el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 29 de enero de 2022

LECTURAS ACUMULADAS

De a poco se va calmando el mega-bolonki de la mudanza y también de a poco, estoy trayendo de mi antiguo domicilio el material que tenía sin leer, ya sin miedo a que se pierda o se mezcle con todo lo demás. Así que estoy retomando un ritmo bastante saludable de lecturas y creo que voy a poder postear reseñas una vez por semana. No sé qué días, porque en Febrero retomo la gira de presentación de ¿Quién quiere ser superhéroe? Y habrá muchos findes en los que estaré lejos de mi casa y de mi computadora. Pero vamos a tratar de tener unas cuantas reseñas publicadas durante los próximos meses. Me liquidé en poco minutos el cuarto y último librito de Ryuko, el manga de Eldo Yoshimizu publicado por el sello cordobés Buen Gusto. Una vez más, me impactó lo desparejo del dibujo: acá hay imágenes gloriosas, que te detonan las retinas, y viñetas que parecen dibujadas en tres minutos por un perro catatónico, expulsado del más croto de los talleres de dibujo de historieta. Este registro gráfico tan, tan amplio que propone Yoshimizu, hace que la narrativa a veces se complique un poco. Y no es el único lastre que tiene en ese rubro. El abuso grotesco de las páginas de una sola viñeta también da la sensación de ¿estoy leyendo un manga o mirando un artbook?, incluso cuando en general los dibujos que ocupan toda una página son fastuosos. En cuanto al guion, en estas últimas páginas se resuelve todo, y se resuelve de manera bastante simple. El cierre que elige Yoshimizu para Ryuko le da infinita chapa a un personaje que en los tres primeros tomos no parecía aspirar a un rol protagónico, mientras desluce y reduce casi al mínimo los roles de otros personajes, a los que les había dado mucha más bola y más desarrollo en los tomos anteriores. Lo mejor que tiene este final es que se entiende el 95% de la trama sin haber leído nada de lo anterior. Es casi una mini-novela gráfica en sí misma. De todos modps, recomiendo NO leer Ryuko en este extraño formato de cuatro fetas de 110 páginas, sino todo de un saque. Vas a encontrar algunas inconsistencias menores en los diálogos (idas y vueltas entre el usted, el tú y el vos), pero lo vas a sentir más poderoso, más intenso, más parecido (creo yo) a lo que quiso transmitir el autor cuando ideó este thriller de violencia, rosca política, crimen y venganza.
Voy con otro manga, la antología de historias cortas de Junji Ito titulada Fragmentos del Horror. Acá tenemos otros ocho relatos dibujados como los fuckin´dioses por Ito, y si bien no todos son igual de atrapantes, siempre está esa sensación inquietante, ese escozor que te genera el autor con poquitas viñetas, cuando ya empezás a sentir que te está metiendo en una trama enroscada, en la que puede pasar literalmente cualquier cosa. Hay un par de historias menores, que no van más allá del desarrollo lento y retorcido de una idea escabrosa, hay un par muy interesantes, y hay una que se destaca por sobre el resto y que se merece el rótulo de Gema del Infinito: las 30 páginas de Despedida Lenta son una maravilla que justifican por sí solas la compra del tomo. Una idea original, un desarrollo brillante, un final imprevisible, un montón de emociones, un personaje central que evoluciona muchísimo… Alta magia de la mano de este autor que aún hoy sorprende a los que lo seguimos hace 15 años, o más. La edición de Ivrea, impecable, realmente de lujo.
Y me clavé dos libritos más de la edición italiana de Chicanos, una de las obras menos difundidas de la gran dupla integrada por Carlos Trillo y Eduardo Risso. Lo mejor de esta etapa de la extensa serie (realizada para Italia a mediados de los ´90) lo encontré en los episodios en los que aparece Mel, el interés romántico de Alejandrina Yolanda Jalisco. Los dos primeros conforman una única aventura que está muy bien, y cuando reaparece (en el arco de dos episodios centrados en el caso de James Marisco), Trillo nos ofrece los mejores guiones de lo que va de la serie. Y acá está el que los autores pensaron como final de A.Y. Jalisco (o Chicanos, o Tabasco Blues, o como la quieran llamar): el episodio 20 termina con la protagonista atropellada por un colectivo y los malignos Carlos y Eduardo pensaron en cerrar ahí la serie, con esa ironía brutal de ponerle fin a la vida de Jalisco justo cuando, por una vez, las cosas le salen bien. Por suerte, como la repercusión de la historieta era muy buena, los editores tanos convencieron a los autores argentinos para que continuara la saga, y los últimos dos episodios del Vol.4 son desventuras de Alejandrina en el hospital donde se encuentra postrada, enyesada de pies a cabeza y –de nuevo- cruelmente maltratada por un Trillo que no tiene piedad. El dibujo de Risso no afloja nunca. Ese nivel sublime que vimos en los primeros dos libritos se mantiene intacto en estos dos y nos muestra al León de Leones afianzado a la perfección en esta ambientación urbana 100% realista, combinada con grotesco, violencia y romance. Y gloriosa esa aparición de Marv, el personaje creado por Frank Miller para la primera saga de Sin City. Nada, ojalá algún día una editorial argentina publique esta serie de manera integral, en uno o varios tomos, como para completar el panorama de la abultada e interesantísima producción de Trillo y Risso para las antologías de la editorial Eura. Esto es todo por hoy. Gracias por el aguante, perdón por la extensión de los baches entre entrada y entrada, y nos reencontramos pronto acá, en el blog.

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