el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 10 de enero de 2025

VIERNES EN BLANCO Y NEGRO

Este es el post nº 2999 y mañana llega el 3000. Estamos en Italia, mediados de los años ´80, y la dupla integrada por el guionista Roberto Dal Prá y el dibujante Rodolfo Torti crea a Jan Karta, un investigador privado que va a vivir varias aventuras en la Europa de las décadas del ´20 y el ´30, primero en la revista Orient Express y más tarde en publicaciones francesas. Como el último álbum de Corto Maltés (que vimos el 05/11/24), la primera historia de Jan Karta aprovecha a full la atmósfera cautivante de la Berlín de 1925, repleta de intrigas políticas y vanguardias artísticas. El caso que al principio pinta sencillo se enrosca y se complica de manera notable. Más allá de alguna viñeta muy sobrecargada de texto, no hay mucho para criticarle a la labor de Dal Prá. Allá por el 29/06/23 habíamos visto al guionista trasladar con éxito tropos del hard boiled (habitualmente asociados a los años ´30 y ´40 en Estados Unidos) a Moscú, en los albores de la era post-Muro de Berlín. Ahora hace lo propio en otra ambientación histórica y geográfica de manera brillante. El segundo caso está situado en 1933, con la situación sociopolítica ya más calentita, con la llegada al poder de Adolf Hitler a punto caramelo, pero también hay una intriga policial atrapante, aunque un poquito más rebuscada que la primera. Un acierto por parte de la editorial española 001 Ediciones haber publicado estas dos historias en un mismo tomo, y una pena los errores que se notan en algunos textos. Como tantos protagonistas de estas aventuras para adultos típicas de los ´80, Jan Karta no es un personaje especialmente carismático, lo cual sumado al regusto amargo que nos dejan las historias (algo habitual en este tipo de relatos policiales donde siempre está la intención de poner sobre la mesa vicios, miserias y corrupción, ya no de una persona sino de una sociedad) resulta en una cierta distancia, una cierta frialdad. Son historias que te enganchan, pero no te apasionan. Y lo mismo se aplica al dibujo de Torti. Tiene cosas de Jacques Tardi, de Carlos Giménez, de Dave Gibbons, hasta de Magnus y Moebius, pero no logra una gran expresividad. Es correctísimo, tiene un gran manejo del blanco y negro, un excelente trabajo en los fondos, buenos recursos para pilotear las páginas o viñetas en las que el guionista se zarpa con la cantidad de texto, pero no te hacés fanático. No salís corriendo a la librería ni te zambullís en los sitios de compra online a ver si encontrás más material de Rodolfo Torti. Tengo dos libros más de Jan Karta para leer, así que veremos cómo evoluciona esta serie a la que desconocía por completo, pero me llamó la atención sobre todo por el jugo que le saca Dal Prá al contexto sociopolítico que elige para ambientar la obra.
Me vengo a Argentina, año 2024, para deleitarme con uno de lo mejores títulos nacionales del año que terminó hace poquito: Chamán, un "Vertigo criollo" escrito y dibujado por Carina Altonaga. Frené la lectura del libro unas 25-30 páginas antes del final y me dije a mí mismo "Por favor, que esto no termine para el orto, que no se desinfle ni se desplome ni derrape en el final, porque hasta acá, Chamán tiene todo para ser una obra realmente memorable". Con alegria y alivio puedo contar que el final se la re banca. Que el desarrollo de los personajes no es al pedo, que todos tienen un rol importante en el desenlace, que los misterios (sobrenaturales) se resuelven de manera consistente, que hay sorpresas impactantes y que si alguien "paga el pato", en todo caso es el dibujo, que baja un poquito la calidad en las últimas páginas. Como fan de Vertigo, no me puedo resistir a una trama de misterio sobrenatural que, además de estar muy bien llevada, está vertebrada alrededor de las tradiciones místicas de los aborígenes del Noroeste argentino. Altonaga pone sobre la mesa la mirada cínica del porteño, la mirada del que "consume" los servicios del chamán como algo pintoresco, bizarro, extravagante... y tambien nos habla de una fe genuina en los poderes de este sanador de almas, de este John Constantine de la puna. Ese contraste enriquece la trama, le agrega tensión, logra que el lector sospeche un poco de todos, porque (otro gran acierto de la trama) acá no parece haber héroes ni villanos, y cuando te das cuenta dónde anida el Mal, dónde está la verdadera amenaza, la vorágine del desenlace ya te tiene totalmente subyugado y entregado a lo que la autora quiere hacer con nosotros. El dibujo de Carina (que alguna vez se subió a la estetica oscura de Leonardo Manco) ahora se parece bastante al de Salvador Sanz. Me gusta un poquito menos que el de Salva, porque se nota que Altonaga está más pendiente que Salva de las referencias fotográficas. Pero las diferencias son muy sutiles: si te gusta cómo dibuja Sanz, la faz gráfica de Chamán te va a cerrar por todos lados. Al igual que Sanz, Altonaga la tiene muy clara en materia de planificación de las secuencias y armado de la página, lo cual es importantísimo para que un relato complejo y jugado como este pueda fluir de un modo ágil y fresco en esta extraña conjugación de tiempo y espacio a la que llamamos "historieta". Blancos, negros, grises y varios efectos visuales muy bien logrados bailan una danza hipnótica, donde lo real y lo fantástico cobran vida y te invitan a vivir en carne propia la experiencia que van a atravesar Brenda, Andrés, Dante y Emilio de la mano del enigmático "Tío". Pero guarda, que en esta danza bailan también espíritus, demonios y aspectos muy jodidos del Mal que se esconde dentro de cada uno de nosotros. En apenas 60 páginas, Carina Altonaga redondea un gran comic, sumamente recomendable, y -repito- de los mejores trabajos de autores argentinos que leí recientemente. Hasta acá llegamos hoy. Mañana, una cita muy especial con el post nº 3000, que tambien va a ser sumamente especial. Grazie per tutti.

3 comentarios:

Nahuel2017 dijo...

Felicidades Andres! Este blog ha significado muchiaimo para mi!

Nahuel2017 dijo...

Quien dirias que es el mejor John Constantine argentino, este personaje o Bizancio?

Andrés Accorsi dijo...

Nah, lo de comparar al Chamán con Constantine es MUY metafórico, muy traído de los pelos. Bizancio es un personaje claramente construido EN EL MISMO MOLDE que Constantine, hasta con un nombre que remite a la creación de Alan Moore.