el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 27 de noviembre de 2025

JUEVES A LA MAÑANA

Me hubiera gustado postear anoche, para mantener la tendencia de reseñas los miércoles a la noche, pero justo me coincidió con el horario de la Agenda Abierta, que fue épica. Así que vengo ahora a contar qué me encontré en mis últimas lecturas (que siguen siendo muy poquitas, por cuestiones de tiempo). Me saqué las ganas de leer una novela gráfica de 1987, que nunca había caído en mis manos: Barney et la Note Bleue, de Philippe Paringaux y Jacques Loustal. Recién cuando puse el título en Google para buscar la portada me entero que la historia es real, y está basada en la vida de Barney Willen, un saxofonista de jazz que existió posta, no lo crearon los autores del comic. En ningún momento del libro hay pistas de que Barney Willen haya sido una persona real. La historia es de corte 100% realista, sin elementos fantásticos de ningún tipo, pero yo (como un goma) la leí convencido de que estaba asistiendo a una invención, a un fruto de la creatividad de Loustal y Paringaux. El hecho de que Barney et la Note Bleue sea (por llamarlo de alguna manera) un documental, resignifica una de las cosas que más me llamaron la atención: los textos de Paringaux nos cuentan TODO lo que necesitamos saber para entender la historia. Si al libro le sacás los dibujos, no te digo que se disfruta igual (ni en pedo) pero see ntiende perfecto todo. Paringaux nos tira data incluso de sensaciones y emociones que el dibujo no puede transmitir, no deja nada librado al azar. Es una prosa muy elaborada, que hasta se da el lujo de cambiar de narrador en los distintos episodios: a veces tenemos un narrador omnisciente, y a veces alguno de los protagonistas toma la voz cantante y narra en primera persona. El clima de la novela es distante, melancólico, y el conflicto (Barney tiene un talento increíble, pero lleva una vida errática a causa -entre otras cosas- de su adicción a la heroína) no está muy enfatizado ni planteado en términos realmente dramáticos. Aún así, Paringaux logra que Barney nos caiga bien, y que nos alegremos cuando parece levantar la cabeza y obtener algo del reconocimiento que se merece. Pero todo el tiempo hay pistas de que la vida del músico va a terminar muy mal. Entre tanta desazón, la alegría y la belleza llegan de la mano del dibujo de Loustal, que acá realiza uno de sus mejores trabajos (lo cual es mucho decir). Fondos y paisajes perfectos, mujeres hermosas a niveles imposibles, atmosferas densas, colores vibrantes... Lo único que no me copa es cuando resuelve varias páginas seguidas con una viñeta grande arriba de otra. La grilla de dos cuadros es frecuente en la obra de Loustal, pero -como siempre digo- a mí me resulta poco narrativa. Igual recordemos que el dibujo de Loustal, así de sublime como se ve en estas páginas, podría tranquilamente no estar, porque la función de contar la historia la asume en un 100% el texto. De vez en cuando, Loustal logra meter algunas viñetas mudas, que sirven para darle espesor a las secuencias, y una pausa al lector que se ve un poco agobiado por tanto texto. Y son invariablemente hermosas. Barney et la Note Bleue es un comic para todo el mundo, ni ahí. Es una historieta amarga, que avanza a un ritmo pausado, y donde brillan -incluso sin narrar, porque no lo necesitan- el trazo y la paleta de un Loustal más allá de cualquier exégesis.
Me vengo a Argentina, año 2025, para reencontrarme con Ho rLang y el Pequeño Timy, en el segundo librito de esta serie, cuyo Vol.1 vimos acá el 20/10/22. Y de nuevo hay que hablar de un dibujo dinámico, suelto, que por momentos busca la síntesis, hasta que aparecen esos primeros planos gloriosos, con unas texturas y unas iluminaciones en las que HorLang nos recuerda que es un dibujante exquisito, de un virtuosisimo infrecuente en la historieta humorística. Los breves relatos de alienación, locura y falta de empatía y comunicación nos remiten -una vez más- a South Park. De hecho acá se acumulan muchísimos episodios en los que Timy (como Kenny) termina muerto de maneras escabrosas y absurdas. A diferencia de South Park, acá los personajes adultos, especialmente el papá de Timy, son el verdadero motor de las tramas, que juegan con temas que van (sin mayor explicación) del costumbrismo a la ciencia ficción, sin dejar de lado la escatología, el sexo y la incorrección política. Desde el seno del hogar a planetas lejanos y dimensiones paralelas, Hor Lang se atreve a limar, a imaginar con total libertad situaciones en las que impactar una vez más a sus lectores, sin romper nunca la grilla de cuatro viñetas por página. Hay algunos momentos muy bizarros, otros muy cómicos, y otros realmente incómodos, siempre dentro de un contexto de humor en el que nadie se hace cargo de lo que acaba de pasar en el episodio anterior. Este segundo tomito me hizo reir un poco menos que el primero, y hasta tuve que parar de leer un par de veces, para que no me aburriera la acumulación de historias en las que Hor Lang repite una fórmula. Me parece que es un material que se disfrutaría más en dosis más acotadas. De nuevo quiero destacar el dibujo, el color, la narrativa... y lamentar que no se haya podido mejorar el punto más flojo del Vol.1, que era el rotulado. No sé si habrá más material de Timy, o nuevas sagas de Jeny, pero quiero leer más cosas de Hor Lang, lo antes posible. Nada más, por ahora. Vuelvo a darle masa a la Comiqueando Digital, que está quedando de puta madre. Ni bien tenga más libros leídos, los comentamos acá en el blog.

1 comentario:

Sapruder Alcaparra dijo...

Buenas , el tomo de Barney fue publicado alguna vez en español?