el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 16 de marzo de 2025

SE TERMINA EL DOMINGO

Empató Racing, empieza a anochecer más temprano, porque al verano ya le queda menos de una semana, y yo tengo un rato para reseñar un par de los libros que tengo leídos. Allá por 2012, la editorial IDW le dio luz verde a un proyecto raro: un revival de Popeye que apuntó a recuperar el estilo de la etapa clásica del personaje, es decir, de las tiras de Elzie Segar que se publicaron en los diarios de EEUU bajo el nombre de Thimble Theatre, allá por los años ´30. Algo hablamos de eso hace muchos años, en la reseña del 03/01/14, y mucho más a fondo en el artículo que escribió Roberto Barreiro para la Comiqueando Digital nº2. Al frente del proyecto se puso nada menos que Roger Langridge, el prócer neozelandés, fanático de Segar, quien escribe los guiones de la serie, o por lo menos de los cuatro episodios que integran este primer tomo recopilatorio. Los dibujantes son varios y yo no conocía a ninguno, excepto a Vince Musacchia, quien moriría en 2015, con solo 63 años. El resto, no me suena ni remotamente. Pero son todos clones más que correctos de Segar, tipos super-capacitados para narrar en cuatro tiras por página, para dibujar chiquito y claro, en un estilo sintético, expresivo, dinámico. Claro, Segar estaba tan adelantado a su época, que hoy ves a otros autores trabajar en su estilo y no suena tan retro. Es obvio el intento de estos dibujantes por "anclarse" a la estética de los años ´30, pero en ningún momento huele a naftalina, y con el correr de las páginas uno naturaliza la impostura. Las aventuras que escribe Langridge son muy entretenidas y bastante distintas entre sí. Hay chistes, momentos disparatados, peripecias y diálogos muy graciosos. El neozelandés capta perfecto el grado del deformación del inglés que hace tan cómico a Popeye, y al mismo tiempo lo hace casi tan intraducible como Inodoro Pereyra. Además, siempre está bueno ver reaparecer a los personajes que Segar desarrolló durante años, pero que quedaron relegados al olvido simplemente porque no aparecían en los dibujos animados. Langridge quiere que te olvides del Popeye de los dibujos animados: no usa el gorrito de marinero, come espinacas pero no para recibir superpoderes, y Bluto es un enemigo más, no está constantemente en el centro de la escena. En esta versión tienen más peso el Jeep, Castor Oyl, la Bruja del Mar... hasta Sappo y Wotasnozzle, que protagonizaban la tira chiquita que aparecía como complemento a las planchas dominicales de Popeye. Un toque muy fino, y muy bienvenido, es que aparecen en roles muy chiquitos personajes de otras tiras de los años ´30, no necesariamente creados por Segar, que -si te gusta esa onda- podés jugar a reconocer. Lo único que no entiendo es cómo alguien puede soportar a un personaje tan de mierda como Wimpy. Cómo en la primera aventura no le pegan un voleo en el orto como para ponerlo en órbita y que no aparezca nunca más. En la anteúltima del tomo (Good-Night, Blozo!) hay un intento por reivindicarlo y darle un rol menos repulsivo en la trama. Pero para ese entonces yo ya lo quería ver muerto, sepultado y comido por los gusanos. En fin, conozco a fans de Popeye que aman a Wimpy, pero a mí no me puede caer peor. Disfruté mucho de este tomo, no sé si como para comprarme todos los que siguen, pero sí como para prestarle atención a la versión de Roger Langridge de este clásico del Noveno Arte que en cualquier momento sopla las 100 velitas.
Nos vamos a Japón, año 2021, para leer nuevas historias de misterio, terror y bizarreada creadas durante la pandemia por el maestro Junji Ito. Ya vimos el primer libro de La Zona Liminal el 29/10/24, y este es una especie de continuación, si bien todas las historias son autoconclusivas. Esta vez tenemos cuatro relatos, de diversas extensiones: uno de 66 páginas, uno de 68, uno de 46 y uno de 34. Vamos a repasarlos. La primera historia me hipnotizó. Le falta, como suele suceder en las historias cortas de Ito, un poco más de profundidad al personaje protagónico. Pero la trama es original, tiene el grado justo de complejidad, de enrosque, de sorpresas, de mala leche... y un final bien pasado de rosca, bien ido a la mierda, en el que la bizarreada está perfectamente justificada. La segunda historia tiene un problema, y es que le sobran unas 20 páginas. Es de esas ideas que en los ´70, te las ponían en una antología de misterio de DC, desarrolladas (y desperdiciadas) en ocho páginas. Acá, Ito se toma todo el tiempo del mundo para llegar a donde era evidente que iba a llegar, y si bien condimenta ese recorrido con unas cuantas sorpresas impactantes, no deja de ser predecible. Probablemente sean las páginas mejor dibujadas del tomo, y eso ya de por sí justifica cualquier cosa. La tercera mezcla de manera muy ingeniosa los zombies con los espíritus de los fantasmas que buscan cuerpos en los que reencarnar. Tiene un elenco amplio, en el que no todos los personajes aportan algo a la trama, pero también tiene un ritmo espectacular y unas 10 páginas finales dibujadas a un nivel colosal. Finalmente, la última tiene el argumento más enigmático, con las mejores ideas y el planteo más retorcido y más original. Ito arma una espiral ascendente de tensión y suspenso, en una historia que sabés que va a terminar mal, pero no te imaginás cómo. El final es entre macabro y poético, satisfactorio por donde se lo mire. La verdad que cerré el libro muy contento, porque Ito me ofreció un buen rato de entretenimiento, con muchas ideas copadas, giros imprevisibles, momentos en los que el terror se va tan al carajo que te causa gracia, y unos dibujos superlativos, a años luz de los mangakas casi sin estilo que llenan todas las semanas páginas y páginas de shonens de peleas. Por si faltara algo, magnífica la edición de Ivrea para este material, con muy buenas traducciones de Martín Parle. Tengo más libros de Junji Ito en el pilón de los pendientes, así que nos reencontraremos con él, más temprano que tarde. Nada más, por hoy. Gracias por pasar por el blog a leer las boludeces que uno escribe y volvemos pronto con nuevas reseñas.

1 comentario:

fyhkkfhkfhkfykfyh dijo...

Popeye cumplió los 100 este año, por lo cual ya entró en el dominio público, dando a pie a unas cuantas películas de bajo presupuesto bastante nefastas