el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 27 de enero de 2024

SÁBADO RETRO

Venía pisteando como un campeón, con un muy buen ritmo de lectura, pero esta semana me costó mucho más encontrar el tiempo para dedicarle a lo más lindo el mundo, que es leer historietas. Pero bueno, hoy tengo un rato para reseñar los dos libros que llegué a leer. En 2023, entre muchas reediciones de material originalmente publicado en Skorpio, tuvimos el rescate de El Imperio y los Harapos, una breve serie creada a fines de los ´80 por dos ídolos de quien tuve la suerte de ser amigo y que -injustamente- murieron muy jóvenes: Walter Slavich y Rubén Meriggi. Walter y Rubén formaron una dupla bastante prolífica en aquellos años, pero creo que de todo lo que hicieron juntos, nada supera a El Imperio y los Harapos. En apenas 56 páginas, tenemos una saga familiar de poder, ambición, crueldad y amor, dibujada en un gran nivel y con unos textos por momentos maravillosos. Slavich le tenía tanto cariño a esta historia que los hermanos gemelos que la protagonizan se llaman Wal (por Walter) y Mar (por Marcelo, el hermano gemelo de Walter). La historia está ambientada en una versión fantástica del Lejano Oriente pre-feudal, o sea que no nos puede quedar más lejos. Pero la habilidad de Slavich como guionista hace que los conflictos se nos presenten como muy reales y muy cercanos, y que logremos identificarnos con estos personajes y sentir en carne propia los dilemas morales que los atormentan. El guion es redondo, sólido, un mecanismo de relojería que no avanza a fuerza de caprichos ni de volantazos inexplicables, a pesar de que el espacio no abunda y Slavich sabe (o intuye) que tiene que resolver todo rápido, que no se puede colgar en detalles menores. Cuando leí El Imperio y los Harapos por primera vez, me conmovió su fuerza, su profundidad y cómo la acción y la violencia que asociamos con las aventuras épicas en mundos fantásticos se pudo poner al servicio de emociones y sensaciones muy humanas, muy nuestras. Pasaron más de 30 años y hoy me volvió a emocionar, por eso la recomiendo muchísimo. El libro tiene una sola pifia (cuando enumeran las obras de Meriggi mencionan a "Iras", sin h) y un acierto, que es el de reunir a modo de complemento los tres episodios de la saga de Ray-Heart, más un unitario precioso (con los mejores dibujos del libro) llamado "Progreso". La trilogía de Ray-Heart no está al nivel de El Imperio... pero tiene un muy buen tercer episodio. El segundo, en cambio, es bastante errático y se termina por definir en una página 14 con diez viñetas repletas de texto, en las que Slavich tiene que explicar todo lo que no se entendió a lo largo de las 13 anteriores. El trabajo de Meriggi no varía mucho entre una saga y la otra (son obras de la misma época, dibujadas con pocos meses de diferencia) y representa un salto de calidad respecto de lo que el autor había mostrado en las revistas de Columba. Esa mezcla imposible entre clásicos del comic yanki tipo Joe Kubert, Jack Kirby y Gil Kane y bestias del comic francés como Moebius se plasma en estas páginas, en las que el trazo de Rubén se libera, se despliega y denota compromiso, riesgo y sobre todo felicidad. "Progreso" está un escalón por encima de las otras dos obras que incluye el libro, simplemente porque Meriggi encuentra un mejor equilibrio entre masas negras y espacios blancos. Pero el impacto, la potencia y el dinamismo que eran la marca de fábrica de Rubén, están siempre, en todas las páginas del libro.
Me voy a Italia, año 2010, cuando la editorial Sergio Bonelli le dedica el Vol.4 de la colección semestral Dylan Dog Color Fest a una antología de cuatro historias, agrupadas bajo el falso título de "Humor". Sí, la portada es del maestro Silver (del que hablamos hace poco) y es en joda. Pero las historietas de adentro no son necesariamente cómicas. Son típicos guiones de Dylan Dog, resueltos con menos oscuridad, menos muertes, y dibujados en un estilo más luminoso, más amistoso. Veamos qué hay ahí adentro. La primera aventura es la que generaba mayor expectativa, por estar a cargo de dos autores fundamentales para entender los últimos 50 años de la historieta italiana: guion de Tito Faraci, dibujos de Giorgio Cavazzano. El dibujante sale más que victorioso (y el color es muy lindo), pero el guion la verdad que está por debajo de la línea de pobreza, muy lejos de lo esperado. La segunda historia tiene un guionista menos conocido (Lorenzo Bartoli) y unos dibujos majestuosos de ese genio que es Massimo Carnevale, acá en un tono distinto al habitual, como si tratara de fusionar a François Boucq con Juan Bobillo. El resultado son 32 páginas con un guion simpático, con giros impredecibles, y un nivel en lo visual que justifica totalmente la compra del libro. La tercera historia es la más delirante, la que menos encaja en el molde de las típicas aventuras del investigador de lo oculto, escrita por Bruno Enna y -también- dibujada y coloreada de manera muy atractiva y muy disfrutable por Fabio Celoni. No es una gema, pero está muy bien. Y cerramos con una historia escrita por Giovanni Gualdoni que se ajusta demasiado al molde de Dylan Dog, de modo que casi no hay margen para la comedia. Pero es un muy buen guion, jodido, espeso, que logró ponerme nervioso. El dibujo es alucinante: es el maestro Corrado Mastantuono, especialista en climas oscuros y ominosos, en un experimento loquísimo por cambiar su línea y dibujar en un estilo semi-funny, tipo Feliciano García Zecchin en 4 Segundos, como para ubicarlo fácilmente. Lo más insólito es que le queda perfecto. Incluso a años luz de su estilo habitual, Mastantuono nos regala unas páginas realmente formidables. Y hasta acá llegamos. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog. Ah, el miércoles a las 22:30 hs hay Agenda Abierta en el canal de YouTube de Comiqueando, por si me quieren acompañar un rato.

2 comentarios:

Mayonesa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Andrés Accorsi dijo...

No.