piensa en la versión de José Luis Salinas de los años ´40, no? Pero hay otra: a principios de los ´60, el maestro Arturo del Castillo (nacido en 1925 en Chile y radicado en Argentina desde 1948 hasta su muerte, en 1992) hizo la misma que hacían todos los grandes dibujantes que se habían consagrado trabajando con H.G. Oesterheld en las revistas de la editorial Frontera: empieza a colaborar con editoriales del Reino Unido, donde la paga era mucho mejor. Entre otras obras, Del Castillo realiza entre 1961 y 1964 la adaptación del famoso folletín de Alexandre Dumas, en entregas de dos páginas semanales, sobre guiones de Leonard Matthews y Ted Holmes. Esto arranca en la revista Film Fun y luego continúa en otras cabeceras de la editorial Fleetway, de esas que en los ´60 gozaban de una enorme popularidad. Matthews y Holmes se inscriben en la tendencia del máximo respeto a la obra literaria que adaptan, y así es como, en el intento por volcar en la página la mayor cantidad posible del texto original, pueblan las páginas del comic con una cantidad ingente de palabras, al punto de llenar cuadros enteros solo con texto. Recién en el tramo final (cuando adaptan El Hombre de la Máscara de Hierro) aparece una que otra secuencia en la que el dibujo se encarga de llevar adelante la acción. En casi todo el libro, el dibujo ilustra apenas un cachito de lo que explicita el texto, lo cual lo hace redundante. Si tratás de leer solo los textos, sin mirar los dibujos, se entiende todo perfectamente. Y si optás por lo contrario, vas a ver que dibujos y diálogos no alcanzan para comprender la historia... si no la conocías. La verdad que no soy el más indicado para hacer el experimento porque leí estas aventuras varias veces en la infancia y todo el tiempo sabía lo que estaba por pasar, porque -misteriosamente- me las acordaba. O sea que estamos ante un libro duro de leer pero muy hermoso de mirar. Acá vemos a un Del Castillo que aprovecha a full el formato de página vertical, casi siempre de seis viñetas o menos, para desplegar una cantidad de recursos gráficos que obviamente no podía mostrar en las revistas chiquitas de Frontera. El resultado no tiene punto de comparación. Solo sería justo comparar esto con los primeros trabajos de Arturo en la Skorpio, cuando estaba muy bien pago y colaboraba con guionistas del carajo en su género favorito, que siempre fue el western. Todo el resto de la obra del chileno-argento queda muy, muy atrás de la magia que tira en Los Tres Mosqueteros. Acá está realmente en estado de gracia, en la cresta de la ola del estilo académico realista, con casi nada que envidiarle a Harold Foster. El rigor histórico, la plasticidad de los personajes, los caballos, los fondos, el festival de texturas, esos grises aplicados con tramas mecánicas que aparecen en el segundo tramo, esos detalles, esa cosa barroca que más tarde perfeccionaría Gary Gianni, esa sensación de épica que asociamos con Antonio Hernández Palacios... Lo mejor de ese estilo hiper-clásico está acá, en la pluma de Arturo Del Castillo y alcanza y sobra para recomendar la adquisición y estudio meticuloso de este álbum, muy bien editado en Chile por Acción Comics.
Me voy a Estados Unidos, año 2003, cuando se publica una miniserie tremenda, que originalmente se pensó para estar fuera de la continuidad oficial y luego alguien tuvo la lucidez de incorporarla al canon de la editorial. Captain America: Truth narra básicamente el via crucis de Isaiah Bradley (muy bien sintetizado en la miniserie televisiva de Falcon/ Winter Soldier), un soldado afroamericano al que le inyectan un prototipo del suero del Super-Soldado y se convierte en un Captain America paralelo, que también peleará en la Segunda Guerra Mundial. El guion de Robert Morales es de una crudeza difícil de digerir en un comic mainstream. La mala leche, la oscuridad, la crueldad, las atrocidades a las que las propias fuerzas armadas yankis someten a Isaiah y sus compañeros, casi hacen que Adolf Hitler funcione como una amenaza menor. La mentira, el engaño, la manipulación que padecen estos soldados y sus familiares, el mal trato justificado solo en el color de su piel, son cosas que te desgarran el alma mientras leés el comic... que además es totalmente adictivo. Es casi imposible soltar el libro una vez que lo empezás a leer. Truth es un comic adulto, profundo, jugado, muy violento, con momentos estremecedores, revelaciones shockeantes y emociones fuertes. Un Lado B del Year One del Capi America que, a menos que seas racista, te va a resultar desolador en más de un pasaje. Y si conocías de oído la historia de "el Capitán América negro al que lo cagaron como de arriba de un puente" por la serie de TV, o por menciones que se hacen en otras historietas (pienso por ejemplo en Young Avengers, donde uno de los protagonistas es el nieto de Isaiah) acá vas a encontrar esa idea totalmente zarpada y revolucionaria explicada y desarrollada en detalle en un guion muy ágil y muy conmovedor. El dibujo... la verdad que me descolocó la decisión de ponerlo en manos de Kyle Baker. Okey, era lógico que lo dibujara un autor afroamericano, pero ¿Baker? ¿Con ese trazo exagerado, caricaturesco, que por momentos dibuja a los personajes como en un corto de Ren & Stimpy? Lógicamente ahí se produce un choque entre lo oscuro del guion y lo alegre, lo desprejuiciado del dibujo, que por momentos va a 160 km/h, pero para el otro lado. Baker abusa un poco de los primeros planos, propone un laburo con el color que lo exime de dibujar fondos en la gran mayoría de las viñetas, y cuando los dibuja generalmente los simplifica a una línea casi minimalista. Pero tiene dos grandes ventajas: es un crack a la hora de retratar la machaca y sus personajes son tremendamente expresivos. En un comic donde parte de la gracia es transmitirle al lector las emociones que viven los personajes, esa habilidad sobrehumana de Baker resulta fundamental. Igual es raro, eh? Todo el tiempo te preguntás cómo se vería Truth dibujado en un estilo más tradicional, ponele el de Denys Cowan, a quien ya lo vimos romper todo en una historia del Capi ambientada en la Segunda Guerra. Como fan incondicional de Kyle Baker le aplaudo hasta las tiradas a chanta, y por haber charlado bastante con él me doy cuenta lo que le habrá costado dibujar esas secuencias más realistas, con soldados, vehículos y armas que se tienen que ver verosímiles y respetuosos de la anatomía, la perspectiva, la iluminación y la documentación. Cosas que para cualquier dibujante del mainstream son el pan nuestro de cada día, pero para este genio no, porque lo suyo es lo otro. La desmesura, la comedia, la locura. Banco mucho a Truth como un gran retoque de continuidad, una idea que detona un montón de ideas más, y se anima a mostrar lo garca que puede ser el bando que pasó a la historia como el de "los buenos", en una historia sin concesiones. Es un relato tan potente que hasta se banca que Morales y Baker por momentos quieran plasmarlo de maneras totalmente divergentes. Y hasta acá llegamos. Si estás en La Plata, venite este jueves a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP, que voy a estar dando una charla sobre traducción de historietas, por supuesto con entrada gratuita. Si no, nos reencontraremos en unos días acá en el blog.

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