De a poquito se empieza a sentir en Buenos Aires el clima de un paro que tiene todo para ser histórico. Mañana no pienso salir de mi casa, así que en una de esas hasta vuelvo a postear reseñas. Por ahora, lo que tengo leído es esto:
En el Vol.1 de La Chica a la Orilla del Mar, el genial Inio Asano nos presenta una historia de sexo sin amor entre Isobe y Sato, un chico y una chica de escuela secundaria que juegan, experimentan, se histeriquean, tratando de no involucrarse afectivamente, para que sea la lujuria la que lleve las riendas de la relación. Por supuesto, en algún momento alguno de los dos va a ceder y le va a proponer a la otra parte encarar algo así como un noviazgo. Y seguramente eso que en este primer tomo se manifiesta como un proto-conflicto, en la segunda y última parte va a cobrar relevancia. También hay (en las márgenes del desapasionado pero intenso vínculo entre Isobe y Sato) una historia de violencia que tiene que ver con la muerte del hermano de Isobe, que nunca se terminó de aclarar. Y por encima de todo eso, un subtexto bastante habitual en las obras de Asano, que es la desconexión entre estos adolescentes, sus sueños, sus padeceres, y los padres de los chicos, a los que sólo parece importarles el trabajo y la guita.
La historia, ambientada en un pueblito de provincia donde todo avanza a un ritmo muy pausado, se siente muy real, muy honesta, a tal punto que no escandaliza para nada ver garches bastante fuertes entre un chico y una chica menores de edad. Asano es un especialista en narrar a ritmo lento, en colgarse en detalles, en silencios, en la observación de paisajes suburbanos, o sea que acá está en su salsa. En Japón se lo criticó bastante por el tema de meter escenas típicas de películas porno en un manga costumbrista protagonizado por adolescentes, pero La Chica a la Orilla… no especula con el sexo entre borreguitos para impactar al lector o para vender tres ejemplares más. O sea, a comerla.
Y el dibujo, por supuesto, es el arma imbatible con la que esta bestia te dispara al corazón y te hace boleta. Los personajes de Asano, plásticos, expresivos, vibrantes, se integran perfectamente a un mundo tomado de la realidad, un mundo construído por fotos perfectamente convertidas en dibujos por un maestro de la documentación. Un trabajo apabullante de un mangaka completísimo, que acá nos regala hasta una escena de pelea, algo raro en su bibliografía.
Me vengo a nuestro país, donde este año se editó Ecos de Mundos Posibles, un recopilatorio de siete historias cortas, originalmente realizadas para Italia por la dupla integrada por el guionista Gustavo Schimpp y el dibujante Sergio Ibáñez. Las siete historias se inscriben en la tradición de la aventura clásica, con ambientación fantástica, medieval o de ciencia-ficción post-holocausto.
El dibujo de Ibáñez es excelente para este tipo de relatos. En su trazo conviven maestros legendarios como Juan Zanotto, Alberto Salinas y Horacio Lalia, combinados con cositas más actuales, sobre todo en la narrativa, que es ágil, dinámica, con varios riesgos bien asumidos. Pero además hay un gran despliegue en la documentación histórica, en los fondos, en los caballos, armas, trajes, vehículos, y mucho talento en la anatomía, en la iluminación y en el lenguaje corporal de los personajes.
Los guiones de Schimpp, en cambio, arriesgan un poco menos, van más a lo seguro. La idea del guionista es tratar de sorprender al lector, sobre todo en la última escena, con una vuelta de tuerca impredecible. Bueno, si leíste muchos años la revista Skorpio, u otras revistas de antología con aventuras para adolescentes y adultos, es poco probable que los finales te sorprendan. Schimpp propone planteos interesantes, en la tradición de Ricardo Barreiro o Eduardo Mazzitelli, siempre con acción, con violencia, con crueldad, con buenas excusas para meter algo de sexo, y a veces con cierta pátina literaria, como ese unitario en el que por momentos “se disfraza” de H.P. Lovecraft. Las historias no están estiradas, no están apretadas, no están 100% jugadas a esa revelación final y algunas se animan a explorar bastante la psiquis de los personajes.
En un par de historias me hicieron ruido los diálogos, porque Schimpp combina frases re-argentas como “ni en pedo”, “pelotudo” o “la puta que te parió”, con diálogos en neutro (también llamado “malas traducciones del inglés hechas en Centroamérica”) onda “¿en verdad crees que extrañaré esto?” y cosas así, que ningún argentino diría nunca en la vida. Por suerte en las historias de ambientación medieval o de espada y brujería no aparecen estas inconsistencias.
Si sos “viuda de Skorpio”, quedate tranqui: mientras el calendario afirma que estamos en 2018, las antologías italianas de la Aurea siguen ancladas en 1990. Por eso autores de formación clásica como Schimpp e Ibáñez siguen teniendo allí un espacio para contar este tipo de historias, que a los fans del comic más actual les pueden resultar un poco anticuadas, pero que tienen todo para cautivar al fan de la historieta de género, de la aventura pura, dura y tradicional. Esa historieta, que durante tantos años brilló en las páginas de Skorpio de la mano de una veintena de maestros hoy medio olvidados en nuestro país pero venerados desde siempre en Italia, produce estos Ecos que llegan hasta nuestros días de la mano de Ibáñez y Schimpp. Quien quiere oir, que oiga.
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4 comentarios:
si te vas a quedar en tu casa hacete un par de videos para youtube y nos dejas contentos a tus fieles seguidores que tanto esperan esos 6 minutos, casi siete con sabiduria comiquera
Muy buenas reseñas y recomendaciones.un gran saludo.
Con Inio Asano nunca te clavas... que autor por favor!!! Gloria al ponja terrible!!!
No comparto de que Asano sea un gran autor, creo que está sobrevalorado de manera increíble. He leído El Barrio de la Luz, "El Fin del Mundo..." y los tomos que publico Ivrea de Oyasumi Pupun y la verdad que no me gusta, no le encuentro la onda. El dibujo, qué sé yo, eso de usar directamente las fotos tampoco me termina de cerrar, es como el dilema si los DJ's hacen música o no, para Pappo no y en este caso después de verlo trabajar lo respeto un poco más porque el tipo le pone muchos detalles a la imagen pero no la dibuja de verdad.
Espero terminar con Punpun y leer Solanin para tener una opinión definitiva de este autor.
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