miércoles, 17 de agosto de 2011
17/ 08: EL FESTIVAL VIÑETAS CON ALTURA
Finalmente y después de muchos años en los que me quedé con la leche, este año pude asistir al IX Festival Internacional de Historieta Viñetas con Altura, en la inverosímil ciudad de La Paz, capital del estado plurinacional de Bolivia.
Posta, el que decidió que se podía fundar una ciudad donde hoy está La Paz, era un vanguardista pasado de rosca, un borracho y drogadicto totalmente fuera de control. Y la ciudad refleja un poco ese caos: calles en subida, en bajada, una especie de tajo (iba a decir “concha”, pero queda feo) que la atraviesa por la parte más baja, puentes que conectan las zonas altas, y esa inmensidad de casitas que se amontonan en las laderas de las montañas, de un lado y del otro, y que vistas de lejos parecen de mentira, como un decorado extraño, como algo inaccesible, por lo lejano y por lo inhóspito del terreno. Y aún así, la ciudad funciona, late, cautiva. Sin alguien que conoce, te perdés como un infeliz a las tres cuadras, pero con el guía local (o un buen mapa) hay mucho y muy lindo para descubrir.
Pero vamos al evento, que arrancó el 1° de Agosto en la sede del MUSEF (el alucinante Museo de Etnografía y Folklore) y terminó el domingo 7, en la Feria Internacional del Libro de La Paz, con sede en el Círculo de Oficiales del Ejército. Este año fue raro, porque por primera vez el Festival no contó con la presencia de autores europeos, que era uno de los atractivos grossos. Esta vez, los invitados éramos todos latinoamericanos. De Brasil llegaron dos genios: Rafael Grampá (famoso por sus dos faltazos a sendos Crack Bang Booms) y el legendario Laerte. De Uruguay, la dupla hitazo, Rodolfo Santullo y Matías Bergara. De Perú, el increíble escultor Alejandro Amezquita. Y de Argentina, una legión integrada por el artista plástico (y a veces historietista) Alberto Abeliza, la ilustradora (y co-coordinadora de La Murciélaga) Pupi Herrera, los maestros Salvador Sanz y Berliac, y un salame que postea boludeces todos los días en un blog.
Por supuesto, la historieta boliviana estuvo muy bien representada por capos como Santos Callisaya, el Marco Tóxico, Carlos Ureña, Susana Villegas, Frank Arbelo, Alejandro Salazar, Joaquín Cuevas, Paola Guardia y algunos más de los que me debo estar olvidando. Ah, sí, Martín Elfman, un ilustrador muy grosso, que no sé si es argentino, boliviano o español, pero es un monstruo. Todos estos artistas participaron en charlas y talleres en hermosos auditorios, y casi todos tuvieron trabajos suyos expuestos en unas muestras muy bien montadas.
Eso, hasta el viernes. El sábado y el domingo, el Festival se integró a la Feria del Libro y ahí se fue al descenso. Varias de las actividades programadas no se realizaron y poquísimo público del que asistió a la Feria se enteró de que había algo así como un festival de historieta metido ahí adentro (o casi). Hasta ese momento, la única falencia del festival era que no había demasiado público en el MUSEF, ni en las charlas ni en el sector de stands. Durante el finde, las falencias se hicieron bastante más evidentes. Pero aún así el trato a los invitados fue excelente, y los momentos divertidos y/o enriquecedores fueron amplia mayoría, en parte porque muchos de los invitados éramos amigos entre nosotros desde antes. Y porque casi todos los miembros de la organización (y afines) eran gente copada, amable y de buena predisposición.
Ojalá el año que viene se ajusten detalles y el festival se parezca más a lo que me habían contado los artistas argentinos que fueron en años anteriores (Juan Sáenz Valiente, Carlos Trillo, Juan Bobillo, Carlos Nine, etc.) que a lo que me tocó ver a mí. Como invitado, la pasé bárbaro y lo disfruté muchísimo. Como fan del comic, vi un evento digno, competente, pero lejos de las glorias que me narraron los que asisitieron a ediciones anteriores.
Gracias, amigos bolivianos, por el C+C, la paila de pollo, las cebras danzantes, el trancapecho, El Garage, el pique macho, La Costilla de Adán, la emperatriz de los muñequitos, Los Amigos, la calle de las brujas y el poto. Encima descubrí una golosina riquísima que se llama Kilombo, y un pueblito llamado San Andrés de Machaca. Como para no tener ganas de volver…
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3 comentarios:
La Paz es una locura, pero una locura hermosísima. Impresionante que hagan la muestra en el MUSEF, un museo que, con su humildad, está entre los mejores y más grosos que haya vito en el mundo (y tengo la dicha de haber visto varios de los museos catalogados como "obligatorios" en Europa).
"(...)el que decidió que se podía fundar una ciudad donde hoy está La Paz, era un vanguardista pasado de rosca, un borracho y drogadicto totalmente fuera de control."
Gran frase que complementa el espíritu de Pupi
¡¡¡La Paz es Rock!!!
Esperamos tenerlo por las alturas nuevamente...
Un saludo Andrés!
QUE ZORETE Q SOS GORDO. NI SIQUIERA HAY Q LEER EL PRIMER PARRAFO ENTERO PARA DARSE CUENTA Q SOS UN ZORETE, BASTA CON LA PRIMER ORACION.
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