jueves, 7 de enero de 2010
07/ 01: EL CALAVERA: ESTAR MUERTO ES TONTO
Darío Adanti es un historietista y animador argentino, de la generación de los que ahora tienen un poquito menos de 40. Algunos lo recuerdan por sus historietas en Suélteme, sus chistes en Humor, o sus ilustraciones en Página/12, pero la mayoría lo asocia con Vacaláctica o Elvis Christ, los cortos animados que hizo para MTV en la segunda mitad de los ´90, cuando vivía en Miami. Desde hace varios años, Adanti vive en Madrid y trabaja en la popular revista humorística El Jueves y en la infantil Dibus, con enorme éxito. Acá, mientras tanto, no sólo no lo conoce nadie, sino que los que lo conocían ya no lo nombran, como si hubiese un pacto tácito para condenarlo al olvido.
El Calavera apareció por primera vez en Suélteme, pero fue en España donde se hizo realmente popular. Este es el segundo recopilatorio de las historietas protagonizadas por este personaje, al que no cuesta definir como un muerto vivo mexicano completamente subnormal. Las ridículas aventuras del Calavera transcurren en el remoto paraje de Chipacingo, donde los muertos, zombies y demás criaturas bizarras interactúan con total normalidad. Así vemos desfilar al Hombre-Gato, al cadáver zombie de Adolf Hitler, al axolote sabio, a San Perro, a Charles Manson, a Basualdo el jorobado, al chihuahua drogón Chiguagüeño, a Ton Terías y Bobo O´Brien, más un abundante surtido de indios, campesinos y cactus, todos ellos abocados a dejarle en claro al Calavera que es un retrasado mental y un infeliz completo.
El pueblito y el desierto tienen un aire absolutamente surreal y casi abstracto, pero cuando el gag lo requiere, aparecen elementos bien del mundo real como los noticieros, los rascacielos, las armerías y las cadenas de comidas rápidas. Pero lo más gracioso del Calavera es cuando se da el lujo de prescindir por completo de la realidad y se juega todo al delirio, a este mundo con su propia lógica ensimismada, limada y en un punto poética, que tanto nos recuerda al de Krazy Kat. Ahí es donde el absurdo realmente se eleva a niveles de genialidad increíbles.
Pero Adanti además se da otro lujo: contar historias completas sin usar textos. En estos episodios, la impronta icónica de su dibujo se potencia y la narrativa se convierte en un mecanismo de relojería tan infalible que parece mentira que el autor lo esté usando para experimentar, o para cagarse de risa. Las historias con diálogos, mientras tanto, están llenas de frases desopilantes y memorables y casi siempre tienen cuadros más grandes, donde se aprecia a full la excelencia del dibujo de Adanti.
Que, digámoslo de una vez, le gana al infladísimo Chris Ware en su propio juego. Adanti también tiene ese trazo perfecto, ese dominio de la geometría que le permite dibujar con claridad prístina lo que se le dé la gana, también sabe articular puestas en página novedosas y arriesgadas en las que la narrativa no se resiente jamás, también le salen bien los truquitos de manipulación del lenguaje del comic, también transmite esa sensación de que en sus historietas puede pasar cualquier cosa, también sabe establecer ese tono entre satírico y delirante con un regusto tristón, también sabe hacer poemas gráficos con personajitos aniñados, mezcla de bizarros, tiernos y estúpidos. Tiene el problema de que se dedica a la historieta cómica, en una revista apuntada al humor como es El Jueves, o a la historieta y la ilustración infantil. Pero el día que se tire a hacer una novela gráfica ambiciosa (cosa que veo menos probable que el Fin del Mundo anunciado por los mayas para 2012, o la línea de comics de WildStorm anunciada por Deux para Marzo), no tengo dudas de que los críticos “serios” se van a rendir a sus pies y Fantagraphics, Top Shelf y Drawn & Quarterly se van a apuñalar unos a otros para ver quién publica en EEUU todas las boludeces que hizo Adanti para España durante la última década.
Para los que quieran ayudarme a combatir al olvido (y de paso, hacer justicia), les cuento que este libro de El Calavera está editado por De Ponent, pero Adanti también tiene libros editados por Dolmen y El Jueves, más algunos one-shots en editoriales de los ´90 que ya no existen.
Cuando éramos niños, Adanti iba a un colegio (el San Agustín) que tenía con mi colegio (el Mary Graham) un eterno y encarnizado Boca-River, por el hecho de estar a apenas tres cuadras uno del otro. Seguramente habremos intercambiado huevazos de un micro a otro, o algún que otro foul inclemente en un partido de futbol intercolegial, pero las heridas ya se cerraron. La hermana de Darío se casó con Esteban Podetti (que también iba al Mary) y yo estoy acá, aplaudiendo de pie a este ex-San Agustín que tanta alegría me da con sus historietas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
snif, adanti es lo mejor del universo.
el calavera es de esas pequeñas joyitas que me llenan el corazón, no sé, los dibujos son perfectos y la simpatia rebalza de las hojas a caudales insoportables.
Adanti es como un Max Cachimba en el under de mi subconciente (Max Cachimba es mi dios)
luiggidimaggio
Che, Andrés!!! El cuñado de Adanti es Pablo Sapia, no yo!!!
Saludos
Esteban
Recuerdo al Calavera como una de las primeras historietas que me empujaron a dibujar, le tengo un gran cariño, aprecio y respeto a Adanti, que de hecho no lo conozco personalmente.
Aguante el Calavera!!!
Publicar un comentario