el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 29 de diciembre de 2025

NOCHE DE LUNES

Vengo de unas horas MUY chotas: primero un corte de luz de casi dos horas, y cuando vuelve la luz, me encuentro con la noticia de que falleció alguien que fue amigo mío desde fines de los ´80. Podría dejar las reseñas para mañana, pero había prometido un post más antes de fin de año y el día de mañana va a ser sumamente complicado, porque a los varios compromisos que ya tenía se suma el velatorio de mi amigo. Así que ahí vamos... Empiezo en Francia, año 2016, cuando el maestro Regis Loisel nos sorprende al calzarse la pilcha de camaleón estilístico para una novela gráfica de... Mickey Mouse. Si la portada no dijera "par Regis Loisel", no tendríamos ninguna pista de que este álbum es obra del autor de La Búsqueda del Pájaro del Tiempo y Peter Pan, entre otras. El francés esconde prácticamente todos sus rasgos de estilo para que esto parezca una aventura de Mickey de los años ´30, de cuando era una tira para diarios que escribía y dibujaba el inmenso Floyd Gottfredson (con tintas de Ted Twaithes y Bill Wright). Y sí, se parece mucho al Mickey de esa etapa, pero hay algunas puntitas que nos hacen sospechar que se trata de material mucho más moderno: 1) el entintado de Loisel es más complejo que el de las tiras clásicas de Mickey. Hay más detalles, más texturas, más laburo, y un resultado un poco más oscuro, como si algunas viñetas estuvieran entintadas por Robert Crumb. 2) La trama de Café Zombo es compatible con las de las aventuras clásicas de Mickey, pero Loisel le incorpora una dimensión social. En los momentos más bravos, no es el héroe o su grupito de amigos los que la pasan mal, sino todo un pueblo al que se lo ve sumido en la pobreza y sojuzgado por un garca con mucha plata que (como tantos garcas con mucha plata) se quiere quedar con todo. Como suele suceder, la inoperancia de los villanos, combinada con una excesiva ambición y la astucia y el coraje de los buenos, hará que los garcas se queden sin nada, no sin antes recorrer pasajes bastante dramáticos para una aventura de "dibujitos animados". 3) Lo que más llama la atención es el nivel de violencia que maneja Loisel. Varias veces a lo largo del álbum, Mickey y Horace confrontan con los villanos... ¡y se cagan a trompadas! ¡ Y a palazos en la cabeza! Obviamente sabés que la violencia no es letal, porque también sobreviven a explosiones, choques de autos, yunques que les caen en la cabeza, y todas esas cosas típicas de lo que llamamos "cartoon violence". Pero acá hay peleas muy brutales, que duran varias páginas y en las que se dan con todo. Entre una cosa y otra, Loisel arma una historieta con muchísimo ritmo, una vorágine de sucesos que para encontrar un final feliz va a requerir de la intervención de las mujeres del pueblo. El autor aprovecha para bajar línea acerca de la alienación a la que te condena la explotación laboral y le dedica unos cuantos garrotazos a McDonald´s. Como siempre, Mickey es el Number One en todas las disciplinas, el que más clara la tiene, pero los roles de Horace, Minnie y Clarabelle no son para nada menores. Pluto, Goofy y Donald, en cambio, tienen mucho menos peso en la trama. Nunca supe por qué duró tan poco esta runfla entre Glénat y Disney, pero me alegra que haya durado lo suficiente como para que podamos disfrutar de esta excelente versión del Mickey clásico, traído al cuasi-presente por un talento de la jerarquía de Regis Loisel.
Me vengo a Argentina, año 2025, para disfrutar de Luna Oscura y otros casos de Cecilia Guzmán, un libro con tres historias policiales escritas por Cristian Blasco y dibujadas por Alfredo Retamar. Esto me gustó mucho, es un material muy sólido, muy profesional. Adaptados al formato de historias episódicas de 14 páginas, los casos de Cecilia Guzmán podrían ser tranquilamente una serie regular en una antología onda Skorpio. De hecho, una de las historietas tiene 14 páginas, o sea que ni habría que tocarla (bueno, habría que traducirla al italiano, porque la Skorpio argentina no existe más hace 30 años). Al dibujo le falta soltarse un poco más, ponerle un poquito más de onda, de rasgos identitarios, de modo que vos veas una página y al toque digas "ah, esto lo dibujó Retamar". Por ahora, el entrerriano radicado en Tandil juega a ser un dibujante "genérico", sin mucha personalidad, pero sumamente correcto y eficaz en lo suyo. Y los guiones son realmente buenos. Más allá de algún tropiezo con los signos de puntuación, Blasco presenta muy bien los conflictos, desarrolla a los personajes mediante diálogos que suenan creíbles y lleva los misterios hacia finales lógicos y satisfactorios. No estira innecesariamente las historias, sino que complementa muy bien la intriga policial con escenas más vinculadas a la intimidad de los protagonistas, a los que sentimos muy reales y muy cercanos (aunque sean policías). La historieta argentina tiene una larga tradición de buenas series policiales, con detectives que resuelven los casos con inteligencia más que con tiros o trompadas, y si siguen por este camino, Blasco y Retamar van a lograr que sumemos a Cecilia Guzmán a esa lista de series memorables. Ojalá haya nuevos casos muy pronto. Nada más, por hoy. Cerramos un año bastante generoso en cantidad y calidad de lecturas, y en algún momento de la semana (ya pasada la barrera del 31/12) arrancamos con la decimoséptima temporada del blog. Gracias por el aguante y nos encontramos este martes a las 22:30 en el canal de YouTube de Comiqueando para una nueva emisión de Agenda Abierta, en vivo y gratis para toda el habla hispana.

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