el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 15 de marzo de 2019

NOCHE DE VIERNES

Hoy no leí comics. Nada, eh? Ni media viñeta. Pero bueno, ayer sí y los días anteriores sí, por eso no falta material para reseñar.
Arranco en 2016, con Mooncop, del británico Tom Gauld. Me lo habían pintado como a un hiper-grosso que estaba reescribiendo la historia del comic, así que ni bien vi un libro suyo a buen precio, lo capturé. La verdad es que me gustó mucho, pero no para armar tanto revuelo. Mooncop es una historieta que le hubiese gustado escribir a Jason, y el tono, el ritmo y algunos detalles del relato muestran claramente la influencia que el noruego ejerce sobre Tom Gauld.
Visualmente hay menos coincidencias, porque se ve que a Gauld le aburre repetir siempre la misma grilla, y si bien Mooncop tiene un esquema básico de seis cuadros iguales, el autor no lo sostiene de punta a punta de la obra. Y por supuesto, la gran diferencia es que a Gauld no le copa la línea clara. No recurre prácticamente nunca a las masas negras, pero logra todos los efectos de iluminación y todas las texturas con unas rayitas muy finitas (supongo yo que hechas con plumín o rotring), mucho más para el lado de Jim Woodring que el de Jason.
La trama de Mooncop es original, está narrada en forma lineal, simple, con una emotividad de la que el autor parece no querer hacerse mucho cargo y hasta con un cierto vuelo poético. Como en las historietas de Jason, tenemos abundantes (y elocuentes) silencios y conflictos que no están planteados en términos de “malos y buenos”, sino que van más bien por el camino de las personas normales en situaciones atípicas. No quiero contar el argumento (el forro que redactó el texto que aparece en la contratapa de la edición de Drawn & Quarterly me spoileó TODO lo que pasa en estas 90 páginas, que tampoco es tanto), pero sí recomendar Mooncop como punto de entrada al universo de un autor que se ganó en muy buena ley el dudoso privilegio de que, la próxima vez que vea un libro suyo a un precio razonable, me lo compre sin pensarlo demasiado.
Y me vengo a Argentina, a 2018, cuando la Fundación Pulgar edita un álbum de historietas llamado Cuentos de la Selva que (como alguno se imaginará) está compuesto por adaptaciones al comic de los famosos relatos de Horacio Quiroga. Con lo cual este libro se puede leer perfectamente como complemento de aquel que me tocó reseñar un lejano 26/05/11… siempre y cuando lo hayas comprado en su momento, porque hace tiempo que está descatalogado. Me llama la atención lo mismo que cuando me sumergí en aquella antología: los cuentos de Quiroga me parecen (en su mayoría) muy flojos. Rara vez terminan de hilvanar un conflicto, mucho menos probable es que lleguen a resolverlo, o a veces sí, pero de modo demasiado predecible. Veamos cómo le fue a los historietistas que tuvieron que remar contra esos textos.
Rodolfo Santullo y Jok (dupla grossa si las hay) le buscan la vuelta a El Loro Pelado, pero es imposible. Queda para la posteridad el dibujo de Jok, que es maravilloso. A José Luis Gaitán le tocó La Abeja Haragana, una especie de fábula desabrida, y se puso el desafio de narrarla sin textos. El resultado es bastante bueno, con muchos logros en el manejo del color, pero con un dibujo desparejo, que por momentos parece mezquinar demasiados detalles y hacerse muy esquemático. Nicolás Brondo fue contra La Tortuga Gigante y dejó la vida en el dibujo… que es lo único que se puede rescatar de un relato aburridísimo.
Una de las pocas historias con un conflicto fuerte es El Paso del Yabebirí, uno de mis favoritos cuando leí Cuentos de la Selva en la infancia. Pero leído de grande, te das cuenta de que es un cuento absurdo, un disparate total, al que por suerte Ezequiel Rosingana complementa con unos dibujos magníficos. No conocía a este autor, pero me gustó mucho su trabajo. La dupla Javi Hildebrandt-Lauri Fernández le encuentra una arista interesante a Las Medias de los Flamencos. Esperaba un poquito más del dibujo de Lauri, pero en general es un buen aporte a la antología. La historieta mejor dibujada del tomo, la que mejor funciona como historieta incluso si se la publicara en otro contexto, es La Gama Ciega, una brillante adaptación de un Dante Ginevra afiladísimo en el dibujo, el color y la narrativa. Una joyita.
Mi otro cuento favorito de Quiroga, La Guerra de los Yacarés, es otro disparate sin pies ni cabeza, repleto de inconsistencias y caprichos. Sebastián Piriz le pone bastante onda al dibujo para hacerlo mínimamente tolerable. Y dejo para el final la adaptación más ingeniosa, la que más le agrega al cuento de Quiroga, la que se anima a imaginar por encima y para los costados a la hora de reinterpretar el texto. Me refiero a la versión de Historia de Dos Cachorros de Coatí y Dos Cachorros de Hombre, realizada por Fede Velasco y Martín Túnica. La trama es muy simple, una anécdota emotiva pero casi pueril… y Velasco y Túnica aprovechan precisamente esos aspectos del cuento para darle una hermosa vuelta de tuerca a la historieta. Lástima que son sólo cinco páginas, algunas con muchas viñetas.

No sé si este libro salió a la venta en librerías, o si la Fundación Pulgar lo regala. Pero si podés conseguirlo, está bueno para ver a unos cuantos historietistas argentinos (y Santullo) laburando en un buen nivel, y poniendo su granito de arena para acercar a los chicos a la literatura y a la historieta. Y nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

1 comentario:

Milo Garret dijo...

Mooncop está bueno, pero donde la rompe Tom Gauld es en las tiras. Si no las leuate, te las recomiendo fervientemente