el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 29 de abril de 2022

ULTIMAS RESEÑAS DE ABRIL

Ahora que tuve que frenar la gira de presentación de ¿Quién quiere ser superhéroe? (por un tiempo, hasta que se pueda imprimir una segunda tirada), me quedan unas cuantas horas libres para leer, que estoy repartiendo entre textos sobre historieta (algo que me apasiona desde siempre) y las historietas propiamente dichas. Me devoré en minutos el Vol.4 de 20th Century Boys, la obra maestra de Naoki Urasawa. Este tomo es absolutamente fundamental, porque acá se nos narra -por fin- la verdad acerca de los sucesos de "la Nochevieja Sangrienta". Dónde estaba y qué hizo cada uno de los personajes durante el ataque del robot maligno a la ciudad de Tokyo en la noche del 31 de Diciembre del 2000. Todo ese tramo del manga es hermoso, te atrapa, te asfixia, te hace bailar a un ritmo frenético de emociones y sacudones, sin llegar a darte todo lo que le pedís, porque claro, Urasawa todavía no nos reveló quién carajo es el enigmático Amigo. La extensa secuencia del escape de "Shogun" y el mangaka de la prisión de máxima seguridad también es memorable, y entra a la lista de grandes momentos que han aparecido hasta ahora en este thriller conspiranoico y genial. Después, cuando Urasawa desplaza el foco de la historia hacia Kyoko Koizumi, la trama se hace no más predecible, pero sí más tradicional. Por supuesto es impactante la reaparición de Yoshitsune, pero el resto, la parte de las pruebas que debe sortear Koizumi para no entrar en esa especie de campo de concentración disfrazado de Disneyworld, no me pareció tan atractivo. Pero de todos modos Urasawa sigue hablando de lo mismo, de lo que parece ser el tema central de esta parte del manga: la grieta entre la realidad y el relato. Lo que los poderosos quieren que creamos, frente a lo que en realidad sucedió, o está sucediendo. En ese contraste, 20th Century Boys crece en potencia discursiva y va más allá de "la obra maestra del suspenso". Hay otros dos ases de espadas en el mazo de Urasawa. Uno es el juego constante, el ida y vuelta entre tres momentos del tiempo: 1971-72, 2000-01 y 2014-15. Si agarrás la serie por la mitad, o por este cuarto tomo, es algo imposible de entender, pero si la venís siguiendo, llega un punto en que te resulta natural identificar a los personajes en esas tres etapas. Además, Urasawa mete muchas referencias al contexto histórico de cada momento como para que, si no identificás a los personajes, por lo menos entiendas que estás viendo una secuencia de 1972 y no de 2014. El otro as de espadas es (obviamente) el dibujo. Este es un rubro en el que todo elogio que uno le pueda propinar al autor queda chico. Esto es demasiado perfecto para se real. No hay nada que no esté perfectamente dibujado, no hay un encuadre mal elegido, una viñeta mal compuesta, una página mal equilibrada entre imagen y texto... Esto es una cátedra, de un maestro superlativo. Se puede no estar de acuerdo con la extensión de algunas escenas (me pasa casi siempre que leo manga), pero Urasawa se mata que que cada una tenga un clima propio y hasta le pone el alma al diseño de personajes muy menores, de esos pensados para aparecer en apenas dos o tres páginas. El resultado es un manga que respira realidad, que te convence de que todo lo que pasa es posta, aunque aparezcan elementos claramente fantásticos como el monstruo mecánico que esparce un virus letal. 20th Century Boys es una aventura de un nivel apabullante, un manga que cualquier adolescente y cualquier adulto debería leer y estudiar en detalle.
Me vengo a Argentina, año 2021, cuando se publica La Calle de los Sonrientes que (si no me equivoco) es la primera obra escrita por Pablo Stanisci, quien habitualmente trabaja como corrector para varias editoriales del medio local. Este comic parte de una premisa atractiva, logra generar un clima inquietante y tocar un tema áspero de manera bastante original. Perdón que no sea más específico, pero es una historia que, si la spoileo, pierde toda la gracia. El problema que tiene la obra es el contraste brutal entre el ritmo descomprimido que elige el autor para narrarla y la cantidad de páginas que dura. Contar la historia así, en plan película de Miyazaki, con largas secuencias mudas, con ese ritmo pachorro (que encaja bien con la ambientación geográfica y temporal de la trama), está bueno si tenés 250 páginas. Si tenés 48, te pasa lo que le pasa a La Calle de los Sonrientes, que termina en cualquier parte. O más precisamente, cuando parece que el villano ya no tiene quién lo detenga. ¿Es una primera parte y no nos avisaron? No sé, pero ese punto final de la página 48 es una patada en la garganta, una falta dentro del área digna del Cabezón Ruggeri. A cargo del dibujo y el color tenemos a Florencia Paccela, una autora cuya obra anterior (publicada hace ya unos cuantos años) se me hizo imposible de leer por lo precario que me resultaba el dibujo. Acá el dibujo está bastante mejor, lejos de lo ideal, pero también lejos de aquellos primeros palotes. Paccela también debe ser fan de las películas de Miyazaki, porque su grafismo trata de ir para ese lado. Se nota una fuerte influencia del manga, incluso cuando después le agrega color a los dibujos. Lo más flojo son los fondos, desprolijos, descuidados, sin ninguna gracia. Ni el color soslaya la poca atención que Paccela le prestó a ese rubro. En las figuras humanas también hay algo de desprolijidad, pero no hace tanto ruido, porque está todo exagerado en función de la expresividad, del impacto que transmite el dibujo desde las poses y los rostros de los personajes. Lo que nos narran Stanisci y Paccela en estas 48 páginas podría reescribirse tranquilamente en 24, y publicarse junto a otras 24 páginas en las que La Calle de los Sonrientes llegue a un final menos abrupto y más consistente con el desarrollo de los personajes y los conflictos. Así como está, no me terminó de cerrar. Y nada más, por hoy. Si andan por la Feria del Libro, pasen por el stand de Comic.ar y llévense los pocos ejemplares que quedan de ¿Quién quiere ser superhéroe?. Nosotros mientras tanto, activamos un nuevo número de Comiqueando Digital que va a estar listo para Agosto. Gracias y hasta pronto.

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