el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 11 de octubre de 2019

DOS Y A ROSARIO

Esta noche no salgo a boludear porque a las 8 AM de mañana tengo que estar en Retiro para tomar el micro a Rosario. Aprovecho, entonces, para reseñar un par de libritos que tengo leídos.
Le Demon de Midi es una obra de 1996 de la gloriosa Florence Cestac, inmensa autora francesa, injustamente poco difundida en nuestro idioma. A lo largo de 58 páginas (todas divididas en tres tiras de dos o tres viñetas cada una), Cestac nos ofrece una historieta que además de narrar, analiza un fenómeno, lo explora en sus distintas facetas, nos muestra varias consecuencias posibles para varias de las cosas que suceden y sobre todo se cuida mucho de no simplificar la situación para no acotarla a “el garca” y “la víctima”. Le Demon de Midi es como le dicen los franceses a esa “crisis de la mediana edad” en la que el hombre cuarentón se aburre de su esposa y abandona a su familia para correr atrás de una pendeja de veintipico que lo hace sentir un titán. Seguramente si viviste la separación de tus viejos, o una ruptura con tu pareja, pasaste por momentos muy, muuuuy parecidos a los que les hace vivir Cestac a los anónimos protagonistas de esta novela.
Lo mejor que hace la autora es no enfatizar demasiado el aspecto dramático de la ruptura entre los protagonistas. No lo suaviza, no lo soslaya, pero tampoco se regodea en la desgracia de la mujer abandonada por su marido. Rápidamente llegan los elementos propios de la comedia costumbrista y un cierto clima no sé si de jolgorio, pero por lo menos de distensión, hace todo mucho más llevadero. Al final, la separación de una pareja es solo eso. No es la muerte, ni el fin del mundo. Y en las formas en que cada uno reacomoda su vida (cuerpo, mente, sentimientos) tras la crisis, es donde Cestac encuentra material para hacernos pasar un muy buen rato y dejarnos pensando, claro.
El dibujo de Florence es casi perfecto. Imaginate una mezcla entre los dibujantes humorísticos más grossos. Caloi, Angeli, Frank Margerin… caviar con champagne para todas y todos. Pero no es perfecto, es CASI perfecto, y la imperfección llega en la etapa del entintado, como si a esos dibujantes mágicos los entintara otro más rústico, tipo… Cels Piñol, ponele. De todos modos es un dibujo absolutamente plástico, expresivo, que te resulta cercano, casi real a pesar de su alto grado de abstracción. Y para reforzar la gracia del humor costumbrista, Cestac te masacra con unos detalles tremendos en ropa, peinados, muebles, calles… Acá hay un poder de observación infrecuente, tanto en los vínculos entre los personajes como en el mundo por el que se desplazan. Ojalá algún día alguien se ponga las pilas para que haya muchas obras de Florence Cestac editadas en castellano.
Me vengo a Argentina, año 2019, cuando se edita Kintari, el Retorno del Lobo, una novela gráfica relativamente breve, escrita por Roberto Barreiro y dibujada por Hernán González. Se trata de una historia de aventura, violencia y misticismo, narrada por Barreiro con gran inteligencia, sobre todo para dosificar la información acerca de este mundo fantástico dominado por unos entes extradimensionales malignos, que tienen los mejores diálogos de la historieta. El título y la portada nos llevan a creer que Kintari es el protagonista pero, si bien su rol en la trama es importante, no es para nada el personaje que más le interesa desarrollar a Barreiro, que parece disfrutar mucho más las escenas en las que pone el foco en Dicom, Kevlar y el poderosísimo Ube, el nigromante, al que le alcanzan un par de escenas para morfarse la novela.
Entre todos estos estallidos de sangre, tiros, espadazos, conjuros y detonaciones varias, Barreiro baja una línea muy interesante acerca de la libertad, de la resistencia frente a los poderes totalitarios, de cómo (alguna vez) los humildes le pueden escupir el asado a los omnipotentes. Pero no es un comic que se dedique a predicar, sino que son ideas y valores que discurren casi tras bambalinas, a modo de condimento finoli para una historia sobrecargada de acción, truculencia y atrocidades bien sanguinarias.
¿El dibujo de Hernán González está bueno? Yo diría que MUY bueno, porque a su típica impronta salvaje de claroscuro visceral se le suma ahora el color, muy bien trabajado por Natalio Anastasia. No debe ser fácil colorear a González, pero acá realmente se ve una muy buena amalgama entre dibujo y color. ¿Era González el dibujante ideal para esta historia? Me parece que no, que a este artista le quedan mejor otro tipo de guiones, más abstractos, o más introspectivos, o con más margen para limar e irse a la mierda desde la faceta gráfica. Y a Kintari le venía mejor un dibujante más careta, más clásico, más apegado a ciertas convenciones del comic de aventuras a las que –lógicamente- el pincel endemoniado de González se lleva puestas sin el menor reparo. Este era un guión perfecto para… Richard Corben, ponele. Aún así, incluso lejos de su zona de confort, González nos regala un montón de imágenes de alto impacto, como esa jirafa prendida fuego con la que abre la novela y con la que –casi seguro- voy a soñar esta noche.
Si te gusta la aventura fantástica con hechiceros, guerreros, sacrificios y traiciones, acá vas a encontrar un relato dinámico, potente, con buenos diálogos y varios giros argumentales sorprendentes. Por ahí te hace ruido el dibujo, porque la estética de González va medio para otro lado. Y por ahí no.
Nos vemos este finde en Rosario, en la décima edición de Crack Bang Boom, y retomamos las reseñas la semana que viene, acá en el blog.


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